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Tristan: Por las malas

Por fin pude concretar la alianza galáctica. Fueron dos años de arduas negociaciones, pero todo ha valido la pena. Dos galaxias han firmado la paz, y la tercera está en conversaciones. Pero solo con que la galaxia de Carbury y Uriano, es un gran logro. Dichas galaxias llevaban siglos en disputas territoriales y en más de una ocasión se han ido a guerra. Pero ya por fin pueden llevarse relativamente bien.

Ahora me toca seguir expandiéndome por las demás galaxias hasta que todo mi imperio esté unido y fortalecido. Ese es mi propósito y mi deber como soberano del reino del Oeste. Termino con mis ministros la reunión de la tarde y por fin me puedo ir a mi residencia, es un palacio relativamente pequeño, pero lo suficientemente espacioso con unas diez habitaciones de invitados en el segundo piso y unas cinco más en el tercer piso, esas son las principales y las más espaciosas. Las habitaciones del segundo piso las ocupa mis ministros más cercanos, mientras que las cinco de arriba, una es mía y las otras cuatro están vacías.

—Dos galaxias de miles de millones de planetas —digo observando el mapa de mi habitación, recorrer todo eso me llevaría miles de años. Mucho tiempo que no vería a mi familia.

Reviso las últimas cartas, las de Demian solo hablan de sus avances y retrocesos en la capital. Su visión es impulsar la economía a toda costa, sin importar que descuide lo social. Las cartas de Atlas me dicen algo parecido, pero él sí le importa ayudar a su pueblo. También me comenta que Seraphine ya va parir a mi nieto. De inmediato me sale una sonrisa y busco en mi diario si tengo un espacio libre para estar con mi pequeña. Por suerte tengo un hueco de dos días. Sigo leyendo la carta de Atlas y me dice preocupado que la relación de Seraphine y Louisa se ha deteriorado. Seraphine le dijo cosas espantosas a Louisa y Lou no quiere saber nada de Seraphine. Mi hija menor se encuentra viviendo con mi hermana Luna y estudia allá.

—Pero qué carajo —digo volviendo a leer la carta de mi yerno.

Busco frenético en la caja de correspondencia, las cartas de Seraphine, Lina y Louisa. Pero no hay nada de Lou por lo menos de hace cuatro años, la última carta de Seraphine no habla de ninguna pelea y Lina menos. Guardo todas las cartas y las pongo en mi escritorio. Sello mi habitación y me teletransporto hacia el palacio de Luna. No entiendo por qué Louisa está viviendo con ella sí tiene a su madre, el palacio sombrío o a sus hermanos; pero por lo que me dijo Atlas, las cosas entre ellas dos están mal.

Me paro en la entrada del palacio de mi hermana, se me olvidaba el condenado frío de este lugar. Las puertas se abren y los soldados me interrogan, pero muestro mi amuleto y me llevan con mi hermana a una sala llena de peluches, juguetes de todo tipo, incluso hay un set de entrenamiento para bebés, parece divertido, pero me concentro. Ella está jugando con un niño pequeño, ambos notan mi presencia y el niño se asusta y se esconde detrás de mi hermana.

—¿Tristan? —exclama mi hermana atónita—. ¿Qué haces aquí?

—Mami, ¿quién es él? —pregunta el niño pequeño, entonces caigo en cuenta que Luna tiene un hijo pequeño.

—Es tu tío Tristan, es el papá de tu prima Louisa —le dice al niño y él me mira curioso—. Porque no sigues jugando, mientras que hablo con tu tío ¿sí?

El niño asiente y se lanza con una leona bebé a una piscina de pelotas.

—Siéntate por aquí. —Luna me conduce a una mesa con unas sillas pequeñas—. No te preocupes, son de hielo. Ni lanzándolas desde la torre más alta de este palacio se lograrían romper.

—¿Por qué Louisa vive contigo? —suelto sin más.

—Un hola hermana ¿cuánto tiempo sin verte? ¿cómo estás? Eso sería lo propio —dice mirando hacia la piscina de pelotas—. Pero sé que eres alguien que las formalidades sociales no se les da muy bien.

—Disculpa ¿cómo estás? —pregunto con una sonrisa leve—. ¿Cómo están mis sobrinos?

—Yo estoy bien, aunque mis hijos no quieran saber de mí. —Ella suspira triste—. Y Dorian es un niño adorable y risueño.

—Lamento escuchar eso de los chicos —digo apenado.

—Que te puedo decir, supongo que no hice un buen trabajo o es que ellos son muy manipulables. Me quedo con la segunda. —Ella mira fijo a Dorian, él escala una estructura de hielo y se columpia por las barras—. No te preocupes, por eso está la piscina de pelotas.

—Hablemos de Louisa —le digo firme—. Yo la dejé en mi palacio al cuidado de su madre y Seraphine.

—Bueno, mi querida sobrina efectivamente se quedó al cuidado de Lina y Seraphine hasta que se graduó de la preparatoria —dice tranquila—. Pero ella odiaba estar todo el tiempo sola, ya que Lina tuvo que volver al océano por complicaciones con su reino y Lucian no podía resolver. Seraphine tuvo que hacerse cargo del reino espectral por lo sucedido con Atlas. En fin, Louisa se la pasaba todos los días sola, y aunque Demian y su familia estaban allí, no es lo mismo. Ellos no son su familia directa para que estén cuidándola. Con esto en mente, Louisa me pidió si había universidades aquí y yo le dije que sí; que tenían diez años formada, pero que tiene profesionales impartiendo clases. Louisa habló con su madre y Seraphine para estudiar aquí.

»Lina no estaba de acuerdo porque no confiaba en mi universidad para formar a su hija. Y Seraphine estaba molesta porque Louisa iba a dejarle el palacio a Demian. Las tres discutieron, pero fue Seraphine la que echó a Louisa del palacio. Ya que, si Louisa quería irse, entonces que se largara conmigo —ella vuelve a mirar a su hijo—. Seraphine estaba iracunda con Louisa, ambas se insultaron y se dijeron cosas de verdad hirientes. Es por eso que Lou vive conmigo.

—¿Y Lina, qué hizo ella? —pregunto molesto.

—Bueno, ella intentó mediar la situación lo mejor que pudo. Pero como ella ha tenido que irse al océano, le permitió a Louisa vivir conmigo y que podía volver al reino sombrío las veces que quiera, ya que Seraphine puede decir todo lo que quiera, pero que Lina era la reina y ella es la que decide si sus hijos son o no bienvenidos.

Me llevo las manos a la frente cansado.

—¿Y tú qué papel has fungido en esto? —pregunto mirándola fijo.

—Mediadora, pero Louisa tiene sus motivos para no querer volver al reino sombrío. Nunca le gustó, pero ahora que se peleó con su hermana, menos.

—Entiendo, pero Louisa es la princesa del Oeste, no del Sur para que esté aquí —digo molesto y me recuesto en el mini espaldar de la silla.

—En términos políticos, tienes razón. Pero Louisa no necesita política en su vida, necesita personas que se preocupen por ella y velen por su estabilidad emocional y tú ni Lina hacen eso —dice mirándome fijo.

—Entiendo, pero ella tiene una casa, una que es de ella para que esté vagando por el universo —digo molesto.

—No vaga por el universo, está conmigo, está estudiando y está bien. Tú te fuiste por cinco años a poner paz en tu nuevo reino. Lina está en su reino por dos años ¿Quién cría a tu hija? Seraphine y Lucian no son los padres de Louisa para ocuparse de ella —me recrimina molesta.

—Entiendo, pero Louisa debe estar en la capital, capacitándose para sus funciones como princesa del Oeste —digo firme—. Debe cumplir sus funciones como su título lo requiere.

—Lou está bien, eso es lo único que te debe de interesar. Ella no desea volver al reino sombrío y debes respetar eso —exclama tajante.

—Es mi hija y yo decido lo que ella hará o vivirá —digo firme—. Te agradezco que la hayas cuidado, pero me la voy a llevar.

—¿A dónde? ¿con quién va a estar mientras que tú recorres el universo? Para que esté sola e ignorada, es mejor que esté con su familia, conmigo. Estoy con ella todos los días, hablamos, recorremos mis tierras y yo le enseño como debe ser una líder. —Me mira dolida—. No te la vas a llevar.

—Louisa va a estar conmigo, puede estudiar en el planeta donde estoy. Hay excelentes universidades y estoy la mayor parte del tiempo allí —digo calmado—. Estará a salvo y podrá aprender cómo se maneja los planetas, para que ella luego lo haga.

—Ni siquiera ella quiere eso —dice haciendo un bufido—. Para tu información, a Louisa le desagrada la política y todo lo que tenga que ver con ella. Por eso escogió ingeniería mecánica. Le encanta inventar cosas, para darte una idea; ella diseñó esa estructura de juegos para Dorian. —Ella señala la estructura de entrenamiento infantil, con el pasa manos, el tobogán y el piso de arriba con una torre. La misma donde se encuentra mi sobrino con unas pelotas arriba para que en un siéntanme me lance una—. Dorian, respeta.

El niño se ríe y se vuelve a esconder.

—Louisa se queda —exclama mi hermana firme.

—Luna, tú y yo nos hemos llevado muy bien —digo sosteniendo la pelota que me lanzó Dorian—. Pretendo que eso siga así, es por eso que te pido por las buenas que me entregues a mi hija. Hazlo por las buenas y no tendrás a una turba de sombras registrando esquina por esquina de tu hermoso palacio hasta dar con mi hija.

Ella se tensa de inmediato, pero del nerviosismo pasa al enojo.

—Tú haces eso, y te juro que las pesadillas que tendrás serán mucho peor que cuando eras un niño —exclama con los dientes apretados.

—Quiero a mi hija a la cuenta de tres —digo retador.

—Maldito...

—Uno —digo serio.

—¿Sabes que soy tu mejor socio comercial? No es bueno...

—Dos —hablo mirándola fijo a sus ojos azules. Ella me mira con el mismo odio que cuando éramos niños.

—Está en la universidad, lo más probable...

—Tres —digo destrozando la pelota con materia oscura y la dejo en la mesa, ella palidece y se escucha un trueno.

—Solo quiero que sepas que tu hija te aborrece —exclama y llama a sus guardias. Les ordena que busquen a mi hija a la universidad y que empaquen todas sus cosas. Los dos nos quedamos en silencio por un buen rato hasta que escucho las puertas del salón abrirse y entra mi hija confundida. Me levanto de inmediato y me acerco a ella, pero Louisa retrocede lo más lejos de mí.

Ella tiene el mismo cuerpo y rostro que su madre cuando era una jovencita. Pero los dulces ojos de Lina, no están y solo me encuentro con mis propios ojos mirándome con rabia.

—¿Qué hace él aquí? —le pregunta mi hija a su tía. Su voz ha cambiado por completo, ya no es la voz fina que tenía cuando era una niña.

—Vino a llevarte con él —responde mi hermana irritada.

—Yo no pienso irme a ningún lado y mucho menos con él —exclama señalándome con saña.

—Vine porque quiero que me acompañes en mis misiones. Ya me he establecido y puedo brindarte...

—Yo no me voy de aquí —exclama pasando de mí y se pega a Luna—. Tengo una vida aquí, mi tía me cuida mucho mejor que tú o tu esposa.

—Primero, respetas a tu madre. Segundo, no te estoy pidiendo permiso, te vienes conmigo al planeta Breestone. Vivirás conmigo y allí podrás ir a la universidad para continuar con tus estudios.

—No me voy a ir, ustedes me abandonaron ¿y ahora pretenden que los acompañe? No gracias. Sé perfectamente que te largarás al siguiente planeta o galaxia y me dejarás en un planeta completamente desconocido —exclama con un profundo odio.

—Mira Louisa, tenía muchas responsabilidades que me sobrepasaban y que tenía que arreglar. Yo te dejé al cuidado de tu madre y de tu hermana para que se encargaran de ti —digo honesto—. No sabía que Lina se había ido y que tu hermana y tú se pelearon. Es por eso que he venido, para llevarte conmigo y no estés sola.

—¿En serio fuiste tan estúpido para pensar que tu esposa se encargaría de mí? ¿la misma mujer con el historial de abandono infantil más largo? —pregunta acida.

—Tu madre tiene...

—¡No la defiendas! —grita y se le pone los ojos llorosos.

—No me alces la voz jovencita, sigo siendo tu padre y merezco respeto —exclamo molesto.

—¡No mereces nada! —grita y empieza llorar—. ¡Te fuiste y me dejaste en un maldito palacio que detesto!

—Lou, tenía que arreglar muchas cosas. Había demasiado caos y guerras que se cobraban la vida de incontables inocentes —digo con un nudo en la garganta.

—¿Y yo qué? —pregunta con las lágrimas a flor de piel—. ¿Y tu responsabilidad conmigo? ¿A esa si pudiste faltarle?

—Louisa por favor —digo suplicante, también las lágrimas quieren salir de mí—. Sé que te lastimé, pero te juro que no te voy a volver a abandonar. Por favor, ven conmigo y empecemos desde cero. Una nueva vida donde...

—¡Lárgate! Que para eso es lo único que eres bueno —exclama abrazando a Luna y ella me mira con su típica expresión de "te lo dije."

—Te vienes conmigo por las malas entonces —digo mordiéndome el labio y con mis poderes la introduzco en un trance. No la puedo controlar mentalmente, pero si por sus poderes.

—¿Qué haces? —exclama Luna aterrada. Louisa la suelta y camina hacia a mí—. Tristan, esto está mal en todos los sentidos. Esto no es propio de ti. —Ella intenta acercarse, pero la detengo con una línea de materia—. Solo empeorarás las cosas con ella. Al menos deja que termine la carrera, que asimile las cosas con calma. No así. —Señala el cuerpo sonámbulo de mi hija.

—Tal vez no es la forma, pero es mi hija y yo decido dónde va a estar y con quien —digo autoritario—. Por favor busca sus cosas, que tengo muchos pendientes que hacer y tengo que acomodar a Louisa en su nueva casa.

Ella me mira rabiosa y sale de la habitación con su hijo, el niño me mira aterrado. Ya estoy acostumbrado que me teman, pero así es la única forma que hagan lo que quiero. Lou está quieta y yo le limpio las lágrimas con las yemas de los dedos.

—No te voy a abandonar hija, estarás conmigo en cada paso que dé y estarás a salvo porque tendrás a tu padre para protegerte —digo y le doy un beso en la frente. Estudio cada fracción de su angelical rostro hasta que Luna entra y me dice que los baúles de Louisa están listos. Libero a cuatro sombras y cargan los baúles de mi pequeña. Abro un portal hacia mi residencia.

—Te equivocas al hacer esto —dice cruzada de brazos.

—Gracias por cuidar de ella, pero ahora me toca a mí —digo y me llevo a mi hija a través del portal. Le ordeno a las sombras que depositen los baúles en la habitación contigua a la mía. Me llevo a mi pequeña a la mía para que descanse, la acuesto y yo me pongo a revisar todos los pendientes que tengo que hacer por los próximos meses. Los acomodo todos para dejar espacio para Louisa. Quise llevármela cuando era una niña, pero estaba en misiones militares de conquista, ese no es el lugar de una señorita como Louisa.

Pero ahora, tengo un domino estable y fuerte. Estaré aquí por lo menos unos dos años más, preparando mis fuerzas para la próxima conquista. Tengo a exploradores supervisando las posibles galaxias que se encuentren débiles y esas serán las que caerán bajo mi imperio. Tengo que tener a mis hijos alineados a mis deseos y que sigan con mis planes expansivos.

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