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Tristan: Planes A Futuro

    En cuanto había pisado un pie en el planeta, busqué a Lina para que me confirmara algo con nuestro abuelo. Ella estaba molesta con lo que me había dicho Seraphine. Pero fue corriendo a hacer lo que le dije. Lina llega para la hora de la cena y conoce a Alexander. Por su mirada de descontento, me dijo lo que me temía.

Acabamos de dejar a Louisa en su cuarto, Lina se va a mi habitación mientras que yo me encargo de hablar con Cedric para los escoltas de Lou. Él se encarga y yo entro en mi cuarto, Lina se encuentra sentada en mi cama con una copa de whisky.

—Ya hablamos de la bebida Lina —digo acercándome a ella.

—Estoy con los nervios de punta. Mi hija está destinada a un hombre que le multiplica por veinte la edad y encima que será emperatriz. ¿Qué carajo hará Lou como emperatriz? Si el más mínimo tema gubernamental la agobia —exclama con los nervios a flor de piel. Ella se levanta de la cama y empieza a caminar por la habitación—. Me niego a que eso pase. Louisa es una niña, una bebé a comparación con ese hombre ¿Y mi señor pretende que la entregue así sin más? ¿Quién se cree que es? ¿Sabes lo que es un matrimonio con un hombre mayor? —Voy a decir responder, pero ella continua—. Nuestros padres es un ejemplo, amo a mi papá, pero a veces es insoportable como esposo. La diferencia de poder, porque como es mayor, va a justificar muchas cosas y puede manipular a Lou a su antojo. Convencerla de ser algo que no es o hacer sólo para complacerlo. Tristan no, por favor no.

Ella empieza a hiperventilar, le quito de inmediato la bebida y la contengo con mis brazos. Respiro fuerte para que ella imite mi respiración y me la llevo de vuelta a la cama. Le acaricio el cabello hasta que se tranquiliza.

—No podemos cambiar los planes del abuelo, por mucho que lo intentemos y lo sabes —digo igualmente afligido, pero mi esposa necesita a alguien que la ayude, no que se ponga peor de lo que ella se puso—. Pero podemos atrasarlo o modificarlo. Tal vez alargar su unión hasta que Louisa tenga una edad adecuada, donde no sea tan influenciable.

—Lou es alguien muy coqueta Tristan, ya viste como se puso en cuanto conoció a ese idiota —dice Lina limpiándose las lágrimas—. Y pedirte que canceles el tratado con su gobierno sería suicidio.

—Yo también odio esto Lina, Lou es mi niñita y que tan sólo con la idea que ese hombre la tomara, me mataría —digo sin dejar de soltarla—. Podemos atrasar cualquier interacción que tengan. Por ejemplo, poner a Louisa a trabajar en sus inventos, tendría la mente tan ocupada que no pensaría en el señor Crown. Las sombras que tengo vigilándolas, me dicen que ellas y sus amigos buscan con desesperación alguien que financien sus inventos. Me imagino que Louisa vio en Crown una oportunidad de posible inversor.

—¿Ya te dijo cuanto necesita? —pregunta mirándome con una ceja alzada—. La amo, pero no le daré medio millón de coronas. Es un riesgo muy grande Tristan.

—Podemos hacer el intento, y decirle a Demian y a Luna que inviertan. Tú mejor que nadie sabes que necesito generar buenos ingresos para ir pagando la deuda con Seth y el invento de nuestra hija promete bastante —digo más animado—. La empresa la manejaría yo, le daría un porcentaje jugoso a Louisa y nosotros nos quedaríamos con el resto. Pagamos la inversión, generamos para pagar la deuda y adelantaría mi conquista de forma considerable.

—Queremos darle responsabilidad, no seguir haciéndole el camino —dice seria—. ¿En serio crees que sea buena idea y no está influenciando tu percepción de padre consentidor?

—Te hablo como dios, rey, hombre de negocios, esposo y padre consentidor —respondo honesto—. Sé que mis hijos son personas inteligentes. Confío en sus capacidades y seré yo el que administre el dinero y la empresa. Y se la daré cuando ella demuestre ser capaz de dirigirla.

—Estoy cansada, mejor discutimos esto mañana —dice saliendo de mis brazos. Observo como se va hacia al armario.

Me estrujo el rostro y me levanto para cambiarme. Lina está en el cuarto de baño en la bañera. No la interrumpo, sé los momentos que ella quiere que me una y los otros momentos que mi presencia la perturba. Me limito a quitarme la ropa y quedarme en pantaloncillos, me di un baño entes de ir a cenar. Camino cansado a mi cama, sé que no estaré mucho tiempo por aquí. Tengo que estar encima de los planetas y sus gobernadores para que cumplan con las tareas que les asigné. También estar pendiente de los niños del planeta Nexus. Esos chicos en serio que quieren vivir, les he puesto misiones suicidas y han salido victoriosos. Los varones en su totalidad están en el ejército y las chicas en labores curativas con mis sacerdotisas. En serio si son de ayuda esas mujeres. Mis sacerdotisas se encargan de lidiar con sus comportamientos y Seraphine igual. Mi hija en serio que se esfuerza en serme útil, la amo tanto y me siento orgulloso de la mujer en la que se ha convertido. Ayudo a mi hija mayor como puedo, en nivelar sus poderes y que estos no la consuman. Ella hace todo para estar en calma, pero el caos a veces quiere salir y eso puede ser perjudicial.

Lina llega después de un rato cubierta con una bata de seda rosa, ella se acuesta en la cama y me ruedo hacia ella para cubrirla con mi cuerpo. Por suerte no me pide que me vaya.

—Veré la prueba de tesis de Lou, si me convence, invertiré en la empresa —dice acomodando su trasero en mi entrepierna. En serio que soy débil, porque de inmediato empieza a nacer mi erección—. En caso de que yo intervenga, sólo seremos nosotros dos. Ya Demian tiene sus empresas, tu hermana está demasiado lejos. Y se hará lo que yo diga ¿quedó claro?

Presiona más su trasero en mi pene y ya la situación se vuelve insostenible. Tramposa, siempre hace eso cuando cerramos un trato.

—En casi todo, pero las decisiones serán compartidas. Si yo también seré inversor, tengo derecho de presidir —digo presionando su cintura hacia a mí, pero ella busca alejarla. No se lo permito—. Nuestra hija tendrá un veinte por ciento de participación en la junta directiva. Tú y yo tendremos cuarenta por ciento, igual decidiremos, pero la idea es de Lou.

—Siguiendo ese orden. Considero que, si Lou nos está pidiendo invertir una gran cantidad, deberíamos usar su herencia. Creo que así le daríamos un empujón más a la madurez de que todo lo que haga, le tiene que salir excelente porque sería su dinero —dice presionando su cadera hacia la mía—. En ese caso acepto los porcentajes que mencionaste.

—¿Pondrías toda su herencia? —pregunto pensativo, la herencia de Lou son un millón de coronas. Cada hijo tiene su herencia, Seraphine tiene la suya protegida. Dice que no quiere gastarla aún, al igual que Lucian.

—Sólo el veinte por ciento, porque no sé si leíste la tesis de Lou. Pero ella estima que la construcción del tren, más la creación de la infraestructura y mano de obra, sería un aproximado de un millón. Tú pones los cuatrocientos mil y yo los otros cuatrocientos —dice quieta—. Claro, hay que ver también el invento que presentarán. Que te soy honesta, le veo más futuro a ese, por lo barato que sería producirlo. Si invirtiéramos en ambos proyectos, la cuenta sería de un millón y medio, incluso más.

—Tendría que usar mi fortuna para eso —digo analizando las cuentas. En serio que es una suma bastante grande, incluso para mí.

—Y yo la mía, pero si queremos que nuestra hija prospere y que se mantenga ocupada. Ese es el precio a pagar —dice mi esposa girándose para verme, ella me toma del rostro—. ¿Entras?

—Sólo espero que el invento de Lou tenga éxito —digo asintiendo.

Lina y yo terminamos teniendo sexo. Ella sabe perfectamente como manipularme, usa su cuerpo para que yo caiga como un estúpido. Y después se queja porque Lou salió coqueta.

Al día siguiente, Lou, Lina y yo desayunamos en el comedor privado. Limitaré el contacto con el señor Crown, no me interesa si él es el amor verdadero de mi hija. Mi niña aún es muy pequeña para que se esté enredando con un tipo así. Aunque viéndolo por otro lado, para mi mala suerte si es un buen partido. Sin tan sólo fuese contemporáneo con Louisa, no me interesa que fuese príncipe, pero bueno. La vida sólo es lo que es y no lo que nos gustaría que fuese.

Louisa se va escoltada a realizar sus tareas, Lina se va a trabajar en su reino y yo le ordeno a mi contador que realice un análisis de mis finanzas para ver si es viable la inversión en los inventos de mi hija.

—Muy bien señor Godness, aquí le tengo lo que me solicitó —dice entregándome los dos libros—. Este es de los gastos que ha tenido y este de los ingresos.

Examino los dos libros juiciosamente, mis gastos consisten en el mantenimiento de la residencia, el pago de la servidumbre, guardia personal, la universidad de Louisa y una asignación mensual para sus gastos. De resto mis gastos y la guerra los cubre el estado. En total gasto cinco mil coronas mensuales. Ahora mis ingresos, como soy el rey y conquistador, las fortunas que recojo de los planetas suelo recibir un veinte por ciento de todo el dinero. Además de mi sueldo y mis inversiones de los últimos años, tengo una fortuna de casi cien millones de coronas. Me quedo impactado al ver ese número en el libro verde. Vaya, pensé que tenía menos.

No es por ser miserable, pero le quiero competir a Lina en temas económicos. Siempre he hecho lo que ella quiere porque era la el poder y el dinero de la relación.

—Bien, señor Sanders —digo cerrando los libros—. Usted me ha llevado mi contabilidad y mis negocios por cincuenta años. Dígame si este proyecto es viable.

Le entrego la tesis de Louisa y él la examina con calma. Sé que mi hija es brillante y que puede ayudarme en mis planes, pero de otras formas. Tengo empresas establecidas desde que fui gobernador de Egil y Bernadette religiosamente me mantiene al tanto de ellas mensualmente. Mi fortuna la amasé de muchas formas, mayoritariamente desde la ilegalidad con el contrabando. Pero si Louisa me ayuda a limpiar parte de mis activos, sería maravilloso. Esa es la ayuda que quiero y la que necesito.

—Si soy honesto, es una muy buena idea mi señor. —Él deja la tesis en la mesa—. Pero una idea sumamente costosa. Donde las ganancias serían vistas en unas cuantas décadas si todo sale como dice el libro.

—¿Cuánto sería la inversión? —pregunto serio.

—Dejando de lado la construcción del vehículo, la construcción vial tendría un valor estimado de cien mil coronas solo construyendo las cinco vías que dice la tesis. Con la construcción de cinco trenes con los diez vagones, serían de novecientas mil coronas por los cinco. Estimo calculando que tendría que invertir dos millones y medio, y doy esa cifra por si hay algún gasto extra, que los hay por supuesto. Porque solo el millón y medio sería una cifra bien reducida.

—Entiendo, pero ¿los beneficios que eso causaría al transporte de este planeta? Las mercancías tardan en llegar meses y sólo por barco, porque terrestre puede durar hasta dos años —digo pensativo—. Y sabe muy bien que ya el océano nos está complicando con sus impuestos, no faltará mucho cuando mi esposa empiece a hacer preguntas de los cargamentos.

—Sí, eso lo tengo claro señor. Pero ¿está seguro que quiere invertir esa cantidad? Los beneficios son altos, pero también las perdidas. Y recuperar dos millones no es fácil y lo sabe —dice sombrío—. Lo que se me ocurre, para generar más beneficios en un menor tiempo, es no usar este transporte a la milicia. También abrirlo al transporte privado de las empresas de este planeta. Decirles que sus mercancías llegarán en menos de un mes, cuando tardan el año. Eso aumentaría las ventas exponencialmente. Lo que, si recomiendo, aparte de invertir en el invento. Es que compre o consiga un acuerdo sumamente generoso con empresas de carbón y acero. Porque su hija va a lograr que esa materia prima se eleve hasta los cielos.

—Perfecto, entonces prepare la compra de esas empresas. Consiga también un galpón para la fábrica de mi hija. El tema de la vialidad, la discutiré con el consejo cuando el invento esté listo. Pero sólo empezaremos con un solo camino. Mostrando la capacidad del invento de mi hija, las inversiones llegarán.

—Así es mi señor, es lo más prudente —dice estirando la mano y yo se la estrecho—. Empezaré mañana mismo con la compra de las empresas y el galpón.

—Maravilloso —digo contento. El señor Sanders se retira de mi oficina.

Anoto todo lo que me dijo el señor Sanders para tenerlo todo listo para cuando Lou muestre su invento y así ponernos en marcha. Mi hija será una mujer exitosa, eso lo garantizo y también me ayudará a aumentar mi fortuna. Con el contrabando por tierra me libraría de las reglas de Lina generándome un margen de ganancia mayor.

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