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Sol: Alargar el momento

     Marcus se llevó a Luna para hablar, se me quita un peso de encima que mi hijo se reconcilie con su madre. Marcus a un ritmo lento va sanando sus heridas, sé que no tendré a mi hijo de vuelta tal cual como esa infame mujer lo encontró. Sólo espero que él pueda curar su herido corazón, y que en parte yo también fui creador de su sufrimiento.

Dorian se mantiene a mi lado, pese a que mi suegro lo reclama porque puede sentir que él no está tan a gusto conmigo.

—Mi hijo se queda conmigo —respondo educado a mi suegro que lo deja estar, por mi buena suerte.

El salón de banquetes está atiburrado de gente de todos los reinos. Mis hijas cumplen con sus labores monárquicas de hablar con todos sus súbditos y aliados potenciales extranjeros.

—¿Dónde está mamá? —pregunta mi hijo mirando por todos lados. Lo tengo cargado porque hay demasiada gente y se podría perder con mucha facilidad. Me acerco a una larga barra de licores—. ¿Puedo beber eso papi?

—No, esto solo es para adultos —respondo y le pido al bartender que me sirva una copa de ron—. ¿Tiene algo para niños?

—Tengo batidos de frutas —responde el joven entregándome mi trago—. Aquí tiene una lista de los sabores, escoja uno y me avisa para preparárselo mi señor.

—Muchas gracias —digo y me siento en una de las sillas de la ya abarrotada barra—. ¿Qué sabores te gustan? Tienen manzana, pera, fresa, papaya, parchita, arándanos, banana, mango y un largo etcétera.

El menú tiene cuatro páginas sólo de batidos frutales.

—Quiero a mami —protesta mi hijo viendo a la gran multitud—. No quiero frutas.

—Mami está hablando con tu hermano Marcus, cundo ella venga, podrás estar con ella —le digo con una sonrisa—. ¿Estás seguro que no quieres nada de aquí? —Él niega con la cabeza—. Bueno, entonces nos vamos ¿quieres estar arriba? —Él me mira confundido. Le doy un buen sorbo a mi bebida y dejo el vaso en la barra. Tomo a mi hijo y me lo siento en los hombros—. Te sostendrás en mi cabeza y no te puedes ir para atrás porque te caerás ¿me entiendes?

—Si papi —exclama más feliz.

Él se aferra a mi cabello lo mejor que le permita mi corona. Damos unos cuantos pasos y ya estoy rodeado de mi corte. Ellos se sorprenden al ver a Dorian.

—Les presento a mi cuarto hijo, el príncipe heredero Dorian Godness del reino de El Páramo —digo dándole palmadas a su piernita. Mi corte se inclina ante mi hijo.

—¿Por qué no se arrodillan? En el reino de mi mami se arrodillan —dice mi hijo en un tono petulante. El mismo el que su madre a veces tiene.

—Son distintas costumbres. Para los seres de la luz, sólo se arrodillan ante los dioses —le digo moviendo sus pies con mis manos.

—Bueno —dice dejando el tema.

—Es usted muy apuesto mi príncipe, de seguro que es todo un conquistador —le dice la esposa de uno de mis ministros.

—No he conquistado nada, mi mami sí y creo que buena parte de mi familia. Pero no por su belleza, sino por su espada —responde mi hijo inocente. Pero es ese tono de falsa inocencia, sé que tiene un comentario sarcástico guardado.

—¿Y cómo se encuentra su madre? —pregunta alguien más.

—Maravillosa como siempre —responde mi hijo alegre—. Le encanta estar en su reino, dice que allá no le duele tanto la cabeza como en el reino de mi padre.

Ya sabía que se estaba conteniendo. Le aprieto un pie y él se calla.

—Se le extraña a la reina, esperemos volverla ver por Solaria —le responde cortés otro hombre.

—Ella no los quiere ver. Sólo quiere estar con papá —dice malicioso y le vuelvo a apretar el pie.

Desvío el tema a otros asuntos y nos movemos hasta que nos encontramos con la corte de mis padres y el circulo se expande. Mi padre pide cargar a mi hijo y se lo entrego.

—Te estás vengando, lo sé —dice mi hijo en brazos de mi padre—. Quiero a mi otro abuelo.

—Pero ahora estás conmigo, no pasamos mucho tiempo juntos campeón —le dice mi padre poniendo una mano en su panza.

—¿Y de quién es la culpa? —Cuestiona mi hijo alzando una ceja y mi padre me mira disimulando el enojo—. Yo sólo digo lo que me dice mi mami, allá ustedes.

—Tienes una lengua muy afilada para tener nueve años —le dice mi padre tranquilo.

—Gracias, mi mami y mi abuelo la afilan cuando pueden —responde con una sonrisa inocente.

—Con permiso, papá pasando —dice mi hermano con mis sobrinas, las cuatro hacen que los invitados se aparten para dejar pasar a mi hermano. Las cuatro hacen un circulo alrededor de Taurus. Él las mira divertido. Pero también está el hijo de la señora Tabitha y su esposa Vania

—No sabía que tenías nuevas escoltas —le digo divertido.

—Hola chicas, hola Aldrish —dice mi hijo saludando a sus primos. Él se zafa de mi padre y se une a ellos.

—Hola Dorian —les responden sus primos y mi hijo se une al círculo de contención de Taurus.

—Al paso que vas, ya podrías crear tu propia guardería —le digo divertido. Él me mira mal.

—Podría hacerlo ahora y cobrar, pero cuatro son mías y lo que me darían por estos dos sería una miseria —dice mi hermano despeinando a mi hijo y a Aldrish.

—Podrías llevarme con mi abuelo Cosmo, él con mucho gusto me cuidaría —le dice mi hijo levantando la mirada.

—No te vas a ir, estás conmigo —le digo tomando su mano y él me mira derrotado—. ¿Por qué no hacemos algo divertido? Con tus primos incluidos pues claro.

—Mamá nos castigaría si nos viera correteando —interviene Aldrish triste—. Ella dice que en eventos así hay que comportarse.

—Vamos a los jardines, allá no habrá tanto problema ¿les parece bien? —les pregunto a los niños y ellos asienten temerosos.

Dejamos a mis padres y Taurus y yo guiamos a los niños lejos de las gruesas masas de gente. Es asfixiante este lugar, ni siquiera cuando fue mi coronación me había sentido así. Bajamos por los escalones hasta llegar a los jardines que están igualmente abarrotados, pero esta vez de animales.

—Creo que no es buena idea jugar aquí, no me quiero ensuciar —comenta Daphne mirando a las criaturas caminar y comerse buena parte de la vegetación.

—Al menos ya no me siento asfixiada —replica Renata—. ¿Por qué hay tanta gente?

—Natura es un punto estratégico tanto para los gobiernos de la luz como oscuros. Es crucial estar en buenos términos con sus gobernantes —responde mi hermano.

Los ocho caminamos hasta llegar a unas bancas libres al frente de un estanque donde hay una serie de patos, gansos y cisnes, las chicas empiezan a acariciar a los cisnes mientras que los chicos rodean el estanque. Taurus y yo nos sentamos y vigilamos a los niños.

—¿Y Estrella? —le pegunto a mi hermano.

—Está hablando con su padre y señores sobre Luna, por obvias razones me tuve que ir —responde viendo a sus hijas.

—¿Y qué opinas al respecto? —pregunto serio.

—Cualquier dios es capaz de ver más allá de lo que la vista normal permitiría. Lo de tu esposa es casi igual, pero si diría que se podría prestar para el espionaje y eso es algo que nuestra señora le molesta. Buscará la forma de bloquear aún más nuestra interacción con los oscuros —dice en un tono de voz molesto—. Sé que a ti te molesta tanto como a mí votar a favor de permanecer la muralla, pero me estoy perdiendo la vida mis hijas. Tal vez en unas décadas o siglos la quiten, pero me habré perdido su infancia. No me gusta que ellas sientan que las abandono cuando hacemos el intercambio.

—Comparto tu frustración, Dorian busca a su madre o a su abuelo porque para él, ellos no son un extraño como lo soy yo —digo abatido—. Estamos atados de manos y lo sabes, para que nuestra señora nos deje ser libres de nuevo, pasará bastante tiempo. Y votar en contra nos podría costar caro.

—Y no hay una forma de llegar a un punto medio, de mantener un tiempo la frontera abierta más tiempo y no sólo para uso comercial o humanitario. Proponerlo como una solución a medias porque el tema del tráfico ilegal está en aumento, Lina podría dar fe a eso —dice inclinándose sobre sus piernas y sobando sus manos—. Sólo digo que me está hartando esto.

—Sería hablarlo con papá a ver que nos dice y que él se lo proponga a nuestra señora —digo sintiéndome como un maldito cobarde. Pero mi corona pende de un hilo y no puedo perderla, quiero a mi familia, quiero que mi hijo le guste pasar tiempo conmigo, pero si pierdo mi poder ¿qué sería aparte de eso? ¿Quién soy yo si no fuese rey? Por eso admiro a Luna, ella sí tiene la valentía que a mí me falta.

—¿Con que aquí estaban? —cuestiona la voz de mi esposa. Me volteo de inmediato y la encuentro con Marcus tomados del brazo—. Es una locura allá dentro, no me imaginaba que habría tanta gente.

Me hago un espacio en la banca y mi esposa se sienta a mi lado. Marcus se sienta a su lado. Ella apoya su cabeza en mi hombro.

—¿Todo bien entre ustedes dos? —pregunta mi hermano a Marcus y a Luna.

—Sí —dice Luna abrazándome—. ¿Cómo estás grandote?

—Mejor ahora —digo poniendo mi mano en su pierna—. Dorian no ha parado de buscarte.

—Lo sé, pero era tu momento de pasar tiempo con él. Así como yo estaba pasando tiempo con Marcus, él debe aprender eso —dice mi esposa amable—. Otra cosa ¿su señora si se enojó por lo del sueño?

—Piensa que lo usarás para vigilarnos —le responde Taurus encogiéndose de hombros—. Ya es cuestión de hablar con ella y explicarle la situación.

—Como sea, yo tengo la mente tranquila —responde Luna restándole importancia.

Dorian se percata de su presencia y sale corriendo hacia Luna.

—¿Por qué tardaste? —le recrimina mi hijo a su madre, ella lo sienta en sus piernas. Luna atrae a Marcus y a mí para darnos un abrazo.

—Mis hombres favoritos —dice mi esposa alegre—. Los amo un montón.

—Me asfixian —dice Dorian haciéndose un hueco.

Nos reímos y charlamos. Dorian le cuenta todo lo que hizo conmigo, mis sobrinas regresan con Aldrish. Nos quedamos así por un largo momento, me encanta tener a mi familia así. Tengo que hacer algo al respecto para alargar todo lo que pueda con mi familia. Necesito hacerlo.

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