Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTICUATRO

Vania/Nora.

¿Por qué tenía que pasar? ¿Por qué tenía él que estar ahí? ¿Ya no era suficiente el dolor? ¿Tenía que perseguirme hasta aquí para recordarme cada momento, cada sufrimiento?

Sentí que no podía respirar otra vez. Sentí esa sensación de asco, sus manos toquetearme, sus asquerosos labios en mi piel desnuda. Es un calvario constante.

Pensaba que al menos en este lugar iba a sentirme mejor, iba a sentir un poco de paz, que iba a descansar de todo, de Venek. Pero no. Lo vi, lo vi a través de ese cristal, sentado, mirando el techo, pensando y sonriendo. Tal vez estaba pensando en mí, en todo el daño que me hizo, y claro, sonriendo de placer, porque hacerme daño le causa placer, satisfacción. No hay piedad, no hay compasión en su interior, solo hay maldad, burla, abusos.

Tristán es bueno comparado con Venek. Venek es el mismo infierno con todo y letras. Un infierno del que lamentablemente soy parte y pensaba que me libraría de él por un tiempo, pero no fue así, y aquí lo tengo, encerrado, pero está aquí para atormentarme más.

Cuando salimos de ese lugar Merquiel y yo nos dirigimos a nuestra habitación, despidiéndonos de Naptier.

—¿Qué te pasó, Vania? —dice Merquiel, sentándose frente a mí, en mi cama.

—No... no puedo.

—¿Qué no puedes? ¡Habla!

—¡No puedo Merquiel! —las lágrimas empiezan a salir, dejándome sin poder respirar, sin poder aguantarlas.

Él me hala hacia sus brazos, sujetándome con fuerza.

—¿Qué te hicieron? Te noto tensa todos los días, noto cómo se te dificulta el dormir, tu mirada no es la misma, tus gestos, y ahora esto también. Es evidente que ocultas algo que te lastima, pero no debes dejarlo guardado. Tienes que hablar, Vania.

Suelto un sollozo acompañado de tanto dolor. Es como si estuvieran enterrándome una espada en el pecho, dándole vueltas, para lastimarme más.

Me aferro a los brazos de Merquiel, como si fuera el único refugio donde puedo estar a salvo, donde nadie me lastima, donde me siento otra vez yo, sin sufrimiento, sin penas.

—Siento que muero ahora mismo —digo, sin dejar de llorar.

—No. No te mueras que me voy detrás —él se separa de mí, obligándome a mirarlo a la cara —vamos a respirar, despacio, uno... —inhala y exhala, yo repitiendo lo que él hace —dos... —de nuevo —tres...

Lo imito, cerrando los ojos, calmando mis espasmos por el llanto.

—Gracias por estar siempre para mí.

—Eres mi familia, Vania. Estaré para ti y lo sabes, pero para seguir apoyándote más aún, tienes que contarme qué te pasa.

—No, Merquiel, no me hagas eso.

—Vania, por favor, ya basta de estar ocultando cosas.

Me tapo la cara, sintiendo la frustración de nuevo.

—¡Entiende que es algo que me duele! ¡Me duele decirlo, no puedo! —otra vez siento mi respiración entrecortarse y las lágrimas salir.

—¡Si no lo dices te dolerá más! ¿¡Acaso no entiendes eso!?

Me levanto de la cama, encarándolo —¡no sabes lo que es sentir asco por ti mismo! ¡No sabes lo que es sentirte una basura con la que pueden jugar y tirarlo después! Tú no sabes nada de lo que es estar guardando esto que me duele, pero siento que si lo guardo solo me dolerá a mí, solo se quedará en el olvido... nadie sufrirá, solo yo, como merezco.

—¿Qué estás diciendo, Vania? —se pasa las manos por la cara, suspirando —estás diciéndote cosas que me duelen a mí como tu hermano. Te hicieron mucho daño, puedo sentirlo, me lo estás confirmando ahora mismo, pero déjate ayudar, por favor...

Sale un sollozo de mi boca. No sé qué hacer, no sé qué decir, por una parte quiero hablar, pero por otra no quiero. Siento que si sale de mi boca, la realidad me golpeará aún más, me da miedo la reacción, me da miedo todo.

¿Y si me dice que me lo merezco? No lo culparía, porque me lo había merecido por ser estúpida, por ser tan confiada, por creer que todo el mundo es bueno, que se me acercaban con buenas intenciones, por tener gustos diferentes a los demás. Es todo mi culpa y tal vez así debo pagarla. La estoy pagando con creces teniendo a mi peor pesadilla en el mismo lugar que yo.

Ya no soy la misma Vania de hace muchos días. Esa Vania risueña, enamorada, confiada, amable... ahora lo único que tengo son desconfianzas, amargura, dolor, culpa, tristeza...; no me dirijo a los demás como acostumbraba a hacer, con una sonrisa en mi rostro, con educación. Todo eso se fue en el momento que me mataron en vida.

A veces siento esa sensación de buscar venganza, pero, me acabo de dar cuenta que cuando lo tengo al frente, toda esa rabia, esas ganas de torturarlo, se van, dejando solo el miedo consumiéndome, los temblores, tensión, los recuerdos de sus manos en mí que me paralizan por completo.

Es fácil decirlo, pero cuando tienes a la causa de tus problemas frente a ti, te conviertes en otra cosa a lo que querías demostrar. Venek tiene control sobre mí, aunque me cueste admitirlo.

—Vania, ¿me estás escuchando? —siento las manos de Merquiel en mis mejillas mojadas por las lágrimas.

Reacciono, poniendo mi mirada en la suya.

—No me sueltes... —susurro —no me dejes ir... no soportaría que te fueras de mi lado, que me dejes sola, como todos hacen. Todos me traicionan, no seas igual.

—Si hubiese querido traicionarte o algo de eso, te darías cuenta. Eres inteligente, sabes que estoy aquí, siempre lo he estado. Me conoces Vania, como nadie.

Sonrío débilmente —¿soy inteligente dices? Soy tan inteligente que le confesé a mi supuesta mejor amiga mis sentimientos amorosos hacia ella, soy tan inteligente que le creí cuando me besó y me dijo lo mismo, sabiendo con todos los meteoros con los que yo la veía estar, soy tan inteligente que confié en una estrella que hablaba con mi supuesto amigo del pasado cuando yo sabía que él hablaba mal de mí a mis espaldas con otra amiga más, ¿soy inteligente, Merquiel?

—¿Crees que no lo eres por pensar que tu mejor amiga decía la verdad? Ella te jugó muy sucio, no quieras ahora culparte por su traición. Confiaste en ella por la amena amistad que tenían mas tus sentimientos que hacía que sintieras una conexión con ella. No puedes decirte a ti misma que no eres inteligente por eso. Eres eso y más, no quieras sentirte menos por culpa de lunas tan hipócritas y malvadas.

—Duré años así, Merquiel... nunca me di cuenta de nada y me dejé manipular, y ahora estoy metida en algo que no podré salir.

Él se acerca a mí, abrazándome —cierra los ojos y habla. No me mires, piensa que no estoy, piensa que estás sola hablando con lo que quieras hablar para desahogarte de tu dolor. No estoy aquí, no te diré nada, te dejaré hablar.

Cierro mis ojos, sintiendo mi labio inferior temblar y las lágrimas salir sin parar, preparándome para lo que diré. Necesito sacarlo, necesito sentirme un poco libre. Solo un poco.

Confío en Merquiel, confío en sus palabras. Ya no me importa si me juzga, ya no siento nada en este momento.

—Hace mucho tenía un amigo llamado Venek... a quien escuché hablando de mí con otra amiga. Me alejé de él y lo evitaba por años, pero entonces yo hablaba con Berlice, y ella se convirtió en mi todo. Mi amiga, mi confidente, mi consejera, mi primer enamoramiento..., mi primer beso, pero entonces la vi besarse con un meteoro, e intenté reclamarle de la mejor manera y después me buscó, diciéndome que yo le gustaba, pero que había besado a ese meteoro para confirmar —suelto una risa sin gracia —yo me sentí ofendida, y le dije que lo olvidara, pero ella empezó a actuar diferente, y me amenazó... —respiro hondo, una, dos, tres... puedo hacerlo, yo puedo —me amenazó con decirle a mis padres sobre mis gustos si no decía que tenía amoríos con Venek, mi viejo amigo...

Siento el cuerpo de Merquiel tensarse, abrazándose más a mí.

Yo mantengo mis ojos cerrados. No quiero pensar mucho, porque si pienso dolerá más.

«—El miedo me consumió, el pensar el rechazo que obtendría por mis padres, y lo hice. Fui y le dije a mi madre que él me gustaba, ella por supuesto feliz por mí y yo... sufriendo —siento mis ojos hinchados de llorar —Venek se aprovechó de mí, quería casarse conmigo para tener poder, para sentirse importante y... —un sollozo sale de mí, y los espasmos vuelven a salir, mi corazón se acelera de una manera que no lo soporto, levanto mis brazos, aferrándome a la espalda de Merquiel como si dependiera de eso —a-ab-busó d-de mí —empiezo a llorar más fuerte, sacando ese dolor de mi interior, sintiendo esos cuchillos saliendo de mi pecho, liberándome un poco —todas las noches era lo mismo, y lo último que me hizo fue torturarme. Me llevó a un lugar y me amarró, me desnudó frente a Berlice y Geny, me puso pinzas en mis pezones, me golpeó, me humilló.

Las piernas de Merquiel bajan de golpe al suelo, haciéndome bajar con él, sintiendo mi cuello mojado de sus lágrimas.

—¿Dónde está ese maldito? ¡quiero ver a ese maldito infeliz! Lo voy a matar, Vania. Voy a matarlo, voy a torturarlo hasta que grite de dolor, que se arrepienta, que te pida perdón de rodillas.

—No... no te ensucies las manos por él. Por favor cálmate.

Él se separa de mí, sujetando mi rostro.

—Prométeme que te vas a vengar de él. Prométeme que lo vas a hacer pedazos. Él está encerrado, no puede hacerte nada, pero tú sí. Tenemos que hacer que Tristán confíe al menos en ti, que puedas acceder, quiero que lo hagas mierda, yo estaré para ti, siempre.

Lo abrazo de vuelta, sintiendo un alivio en mi corazón, como si me hubiesen quitado un peso tan grande de mí. Podía sentir apoyo hacia alguien. Podía sentirme amada, apoyada, refugiada. Merquiel ha sido el único que ha estado en mis peores y mejores momentos, quien a pesar de todo nunca me ha juzgado, nunca me ha rechazado, siempre ha estado ahí sacándome sonrisas, siendo un idiota que me hace reír... ha sido todo para mí.

Nos quedamos un rato ahí, abrazados, hasta que me calmo por completo, yendo al baño para lavarme la cara y acostarme.

Al tumbarme en la cama, sentí cansancio y sueño. Algo que era difícil que me pasara, es como si mi mente estuviera bien de nuevo, y quise aprovechar el momento, cerrando mis ojos, hasta el otro día.

————————💎🌫️🌊💠🧿🌋🤎 ————————

La mañana empieza normal. Merquiel y yo fuimos a desayunar al comedor, había mucha gente, así que no pudimos ver a los demás cerca.

Necesitamos hablar los siete, pero se nos ha dificultado bastante. No sé cómo haremos para hacerlo.

Ayer antes de crear nuestro plan habíamos escuchado a dos hombres hablar con María para ser los guardias del laboratorio, así que Merquiel y yo nos encargamos para impedir que esas dos personas llegaran a su destino.

En la noche cuando iban de camino al lugar, hicimos una especie de escena, diciéndoles que Tristán los había mandado a llamar para otra misión, pero que era en el bosque donde se encontraba esperándolos. Ellos, confiando en nosotros, fueron rumbo al lugar, sin antes ir a sus habitaciones y guardar sus armaduras, algo que no nos benefició del todo porque guardaron las tarjetas de acceso.

Cuando llegaron al bosque, Merquiel y yo estábamos detrás esperándolos, y con una piedra cada uno los golpeamos y amarramos en un tronco. Por suerte estábamos con armadura y un pañuelo en la cara, tapándonos nariz y boca. Así que no podrán reconocernos y tampoco tienen nuestros nombres.

Al terminar de desayunar nos dirigimos hacia las afueras del castillo, tratando de encontrar algo para hacer.

—Este lugar es más aburrido de lo que pensé —dice Merquiel.

—¿Qué prefieres? ¿Que nuestro querido jefe empiece a matar y se vuelva loco? ¿Eso te parece gracioso a ti?

—Eh, claramente no, pero ni siquiera he podido practicar con un saco para golpear, no he encontrado el lugar de entrenamientos. A veces me siento aburrido y solo.

Abro la boca, ofendida —¿O sea que no es suficiente con mi compañía? Eres idiota.

Él se ríe de mí —eres muy graciosa, Nora.

—Tú también, Zigor.

Una chica se nos acerca, interrumpiéndonos el paso y la charla.

—La encargada de la biblioteca los pide como ayudantes.

—Oh, que bien. Algo que hacer por fin —digo —te sigo, no sabemos dónde está la biblioteca.

Seguimos los pasos de la chica, la verdad es primera vez que voy a la biblioteca entonces por una parte se me hace raro que la encargada nos quiera ahí cuando ni siquiera sé quién es la encargada.

Entramos a la biblioteca, encontrándonos de cara con los demás planetas, menos Marlís. Una alarma se me enciende, sintiendo preocupación.

¿Estamos en problemas?

—¿Y ustedes? —pregunta Merquiel.

—Nos encargaron a venir, ¿a ustedes también? —dice Naptier.

Nosotros asentimos, encogiéndome de hombros.

—¿No se les hace raro esto? —dice Urien.

Escuchamos un ruido detrás de una puerta, la cual se abre, dejando ver quién estaba detrás.

—Hola, chicos —una Marlís muy sonriente aparece —¿adivinen quién es la encargada de la biblioteca? Sí, yo.

«¿Qué?»

—Wow, me acabas de sorprender, Eva —dice Sólem —pero, ¿cómo?

—Gracias, gracias. Hablé con Tristán ayer porque la mayoría del tiempo me la paso metida aquí y me enteré que no había nadie a cargo entonces le propuse que me diera ese cargo a mí y accedió sin problemas —se encoge de hombros.

—¿Hay más gente por aquí? —susurra Urien.

—No. Les pedí a los pocos que habían que iba a cerrar las puertas para organizar muchas cosas y por eso pedí que los llamaran a ustedes —sonríe —tengo una oficina. No es muy grande como la nuestra, pero significa privacidad, así que vengan conmigo, tenemos muchas cosas de qué hablar.

Empezamos a seguirla hacia su nueva oficina. La verdad me sorprende lo que hizo Marlís, ha sido de gran ayuda para poder hablar de nuestro plan y lo que hemos averiguado. La biblioteca es un buen lugar, ya que a nadie le importa. Es donde poca gente pasa su tiempo.

Ella nos abre la puerta de su oficina, entrando uno a uno. No es muy grande, pero lo suficientemente cómoda y amueblada para charlar.

—Bien. Tenemos muchas cosas que aclarar y hablar —dice Naptier.

—Las lunas están aquí y están en una clase de laboratorio, las vimos anoche —digo de golpe —encerradas en unas habitaciones en cristales, donde en cada uno hay entre cinco y diez lunas juntas y también tenían unos cubículos donde experimentan con ellos. No sé cómo, pero lo hacen y tampoco sé qué buscan en ellos.

—Tengo la leve sospecha de que Tristán busca algún tipo de poder en ellos igual al de nosotros —dice Naptier —porque justamente ayer hablé con él y traté de decir cosas para sonsacarle algo de información  y dije que había escuchado rumores de que las lunas podían devolver la vida o algo así y él se quedó pensando e indagando queriendo saber más.

—Está claro que quiere tener el poder que no posee —dice Júpniel.

—Tenemos que buscar la forma de sacarlos de allí —dice Urien, poniendo sus manos en su cintura.

—Tenemos el acceso. Ahora bien, la forma en la que saldrán, no. —digo —hay unas tarjetas que dan acceso al laboratorio, pero no a las habitaciones.

—Te equivocas —responde Merquiel a lo que yo frunzo el ceño —cuando fuiste a pasear por esos pasillos, yo me fui a otro y vi una especie de oficina pero no tan oficina, y tenía unos códigos, tenía números y esos números los tenían las habitaciones, así que deduszco que dándole al número de habitación y poniendo la tarjeta, esa habitación se abre.

Abro los ojos, sorprendida —parece que ya tenemos toda la información necesaria.

—Entonces vayamos y saquémoslos de ahí —dice Júpniel.

Naptier niega —No podemos hacerlo de esa manera. Primero tenemos que idear un plan, sacar más información, tratar de que Tristán confíe en nosotros e intentar pensar en algo para que en el momento de que esas lunas salgan de allí, puedan salir ilesas y se defiendan. No es tan fácil como lo puedes pintar, Júpniel.

—Puede ser fácil si sabemos movernos bien, Naptier. O mejor, si matamos a Tristán y nos desquitamos de ese problema, podemos sacarlos a todos.

—Matar a Tristán significaría guerra. No estaría el anfitrión de todo, pero sí sus guardianes, su familia como quiere llamarnos, y los que realmente lo defienden hasta la muerte, y esos se encargarían de matarnos a todos —dice Naptier, mirando a Júpniel con seriedad.

—Piensas mucho, Naptier, pero actúas poco. —Júpniel lo contraataca.

Siento la tensión muy fuerte entre ellos dos, pero, ¿por qué? Tampoco no me atrevo a preguntar, al menos no ahora.

Sólem agarra el brazo de Júpniel, poniéndose en medio de ellos.

—Naptier tiene razón, tenemos que ir despacio y estudiar cómo se mueven para atacar sin que se den cuenta. Entiendo que quieras salvarlos y que estemos en nuestro hogar, yo también quiero estar en mi hogar, pero también tenemos que pensar en el bienestar de todos nosotros y hacerlo a lo kamikaze no nos beneficiará en nada. —ella le da una media sonrisa y Júpniel mira el suelo, asintiendo.

—A ustedes los pondré como mis ayudantes y conserjes de la biblioteca, así no habrán pretextos ni sospechas del porqué estamos siempre juntos y por qué hablamos tanto y demás.

—Es posible que me veas aquí día y noche —dice Urien —la herrería no es lo mío, el cultivo de frutas es una tortura, la cocina... me llama, pero no lo suficiente y me recuerda cosas... —él se muerde el labio inferior —definitivamente prefiero la biblioteca. Es mi lugar.

Naptier se ríe, dándole un zape en la cabeza a Urien, lo cual me hace reír.

Después de todo me gusta ver como Merquiel y yo no somos los únicos en tratarnos con cercanía. Los siento a todos como mi familia.

Salimos de la oficina, organizando libros, limpiando estantes, mesas, el piso. Nos quedamos hablando entre todos, riendo algunos y otros con tensión en el ambiente, pero la verdad pude sentirme cómoda, pude sentir que de verdad estaba rodeada de lunas sinceras y que me quieren en su entorno, sin buscar algo de mí.

Nos quedamos toda la tarde en la biblioteca, hasta que dio la noche, donde cada uno de nosotros nos separamos para ir al comedor y cenar. Merquiel y yo nos mantuvimos cerca de la mesa donde estaban Naptier, Sólem y Urien, y entre todos empezamos a conversar, aparte de los demás compañeros que no conozco, pero que aún así compartimos temas y demás.

Siento que este día ha sido irreal para mí. Es como si mis tormentos se hayan ido. Como si pudiera respirar de nuevo aire y no tóxico. Siento tranquilidad en mí, siento paz, porque después de tanto tiempo, no me siento sola, siento que estoy acompañada y apoyada, y no siento miedo. No le tengo miedo a Venek. Él no es nadie comparado con nosotros siete.

Y lo buscaré, y buscaré la manera de hacerlo pagar, que vea que no estoy sola, que vea cómo disfruto el torturarlo, el hacerle daño como él me hacía a mí.

«No eres nadie, Venek. Tengo poder sobre ti y te lo demostraré.»

———————————————————

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro