Luna: El cumpleaños de Dorian
Mi hijo va a cumplir seis años y yo quiero que mi familia celebre el cumpleaños de Dorian, en especial Sol, Marcus, Taurus, sus abuelos, sus primas y toda la familia en general. Como es habitual, envío todas las invitaciones con mis lechuzas de hielo. La fiesta ya está planificada, será en el gran salón de fiestas, aunque no realizo casi nada. Me encanta los bailes, pero el dinero gastado es muchísimo para algo tan frívolo. Me gusta más es realizar festivales en distintos puntos de mi reino para para mi pueblo, es mejor así y no recibo tantas críticas al respecto.
Las lechuzas enviadas para mi familia por el lado oscuro, aceptan venir. Pero no han venido las del lado de la luz o central. Invité a mis hijas y a mis abuelos, ellos no deberían tardar, ya que las restricciones no se aplican a ellos. Tardan en llegar el resto de lechuzas y una en particular me entrega un mensaje.
Luna, deja de mandar tus lechuzas al reino de la luz. Comprende que no se puede cruzar y mucho menos por una fiesta de cumpleaños. Y tus hijas no podrán asistir por diversos compromisos que tienen con su reino.
Kenan Godness.
¡Hijo de puta! Tomo un papel y escribo.
Mi hijo no ha pasado un solo cumpleaños con su familia unida. Habla que la familia es lo más importante, pero es el primero en separarla. Si iba a tener a la familia alejada, no la hubiera creado en primer lugar y se hubiera quedado solo. Y en cuanto a mis hijas, yo las quiero en la fiesta de su hermanito menor.
Luna Godness.
Le entrego la carta a la lechuza y espero molesta a la respuesta. La cual no tarda mucho.
Mira mocosa malcriada, yo no soy tu padre para que me hables de esa forma. Soy tu señor y más te vale respeto. Y en cuento a mis bisnietas, ellas están más enfocadas en sus obligaciones que ir a un cumpleaños cualquiera. Y si quieres seguir celebrando el cumpleaños a tu hijo, mejor deja las cosas como están. Porque como te lo di, te lo puedo quitar.
Kenan Godness.
Quiero responderle, de verdad le quiero decir sus cosas al imbécil ese, pero si lo hago, le haría daño a mi bebé. ¡Carajo! Solo quiero que la familia esté unida, pasar un día de celebración con mi esposo. No estoy pidiendo gran cosa.
Está bien, señor Godness. Dígales a mis hijas, que cuando les dé la gana de visitarme, que lo hagan. Que yo no las parí para no verlas.
Luna Godness.
Envío la carta y me concentro en organizar la fiesta de mi hijo. Que mi esposo y mi hijo no puedan venir lo entiendo, pero a mis hijas no. He repasado todos mis recuerdos y no he visto que me he portado mal con ellas. Fui estricta, pero Sol también lo era y a él lo adoran. Mi reino es frío, pero hay tantas cosas que se puede hacer como para decir que es aburrido. O simplemente el problema soy yo, no les agrado, no soy divertida o buena madre. Con Marcus pasa igual, le hice una caja de música para que no se sintiera tan solo, pero supongo que ni la abrió. Tengo miedo que me pase lo mismo con Dorian, que crezca y vea que su madre no es la mujer maravillosa que veía cuando era un niño.
Hice hijos para que me odien y me desprecien. Hice hijos para no estar con ellos, para estar peor que cuando no los tenía.
Me enfoco en la fiesta de Dorian, me enfoco en él para que al crecer no diga que no le di la suficiente atención, que no lo escuché, que no lo animé. Me concentro en él para ignorar mi creciente soledad.
Preparo a Dorian para su fiesta.
—¿Papi por qué no puede venir? —pregunta de pie en la cama mientras que le abotono su camisa.
—Por culpa del bisabuelo que no lo deja venir —le digo—. Vamos con el pantalón.
Tomo la prenda y él se afinca en mi hombro mientras que mete un pie en un orificio y luego el otro pie. Le pongo un jubón y una chaqueta azul con bordado plateado.
—¿Y por qué no lo deja venir? —pregunta Dorian sentado en la cama mientras que le pongo los zapatos.
—Porque no quiere que la familia esté unida, ni siquiera quiso que tus hermanas vinieran —digo levantándome, me volteo y tomo el cepillo del tocador—. Necesito que te quedes quieto.
Mi bebé asiente y le peino sus ligeros risos blanquecinos. Él es mi calca, así como mis demás hijos son la calca de su padre. Es agradable tener un hijo parecido a ti para variar.
—Estás listo —digo y él baja de la cama y se mira en el espejo—. Guapo y poderoso, me niño hermoso.
Mi bebé y yo vamos a su fiesta de cumpleaños. Mi familia por el lado oscuro viene para celebrar a mi príncipe, también algunos invitados de mi reino con sus hijos pequeños. Los niños juegan, los adultos conversan y beben. La velada es bastante agradable, Dorian se divierte y eso me hace feliz.
—Son hermosos cuando están así —comenta la señora Laila detrás de mí.
—Es una lástima que su padre no lo pueda ver crecer —comento viendo a Dorian patear una pelota con sus amigos.
—Kenan me envía a hablar contigo —dice sentándose a mí lado—. Solo Seth lograba hacerlo enojar, pero tú compites a su lado.
—Solo quiero a mi familia junta, no es mucho —digo serena—. Y seguiré peleando para conseguirlo.
—Lo sé, es admirable —dice observando como mis sobrinas cargan a Alía y juegan con ella a las muñecas—. Kenan ha creado a una familia numerosa, y al igual que nosotros, el universo también se expande. Es una tarea titánica mantener el control y la paz como te habrás dado cuenta...
—Sacrifica una parte para preservar otra, eso lo sé. Pero me niego a ser el daño colateral —comento tensa.
—Querida, no estás ni cerca de ser el daño colateral, estamos lo más arriba de la jerarquía como para experimentar el daño colateral —dice viendo como Alía corre y se lanza hacia una piscina de pelotas. Mis sobrinas corren para sacarla de allí, pero la niña se sumergió y nada tranquila—. Los mortales son los que pagan los daños colaterales, ellos mueren para que nosotros sigamos como estamos. Son ellos los que sufren las consecuencias de nuestras acciones.
—¿Y lo que usted quiere es que me quede callada y acepté el plan de nuestro señor como si nada, con la esperanza que en algún momento todo mejore? —cuestiono molesta.
—A ver, querida. —Gira su silla para mírame—. Creo que no has entendido la cuestión de ser un dios. Tú puedes hacer todo lo que te venga en gana. Declarar una guerra, robar, anexarte territorios, lo que quieras, pero. —Hace un gran énfasis en el "pero"—. Tus acciones no pueden ir en contra de los planes de Kenan. Si Kenan no quiere que veas a Sol en un determinado tiempo, es por algo que en el futuro ocasionará.
—¿Y cómo sé cuáles son los planes de ese ser? —pregunto gruñona.
—Primero, déjate de tu orgullo. Él es malcriado a veces y si lo haces enojar más, solo por maldad te hará esperar aún más para ver a Sol —dice mirándome fijo—. Segundo, cuando te calmes, vienes a mí para que me digas cuáles son tus planes en los que involucres tu divinidad y en los que consideres que afectaría al universo. Allí yo te digo los que puedes hacer y en los que no por los momentos.
—Es que yo hago lo que quiero en mi reino y no me interesa lo que hagan el resto, solo quiero a mi familia unida —digo ansiosa.
—Te comprendo en lo absoluto, y he estado en tus zapatos. Pero también esta separación ayuda a unir y mantener a los reinos en relativa paz. Todavía la herida de la guerra de los dragones es muy reciente y tú lo sabes. Sabes que todavía tus soldados tienen secuelas mentales por lo mismo, al igual en las tribus sureñas —dice relajándose, mientras que se soba los brazos—. Sé inteligente Luna, juega bien. Pero por favor no te enfrentes a un enemigo que ni todos los dioses le pueden ganar.
—Mi hijo crecerá sin un padre —digo conteniendo las lágrimas.
—Tu hijo crecerá y siempre sabrá que tiene un padre y una familia que lo ama —dice ofreciéndome un abrazo el cual acepto.
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