Y por eso me encomendé al primer desconocido que me obsequió una palabra cortés; clavé mis uñas en las suelas de sus zapatos y dejé que me arrastrara por la avenida como a un pordiosero. Estaba tan desesperado por superar mi mediocridad, que usé el primer disfraz del armario, y, sin darme cuenta, me convertí en aquello a lo que más temía: un ser humano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro