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Seraphine: Patada emocional

    —Ven amor mío —me llama Atlas para que vaya a la cama—. Quiero sentir a mi hijo.

Resoplo y me voy con mi barriga de ocho meses a la cama. Tengo al príncipe espectral de este jodido reino. Atlas le encanta estar aquí, pese a que estamos en el castillo de la difunta Olena. Él se ha encargado de las reconstrucciones de la zona oriental del reino y decorar este castillo. La decoración le da una vibra distinta a este horrible lugar, al menos tiene algo de color. Los jardines ya no son pozos humeantes de ácido y no hay cuerpos colgados y calaveras. Yo me encargo de los negocios y la parte legal de este reino; bueno, de hecho, me encargo de crear la legalidad de este reino.

Los espectros me obedecen sin protestar, me temen tanto que no tengo que levantar la voz o pelearme con ningún imbécil que se oponga a lo que le digo. Los dos hermanos de Atlas se encargan de la parte militar y de la seguridad; ellos no son problemas para mí, cuando se enteraron de lo que hice en este lugar, de inmediato inclinaron la cabeza. Nadie me reclamó nada, nadie peleó o lloró por eso. Simplemente cuando nos proclamaron reyes del reino espectral, lo aceptaron encantados o más bien, no se opusieron.

—Mi pequeño Draco. —Atlas toca mi vientre inflamado—. Ya no veo la hora de poder tenerte en mis brazos. —Él le da besos a mi vientre, sus cuernos tocan mis senos, cubro mis senos con mis manos para evitar que me haga daño—. ¿Estás emocionada mi amor?

—El parto no me emociona —digo seria. No me molesta tener hijos, lo que sí me aterra son los partos. Mi madre tuvo partos complicados con Lucian y Louisa; he estado en partos y he podido sentir el dolor de las mujeres dando a luz. Yo no quiero sentir eso, solo quiero que sea como cuando vas a defecar; te sientas en el retrete, pujas poco y listo, niño nuevo.

—Sí, bueno. Son cosas que no se pueden cambiar. —Él se acerca hacia a mí—. Míralo por el lado positivo...

—Te digo de una vez que no voy a parir cien hijos —le amenazo.

—Bueno, los espectros somos criaturas fértiles. —Me sonríe, pero yo lo miro asesina—. Pero como yo soy un esposo consiente de las complejidades físicas que conlleva traer a un niño a este mundo, procuraré cuidarme y preguntar a mi amada esposa si quisiera hijos antes de cada acto sexual.

—Lame culos —resoplo cansada.

—Estás más irritable que antes. —Él se acuesta a mi lado—. ¿Hay algo que no sepa?

—Lo sabes todo —respondo mirando mi vientre.

—Sé que lo de embarazo no era algo que querías, pero es una bendición —responde tranquilo—. Tener un heredero en estos tiempos es necesario y lo sabes. Ahora debemos de estar juntos como reyes y familia. Y debemos aceptarlo de una vez Seraphine, lo que se perdió, se perdió. Ya sea por culpa nuestra o de terceros. Ya sabemos de lo que es capaz tu familia y la mía...

—Sí, pero el trono...

—¡Se perdió Seraphine, se ha ido! ¡No eres la reina de las sombras, eres la reina de los espectros! —exclama molesto—. En serio lamento que por mi culpa hayas perdido ante Demian, pero ya eso pasó. Nosotros estamos aquí en nuestro propio reino, con nuestras propias reglas. Ya viene siendo hora que lo aceptes y lo asimiles.

—Lo dices como si fuera fácil —le recrimino molesta.

—Seraphine, eres reina de un poderoso reino. Pudieron encarcelarte y drenarte tus poderes, pero ahora lloriqueas. —Él se pasa las manos cansado por la cara—. En serio hago todo para que estés bien, y lo único que escucho son quejas y malos comentarios de tu parte.

—Ay ya —digo molesta y me volteo para dormir.

—Solo te pido que no llenes de amargura a nuestro hijo como lo haces conmigo —dice y se acuesta a dormir.

Suspiro resignada.

—Solo te pido que me entiendas —le digo mirándolo y lo escucho resoplar. Él se sienta y me mira cansado.

—Entiendo todo, entiendo que todo lo que ha pasado no te agrada. No te agrada que te hayan forzado a casarte; que te hayan quitado tu ducado, aunque prácticamente no podías hacer nada porque todas las decisiones las tomaba tu madre. Que hayas tomado las funciones de tu padre, pero que tu familia te haya tendido una trampa y ahora eres la reina de los espectros y que estés embarazada de nuestro hijo. Que, para serte honesto, no sé si quieras —dice tranquilo, pero se nota la molestia en su voz—. Entiendo tus frustraciones y te apoyo en todo lo que hagas. Pero este camino de auto sabotaje que estás haciendo y el que pretendes arrastrarme, no es algo que me guste.

—No me estoy saboteando —digo molesta.

—Por favor Seraphine, tratas de la mierda a cada persona que se preocupa por ti. Tu hermana, por ejemplo, todo lo que le dijiste porque no quería quedarse en la capital a estudiar. La forma que le hablaste a Demian o como me tratas. Soy tu esposo, no tu saco de patadas emocional para que me digas cosas hirientes y luego finjas que no pasó o que les restes importancia —exclama molesto.

—Entiendo —digo relajándome—. Es que si me frustra.

—Y es entendible, pero no tienes que ser una mierda de persona porque te sientas frustrada. —Él me toma de la mano—. Por favor sé más comedida con tus palabras con nosotros, porque tal vez yo sólo te hable tranquilo y comprenda, pero va a venir otro y te dirá tus verdades con toda la intención de hacerte sufrir.

Asiento y él me atrae hacia a su pecho y yo lo abrazo.

—Mañana tenemos que reunirnos con mis hermanos —dice besándome la frente—. Te quiero comunicativa y que aceptes sus propuestas.

—Vamos a dormir, no quiero escuchar nada más —le digo y los dos dormimos abrazados. Él pone su mano en mi vientre y lo acaricia cariñoso. No tengo la más mínima duda que él será un gran padre, pero no sé si yo seré una gran madre.

Los hermanos de Atlas, Atlas y yo nos reunimos cada tres meses para el control del reino espectral. Al ser un reino relativamente pequeño a comparación del sombrío, se me hace más sencillo dar las órdenes, ya que aquí no hay un consejo como tal de ministros. Y estaban los consejeros de Olena, pero casi en su mayoría se pusieron a favor de Maegor y terminé matándolos. Ahora somos nosotros cuatros que nos encargamos y tomamos todas las decisiones. Atlas sería como el ministro de obras públicas y sanidad. Romina sería la ministra de alimentos, recolección y exportación. Toth es el ministro de defensa, seguridad y paz. Y yo soy la ministra de finanzas, hacienda y de relaciones exteriores.

Toth da su reporte del manejo de las tropas de sus hermanos muertos, la mayoría son buenos soldados, pero aún falta mucho para que se alineen. En materia de seguridad interior, se está haciendo su mayor esfuerzo, antes de toda la guerra, aquí se concentraban la mayoría de bandas criminales. Toth ha apaleado a dos grupos criminales, pero aún queda muchísimas más.

—Es por eso que solicito un aumento del presupuesto del gasto público —dice Toth serio.

—Se te aumentó hace seis meses, se te entregó armamento y municiones —replica Romina—. Considero que sería mejor que destines tus esfuerzos en el adiestramiento de los ejércitos y aumentarles el sueldo. Yo mantengo a mis soldados felices por el sueldo.

—Me parece sensato lo que dice Romina —digo analizando sus palabras—. No puedo autorizar otro aumento hasta el año que viene. Ya la mayoría del dinero autorizado de este año se está agotando y apenas estamos en abril. Tenemos que controlar la inflación y mantener a los pocos socios comerciales que tenemos.

—Concuerdo —dice Atlas y todos aprobamos reducir gastos hasta terminar el año. Este reino tiene una gran deuda con el reino sombrío y Demian se vuelve más insistente en que pague con un dinero inexistente. Atlas frenará la construcción de las casas en la zona oriental de Weefalls. Terminará las ya existente y listo. Él y un puñado de ingenieros espectrales empezaron la reconstrucción a los días que fuimos proclamados reyes. Él ha llenado de alcantarillado una buena parte del reino espectral y ha creado tres focos de tratamiento de agua y desechos tóxicos. Las casas son la parte superficial de lo que ha hecho Atlas.

La reunión finaliza y los dos hermanos de Atlas se quedan para almorzar. Su relación no diría que sea la mejor, su trato es más político que fraternal. Atlas me ha dicho que ha intentado que ellos se sientan más unidos, pero simplemente que no quieren.

El almuerzo transcurre silencioso y ellos por fin se van. Atlas se va a trabajar con los ingenieros mientras que yo hago trabajo administrativo. Le escribo a mi tía Luna por el pedido del hierro; fácilmente podría conseguirlo en el reino sombrío, pero ningún maldito duque quiere venderme. Yo le entrego un cuarenta por ciento en comida y el resto en plata. También le escribo a mi hermana invitándola a que venga al nacimiento de mi hijo para limar asperezas. Ella se fue hace un año a estudiar a El Páramo y no hemos hablado desde entonces.

Mi padre está a tres galaxias de distancia haciendo crecer su imperio galáctico. Se ha asentado en un planeta llamado Breestone, desde allí maneja a esas tres galaxias y está en contacto con Demian para el manejo del reino sombrío. Quisiera que estuviera aquí conmigo, que volviéramos a ser una familia unida y no estar regados por todo el universo. Le escribí para que viniera al nacimiento de su nieto y no sabe si podrá asistir por los incontables compromisos que tiene. Extraño tanto a mi papá, ésta condenada distancia se me está haciendo insoportable.

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