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Luna: La Discusión

Tres años atrás.

Tomo la cuna movible de mi bebé y me pongo la pañalera a un costado, me teletransporto hacia el palacio de Kenan para la visita anual que tengo con mi esposo y mis hijos. Esto es lo único que pude conseguir, aparte de las reuniones familiares, para poder ver a mis hijos. Esto es desgastante por muchos motivos, pero no me importa, solo tengo un día para estar con mi familia, no lo voy a desaprovechar.

Llego al palacio y un sirviente me conduce hacia la sala de estar que usamos mi familia para vernos. Deposito la cuna en una esquina donde no le pegue tanto la luz y aguardo hasta que lleguen. A penas son las ocho de la mañana, ellos deben estar aquí a las nueve a lo mucho. Tengo planeado visitar el pueblo del reino de mi abuelo, almorzar en un restaurante y pasar por un parque para hablar de nuestras cosas. Espero que a mis hijos les guste la idea.

No pasa mucho tiempo y escucho los pasos de varias personas acercándose, también las voces de Sol y Marcus discutiendo. Me levanto del mueble y miro a la puerta con una sonrisa, pero la actitud de Marcus no refleja mi felicidad.

—¿Qué ocurre? —pregunto preocupada.

—Díselo a tu hijo —exclama Sol molesto y se acerca a la cuna de Dorian.

—Para cuando le conviene si lo soy —masculla cruzándose de brazos todavía en la entrada—. Listo, me vio. ¿Ya me puedo ir?

—Te quedas, y más te vale moderar tu actitud. Estás a nada de colmar mi paciencia —amenaza mi esposo mientras que carga a nuestro hijo—. ¿Sabes si ya vienen las niñas?

—Me dijeron que estaban en camino —respondo y me acerco a Marcus, pero él se aparta de mí—. ¿Me dirás que te pasa? —pregunto amable.

—Nada que te importe —replica sin mirarme y en un tono cortante.

—Déjalo, solo está haciendo drama como el mocoso mimado que es —responde Sol acercándose con Dorian, mi bebé se pasa el puño por el ojo y bosteza mientras que se vuelve a acostar en el hombro de mi esposo.

—Vete a la mierda —replica mi hijo y mi esposo se ríe, eso enoja más a Marcus.

—El muy idiota quiere irse a la calle con su mujercita —replica mi marido sentándose en el mueble de al frente—. Marcus no sabe ni mierda de la vida, solo sabe abrir la boca para pedir e insultar a la mano que le da de comer.

—Y tú solo sabes cagarla con tus decisiones de mierda —exclama Marcus furioso—. Destrozando a cientos de familia inocentes.

—Las familias "destrozadas" que dices hijo, son las familias más ricas del reino de la luz. Que no pagan ni una quinta parte de los impuestos que deberían, que esas mismas familias han amasado sus fortunas de la forma más deshonesta incluyendo a la familia de tu noviecita. —Sol acomoda a Dorian en su otro hombro—. Lo único que hice y que fue aprobado por todos los dioses de la luz, fue un ajuste en las leyes de mi reino. Poner mano dura no viene mal, porque si no tengo resultados, serían como tú. Pones todas las comodidades, todas las oportunidades y al final solo terminan decepcionándote.

Busco interferir, pero Marcus me interrumpe.

—Yo debía tener ese puesto y lo sabes —exclama molesto mi hijo—. No esa mierda que pusiste en mi lugar.

—Yo necesito personas leales y de mentes fuertes en los ministerios. Si no te di ese puesto es porque me has demostrado que no eres leal y lo peor de todo, manipulable —replica Sol mientras que le soba la espalda a Dorian—. Un ejemplo perfecto, cuando delataste los planes de tu tío a tu novia y arruinaste buena parte de la redada en los muelles, destrozando diez años de investigación. —Marcus guarda silencio—. O cuando te uniste con las mismas personas que hablan mierda de tu madre o de mí. —Marcus intenta hablar—. ¡Te callas! ¿O por qué no le dices a tu madre como no hiciste nada cuando la llamaron perra y que tú eres un bastardo?

—Eso fue...

—Hasta que aprendas que tu lealtad es con tu familia y con nadie más, ahí te voy a dar el lugar de fiscal general. De resto, seguirás siendo ayudante de la oficina del fiscal —sentencia firme mi esposo.

—Soy leal, mucho más que ella. —Me señala enojado—. Yo estoy contigo todo el tiempo, trabajo y hago todo lo que me pides ¿y aun así, no crees que no soy de fiar? Sí, me equivoqué en decirle a Daniela lo del muelle, pero ella es buena...

—Tan buena y santa como su padre. Te usa como una marioneta y tú se lo permites. Te paseas con ella como si nada lo que dijera su maldito padre te importara, te saca dinero hasta más no poder. —Sol exclama enojado—. ¿Por qué no lo puedes ver?

—Daniela no es su padre, ella es una buena mujer que me apoya incluso más que tú y tú eres mi padre.

—No voy a discutir más contigo, si quieres estar con ella, adelante. Pero no pretendas buscar mi apoyo o bendición —sentencia Sol molesto.

—Estoy perdida —digo mirándolos.

—Eso no es novedad en ti —masculla mi hijo.

—Bueno, ya. Si tienes algo que decirme, hazlo. Porque estas indirectas no las toleraré más —digo seria.

—Nada —habla con el ceño.

—Sí pasa —digo acercándome a él. Pero él me evita—. Marcus, por favor. Vamos a pasar un día en familia y si queremos que todo salgo bien, debemos colaborar.

—Qué curioso que tú digas que pasaremos un día en familia —habla ácido. Sol lo mira mal y Marcus no le importa—. La misma mujer que abandonó a su propia familia.

—¡Ay por favor Marcus! Ya eres un hombre para entender las cosas —exclama Sol cansado.

—¡Ella nos dejó y tú insistes en justificarla! —exclama molesto—. Su familia y su hogar era con nosotros y aun así se largó.

—Marcus, hijo. Yo tuve mis problemas en Solaria, y con la guerra menos puedo ir...

—No me vengas con eso mamá. —Me mira ofendido—. Siempre has priorizado tus asuntos con tu reino por encima que tu familia.

—La vida de miles de personas están en mis manos, hice un juramento que las protegería por toda la eternidad. Pero eso no significa que no los ame. —Estiro mi mano para tocar la suya.

—¡Vaya amor! —exclama sarcástico—. No viéndote por años y solo hacer esta excusa patética de visita.

—Tengo prohibido ir a Solaria o pisar el reino de la luz. Lo intenté y me castigaron —digo buscando los ojos amables de mi hijo mayor, pero solo encuentro resentimiento—. Solo tenemos estos días para estar juntos, lo menos que quiero es pelear contigo.

—¿Y cuándo va a ser? Te has perdido mi graduación, mis cumpleaños, conocido mis amigos o novias. No has estado cuando estoy mal o en lo que sea, no estuviste ¿y quieres que esté bien, que finja que hoy tendremos un paseo como la familia feliz que tú piensas que somos?

—Hijo, créeme que quise estar, que busqué y supliqué para estar —digo con lágrimas en los ojos.

—Eres una diosa y no pudiste estar —dice decepcionado.

Intento decir algo, pero las puertas se abren y entra Flora y Fauna y van directo con su padre. Marcus se va con sus hermanas. Ellas están grandes y hermosas, y solo Fauna me saluda.

Flora y Marcus no me hablan el resto del día por mucho que intentara iniciar conversaciones. Flora adora a su hermano y no se separa de su padre. Dorian y Fauna si pasan tiempo conmigo, cosa que agradezco. El día lo pasamos recorriendo el reino de mi abuelo Kenan. Flora le habla a su padre de todo lo que han hecho en este tiempo y como puede estar conectada a tantos árboles. Fauna también habla de cómo los animales le hacen caso y la siguen a todos lados. Intentaba opinar sobre sus progresos, pero Flora o Marcus me callaban o cambiaban de tema bruscamente. A la hora de despedida, solo Fauna y Sol me dieron un abrazo. Flora solo dijo un adiós rápido y Marcus ni una sola palabra.

La relación con Flora y Marcus, es inexistente. Flora me pidió que no la visitara más, que mi presencia le resultaba incomoda. Marcus no me dirige la palabra desde ese día. Cuando Lou vino a vivir conmigo y le conté mi situación, ella me dio su punto de vista de cómo se siente con su madre. Que su relación tampoco era buena, ya que Lina prioriza el trabajo y es poco los momentos que le dedica a ella. Ella me dice que no es lo mismo con Seraphine o Lucian, ya que la primera tiene un lazo fuerte por el trabajo que tienen. Lucian, es simple, es su heredero y él siempre ha estado al lado de su madre. Pero Lou no.

—¿Tengo que tener un reino para que mi madre me preste atención o ser central? No digo que no la quiera, solo digo que me gustaría sentir que tengo una madre —dijo Lou comiendo su postre congelado—. Así se debe sentir tus hijos, ellos sienten que no tienen una madre por mucho que les digas que los amas.

—¿Y qué te gustaría que tu madre hiciera por ti? —pregunté también comiendo mi postre. Esa noche fue de chicas.

—Ser mi madre y no decirme que lo es —dijo raspando la taza con la cuchara—. Me gustaría tener padres normales, pero eso no es posible. Cuando estás en una posición como la de ellos, tener hijos es solo un estorbo. Solo dale tiempo a tus hijos, cuando ellos quieran tenerte en sus vidas, te lo pedirán.

—No quiero estar lejos de ellos, odio no poder estar con ellos.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre mi mamá y tú? —cuestionó buscando más helado. Se sirve del gran tazón que hay en una mesa con otros dulces—. La diferencia es que tú haces todo para estar con tus hijos. Te peleas con mi bisabuelo, te peleas con la familia solo para estar con ellos. Mi mamá no hace ni el intento, ella puede visitarme en cualquier lado del universo y aun así no lo hace.

—El reino...

—No lo hace, porque a Seraphine la visita constantemente. A Lucian, ni se diga ¿pero a mí? No, no lo hace. Ni siquiera la recuerdo en la niñez, solo recuerdos vagos de sus visitas —dijo con la voz temblorosa—. ¿Tengo que tener un reino para ser importante para ella?

La abracé mientras que llora en mi hombro.

La realidad me golpea cuando Lucian aparece y saluda a todos. Lou saluda animada a su hermano y conversan. La familia va llegando y Dorian empieza a jugar con sus primas y la hija de Demian.

—¿Cómo estás? —pregunta sentándose a mi lado, su esposa se encarga que su hija no salga lastimada.

—Tristan me quitó a Lou, mis hijos no me quieren y estoy lejos de mi esposo —respondo apoyada en el espaldar del sofá y el cuerpo todo estirado—. El reino está bien ¿y tú?

—Apaleé varias manifestaciones, llegué a un acuerdo entre el pueblo y ahora lo discuto con los concejeros. La economía en recesión y con una inflación que me come los pies —dice imitando mi postura—. Pero la familia está bien, o al menos eso creo.

—No se puede tener todo al mismo tiempo —digo observando como los niños juegan con Alía, ella los persigue por toda la sala—. O la familia te odia y tienes el reino en óptimas condiciones. O la familia te ama y tienes el reino vuelto mierda.

—Al final del día estarás mal y con la depresión al mil por ciento —replica cansado. Él mira cuando su madre y padre entra en la habitación. Se endereza a una velocidad record, yo lo imito, pero me doy mi tiempo.

—¿Estaban cómodos? —pregunta el señor Seth acercándose hacia su hijo y poniendo su mano en su hombro.

—Te soy honesto, prefiero la primera opción —responde Demian resignado.

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