Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO DIECIOCHO

DESCONOCIDO.

La noche fue pasando, dejando ver un nuevo amanecer en el que ninguno de los antiguos y nuevos planetas ha cerrado un ojo.

Entre los siete antiguos planetas, con ayuda de algunos guardianes, empezaron a agarrar a algunos refugiados para interrogarlos. Un interrogatorio basado en amenazas y pequeñas torturas para ellos, intentando sacarles la verdad, si es que eran traicioneros.

Pero, la verdad es que ya no habían. La mayoría se fueron con Tristán y la otra mayoría fue atrapada.

Era de madrugada, cuando tomaron a una mujer de los tantos refugiados. Esta mujer era peculiar y los siete planetas estaban curiosos por lo que veían, llevando esta una especie de túnica, con collares diferentes en su cuello, que, ellos no lo sabían, pero cada uno de esos eran protecciones; además de runas pintadas en su frente, ambas mejillas y manos, acompañándola un bastón delgado de color marrón.

Había que admitir que daba miedo, ya que también es una mujer de edad avanzada, con una estatura de 1.60, regordeta, que con su cabello por los hombros, suelto y repleto de canas, además de su semblante serio, parecía que quería matarte.

—No necesito que me torturen o investiguen porque sé para lo que vengo aquí y puedo demostrarles de muchas formas que no soy igual que ellos —la mujer habla, con un tono seguro y fuerte, haciendo retumbar un eco en el lugar, dejando a los planetas sorprendidos y más intrigados por esta mujer.

—¿Cómo te llamas? —le pregunta finalmente Saturno.

—Yo me llamo de muchas formas —la mujer le sonríe, mostrando unos dientes amarillentos que le daban aún más un aire escalofriante, mientras miraba a Saturno fijamente a los ojos, intentando demostrarle de cierta manera, que no le tiene miedo —, me llamo la bruja de Blair, Medusa, Hecate, Afrodita...; me llamo y me hacen llamar, pero, realmente, nadie me pregunta cómo deseo que me llamen —vuelve a sonreír, pero esta vez con la boca cerrada y solo de la comisura derecha.

Saturno alza una ceja.

—Entonces, ¿cómo deseas que te llamen?

Ella mira a Saturno con su sonrisa amplia, ignorando completamente su pregunta.

Marte da un paso adelante, con sus brazos cruzados.

—Muy bien,... como sea que se llame —le empieza a hablar con un tono un poco defensivo y autoritario —¿como por qué no debemos pensar que eres una traicionera?

—Si fuera una traicionera, esto que pasó ahora, hubiese pasado hace mucho, mucho tiempo, y peor —ella mueve sus ojos lentamente, repasando a cada uno de los planetas que yacen allí —yo sé muchas cosas de ustedes, y no porque me lo hayan contado sus lunas, sino porque mis otras entidades me lo cuentan.

—No sabía que en la Tierra Maldita existía la magia... —murmura Júpiter, consternado.

—Sí existe —logra escuchar el murmur de Júpiter —es diferente a la de ustedes, porque la nuestra es invisible, y es un poco más difícil de conseguir, pero sí existe y mucho más que eso —sonríe nueva vez —le dije a uno de sus guardianes que me trajera aquí, porque por primera vez en muchos años, mis entidades no me avisaron de lo ocurrido, y cuando eso pasa, es por algo, así que estoy dispuesta a ayudar a su plan.

Saturno la ve de reojo, con el ceño fruncido.

—¿Cuál plan?

La bruja ríe, dando a entender claramente que el comentario le causó gracia.

—Te dije que sé muchas cosas —ella empieza a caminar un poco más adelante, hacia ellos —ahora mismo puedo escuchar sus dudas y miedos, así que para aclarar, no vayan a pensar que voy a traicionarlos, porque como les dije, sé muchas cosas y me he quedado callada, porque mis planes no son en contra del lugar que me tendió la mano cuando lo necesité. Esa tierra no quiero ni verla; me hicieron mucho daño allá.

—¿Quién? —dice Mercurio.

—El padre de Tristán, Román. Ese engendro cuando yo tenía quince años y él cuarenta, se aprovechó de mí; ¡repetidas veces lo hizo!, dejándome embarazada y yo abortando cada criatura porque si se enteraban de que tenía un hijo del gobernador, él mismo iba a encargarse de torturarme y matarme.

Aunque hayan pasado años, en sus ojos se puede notar claramente el odio vivo en su esplendor, además de una pizca de dolor y tristeza en su voz y su mirada mezcladas.

Los siete planetas pudieron darse cuenta de esto, bajando la guardia cada uno de ellos y dejándose confiar en ella, ya que, ellos creían que era el arma letal e importante para esto.

Saturno decide cerrar el interrogatorio hacia los demás, yendo con la misteriosa bruja hacia la sala de reuniones, con el resto detrás.

Los nuevos planetas se encuentran en el hogar de Saturno, todos sentados en la acogedora sala de estar, permaneciendo en un silencio mutuo, mientras solo maquinan sus pensamientos, sus dudas y sus miedos.

Urien, quien está moviendo su pierna derecha frenéticamente, decide romper el silencio, desesperado de tanto escuchar el pi en sus oídos.

—Y bueno, ¿cómo se sienten?

Todos dirigen su mirada hacia él, como si de una sincronización se tratase.

—Impaciente —dice Naptier.

—Curiosa —dice Vania.

—Entusiasmado —dice Merquiel, con una sonrisa.

Todos ahora dirigen su mirada hacia Merquiel, con evidentes muecas a su dirección, por su comentario.

—¿Cómo vas a estar entusiasmado por esto? —dice Júpniel, moviendo sus manos al aire al decir la última palabra.

—O sea, no me mal interpreten, no digo que estoy feliz de que se hayan llevado no sé cuántas lunas, pero es que —deja salir una sonrisa —no me van a negar que tienen cierta chispa de curiosidad de poder explorar la Tierra Maldita —susurra las tres últimas palabras.

Vania deja salir una pequeña risa, tratando de disimularla.

—Admito que sí tengo mucha curiosidad y terror —dice Sólem.

—Y sobre todo dudas —responde Marlís.

—Haber, dudas es lo que más tenemos, porque, ¿cómo vamos a hacer para que por ninguna circunstancia nos descubran? tenemos muchas cosas que dejan en claro de dónde venimos —dice Naptier.

—Creo que si nuestros padres decidieron esto, es porque algún plan detrás deben tener —dice Júpniel.

En ese momento se escucha la puerta de la entrada abrirse, dejando ver al grupo de siete con la mujer peculiar, la cual los nuevos planetas se quedaron viendo fijamente sin ninguna pizca de disimulo en sus rostros.

Ellos observan cómo todos se dirigen hacia las escaleras, haciéndoles la misteriosa bruja un gesto de saludo, el cual ninguno les devolvió, y no es por ser malos educados, sino que, fue tanta la curiosidad y desorientación, que no se percataron de que ese pequeño movimiento de cabeza, era dirigido a ellos.

Saturno abre la puerta del salón de reuniones, entrando la manada con ella, posicionándose cada uno en su puesto, dejándole un espacio a la mujer.

—Tengo conocimientos de que aquí algunos refugiados especiales están ocultos —dice Saturno, haciendo la seña de comillas con sus manos al decir la antepenúltima palabra —y necesitamos la ayuda de esos refugiados para poder ocultar la identidad de nuestros hijos.

—Tengo un grupo que desde años les he enseñado cómo entrar al mundo de la brujería y magia —la mujer sonríe —mis muchachos son muy buenos en su trabajo, así que, podría decirse que sí podemos lograr cambiarlos de identidad, pero, no todo se trata de magia en este caso.

—¿Qué quiere decir con eso? —pregunta Venus.

—Algo muy llamativo de ustedes es el color de pelo y ojos, y demás —la mujer mira a Saturno —eso hay que ocultarlo, y no es con magia, sino con cambio de color.

Todos se quedan confundidos, ya que, para ellos, eso no existía. No sabían que podían hacer eso, así que antes de que uno de ellos preguntara nueva vez, la misteriosa bruja decidió explicarles.

—Existen productos para cambiar el color de pelo. Mayormente se les llaman tintes y con eso, podremos al menos quitarles ese color tan llamativo y evidente.

—¿Y el cristal? —pregunta Mercurio, con un tono preocupado.

Mercurio es el más nervioso de la situación, de todos ellos. Por su mente solo pasa su hijo, quien es su luz; siempre lo ha dicho, y pensar que tendrá que dejar que vaya a un lugar desconocido totalmente, que ni él mismo conoce para enfrentar al gran enemigo de todos por décadas, lo aterra bastante y no se inmuta ni un segundo en ocultar su miedo con su mirada y con su voz.

—Como les dije, existe mucha magia alrededor que no todos son capaces de ver ni captar, así que todo eso está solucionado. Por apariencia no deberían preocuparse tanto. De lo que deberían preocuparse es de sus poderes, conocimientos y actitudes, que ya esas tres cosas son imposibles de ocultar.

«—Creo que ustedes son bastantes conscientes de que, donde vengo, hay varias cosas que se dicen y existen que aquí no están. A eso me refiero con conocimientos, así que, si quieren hacer las cosas bien, sus hijos deben aprender al menos un par de cosas —ella voltea su rostro, viendo su bastón, el cual le llega hasta sus mejillas, de altura, mientras lo acaricia, pensativa —Tristán es astuto... pero al mismo tiempo no; sin embargo, esos detalles pequeños, pero significativos, los puede captar muy rápido, así que deben tener mucho cuidado con sus palabras y gestos.

—Como ya todo está claro, podemos...

Empieza a decir Saturno, con un tono alto, pero, a la mitad, la bruja la calla, haciendo un sonido y poniendo su dedo índice de la mano izquierda en su boca.

—La desesperación los está afectando un poco en la inteligencia —ella sonríe levemente —les recuerdo que se trata de un cambio de identidad y eso conlleva a cambios de nombres —ella sonríe aún más, observándolos, sabiendo claramente que eso no les pasaba ni por la cabeza —recuerden que ir rápido puede traer la muerte y el fracaso. Sus preciadas lunas no están muertas, aún.

Ellos la miran de reojo, dejando ver un poco de miedo por las palabras de ella, mezcladas con sorpresa, ya que, efectivamente, ninguno de ellos pensó en sus nombres, dejando claro que no están pensando del todo con la cabeza fría.

Ahora sí estaba todo hablado. La misteriosa bruja salió junto a los demás, mandándolos a todos a salir al exterior, con sus hijos, para ella poder buscar a sus muchachos, como ella les dice, y empezar con el plan.

Saturno les dijo a los nuevos planetas que la siguieran.

Empezaron todos en grupo a seguir a la bruja, en un silencio tenso y lleno de confusiones.

Los nuevos planetas estaban viéndose entre ellos, haciéndose muecas, señalando a la mujer desconocida para todos, obviamente sin obtener respuestas de unos a otros, haciendo que sus confusiones y dudas se incrementaran.

Al caminar mucho, en un punto de la caminata, empezaron a ver unas pequeñas casas juntas, donde en el frente de estas yacen mesas largas y carpas alrededor, donde al estar todos más cerca, se dan cuenta que hay refugiados allí, con sus piernas cruzadas, sentados en el suelo y sus ojos cerrados, y otros en la misma posición, pero moviendo sus manos en el aire, mientras mueven sus labios, susurrando cosas que no llegan a los oídos de ninguno de ellos.

La misteriosa bruja para de caminar, en medio de una de las mesas, cerrando los ojos, dejando salir de su garganta una melodía suave, que, aunque los planetas no quisieran admitirlo, les causaba un poco de paz y cosquilleos en el cuerpo.

Los demás que estaban en sus casas y carpas, salieron todos con rapidez de sus sitios, buscando a la dueña de esa melodía, y al encontrarla con sus miradas, fueron a pasos veloces hacia su dirección, colocándose cada uno de ellos en fila, frente a ella.

Eran doce refugiados. Siete mujeres y el resto hombres.

—Tenemos la primera misión más importante que no vamos a tener en años —dice la bruja, con un semblante serio, mientras señala al grupo de siete jóvenes —esta tierra ha sido invadida por Tristán, ustedes ya son conscientes de ello; pero nuestros nuevos gobernantes aquí, deben ir hacia él y necesitan ocultar sus identidades —los mira a todos —ustedes saben de lo que hablo.

Todos asienten en sincronización, empezando cada uno de ellos a moverse.

Algunos corrían hacia sus carpas, otros hacia las casas, buscando sus cosas y buscando sillas, las cuales ponían en la mesa, invitando a los nuevos planetas a sentarse.

La bruja mira recta, con su bastón agarrado con ambas manos, observando su alrededor, mientras susurra para sus adentros:

—Sabía que todo esto que me mandó a hacer Hecate era por una razón...

Justamente, las siete mujeres del grupo, se colocaron detrás de los nuevos planetas, empezando a revolver en envases los tintes para cada uno.

—Esta chica no necesita color de pelo —dice una de las muchachas, refiriéndose a Marlís.

—Esta tampoco —dice otra, refiriéndose a Vania.

La bruja las mira.

—háganle un peinado diferente.

La muchacha que está con Sólem, empieza a mirarle el cabello tan largo, pensativa, como si estuviera dudando sobre algo.

—Tendré que cortarle el cabello —dice la muchacha, mirando a la bruja.

—Es lo más favorable, ya que Tristán tiene cierto aborrecimiento hacia las de pelo largo.

La muchacha agarra unas tijeras filosas, que hasta pareciera que son nuevas, mientras divide el largo cabello de Sólem, en dos, cortándoselo y dejándoselo un poco más abajo de los hombros.

Sólem a todas estas se mantiene con los ojos cerrados, mientras escuchaba con nitidez el sonido de la tijera cortando sus preciadas hebras, sufriendo por dentro, ya que, su cabello era muy sagrado para ella, pero al mismo tiempo, estaba totalmente consciente de que debía hacer esto por el plan.

La muchacha empieza con una brocha mediana a colocarle el tinte a Sólem, poniéndole un poco de este en sus cejas, con ligereza; y al cabo de unos minutos, este empezó a hacer efecto, apareciendo un color rubio claro, pero que se le veía natural.

Por otro lado está Naptier, al cual ya la muchacha que estaba con él tenia claro el color que le podía sentar bastante bien por su físico y este era un negro azabache, el cual le colocó también en sus cejas azules.

Júpniel, al igual que Sólem, por su color de pelo tan blanco, solo se le colocó un rubio un poco más oscuro a comparación con el de ella.

Urien, pues por su color azul claro, quien está a cargo de su pelo, estaba indecisa, pensando si en un castaño o un rubio, pero al Urien percatarse de su indecisión, para no hacerla pensar tanto, al ver a Sólem y Júpniel con el cabello de este color peculiar, optó por decirle a la chica que no lo pensara mucho y le pintara de ese mismo color, haciéndole ella caso y empezando a pintarle el pelo y cejas, quedando de un color rubio amarillento.

Merquiel, por su parte, al igual que con Naptier, la chica estaba decidida al color perfecto para él, empezando a pintarle su anaranjado cabello de un color castaño oscuro, sentándole de maravilla por su color de piel.

Con Vania fue más fácil y difícil a la misma vez, ya que no debían realizarle ningún tintado, pero sí le realizaron un peinado que requiere de tiempo, pero por suerte, como ellos eran muchos, entre algunos hombres y mujeres empezaban a coger pedazos de su cabello, para poder hacerle unas trenzas un poco largas, tomando cabello postizo, llegándole estos más arriba de las caderas.

Por último, a Marlís la chica solo le hizo dos trenzas que comenzaban desde arriba, con un mechón delgado y rizado en cada lado de su cara.

Al todas terminar con cada uno de ellos, comenzaron a buscar en la mesa, agarrando unos lentes de contacto.

Para Sólem, unos azules claros y naturales, que, aunque sean falsos, hacen que su mirada se profundice mucho mejor, haciéndola ver más sensual y hermosa de lo que ya es.

Para Marlís, optaron por un marrón claro que le hacía un contraste peculiar con su color de pelo y su físico. Un color que al reflejo a veces de la luz del sol, hacía que se vieran color miel, transparentando su mirada y profundizándola.

Al igual que a Sólem, le colocaron unos de color azul un poco más oscuros, a Júpniel, haciéndole un contraste casi perfecto con su color rubio mezclado creando una combinación que le marcaba más su apariencia y su mirada penetrante.

Urien por otro lado, para no parecer el clan de los ojos azules, la chica que está con él optó por unos de color negro. Un color de ojos que no todos adquieren, así que se los colocó, transformando un poco su rostro, viéndose con una mirada igual de penetrante y profunda, que, a pesar de tener sus colores multiversos de ojos, ocultos, este negro de igual forma hipnotizaba.

Con Merquiel fue más fácil, ya que al igual que Marlís, le colocaron unos lentes de contacto de color marrón, con la única diferencia de que estos eran un poco más oscuros, siendo uno de los más comunes en la Tierra Maldita.

A diferencia de los demás, con Naptier no tuvieron que cambiarle ningún color de ojos, ya que, de por sí tiene un color azul que algunos logran tener en este lugar.

Lo mismo pasó con Vania, la cual por su color de ojos tan comunes, no le hicieron nada; no obstante, tuvieron que ir con ella hacia una de las casas, y entre cuatro chicas, con guantes puestos, empezaron a intentar taparle muchos lugares del cuerpo donde tiene su piel rojiza por el ácido en su sangre, colocándole unas especies de gasas muy finas y delgadas, sellándolas con maquillaje de color moreno, como el resto de su piel.

Al quedarse solo en ropa interior, Vania llegó a sentirse súper incómoda, pero trató de calmarse, ya que sabía que entre estas cuatro chicas, ella tenía el poder, y ya su pesadilla había acabado. Está convencida de eso.

Al terminar con la dura misión de maquillaje, el grupo de doce reunió a los siete nuevos planetas, dándoles a cada uno de ellos unos papeles con varias cosas escritas en ellos, en fila.

Eran nombres que podían elegir para su misión.

Todos se quedan mirando sus papeles, viendo detalladamente los nombres escritos en ellos, que eran en total quince. Diferentes nombres para cada uno, evitando una repetición.

Duraron un buen rato, cuando empezaron por momentos a hablar cada uno, diciendo en voz alta sus nuevas identidades.

—Elijo Zigor. Se escucha sexi—dice Merquiel, entusiasmado.

—Yo Eva —dice Marlís.

—Sydney —dice Sólem.

—No estoy muy seguro, pero de todos los que están es el más llamativo, así que elijo Mason —dice Júpniel.

—Me gusta Neymar —dice Naptier.

—A mí Nora —dice Vania.

—Mm... creo que me voy por Líam. Se escucha bonito —termina por decir Urien.

La bruja misteriosa camina hacia los siete jóvenes, mirándolos con fijeza y concentración, con su bastón a su costado, sin soltarlo, terminando por sonreírles a todos.

—Veo mucha duda y confusión hacia a mí —sonríe levemente, suspirando —me presento. Me pueden decir como quieran o simplemente bruja, como la mayoría; soy... se podría decir que una maga/bruja. Puedo hacer protecciones, alguna que otra magia oculta —los mira con picardía —brujería..., ¡pero!, estamos aquí para tratar de ocultar la chispa casi imposible de esconder, de ustedes —uno de los hombres le pasa un frasco que contiene un producto de color negro, el que ella toma con su mano izquierda, pasándole su preciado bastón a una chica —no se asusten. Esto solo es para poder hacer el ritual de ceguera.

—¿Qué significa eso? —pregunta Sólem, curiosa.

—Es un ritual para que cualquier luna, persona o criatura que los conozca y ustedes deseen, no pueda hacerlo —empieza a acercarse a Sólem, dibujándole en la frente con su pulgar derecho, unas runas —pero que quede claro; este hechizo se rompe de la manera más fácil, y es si ustedes mismos por sus propias decisiones, deciden revelar sus verdaderos nombres a esa luna, y ahí, inmediatamente, la persona dejará el velo de sus ojos, y los reconocerá al instante. Además de cualquier actitud evidente en ustedes o si simplemente ellos mismos logran decir sus verdaderos nombres por sospecha.

—O sea, ¿quiere decir que si yo digo mi identidad, me reconocerá a mí y al resto? ¿aunque ellos no tengan que ver? —dice Urien, con el ceño fruncido.

—No. Lo quise explicar en general, pero esa decisión, así como es individual, también lo es el desencanto.

La bruja cierra los ojos, presionando fuerte la frente de Sólem con su pulgar, mientras empieza a decir unas palabras que nadie logra entender, moviendo su mano libre alrededor del rostro de Sólem:

—Kama 'aetayth huiatuh, 'atlub mink 'an takhudhaha minhu. 'Iilah liaetiraf waltafkir, 'aemaa euqulihim wa'arwahihim ean ridahum —«así como le diste su identidad, te pido que se la quites. Santo dios del reconocimiento y razonamiento, ciega sus mentes y sus almas, hasta su consentimiento.»

Ella hace este proceso con cada uno de ellos, para después empezar a crear otro hechizo con sus cristales, casi igual que el otro, pero en vez de ceguera, es invisibilidad.

Al terminar con sus encantos, ella agarra unas notas, entregándoselas a cada uno de ellos.

—Quiero que se aprendan estas cosas, y logren identificarlas. También, en mi mundo, los días que ustedes cuentan simplemente con números, lo hacen por meses, semanas, incluyendo fechas —ella señala una de las notas que ellos tienen —aquí están los meses y los días de cada mes. Se llama calendario; pueden marcar los días que vayan pasando, ¿ven que estos están marcados? Es porque ya han pasado, y el último marcado es hoy. Es 25 de noviembre, del 1,050; digo, creo que el año sí lo usan.

«Ella señala hacia arriba —Eso que ustedes llaman bola de fuego, es el sol; y lo que en la noche llaman bola gris, es en realidad la luna, además de esos puntitos que a veces se refleja en el cielo, son llamadas estrellas, y a lo que ustedes les llaman así, son mujeres —señala a las chicas de su grupo, para después señalar a los chicos —hombres —luego coge una especie de reloj, artefacto súper extraño para aquellos —en las notas tienen dibujado este reloj. Ustedes se dejan llevar por la mañana, mediodía, atardecer, noche y madrugada, por el color del cielo, pero, en ese lugar se usa con horas. Cada hora tiene minutos, y cada minuto tiene segundos; confío en que ustedes comprenderán.

Todos asienten con rapidez, con la mirada fija en cada uno de los movimientos de aquella mujer, tratando de concentrarse totalmente de abrir sus conocimientos aún más y poder memorizar cada información nueva para todos.

—Tristán va a preguntarles claramente de dónde vienen, así que —agarra un mapa, poniéndolo sobre la mesa —en este punto —lo señala por el lado izquierdo, en una esquina —están los Jarabíes —después señala por la derecha, un poco más abajo —aquí están los Talines —luego señala en el centro, más arriba —y por último, los Puristeos —la bruja voltea, viendo a los siete planetas, que andan fijos al mapa —ellos son diferentes grupos o familias, como suelen decirse, donde alguien superior crea su clan, llevando un nombre para su pueblo. Estos tres son los más comunes donde personas deciden viajar hacia el lugar donde Tristán habita, así que necesito un grupo de tres que decida dónde quieren ir.

Los siete, al mismo tiempo, señalaron a la derecha, donde se encuentra el clan de los Talines.

La bruja los mira, seria, sin poder creerlo, respirando hondo.

—Me quedó claro que tendré que dividirlos —ella los mira, señalando a Sólem, Naptier y Urien —Ustedes tres provienen de los Talines —señala a Merquiel y Vania que están juntos, ya que la bruja solo los está dividiendo por el orden en el que están parados —ustedes provienen de los Jarabíes —mira a Júpniel y Marlís —por último ustedes de los Puristeos.

La mujer les explica un poco más de cosas, dejándolos solos al final para que memoricen la información dada.

En la madrugada de este nuevo día, era oficial que todos iban a partir, así que no tenían mucho tiempo para tardar memorizando, pero por suerte, algo que es ventaja para estos planetas, es que su manera de memorizar es rápida, así que no era un reto tan imposible.

Duraron horas y horas, comiendo y leyendo, hasta que fue llegando la noche, ellos viendo el reloj nuevo que cada uno obtuvo de la bruja, practicando las horas, dándose cuenta que la aguja marcaba las una.

Sólem/Sydney.

Me engancho mi mochila, agarrando la carpa donde dormiremos Naptier, Urien y yo, viendo cómo los demás hacen lo mismo, preparándonos mentalmente de esto.

Veo a mi madre y a mi padre, quienes me ven con unos ojos entristecidos, abriendo mi madre sus brazos, incitándome a abrazarla, lo cual hago, apretando su delgada cintura, sintiendo como si fuera nuestro último abrazo.

Mi padre se une, siendo este un abrazo grupal entre familia, oyendo pequeños sollozos de mi madre, causando que trague seco, abriendo y cerrando los ojos con rapidez para evitar dejar salir una lágrima.

—Esto no es un adiós —dice mi padre, dejando salir una voz un poco quebrantada.

Me separo de ellos, llenándome mi madre de besos, al igual que mi padre, diciéndome palabras bonitas.

Observo a los demás, viendo a Mercurio llorando, abrazando fuerte y palmeando el hombro de Merquiel repetidas veces, acercándose su madre, llorando también; viendo a Neptuno sin abrazar a su hijo, pero palmeando su hombro, y Naptier le habla, sin dejar muchas expresiones en su rostro, pero abrazando a su madre luego; viendo a Vania abrazar a sus padres con euforia, zarandeándolos; viendo a Urien limpiarse sus ojos, mientras escucha a Urano, quien lo agarra del hombro, apretándolo, pero no está su madre; viendo a Marlís con el rostro serio, mientras escucha atenta a Marte, abrazándola este al final; viendo a Júpiter agarrar a su hijo, abrazándolo con mucha fuerza, mientras sus ojos se humedecen, al igual que su madre.

Al dejar las despedidas de lado. El peor momento de todos. Empezamos a abrir nuestros mapas, para caminar hacia nuestro destino.

Caminamos, y caminamos, mientras nos quejábamos del trayecto tan largo y tan cansado.

—¿No podíamos traer unos caballos? —dice Urien, con una mueca.

—Allá no existen caballos con alas, bobo —le responde Naptier, riéndose Merquiel del comentario.

Exactamente eran las 4:21 de la madrugada, cuando vimos que nuestro camino empezó a cambiar, al igual que nuestro alrededor.

Miro un puente sumamente largo, observando el suelo con yerbas verdes saliendo de este, viendo hacia el final del puente, donde yacen plantas enormes, las cuales aprendí que las hacen llamar árboles.

Escucho una respiración fuerte a mi derecha, viendo a Naptier echarse un poco para atrás, con la mirada un poco ida y nerviosa.

—¿Qué te pasa? —le pregunto con preocupación en mi voz.

—No... no es nada. Estoy sorprendido de este ambiente totalmente diferente.

—Concuerdo... —responde Marlís, absorta en el paisaje, al igual que los demás, los cuales se mantienen callados, mirando con curiosidad a todas partes.

—Mejor caminemos para no perder más tiempo —dice Júpniel, haciendo que los demás asientan, saliendo de su trance.

Caminamos despacio y en fila por el puente, el cual se tambalea por cada movimiento diminuto que hacemos.

—Mierda... —dice Vania, viendo a su alrededor —Estoy alucinando.

Al ella decir eso, al dar unos pasos más, empiezo a sentir una sensación extraña en mi cuerpo, como si estuviera atravesando un velo, como si estuviera metiendo mi mano en agua y al dejar de sentir esa sensación, la atmósfera cambió, observando el puente viejo y débil, el cual ahora era fuerte y amplio; viendo el cielo, el cual ya no era morado y negro. Simplemente era de un color oscuro, dejando ver las pequeñas estrellas, como le llaman.

Es como si hubiésemos entrado a otra realidad.

—¿No estoy loca, verdad? —dice Vania.

—Definitivamente no —le responde Merquiel.

Observo hacia mis espaldas, viendo el puente amplio y fuerte.

—No entiendo... esto se transformó —termino por decir.

—Seguro es algún tipo de magia ilusionista —dice Marlís.

—O tal vez al entrar a otro ambiente, todo cambió —agrega Urien.

Empezamos a caminar con más seguridad, saliendo por fin del tortuoso puente, viendo un camino de tierra amarillenta y en los lados tiene el paisaje de árboles gigantes.

—Debemos de encontrar los tres caminos —dice Naptier, observando el mapa entre sus manos —está un poco más adelante.

De nuevo, caminamos y caminamos, alarmándonos al ver a cuatro meteoros de los de Tristán, cuidando la zona.

Ellos nos miran, agarrando sus espadas con seguridad, preguntando que quiénes somos.

Todos sacamos nuestras espadas, las cuales son del material que ellos usan, ya que no podemos traer material de la tierra de Júpiter a este lugar, porque sino el plan fracasaría y podría pasar lo peor si Tristán se entera.

—A la mierda las espadas —dice Merquiel, soltando su espada al suelo, dejando salir dos bolas de fuego de entre sus manos, lanzándolas hacia dos de ellos, los cuales empezaron a gritar.

Dejo salir poco a poco la luz en mi mano derecha, dejando que esta fuera directa hacia los ojos del otro meteoro intacto, el cual terminó arrodillándose, gritando de dolor, pero Vania, al escuchar el ruido que estaba generando este, se quitó un guante de cuero de la mano izquierda; guantes que son para ocultar su poder de entre sus manos, haciendo un giro, el cual la hace ver espectacular con sus trenzas danzarinas, colocándose detrás de él, tapándole la boca, haciéndolo cenizas poco a poco.

—Shh... duerme en paz... —ella le susurra.

A todas estas, Entre Júpniel y Naptier, agarraron al último meteoro, rajándole el cuello Júpniel, a este.

Los dos quemados estaban tratando de luchar, pero Urien se dirigió a uno de ellos, haciendo un giro con la espada recta, dejando a ese decapitado, mientras que Marlís dejó salir su poder de entre sus palmas, viajando esta a velocidad, hacia el último por derrotar, el cual dobla las rodillas hacia adelante, echando su cabeza hacia atrás, mientras agoniza, y cae muerto al suelo.

—Debes rostizarlos a todos, para que no queden rastros —dice Merquiel, viendo a Vania.

Ella suspira —Trataré de hacerlo rápido.

Vania agarra a los cadáveres, cerrando los ojos con fuerza, intentando que su poder aumente con más rapidez, dejando solo un delgado cuerpo totalmente quemado, que si no fuera por los brazos como palos delgados, y la armadura, cualquiera pensaría que son solo unas ramas largas que dejaron tirados en el suelo.

Al ella hacer esto, de inmediato miramos los mapas, para dirigirnos hacia nuestros caminos.

—Bueno chicos, nos vemos en tres días —dice Urien, a los demás.

Nos despedimos, yendo Naptier, Urien y yo al camino de la izquierda, viendo a los demás ir hacia la derecha, separándose en grupos de dos.

—————————————————-
¡Holaaaaaaaa!
Omg, estoy sorprendida con todo lo que escribí, pero ansiosa y contenta de lo que he llegado a hacer con esta historia.

Quiero teorías aquí, y espero hayan disfrutado. 💎🌫🌊🔵💠🔥🟤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro