CAPÍTULO CATORCE
MARLÍS.
Veo el atardecer por la ventana.
Miro detalladamente el cielo, viendo sus colores naranjas con el degradado que hace con el color amarillo casi intenso, haciendo que esos colores se reflejen en el agua, la cual hace pequeños vaivenes, como si se tratase de un corto baile sincronizado.
¿Dónde van los que se mueren?
Es una pregunta que muchos se hacen y no obtienen respuesta alguna, pero quisiera al menos tener la certeza de dónde van; quisiera tener el conocimiento de si logran ir a otro lugar u otro universo y no simplemente dejar de existir.
Una vez leí un libro escrito por uno de los tantos planetas, de la tierra de ahora Neptuno, llamado: «La muerte no significa el fin», donde explica que al morir, sientes una luz brillante salir de tu pecho y lo ves como espectador. Te ves a ti mismo en el proceso, sintiendo cosquillas y un calor de pies a cabeza recorrerte, mientras esta luz se desprende, donde viajas con ella, porque, esa es tu esencia llegando a otro universo neutro, donde se ven billones de altares, con luces en cada una de ellas, que son las vidas que se fueron, y al viajar allí, tu luz viaja sola, hasta que ve un altar vacío y se posa en ella para descansar un tiempo del mundo y luego cuando cree que es suficiente, poder transformarse y viajar al universo que quiera y comenzar el ciclo de nuevo.
En este libro también hablaba de que existen cinco universos. La verdad fue un excelente libro y me entretuvo demasiado cuando mi madre murió; quise buscar refugio en esa historia, haciéndome creer que eso sucede, para poder mantenerme tranquila y pensar que mi madre está descansando para comenzar de nuevo.
Oigo la puerta de la oficina de mi padre abrirse.
Me quedé esperándolo al decirme que quería hablar conmigo pero que le diera un momento para resolver una misión.
Me alejo de la ventana, dirigiéndome al otro lado de su escritorio, para verlo sentarse en su silla.
—Quiero hablar contigo a cerca de la coronación y ese tema.
Asiento, respirando hondo.
—Una buena noticia es que ya tu corona está terminada totalmente, pero no quiero que la veas hasta ese día cuando te sea tuya —siento una pequeña emoción, sin poder evitar sonreír —el vestido que pediste está casi listo, pero es seguro que mañana está terminado —él suspira —quiero aclararte varias cosas. Una de ellas es que en la coronación debes caminar recto, con tus manos en tus costados, no los quiero en tu espalda, no quiero tus manos juntas por nervios y mucho menos quiero que te pases las manos por el vestido. Siempre rectos y cabeza en alto con el semblante serio y seguro.
Empiezo a morderme el labio inferior, un poco asustada por la presión.
—Sabes que cuando te acerques al banquito, debes arrodillarte como si estuvieras haciendo una reverencia, levantando un poco tu vestido con tus manos y ya cuando te ponga tu corona, vas a darle la cara a todas las lunas presentes y ahí Saturno debe decir unas palabras empezando la dicha celebración —me mira enarcando una ceja —¿entendiste perfectamente?
—Sí, totalmente, papá.
—Recuerda, Marlís, perfección...
No dejo que termine —, no imperfección.
Él asiente, teniendo un semblante serio y autoritario a la vez.
—Este rol no es nada fácil y lo sabes. Trato de enseñarte las cosas como mi padre me las enseñó a mí, para que puedas aprender y saber cómo manejar a una tierra completa —baja su mirada —después de lo que pasó con tu madre, aún más entendí que debía trabajar contigo con más autoridad, para no perderte a ti también o que puedas hacer un fallo que nos perjudique.
Agacho la cabeza, entendiendo sus palabras, las cuales las dice con un tono un tanto melancólico y fuerte.
—Estoy tratando de cada día aprender cosas nuevas y poder ser una buena planeta —le doy una pequeña sonrisa de labios cerrados —nunca te lo digo pero, siempre estoy leyendo temas sobre todo esto, escritos por los mismos planetas de algunas de las tierras; también leo muchos libros donde explican temas sobre combate y he aprendido bastante de ellos, al punto de que ya no tengo fallas graves en mis entrenamientos.
Él asiente —Estoy viendo cambios en ti y eso me agrada —se levanta de su silla —puedes ir a hacer tus actividades ya. Solo quería dejarte claro esas cosas antes del gran día, pero creo que ya no tengo nada más que decirte.
Asiento levemente, un poco decepcionada porque, la verdad esperaba una sonrisa o un gesto de orgullo hacia a mí, ya que estoy intentando esforzarme con todo este tema.
Me volteo, abriendo la puerta de su oficina, lista para salir, pero antes de hacerlo, lo miro, indecisa de si decirlo o no, pero termino haciéndolo.
—Te amo —por un mínimo de segundos veo cómo su rostro se torna sorprendido, pero por el miedo, salgo rápido de allí, sin dejar que él articulara alguna otra palabra.
Salgo al exterior, sintiendo el agua en mis pies, relajándome por completo.
Camino lejos de mi casa, hasta poder ver un lugar solo, sin lunas alrededor, donde termino sentándome, empezando a jugar con las pequeñas olas danzarinas entre mis manos.
—¿Qué haces sola?
Me espanto, levantando la mirada, viendo a Cal observarme con una sonrisa.
Desde el día que lo conocí hemos estado hablando y juntos siempre practicamos nuestros combates, algo que me ha ayudado bastante a mejorar mis movimientos y trucos, al igual que él.
La verdad es el primer amigo que he tenido aquí. No somos del todo amigos súper cercanos, pero cada vez que estamos juntos nos entretenemos bastante hablando de muchas cosas y temas distintos.
—Estoy teniendo un momento conmigo misma y con el agua que me acompaña.
—Oh, entonces te dejo tranquila.
—¡No!, puedes quedarte aquí, no me molesta en lo absoluto.
Él me sonríe, finalmente sentándose a mi lado.
Coloca sus brazos extendidos en sus rodillas, mirándome —¿por qué siempre estás sola?
—Buena pregunta —respiro hondo —he crecido pegada a los libros y a la soledad. Nunca he tenido amigos aparte de los libros y sus conocimientos que me han dado, y creo que al siempre estar en mi misma burbuja, me acostumbré a adaptarme a ella, haciendo que pueda disfrutar de mi soledad y sienta paz por esta misma.
—¿Eso quiere decir que soy tu primer amigo?
—Se podría decir que sí.
—Wow... soy el afortunado —se ríe, haciéndome reír a mí también —siento que es bueno aprender a amar la soledad, después de todo no es tan mala como algunos las quieren hacer ver, pero de todos modos, tampoco es muy buena, así que a veces es mejor poder tener a alguien en quién confiar y poder desahogarse.
—Y la tenía. Era mi madre —bajo la mirada, observando el agua, empezando a moverla con mi mano derecha —al haber pasado aquello, pues, hice una mezcla con la soledad y mi madre, donde buscaba un lugar donde me relajara, obviamente sola y empezaba a hablar en voz alta, mirando al cielo, desahogándome como si ella estuviera escuchando mis estupideces —Articulo una pequeña risa casi inaudible al oído.
—Siento mucho lo de tu madre —baja la cabeza, quedándose en silencio unos segundos, hasta que vuelve a hablar —¿sigue doliendo igual que la primera vez?
Suspiro profundo —no. Aprendes poco a poco a asimilar tu realidad, pero nunca deja de doler; el vacío sigue vivo, pero aprendes a vivir con él, porque te convences a ti mismo de que no vas a volver a ver a esa luna que amas, porque es imposible —lo miro a la cara —es un duelo muy doloroso, y más cuando es así de inesperado e injusto, pero, como te dije, desde pequeña he estado metida en los libros, así que me refugié aún más en ellos, encontrando la salvación a mi cordura y a mi tristeza.
Él me mira por unos segundos, con el semblante un poco serio —tienes demasiado dolor guardado que quisieras soltar.
—Los tengo, pero ya estoy acostumbrada al auto desahogo. Honestamente no pensé que iba a abrirme un poco hacia a ti con mis sentimientos respecto al tema que más me duele, pero debo admitir que no se siente tan mal, pero tampoco no es algo que haría siempre porque no me siento del todo cómoda.
—No te preocupes por eso. Que sea tu amigo no quiere decir que todos tus problemas tengas la obligación de decírmelos —me da una pequeña sonrisa —si no te sientes cómoda con algo, no tienes porqué sentir la obligación.
Doy un largo respiro, mirándole a la cara con una débil sonrisa.
—Dejemos de hablar de mí y háblame un poco sobre tu vida, si no es mucho atrevimiento de mi parte.
—No siento atrevimiento de tu parte al preguntar —mira el agua que yace entre nuestras piernas, empezando a distraerse con esta —se podría decir que tuve un dolor similar al tuyo con tu madre —me mira —tenía un hermano pequeño, pero cuando yo tenía diez años y él cuatro, había una pequeña amenaza con nuestra tierra en una zona específica, donde habían rumores de que ese lugar podía derrumbarse, pero al todas las lunas decir rumores distintos, nunca se llegaron a preocupar por este tema, y pues mi casa estaba cerca de esa zona —siento cómo su voz empieza a tornarse un poco débil y a veces hace pequeñas pausas para luego continuar hablando—hasta que un día, cuando mi hermano estaba felizmente jugando por ese lugar, correteando conmigo, de un momento a otro se escuchó un pequeño ruido de algo agrietándose, pero yo no reaccioné al instante, no pensé que sería algo grave, entonces seguimos jugando.
«Al pasar unos momentos nada más, se escuchó aún más fuerte el ruido, y sin dejarme reaccionar, esa zona se derrumbó, llevándose a mi hermano debajo de la tierra —su voz se quiebra, volteando su cara a su lado izquierdo, tratando de disimular —traté de agarrarlo, y pude oír su última palabra con su voz tierna diciéndome Cal, no me dejes —en este momento su voz se rompe totalmente, sin poder aguantar el llanto que lo arropa.
Yo sin pensarlo mucho me acerco a él, empezando a abrazarlo con mucha fuerza, mientras que él hace lo mismo, escondiendo su rostro en mi cuello, sintiendo sus lágrimas caer.
—Todavía duele, Marlís.
Nos quedamos un buen rato en esa misma posición, mientras que yo le empezaba a acariciar la espalda como un signo de apoyo y relajación, hasta que él deja de llorar, separándose lentamente de mí.
Se limpia los ojos de restos de pequeñas lágrimas posadas en ellos.
—Esa es la razón por la cual decidí convertirme en un guardián siendo joven. No quiero que vuelva a suceder un error igual o similar, porque no quiero que otras lunas tengan que pasar por lo que yo tuve que pasar por culpa de negligencia de los guardianes en ese momento.
—Deberíamos escribir un libro de nuestras tragedias —me rio levemente.
Cal me da una pequeña sonrisa, suspirando.
—Si logro escribir un libro, sería bien famoso de tantas tragedias y malos momentos que he pasado —baja la mirada, para luego volver a verme —bueno, olvidemos la tristeza y mejor atraigamos felicidad.
Duramos un momento más hablando, dejando de lado los temas tristes, empezando a hablar sobre la coronación y cómo me siento respecto a eso.
Él se despide de mí, mientras que yo me quedo un poquito más jugando con el agua, disfrutando mi soledad, tratando de relajar mi mente y no pensar en nada.
Al sentirme totalmente satisfecha, me levanté empezando a caminar hacia mi hogar y cuando llego, al entrar veo a mi padre sentado en el comedor, pensativo.
—¿Qué piensas?
Él me mira, con cara de susto, hasta que se da cuenta que soy yo.
—Te estaba buscando para que me ayudaras con una misión, pero no te encontré —evidentemente ignoró mi pregunta.
—Eh sí, estaba un poco lejos de aquí tomando un momento a solas —me acerco al comedor —¿todavía se puede hacer esa misión?
—No, solo era una carretilla llena de libros que no necesitaba en mi oficina, pero empecé a hacerlo solo.
—Pero podías esperarme para ayudarte.
—No te preocupes, a veces necesitamos momentos a solas para pensar.
Frunzo el ceño extrañada de su actitud tan pacífica, pero trato de ignorarlo al una duda cruzar por mi mente.
—Oye papá, ¿te acuerdas cuando hace años un pedazo de nuestra tierra se hundió?
Él asiente, rápido.
—Esa ha sido la peor tragedia que ha pasado aquí, porque un pobre meteorito estaba por ese lugar y la tierra se lo terminó tragando —siento un escalofríos al escucharlo —me acuerdo perfectamente de sus padres llorando tanto por su dolor y si no mal recuerdo el meteoro estaba con su hermano y los padres en el digno funeral solo repetían que su hijo era el culpable —empieza a hablar un poco bajo —escuché rumores de que los padres desheredaron al único hijo que les quedó y una pareja decidió adoptarlo.
Abro los ojos, sorprendida de esa información y sintiendo un pequeño apretón en mi pecho por la tristeza que eso me causa.
—¿Pero por qué esa pregunta? ¿Te acuerdas de ese día?
—No, solo es que cuando salí escuché a un grupo de lunas hablando sobre ese tema y me dio mucha curiosidad al no tener conocimiento sobre eso.
Él se levanta, asintiendo, empezando a caminar hacia las escaleras.
Se detiene por mitad, mirándome.
—Yo también te amo—me da una mini sonrisa.
No pude evitar hacer un pequeño puchero mientras sonrío, sintiendo una felicidad dentro de mí al escuchar ese te amo que tal vez llegué a escucharlo de su parte cuando tenía nueve años y jamás volvió a decírmelo hasta este momento.
Me alegro de que al menos este día no ha sido tan malo después de todo.
URIEN.
Acaricio su cabello lentamente, mientras echo mi cabeza hacia atrás, mirando al techo absorto en mis pensamientos.
Desde el día donde confesé mis gustos mi vida ha dado un giro supremamente diferente.
Ahora vivo con Alek en el pequeño refugio y solo voy de vez en cuando al que era mi hogar para poder hablar con mi padre sobre misiones y demás. Su actitud conmigo es un poco extraña porque ya no me habla como antes, ya no bromea ni me mira a la cara, pero al menos no me odia como mi madre.
Ella ya no me dirige la palabra. La última vez que fui para dirigirme a la oficina de papá, ella estaba saliendo de la cocina, topándonos cara a cara, donde ella me miró con sus bellos ojos llenos de desprecio además de su mueca de asco hacia a mí, mientras que empezó a decirme que qué hacía en su casa, que ya esa no era la mía y que no quería volver a verme por la vergüenza que la hice pasar.
Me duele ver a esta otra madre, porque ella no era así en lo absoluto y todavía sigo en estado de negación sin poder creer en lo que ella se ha convertido conmigo.
De lo único que no me quejo y es lo que me mantiene todavía cuerdo es que puedo disfrutar más mis momentos con Alek, aunque no sea al aire libre, al estar conviviendo mucho más con él me hace olvidar mi dolor haciéndome reír, haciéndome sentir felicidad, amor, cosquillas en mi estómago.
Esta no era la manera en la que quería vivir mi amor con él, pero de todos modos eso no iba a pasar si decía que estamos juntos. Lo más probable es que si hubiera sucedido así, con el odio que tiene mi madre hacía a mí, seguro llevaba a Alek al calabozo o le hacía daño.
—¿Qué estás pensando, Urien? —dice Alek mientras me acaricia la pierna izquierda.
—Solo reflexionando un poco.
Él se incorpora, mirándome.
—No sé qué más hacer para que te sientas bien y no pienses tanto. Quisiera que fueras feliz pero no lo estoy haciendo bien.
—Alek, no vuelvas a decir eso. No sabes la ayuda tan inmensa que me estás dando solo de estar aquí acompañándome —le sonrío —me haces olvidar todo eso, claro que sí y me siento feliz a tu lado, solo que obviamente es un tema que duele y por más que hagas, habrán momentos en los que esté mal, además, no te quiero para hacerme olvidar mi dolor, te quiero conmigo porque te amo.
Alek me sonríe, sujetando mi rostro para besarme con delicadeza —yo también te amo.
Duramos un rato tonteando, mientras que yo pensaba indeciso si ir donde mi padre ahora, para aclarar lo que en dos días va a pasar, que es la dicha coronación.
Me armo de valor, diciéndole a Alek que iría para hablar sobre ese tema, a lo que él me da un beso y una sonrisa como apoyo.
Respiro hondo, saliendo del lugar para caminar hacia mi antigua casa, sintiendo un peso bien grande y mi corazón latiendo con fuerza por los nervios, pero a pesar de todo debo seguir con la frente en alto y afrontar mi realidad, porque por más que me odien, se avergüencen, soy el próximo planeta y ese rol es obligatorio y mis lunas son muy importantes para mí, al igual que mi tierra.
Me acerco a la casa, viendo las puertas cerradas, algo que solo pasaba tal vez dos o tres veces, haciéndoseme extraño.
Toco la puerta. Uno, dos, tres fuertes toques.
—¿Quién es y para qué quiere entrar? —frunzo el ceño, escuchando a este meteoro que no sé quién es, detrás de la puerta.
—Soy Urien y quiero hablar con mi padre, ¿quién eres tú?
El meteoro abre la puerta. Visualizo que es uno de los guardianes de mi tierra.
«Qué extraño.»
—Usted no está permitido a entrar. Orden por parte de la señora Nuriel.
Frunzo el ceño aún más.
—¿Ella mandó a hacer todo esto solo para no dejarme entrar?
—Sí... —él hace una mueca, con un tono avergonzado.
—Tengo que hablar con mi padre, ella no puede prohibirme el acceso a esta casa porque se supone seré el próximo planeta y tengo cosas que hablar. Si no me dejan entrar hablaré con papá para saber si está informado de esto.
—Urien, entiendo perfectamente su punto de vista. No sé porqué está ocurriendo esto, pero si lo dejo pasar y su madre lo sabe, puedo estar en serios problemas.
Resoplo, sintiéndome muy frustrado, pasándome ambas manos por la cara.
—Hagamos como que te golpeé muy fuerte y quedaste inconsciente.
—Sabe que de todos modos estaré en problemas.
—¡Joder! —me empiezo a masajear las sienes—mira, haremos esto más fácil. Voy a entrar a hablar con mi padre, entonces estoy casi seguro de que él no sabe nada de esto, así que me dejará pasar y le diré que no deje por nada de el mundo que mi madre te haga daño por esta estupidez que se le ocurrió.
El guardián me mira de reojo, haciendo una pequeña mueca en su boca y su ceño fruncido, no muy convencido de aceptar; pero empiezo a rogarle haciendo un pequeño puchero, juntando mis manos y achicando mis ojos mientras le digo muchas veces por favor.
Él suspira, señal que me da esperanzas.
—Voy a sacrificarme, porque sé que nuestras vidas dependen de nuestros planetas y es injusto e innecesario esta orden —él se echa a un lado, abriendo más la puerta, para dejarme pasar —ve, rápido.
Yo sonrío ampliamente, acercándome a él para darle un abrazo mientras le agradezco.
Voy corriendo dando zancadas anchas por las escaleras, hasta llegar a la oficina de mi padre, donde por suerte no oigo ningún cuchicheo.
Abro la puerta, visualizando a mi padre sentado en su silla, recostado de esta teniendo la cabeza para atrás y sus manos entrelazadas en su barriga, con la boca abierta, durmiendo.
«No puede ser.»
Controlo mis extremas ganas de reírme, cerrando lentamente la puerta para no hacer ni un solo ruido, empezando a acercarme hacia él, hasta que llego a su lado izquierdo, para susurrarle.
—Urano, ¿te gusta lo que ves? —le hago voz de mujer, bromeando.
Él se remueve —s-sí, mm...
Llego a mi límite de aguante y en su mismo oído exploto en carcajadas, lo que evidentemente causa que él casi vuele de la silla, súper alarmado viéndome con los ojos casi saliéndose de sus órbitas y su mano derecha en su pecho.
—¿¡Estás loco, desquiciado!?
Me alejo un poco de él, sin parar de reírme, con mis manos en mi estómago por el dolor, tratando de controlarme.
Tenía días sin sentirme así de nuevo. A pesar de todo, agradezco de que mi padre, aunque no esté 100% de acuerdo o con una pizca de miedo, no demuestre desinterés en mí, o peor, odio.
—Perdóname, en serio, pero estabas tan... —empiezo a reírme de nuevo, sin poder terminar —tan gracioso, durmiendo con la boca abierta; nada más faltaron los ronquidos y la baba.
—Nunca vas a cambiar, payaso —él se incorpora, para luego mirarme —no creo que hayas venido solo a molestarme.
—Efectivamente. Vine para hablar sobre la coronación que es en dos días y yo aún no sé qué debo hacer y no me has dicho nada.
—Sí, discúlpame por no buscarte estos días. He estado bastante estresado, pero de todos modos no me he olvidado de eso y ya tu corona está lista y como sé un poco tus gustos, pues le dije a la modista que te hiciera dos trajes diferentes y ya mañana eliges el más deseado.
Sonrío, sintiendo una emoción inexplicable, sobre el tema.
—Por cierto...
No termino de hablar, porque la puerta se abre bruscamente, golpeando la pared con fuerza, haciendo un estruendo con una Nuriel muy enfadada en el marco de la puerta.
—¡Le dije al guardián que no te dejara entrar!
Ella se me acerca con rapidez, pero yo trato de esconderme atrás de mi padre.
—¿De qué hablas, Nuriel?
—¡Le dije al pedazo de inútil del guardián que mantuviera las puertas cerradas y que todo el mundo toque y no dejara entrar a Urien!
—¿!Te estás volviendo loca, mujer!? ¿Mientras yo estoy ocupado, tú haces un desorden innecesario?
Ella hace una mueca de ofendida.
—¿Desorden? ¿En serio vas a defender a este sinvergüenza?
Siento una punzada en mi pecho, bajando la cabeza. La verdad no es nada hermoso oír a tu propia madre con la que anteriormente tenías una relación muy bonita y amorosa, herirte de esa forma tan cruel, borrando por completo lo que realmente importa y los momentos buenos entre familia.
—Estoy notando que estás pasando demasiado la raya, Nuriel. Te estás comportando como una completa desconocida —mi padre me agarra la mano, haciendo que me quite de su espalda, poniéndome a su lado —es tu hijo, ¿cómo puedes hablarle así a tu hijo después de todo?
—Sabes que ya no es mi hijo, sabes que desde que dijo dichas palabras, viéndonos la cara de estúpidos, ya no lo considero mi hijo.
Siento cómo mis ojos empiezan a cristalizarse, por las lágrimas que van apareciendo, sintiendo la necesidad de no quedarme callado y explotar.
—Yo en ningún momento les vi cara de estúpidos, en ningún momento quise engañarlos de ninguna forma; solo tenía mucho miedo, porque sabía que por confesar algo de lo que no tengo culpa, me iban a ver como un monstruo y se iban a avergonzar de mí —me limpio las lágrimas que han empezado a deslizarse por mis mejillas —no puedo creer que hayas podido olvidar tan fácilmente todo lo que hemos pasado, todo el amor que supuestamente me tenías; tus actitudes me están empezando a cuestionarme si de verdad me amaste alguna vez; ¿por qué tratarme como basura? ¿Por qué repentinamente empezar a odiarme solo por eso? Que mis gustos sean igual a los tuyos, no quiere decir que sea un villano. No puedes comparar mi personalidad por simples gustos ajenos a la mayoría de meteoros.
Ella se queda mirándome, sin decir una sola palabra, pero por la impotencia tan grande que ahora mismo estoy sintiendo, trato de controlarme y decido salir de ese lugar que ahora mismo me está asfixiando por completo.
Bajo las escaleras con rapidez, caminando sin poder ver muy bien del todo, pero solo dejo que mis piernas me dirijan hacia la salida. Solo quiero salir de este lugar.
————————————————-
¡Hola!.
¿Qué piensan sobre la situación de Marlís y Urien?
¡Besos!🪐🌫🔷💠🌊🟤🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro