Tristan: La Carta
Cargo a mi nieto mientras que mi esposa ayuda a Seraphine a comer. Atlas está hablando con los médicos respecto a mi hija.
—Pequeño Draco —digo con su manita en mi dedo índice—. Eres un niño hermoso.
Tiene el cabello blanco de su madre y las dos protuberancias en la cabeza. Signo de los cuernos de su padre. Su piel es pálida, pero sin llegar a ser gris como la de Atlas. Sus ojos aún no se abren para saber su color.
—¿Me permite? —pregunta Atlas estirando sus brazos para cargar a su hijo. Se lo entrego con cuidado, él se va con Seraphine y ella sonríe encantada. Lina viene hacia a mí y me abraza.
—Lo mejor será darles espacio —digo y mi hija asiente.
Lina y yo salimos de la habitación tomados de la mano contentos por la llegada de nuestro nieto.
—Me alegra tenerte aquí —dice deteniéndome en el pasillo—. ¿Por cuánto tiempo será? Me gustaría pasar unos días contigo y con nuestros hijos.
—No puedo quedarme tanto tiempo, solo estaré aquí máximo tres días —respondo apenado, ella se desilusiona—. Lou está conmigo, y me gustaría que ella y Seraphine hablaran sobre su pelea.
—Me imaginé que te habías enterado —dice con una mueca.
—Sí y no por ti —digo serio—. ¿Por qué no me avisaste?
—No quería que te distrajeras en tu misión, y tu hermana se había propuesto para cuidarla. Lou le encanta pasar tiempo con Luna —se justifica.
—Sí, pero yo dejé a mi hija con su madre, no con mi hermana —replico molesto—. Lou a penas me habla y si lo hace, es con un tono bastante irrespetuoso. Y se suponía que te harías cargo, te dije una cosa Lina, sólo tenías que hacer una cosa.
—Tristan, al igual que tú, tengo un reino en que preocuparme y no perder el control —me mira molesta—. No estoy en buenos términos con una parte del reino de la luz y eso me quita mucho tiempo —replica autoritaria—. Lou tomó su decisión en irse y yo la acepté porque no estaría sola y Luna la cuidaría bien. Y créeme que intenté estar lo más que pude, pero también tengo otras responsabilidades que me sobrepasan, al igual que tú.
—Sí, pero tú eres su madre. Louisa no puede estar saltando en casas distintas y mucho menos sin una de las figuras de autoridad detrás de ella. Mira, siempre he comprendido tus responsabilidades, pero tenemos hijos Lina. No tuviste ningún problema en alejar a Lucian de mí, te hiciste cargo de él ¿qué te costaba hacer lo mismo con tu otra hija?
—No compares las cosas, me hice cargo de Lucian porque él podía estar en el océano porque es mi heredero. Lo crié para que fuera mi mano derecha y tal vez no podías tenerlo como a las niñas, pero...
—Pero ¿qué? Entonces nuestros hijos tuvieron que ser centrales para que te hicieras cargo. Y entiendo tu trabajo Lina, ahora estamos casi igualados en torno al territorio. Pero también soy padre y pensé que tú también entendías el compromiso que implicaba ser una madre.
—Yo me hago cargo de mis hijos, sólo me ausenté por un tiempo, tu hermana se ofreció y Louisa aceptó —exclama alterada—. ¿O es que querías que me la llevara en pleno conflicto armado? Claro, vamos a arriesgarla porque si. Mira Tristan, no voy a seguir discutiendo contigo por lo mismo. Si te puedes hacer cargo, excelente, adelante. Pero mientras que te la pasas jugando con tus planetas, yo me encargo de mantener mi reino y el tuyo, ese que supuestamente te coronó. Porque eso si no lo ves ¿verdad?
—¿En serio? ¿vas a cambiar así de tema? —cuestiono iracundo—. Claro, porque es muy fácil salir embarazada y que el resto cuide a tus hijos. No voy a seguir hablando de lo mismo contigo porque es evidente que no te importan tus hijos, pero una cosa si te digo, no te quiero cerca, no quiero que opines y mucho menos te metas en la forma en la que crio que a mis hijos.
—¡No me puedes prohibir intervenir, no tienes ningún derecho! —exclama histérica.
—Tengo todo el derecho, ya que aquí el único que se involucra en la vida de sus hijos soy yo ¿por qué dónde estabas cuando Seraphine y Louisa se habían peleado? ¿Qué hiciste para solucionar el problema? Dime ¿qué hiciste? Porque Lou no quiere ver a su hermana ni en pintura y Seraphine bueno.
—No me interesa tus prohibiciones, voy a estar con Lou, la voy a criar y tú, ni nadie me lo va a impedir —exclama decidida.
No me contengo y me rio a carcajadas de ella. Lina pierde los estribos y me abofetea con toda la fuerza que puede. Pero yo no me muevo ni un centímetro de donde estoy.
—Vamos a ver cuanto te dura tu falsa de madre abnegada —digo con una sonrisa y me voy de allí.
Ella sale corriendo hacia una habitación y escucho como cae al suelo en llanto. Me detengo por un momento, creo que fui un poco lejos en mis palabras. Pero mi enojo está justificado y si voy a consolarla sólo haré que me dé un puñetazo en el ojo, en el mejor de los casos, claro.
Camino hacia la sala donde está el resto de la familia. La mayoría me aborda con preguntas de ¿cómo está Seraphine y el bebé? Y así. Lou está con mis hermanas y Lucian, me acerco a ellos y Luna me mira mal.
—Lucian, ve con tu madre. Te necesita, una sombra te guiará hacia a ella —digo y una sombra se desprende de mí. Lucian la sigue obediente. Luna va a despotricar en mi contra, pero la callo—. Hice lo que hice por mi hija, es lo único que te voy a decir —digo sin ánimos de pelear.
—Una disculpa no estaría de más —replica rabiosa.
—Estás perdonada —respondo y mi hija con su tía me miran mal—. A ambas.
—Me secuestraste —exclama Lou indignada.
—Eres mi hija y puedo hacer contigo lo que quiera —digo sentándome en un sillón cansado
—¿Ven en lo que se convirtió? —cuestiona Lou a sus tías.
—Tristan, cuéntame tu versión de los hechos. No concibo lo que le dijiste a Luna, tú no eres así —interviene mi hermana Estrella.
—Solo hice lo que un padre preocupado haría al enterarse que su hija no está en el lugar que se supone que debería de estar —digo con una sonrisa y las tres me miran mal.
—Dañaste mi pelota e hiciste llorar a mi mami —exclama Dorian enojado.
—Te compro mil si quieres, y en cuanto al llanto de Luna. Eso se le pasará —digo restándole importancia—. Como sea, descanso un poco y Lou y yo nos regresamos a mi palacio.
—Yo me quiero quedar con mi tía Luna, ella es mi tía y estoy bien con ella —replica Lou abrazando el brazo de su tía.
—No voy a discutir contigo, se le agradece a tu tía por haberte cuidado, pero eres mi hija y vas a hacer lo que yo te diga —digo autoritario y ella se queda refunfuñando en el mueble—. Pero antes, después que tu hermana se recupere, solucionarán las cosas.
—Eso jamás —exclama enojada—. Y no me puedes obligar.
—No la tienes que perdonar si no quieres, pero al menos hablen y díganse lo que sienten de una forma no hiriente, al menos te pido eso —le digo y ella gira la cabeza en silencio.
Se hace un silencio incómodo, que sólo es roto cuando aparece Lina en compañía de Lucian. Ella no me dirige la mirada y se va con Lou, la cual la mira con desdén.
—¿No vas a saludar a tu madre? —le pregunta Lina con una débil sonrisa.
—Cuando actúes como tal, lo haré —replica cruzándose de brazos. La mayoría la mira fulminantes—. ¿Quieren que sea hipócrita? —pregunta sin inmutarse—. Bueno, lo haré. —Suspira cansada—. ¡Hola mamá! Años sin verte ¿cómo estás? ¿Los pececitos están bien y las sirenas ya no son unas promiscuas? En mi caso estoy mal, mi papá al que no veía en cinco años me secuestró usando sus poderes para inmovilizarme. Amenazó a mi tía de llenar su palacio de sombras si no me entregaba y ahora vivo con él en un palacio que no conozco con personas que no confío. Pero bueno, como siempre no harás nada y te volverás a ir porque es lo único que sabes hacer.
La sala se queda en silencio y las miradas se centran en nosotros. Lou se recuesta en el sofá con una expresión tranquila. Y yo sólo me limito a quedarme sentado.
—Potente —comenta Demian en una esquina con sus padres que nos mira asesinos.
—¿Aún escoges la primera opción? —cuestiona Luna ladeando la cabeza.
—Por supuesto, esto es mucho mejor que mis dramas —comenta sonriente y vuelve a hablar con sus padres.
—Creo que no es un buen momento de hablar de esto ahora —interviene mi madre incomoda. La mayoría asentimos y cada uno se sienta en un mueble en silencio. Lina se sienta al otro extremo de la sala y Lucian se sienta a su lado. Louisa se queda con sus tías.
Nos quedamos así hasta que nos llaman para la cena. Cada uno va al comedor y se sienta donde crea conveniente. Mis señores se sientan en la punta de la mesa, le siguen Demian con su esposa y su hija. Mis padres se sientan en el lado izquierdo, le siguen mi hermana Luna con su hijo y Lou. Luego mi hermana Estrella con sus hijas y yo a su lado, Lucian se pone de intermediario entre Lina y yo. Seraphine y Atlas bajan a cenar con nosotros, pero como mi señor y su esposa ocuparon sus lugares en la mesa. Les toca sentarse al lado de la esposa de Demian.
—¿Cómo sigues? —pregunta mi madre a su nieta.
—Mucho mejor abuela, gracias —responde mi hija y todos empezamos a comer en silencio. Supongo que ya nadie quiere saber cómo nos va, el único sonido proviene de los niños que no se callan lo que piensan.
—¿Por qué un bebé salió de tu vagina? —pregunta Dorian a Seraphine.
—Así nacen los bebés, así viniste al mundo —le responde Seraphine tranquila.
—¿Eso es cierto mami? —Dorian le pregunta mi hermana.
—Así es cariño —responde Luna gentil.
—¿Y a mí me saldrán bebés ahí abajo? —pregunta aterrado el niño.
—No, tú eres el que la pone —interviene el señor Seth y todos lo miramos mal—. No miento, los hombres ponen su pene dentro de la vagina y así hacen a un bebé.
—¡Seth! —lo reprende su esposa—. Hay niños presentes.
—Ay por favor, ellos entienden todo. No entiendo porque ahora insisten en tratar a los niños como idiotas —replica comiendo su comida.
—Pero ¿Yo voy a pasar por lo que ella pasó? —pregunta Dorian al señor Seth.
—No, solo la embarazas, pero es la mujer que sufre todo el proceso de traer a un niño al mundo —responde honesto—. La ventaja de ser un hombre.
—¿Eso es cierto mami? —pregunta el niño y Luna asiente incomoda.
—Pero eso no es justo —se queja una de las hijas de mi hermana—. Eso duele mucho, y mi vagina se pondrá fea.
—Eso no es cierto —les dice Estrella intentando tranquilizar a sus hijas.
—Es cuestión de cómo te cuides después del parto —intervine la señora Laila—. Mi zona intima quedó bien, lo que sí me molestó fueron las estrías. Pero Tabitha me dio un aceite que me las desapareció. Si quieren, se los puedo dar.
—Yo lo tengo, me ayudó mucho, pero con la piel extra si tuve que someterme a una pequeña cirugía —comenta Estrella y todos la miramos extrañados—. Tenía piel colgando de mi estómago, parecía que iba a cubrir a un bebé con ella.
—¿Cuándo te hiciste la cirugía? —pregunto confundido.
—Al año de la guerra, le dije a Taurus que me sentía incomoda y él me llevó con el esposo de la señora Liora y me operó.
—¿En serio? —Luna la mira asombrada.
—Sí, de resto me he mantenido con ejercicio y los aceites de Tabitha, y ahora tengo unos abdominales divinos —dice Estrella con una amplia sonrisa.
—Con el embarazo de mis gemelas, si me quedó piel colgando. Pero la perdí con el ejercicio —comenta Luna—. Y con Dorian si no tuve el exceso de piel.
—Es que Luna, no puedes comparar un embarazo de dos al de cuatro. Literal, cuando el señor Beck me sacó la piel, pesaba un aproximado de seis kilos. O sea, dos bebes recién nacidos.
—¿Él hace ese tipo de operaciones? —cuestiona la esposa de Demian.
—Él opera todo lo que le pongan encima, no sé cuántos cuerpos lleva hasta la fecha —comenta con una risa mi señor.
—3.356 muertes confirmadas solamente en operaciones. Con mal diagnóstico, son 1.235 muertes —comenta mi madre—. Claro, esto a lo largo de más de mil años de investigación.
—Es por eso que cuando los libros de medicina te digan que no lo hagas, es porque ya lo probaron primero —dice la señora Laila.
Se siguen hablando más de temas médicos, Lina y yo no hablamos en absoluto. Lina se encuentra incomoda al igual que yo. Lina duerme en una habitación aparte y yo igual. Lou se queda con sus tías, Seraphine descansando y Lucian igual. Al día siguiente, después del desayuno, tenemos una reunión familiar donde al parecer Luna funge como abogada de Louisa y Estrella como mediadora.
—Bien, en vista de los últimos acontecimientos. Me gustaría establecer un dialogo entre ustedes para decir de forma respetuosa y honesta respecto a cómo se sienten en los últimos años —dice Estrella sentada en el mueble donde están Luna y Louisa—. Así que, antes que nada, Louisa por favor empieza. Luego de que ella hable, lo hará Seraphine, Lina, Tristan y al final Lucian. Y así volver con Louisa y repetir el círculo. Lo importante con esto es que cada miembro exteriorice sus emociones y pensamientos, sin usar el sarcasmo o el humor pesado, esto es contigo Louisa. Lo que hiciste ayer no se debe repetir.
—Lo sé —dice con un papel en mano—. ¿Puedo empezar?
—Adelante —le dice su tía y Lou se levanta y empieza a leer el papel.
—Me disculpo con mi mamá por la forma en la que le hablé ayer. Estaba enojada con ella por no estar en la gran parte de mi vida. Me resulta incómodo entablar una conversación con ella porque no la conozco como me gustaría. Solo recuerdo haberte visto en seis de mis cumpleaños y tengo dieciocho, no estuviste cuando necesitaba ayuda en mis tareas escolares o cuando me vino mi primera menstruación. Te has perdido muchas cosas de mi vida y te resiento por ello —habla con un nudo en la garganta—. Me preguntaba por qué m hermano si podía estar contigo, por que podías pasar más tiempo con Seraphine y no conmigo. A veces odiaba haber nacido en la oscuridad porque eso significaba que no pasarías tiempo conmigo, a diferencia si hubiera sido un ser central. Tal vez me quisieras más si lo fuera.
»Seraphine, siempre fuiste mi figura femenina importante. Estabas cuando más te necesitaba y me tratabas con cariño y respeto. Pero desde que empezaste a tener responsabilidades y estar metida en todo este embrollo político familiar, dejaste de tratarme de ese modo. Empezaste a verme como una ficha a la cual mover a tu conveniencia y no como tu hermana menor. El cambio de papá solo incrementó más ese comportamiento. No me interesa tener poder o gobernar un reino que no me gusta y no me puedes obligar a hacerlo. No me interesa si Demian es rey o no. No me desagrada, pero él no es mi hermano o mi padre para que me diga que hacer bajo su techo provisional.
»Me heriste cuando dijiste que era una decepción y un desperdicio de talento. Que no llegaría a ningún lado con mi mentalidad mediocre. No sé qué te hice, solo quería irme con mi tía porque no quería estar sola en un castillo que odio, en una ciudad que odio. Con ella pude sentirme bien, pude sentir que tenía un hogar y una estabilidad que no tenía desde hace mucho. Y luego viniste y me quitaste eso cuando llegaste papá. Entiendo que tengas tu nuevo reino, entiendo que tengas que interpretar el papel del salvador planetario, pero ¿por qué me tienes que arrastrar a eso? Ya sé la historia, sé que voy a estar contigo por poco tiempo hasta que te tengas que ir a resolver los conflictos de otros.
»¿Por qué insistes que vaya contigo, si me vas a dejar? Si de igual voy a estar sola. No veo la lógica de todo esto. ¿Quieres que esté contigo? ¿No quieres estar solo? Estaba bien, estaba empezando a tener normalidad y tranquilidad. Me sentía segura y en paz.
Lou termina su carta y Seraphine se cubre su rostro porque empieza a llorar desconsoladamente, al igual que Lina. Me quedo quieto observando a Lou, estoy molesto. Todo esto se pudo haber evitado si tan sólo hubieran hecho lo que pedí. Le dije a mi esposa, sé la madre de mis hijos y ni eso pudo hacer. Crié solo a Seraphine y a Lou, estuve en sus presentaciones escolares, cuando se cayeron por primera vez, fui yo el que descubrió sus poderes y les enseñé a cómo usarlos. Yo fui el mundo de esas niñas. Sólo pedí una maldita cosa, está presente, no te vayas. Pero si quieres que las cosas salgan cómo tú quieres, lo tienes que hacer tú mismo. Y tal vez fui cruel en la forma en la que me llevé a Lou, de eso pido perdón, pero de cómo le hablé a Lina, no. Tengo todo el derecho de enojarme.
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