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Louisa: Ojos azules

    Mi padre se queda a dormir conmigo. Él escuchó atento mi explicación de mi tesis. Mi papá se veía animado, sé que tengo un buen invento, sé que puedo revolucionar al universo. Pero necesito el dinero para eso. Mi padre me dijo que me ayudaría, pero aflojar doscientas mil coronas sólo porque tu hija te lo pide es otra cosa. Si fuera por mi papá, me daría el universo entero, pero hay límites, él batalla una guerra dura y por muy increíble, no me puede dar todo lo que quiero pese a que es un dios. Sé que debo ser más agradecida con mis padres, mi mamá me dijo que tendría que trabajar para ganarme la financiación, demostrarle que puedo manejar una empresa del calibre que quiero. Que por más que sea su hija, debo ser responsable y ser la mujer dura de negocios, que no se dejaría embaucar.

Mi mamá quiere darme ese sentido del deber y se lo agradezco. Mi papá también quiere hacerlo y tengo que demostrarles que estoy a la altura.

Mi papá se levanta muy temprano y se va a realizar sus cosas. Yo también me levanto, tengo que ir a la imprenta y a reunirme con mis compañeros para seguir afinando los detalles de la presentación del invento. Me baño y me visto con pantalones, camisa y abrigo. Los vestidos los he ido dejando sólo para eventos sociales relevantes como la coronación de mis primas Flora y Fauna. Ese día estuve pegada a mi mamá haciendo trabajo social. Salgo de mi habitación con mi cartera a la cadera y mi estuche de planos.

Comeré algo rápido en el desayuno y me voy, tengo un día largo. También caigo en cuenta que mis compañeros están organizando un baile para recolectar fondos. Tal vez si les extiendo las invitaciones a los aliados de mi padre, no estaría mal, sólo es una forma de invitarlos a integrase a este nuevo sistema planetario o yo que sé. Tengo que inventar...

No sigo con la línea de ideas porque me tropiezo con un hombre sumamente alto.

—¿Se encuentra bien? —cuestiona el hombre. Sus ojos tan azules como su cabello, perfectamente recogido en una coleta, me miran entre una mezcla de emociones como asombro, nerviosismo y admiración—. Perdóneme señorita, no la vi. Espero no haberle hecho daño.

—Ah... no... para nada —digo con los nervios de punta. Que hombre tan apuesto, de seguro es uno de los invitados de mi padre—. Estoy muy bien ¿y usted? De seguro no se habrá lastimado.

—Para nada, se necesita mucho más para lastimarme... pero usted es mucho, sólo que... —dice trabándose y se lleva la mano a la frente—. Estoy diciendo puras incoherencias.

—No se preocupe —digo mordiéndome el labio inferior—. ¿Y que lo trae por aquí señor...?

—Crown, Alexander Crown —dice inclinándose hacia adelante—. ¿Y usted es...?

—Louisa Godness. —También me inclino, él se sorprende y antes que diga otra cosa. Agrego—. Y mi padre es Tristan Godness.

—Vaya, con más razón debo disculparme alteza no tenía idea —dice apenado—. No era mi intención incomodarla.

—No lo hace, y no hay nada que se deba disculpar —digo con una sonrisita—. ¿Va a desayunar en el comedor principal?

—Justo voy para allá, sería mucho pedir si me guía. Apenas llegué ayer —dice sonriendo amable. Y yo asiento.

Caminamos juntos y él me saca conversación hasta que llegamos al comedor donde hay más hombres conversando y mi padre está con un grupo de sus consejeros. Al verme se emociona, pero sus gestos se endurecen al verme con el señor Crown. Camino hacia mi padre donde él, de forma protectora me atrae a su lado.

—Señor Crown, que bueno es tenerlo por aquí. —Mi padre estrecha la mano de Alexander—. ¿Ya conoció a mi hija, verdad?

—Tuve el placer de hacerlo más temprano, ella fue muy amable en guiarme hasta acá —dice educado. Sus facciones son duras, pero la forma en la que me mira, se siente como si estuvieras en la nube más suave en la que podrías estar.

—Me imagino, pero bueno. Supongo que ya están todos los presentes. —Mi padre me guía hasta mi silla y la retira por mí. Supongo que él también nota la forma en la que me mira Alexander. Me da ternura, no me quiero imaginar cómo hubiese reaccionado cuando mi madre me descubrió besándome con ese muchacho. Ya con eso en mente ¿cómo sería besar a ese hombretón tan alto que fácilmente podría medir lo mismo que el dios de la muerte, con esos ojos tan azules que no sería natural y con rasgos tan varoniles? Se nota que es mayor, pero ¿Cuánto? Que no sea un viejo como mis abuelos. No sé cómo mis abuelas pudieron estar con alguien que tuviese miles de años. Hasta cuarenta acepto, o tal vez el siglo para no ser tan mala.

Por primera vez en mi vida presto atención a las conversaciones políticas de mis padres. Así me entero que el famoso señor Crown es el emperador de las Galaxias Occidentales. Buen estatus social, bien. Mi madre aceptaría un cortejo, sólo por el título. Ella siempre ha hecho hincapié en lo importante que debe ser la posición social, nada clasista por parte de ella decir eso. También escucho que el emperador se quedará para concretar la alianza de conquista que tiene con mi padre. Por como hablan de él y el tiempo de reinado que tiene, debe tener más de trescientos años.

Bien, es muchísimo a lo que me gusta un hombre y también comparte el sentimiento bélico de mi padre. Dos cosas que no me agradan, pero agregándole puntos es que busca tener lazos comerciales. Si tan solo lo invitara a invertir o yo que sé ¿un café? La verdad tengo muchas cosas revueltas en mi cabeza, lo mejor es esperar a que mi papá me consiga el dinero y así no le tengo que abrir las piernas a un viejo y me dé más de medio millón de coronas. Aunque he visto a compañeras acostarse por un trago o un bolso de diseñador. Medio millón por acostarse con una princesa está más que bien y agregando que virgen. Ahorita le debería besar los pies a mi mamá por estar encima de mi vida amorosa.

La reunión se extiende y yo tengo que hacer cosas de adulta mantenida por sus padres. Me disculpo con los hombres y mujeres, ellos asienten y le doy un beso en la mejilla a mi padre.

Siento los profundos ojos azules a mi espalda. Primera vez que un hombre me pone tan nerviosa. Después que haya terminado, me iré a una boutique para ver qué vestido elegante y sensual usaré en el baile de recaudación de fondos. Y con suerte pescar ese hombretón de ojos azules y sus millones.

Bueno, sólo quiero decir que odio a la gente. Primero, la maldita imprenta abrió dos horas tarde y encima teníamos a cuatro grupos por delante; es que se quedaron a dormir allí o qué. Pasamos cinco horas en ese lugar hasta que por fin nos atendieron. Luego fuimos a buscar las cosas que le vamos a regalar a los jueces y preparar la hacienda de Samanta porque también haremos un banquete con las familias de mis compañeros y la mía. Probar los inventos y resguardarlos. Ni siquiera fui a la boutique porque estaba tan del asco que ni yo misma me dejaría entrar a la tienda.

Llego a mi casa a las diez de la noche, arrastro los pies como puedo por los pasillos. Por estos motivos es que prefiero las casas pequeñas, llegas cansada, amargada y tienes que caminar kilométricos pasillos para llegar a tu majestuosa habitación. Me concentro en mis pies aporreados, como soy la que pruebo los vehículos, los pies se me acalambran al igual que las rodillas. Las manos me duelen igualmente, en este momento quiero de esos masajes que le da mi mamá a papá.

—¿Princesa? —me llama alguien y levanto la mirada cansada al impecable emperador Crown. Debí teletransportarme carajo—. ¿Se encuentra bien?

—Ah... sólo estoy cansada. —Me enderezo lo mejor que puedo, pero la espalda también me está matando.

—¿Quiere que la acompañe? No se ve muy bien —dice preocupado, no quiero discutir y accedo—. ¿Día difícil?

—Sí, estoy afinando los últimos detalles para mi presentación de tesis —digo con ganas de acostarme en el suelo y dormir por tres días. Y pedirle que me cargue sería un despropósito total.

—Me alegro ¿y de qué se trata su tesis si se pudiese saber? —pregunta educado. No le puedo insinuar que invierta, pero si le vendo y él por voluntad propia acepta, sería otra voz.

Procedo por todo el camino explicarle en qué consiste el invento de Samanta y el mío por igual. Le explico los beneficios que pudiesen traer al transporte a gran escala y cómo me gustaría sacar mi invento adelante.

—Me gustaría ver su invento princesa, si es que se puede, claro —dice dejándome en la puerta de mi habitación.

—Por supuesto, puede venir a verlo —digo emocionada—. Y a mí me gustaría ver su nave, si es que se puede, claro.

—Por supuesto, y daríamos una vuelta si no le molesta —dice con una sonrisita. En serio que hombre más espectacular. Su sola presencia hace ver a mis antiguos ligues como uno los seres más insignificantes.

—Para nada —digo contenta—. Usted diga la fecha y yo estaré lista.

—Así será. —Él se inclina y se va. Me recuesto de la puerta observando como sus anchos hombros se alejan ¿cómo sería ver...?

No termino lo que iba a decir porque la puerta de mi curto se abre por dentro y caigo de culo al suelo. La mirada acusadora de mis padres provoca que la sonrisita de tonta se me vaya.

—¿Supongo que ese paseo iremos tu mamá y yo? ¿verdad Lina? —le pregunta mi padre a mi mamá que no para de mirarme como si hubiera hecho la peor cosa y eso que ni me he acostado con él.

—Por supuesto amor, y luego volaremos con mi señor para tomar el té ¿te parece bien hija? —cuestiona mi madre a punto de soltar espuma por la boca.

—Primero, no he hecho nada malo —digo levantándome del suelo—. Y segundo, sólo estaba siendo amable con el invitado de mi papá.

Me adentro en la habitación y mis padres cierran la puerta.

—Sí, claro. Te he visto ser bien amable —replica mi madre irritada.

—Ay por favor mamá, si exageras —digo restándole importancia y dejo mi cartera en el mueble.

—Mira Louisa, no me interesa lo coquetas que puedas ser. Sólo te pido que te mantengas alejada de ese sujeto. No te quiero ni que le dirijas la mirada, ni el hola por cortesía ¿te quedó claro? —me amenaza mi papá y yo asiento como la buena hija que soy—. Bien. Haré todo lo más rápido para que ese hombre se regrese a su planeta.

—¿Y si yo le gustara, ustedes...? —pregunto tímida, pero por las miradas que me lanzan mis padres. No sigo por ese camino—. Sólo decía. Ya que mi mamá recalca el hecho que tengo que fijarme en hombres de mi misma clase social.

—A ver Louisa ¿te quieres casar ahora, traer hijos al mundo y hacerte cargo de un imperio dejando tu carrera que tanto te has esforzado en construir? ¿quieres dejar de ser la niña de papá para convertirte en esposa, madre y reina? No dormir, preocuparte por problemas que ni provocaste, pero como ahora eres jefa de estado, lo tienes que hacer. —Mi madre me mira severa—. Ese hombre busca todo lo que te dije, él ya llegó a un punto que perder el tiempo con señoritas impresionables pasó a ser una pérdida de recursos. Tú estás en un estado de la vida que quieres disfrutar tu juventud, estar con tus amigos y trabajar en tus sueños. No te agobies en darle pie a ese tipo de hombres porque no están en la misma línea temporal.

Ella se relaja y se lleva las manos a la cintura.

—Quédate como estás. Quédate como la joven que lo único que le debe importar es como sacar sus inventos adelante. Por favor —dice mi madre afligida. Ella se dirige hacia a mí y me abraza. Esto es extraño por decir lo menos.

Mi padre me prohíbe hablar con el emperador a solas, y debo estar escoltada en todo momento en el que él esté aquí. Mi padre me pide la cena y ellos se quedan conmigo. No comprendo por qué se ponen así, bueno. Estamos hablando que un hombre de casi medio siglo me puso el ojo y yo también que le di pie. Es comprensible, pero yo no me pienso casar todavía, como dijo mi mamá, tengo una carrera prominente como para tirarla a la basura por un hombre.

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