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Louisa: Financiamiento

    —Tenemos que llegar a un acuerdo —dice uno de mis compañeros de curso, Kylian—. Escoger cinco inventos para el final de la carrera.

—Son quince, esto es injusto. Trabajamos por dos años para tener todo listo —exclama Lili furiosa. Se escucha un murmullo afirmativo en el salón. La universidad nos obliga a escoger solo cinco inventos, es decir, que los grupos se tienen que disolver para agregarse a los cinco inventos ganadores. La universidad tomó la decisión debido a la invasión y a los daños sufridos a la institución, las facultades se han visto en la difícil tarea de reajustarse.

—Lo sé, pero hay que ser conscientes de la situación actual de la universidad y del planeta —replica Kylian. Él es hijo del ministro de armas de mi padre. Su invento por supuesto que va, un arma capaz de disparar múltiples veces en una sola carga. Puede lanzar cien disparos en un minuto—. El rector fue claro y generoso en permitir que entre todo el curso votemos por los inventos y no lo hagan ellos.

—¿Cuáles inventos están casi finalizados y no sufrieron por los daños? —pregunta un chico moreno con orejas puntiagudas—. Podemos hacer un proceso de eliminación y así no sería tan injusto.

De los quince grupos, solo siete levantan la mano incluida la de Kylian. Lastimosamente mi equipo no está en esos siete. Nuestra locomotora quedó hecha trizas por la explosión, el dolor que sentimos todos fue palpables al momento de volver a la universidad. Tenemos los planos listos, la tesis terminada, y las pruebas aprobadas, pero sin invento físico, no somos nada.

—Bien, de los siete grupos. Digan sus inventos y una pequeña característica para anotarlas en la pizarra —dice Kylian yendo al pizarrón. Por supuesto anota su invento con los nombres de su equipo y lo que hace, al lado pone "defensa militar". Su invento es bueno, pero tengo la espina atorada porque mi invento quedó hecho trizas; y que su invento es para la guerra. Este universo necesita paz, no más sangre derramada.

—Represa de agua para la generación de electricidad —dice una chica de pelo azul y orejas puntiagudas, sus ojos son rasgados. Es muy bonita. Ella dice los nombres de su equipo y lo que hace su represa. La electricidad sólo se limitaba al cielo, pero se ha descubierto una forma de generarla, incluso se puede usar en motores para la producción industrial. La verdad, es una muy buena idea. Kylian puso al lado del invento "motor hidráulico"

—Un vehículo con motor de combustión —dice otro compañero. Automáticamente nos giramos asustados a ese grupo.

—¿Cómo lograron un motor de combustión sin que explote? —Pregunta Sophia. En estos momentos agradecemos su imprudencia.

—Estamos todavía haciendo pruebas, pero ya estamos cerca de lograrlo —responde una compañera llamada Samanta encogiéndose de hombros—. ¿Ustedes también lo están haciendo?

—Nosotros hicimos un vehículo terrestre de motor a vapor —intervengo nerviosa.

—¿Cómo hicieron un motor a vapor para un vehículo terrestre? Esa cosa es sumamente pesada como para mover algo —cuestiona la chica.

—Lo hicimos con varios carros, un motor hala a una hilera de cinco carros en total. Es impresionante, de hecho si funciona. El motor no explotaba ni nada —responde Frank—. Lo complicado era construir los rieles para que nuestro vehículo avanzara.

—El nuestro es del tamaño de un carruaje y no necesita los rieles —responde Samanta—. Si quieren se pueden meter con nosotros y nos ayudan a crear un motor que no explote tanto.

Nos miramos entre nosotros y aceptamos. Kylian pone nuestros nombres en la pizarra y coloca al lado "transporte".

Los demás dicen sus inventos, la verdad son muy buenos y cada uno merece los fondos. Pero ajá, la guerra.

—Pero ¿no podemos conseguir el dinero nosotros para financiarnos? —cuestiona la chica de pelo azul—. Hacer como hacen la facultad de humanidades de ponernos a vender postres u organizar eventos.

—¿Sabes cuánto necesitaríamos para conseguir si quiera un solo invento? —cuestiona otro compañero sarcástico—. Ellos se les hace fácil, porque son humanidades ¿qué es lo máximo que comprarían? ¿Una casa donde dormir?

—No seas idiota. Además, los materiales de la carrera de arte son caros —dice otra chica—. Pero lo que dijo Ana es válido, tenemos que buscar financiamiento si queremos que nuestros inventos salgan.

—La economía del planeta está actualmente dirigida en defensa y la conquista —dice otro chico y muchas miradas van hacia a mí. Me encojo de hombro nerviosa.

—¿Tu padre no puede redirigir un poco los fondos? —pregunta un chico suplicante.

—Ni queriendo mi padre va a hacer eso —replico tensa.

—El presupuesto está arreglado y créeme que financiar a un grupo de pubertos no están en sus planes —contraataca Kylian—. Es por eso que lo mejor es dirigir nuestros inventos hacia la milicia. Si les dicen a los inversores que sus inventos pueden ayudar en la defensa, tal vez lo consideren.

—¿Y si hiciéramos un baile para recaudar fondos? Invitaremos a grandes personalidades para hablarles de nuestros inventos —cuestiona un chico—. Podemos hacerlo al final de la carrera para conseguir financiación y trabajo.

—No sería malo —dice Kylian—. Pero igual hay que votar por los cinco inventos.

Se crea un silencio incómodo. Pero al final se quedan el arma de Kylian, la represa, el vehículo a motor de combustión, el telégrafo y la bombilla eléctrica. Los equipos quedan formados casi a regañadientes.

Nuestro nuevo equipo se reúne en el laboratorio del auto por combustión, ellos nos enseñan lo que tienen ya listo y nosotros mostramos nuestras ideas.

—Podemos pulir el motor, lo que importa es eso para que el vehículo pueda funcionar —digo examinando los planos—. ¿Con que alimentan el motor?

Ellos nos explican todo a detalle. Los próximos meses nos ponemos en marcha para trabajar en su proyecto, pudimos resolverle el tema de las explosiones, la carrocería, la suspensión y la transmisión. Creamos tres modelos de autos, cada uno tiene un modelo de carrocería distinto. Uno es de latón, el otro de acero y el ultimo de aluminio. Estamos a las afuera de la ciudad para probar los autos.

—¿Quién va a manejar? —pregunta Frank con su libreta en la mano. Yo levanto la mano y dos más del otro equipo se postulan. Nos encontramos en la hacienda de la líder del equipo, Samanta. Ellos decidieron tener su taller aquí, debido a que querían tener en secreto su invento, y resultó maravilloso porque no se destruyó como los otros.

Realizamos las pruebas por tres horas, giramos por una pista no sé cuántas veces probando que auto se comportaba mejor y resultó ser el mío, que aguantó hasta que se acabó el combustible. Hicimos las pruebas posteriores a los tres, el de latón no pasó la prueba por las múltiples abolladuras y que el mismo material calentó muchísimo al piloto. El de acero pasó la prueba al igual que el de aluminio, pero el de aluminio resistió mejor el terreno. En conclusión, nos quedamos con ese material.

La tarde la pasamos afinando los últimos detalles de la tesis para mandarla a la imprenta y así para que nuestro tutor la revise y la apruebe. Me siento bien que ya esté terminando la carrera, pero al mismo tiempo mal porque no fue con nuestro invento. El invento del equipo de Samanta es muy bueno, y por lo general se les atribuirá el mérito a ellos, no a nosotros. Lo que hicimos fue que el motor dejara de explotar y mejorar el diseño de la carrocería. Ya será en unos años que pueda mostrar nuestro invento.

Le había preguntado a mi mamá si me podía financiar con mi herencia, pero dijo que no. Que ese dinero debía usarse para otros asuntos más acordes a mi "posición", la verdad no sé a qué se refiere. Y si espera que lo invierta para la guerra o para algo político, se quedará sentada. Lo peor es que no le puedo decir a mi papá para que intervenga por dos motivos; la primera, está administrando los planetas conquistados y no ha vuelto en dos años. Y la segunda, es que mi mamá creó el fondo cuando estaba aún en su vientre, es decir, que mi papá no tenía el poder económico como para crear una herencia de ese tamaño.

Aunque mi padre sea rey y dios, el dinero que toma y gana, se lo invierte en la guerra. En pocas palabras, no hay dinero. He buscado financiamiento por otros lados, familiares, primeramente, pero no ven con buenos ojos mi invento. Lo ven más como un capricho que algo que de verdad es revolucionario. El que medianamente se interesó fue Demian, me dijo que le diera al menos dos años para que me diera una inicial. De vez en cuando le escribo a Demian, tenemos buena relación. Con Seraphine más o menos, al menos ya no me trata mal. Sólo me pide que me vaya bien en la universidad y que no termine en la cama de ningún idiota.

Llego cansada a la residencia, no lo puedo llamar hogar, porque no lo siento de esa forma. ¿Qué es mejor que el palacio sombrío? mil veces sí. ¿Se siente a mi casa de infancia o al palacio de mi tía Luna? Para nada. Paso la mayor parte sola, ya sea en la universidad o en la residencia. Creo que tener a mis compañeros de clases ayuda bastante, pero soy consciente que no me consideran una de ellos. Algunas veces sueltan comentarios pasivos agresivos cuando hablan de la guerra o de mi padre. No tengo a nadie que le pueda contar como me siento o lo que pienso.

Arrastro mi mochila por el suelo del lugar, la verdad se siente extraño el lugar, como si hubiera gente aquí. Le pregunto a un guardia si hay gente, él me responde que mi padre llegó en la tarde con un grupo de gobernadores planetarios, se encerraron en la sala de reuniones y no han salido.

No sé cómo sentirme al respecto, supongo que es bueno que papá esté aquí. Pero eso es momentáneo hasta que haya otra guerra que pelear y también es tener a mamá más tiempo de lo usual. Ella es buena, algo metiche, pero buena. En serio intenta ser mi mamá y se lo agradezco, se la ha pasado este tiempo por fuera concretando alianzas y cuidando las que ya tiene.

Llego a mi habitación y pido comida para comer aquí. No quiero cenar sola en un gran salón y no me apetece cenar —si es que salen— con un grupo de hombres que no me interesa conocer. ¿Podrían ser buenos inversores? Por supuesto, ¿Me pedirán mi mano en matrimonio a cambio de darme un aproximado de quinientas mil coronas? Absolutamente. En conclusión, espero tener trabajo con el equipo de Samanta o empezar a rogarle a quien sea por dinero. También puedo trabajar en alguna empresa, como la de mi tía Luna.

Pero dudo que mis padres me dejen ir y más mi mamá. Ella ya me ha dicho que me pondrá a trabajar en alguna empresa de ella. Tal vez sea bueno mientras que consigo el dinero para mi invento.

Me doy un baño y espero a que me traigan mi cena mientras que leo la tesis de mi propio invento. La universidad la aprobó, dijo que era factible poder financiarlo, pero sería dentro de varios años y si es que la junta directiva lo aprobaba. Agradezco estar viva, pero detesto que esa bola atacara mi laboratorio ¿por qué no pudo ser el de alguien más? Lloro al ver los bocetos y los planos de construcción, no faltaba mucho por terminar y aun así se destruyó.

Mi comida llega y como desmotivada, está rica. Como sin mucha energía para acostarme a dormir. Mañana tengo que ir a la imprenta y luego a la hacienda para afinar los últimos detalles para la demostración y defensa del mes próximo. Invité a mi tía Luna, a Demian, mis hermanos y mi madre. Mi padre puede venir si no es que esté ocupado para esa fecha.

Me termino acostando en mi cama, pero por muy increíble no logro quedarme dormida. Mi cuerpo quiere dormir, pero mi mente está trabajando a toda mecha para conseguir dinero. Hablar con Lucian es perder el tiempo, él es una extensión de la mentalidad de mi mamá. Lucian es su consentido, eso es una novedad absoluta. Seraphine es un caso extraño, antes de ser una diosa podría decir que era agradable conversar con ella. Pero la ascendieron y los humos se les subieron a niveles cósmicos y ni hablar de su locura. Mi padre la adora, pero si es brusco de vez en cuando con ella.

Mi padre no tiene favoritismo o al menos no tan marcado. Pero pedirle dinero ahora sería en vano.

Ruedo por la cama hasta que se abre la puerta de mi habitación, me siento en la cama y lo veo caminar silencioso.

—No quería despertarte —dice culpable, él camina hasta la cama—. Pensé que bajarías a cenar.

—Estabas en tu reunión con tus gobernadores, no tenía sentido mi presencia —digo haciendo un lugar para que él se meta.

—Tu presencia siempre me da paz —dice abrasándome y yo apoyo mi cabeza en su hombro—. Me voy a quedar por un mes, estaré concretando algunas alianzas. Estoy logrando buenas cosas hija.

—¿La conquista terminó? —pregunto esperanzada.

—Para nada hija, ¿sabes cuantos planetas hay? —exclama divertido—. A lo que me refiero es que llegué a un acuerdo de no agresión y protección con el emperador de las galaxias orientales. Logramos eso y con su apoyo, dentro de diez años seguiremos con la expansión del territorio.

—Que emoción —digo ácida, pero me quedo pensando algo—. ¿Algunos de esos aliados que tú tienes no están buscando financiar a un grupo de jóvenes ingenieros?

—¿Por qué la pregunta? —Me mira inquisidor—. Si te soy honesto hija, preferiría que te mantuvieras alejada de mis asuntos. No quiero que te comprometas por algo de dinero. Además, yo te puedo ayudar, sólo dime el monto y veré como te lo consigo ¿sí?

—Está bien papá —digo resignada—. En un mes presento el proyecto final —digo para cambiar de tema—. Espero que estés libre por si quieres asistir.

—¡Por supuesto que voy a ir! —exclama feliz—. Ya quiero ver tu invento en acción.

—No voy a presentar mi invento, se destruyó cuando esos monstruos verdes intentaron invadir el planeta. Estoy en otro equipo con otro invento que ni creé —digo desanimada.

—Pero, ¿no tienes los planos o qué? —pregunta ansioso—. ¿Para eso es el dinero?

—Sí tengo los planos, tengo casi todo, pero no el dinero para reconstruirlo y más los rieles —hablo triste—. La universidad no puede volver a financiarlo debido a que tuvieron que reconstruir los edificios destruidos y los equipos perdidos. Había hablado con mi mamá para ver si me podía dar el dinero de mi herencia para mi invento, pero me dijo que no, que ese dinero tenía que servir para otras cosas.

—¿Cómo cuáles? —pregunta molesto mi papá—. Ese dinero es tuyo y puedes tomarlo al cumplir 25 años. Aún faltan dos años, pero creo que se puede hablar con tu madre a ver qué me dice.

—Mamá dice que me pondrá a trabajar en las empresas familiares, dice que mi invento es arriesgado para que invierta tanto dinero —digo triste—. Necesito mucho dinero papá, para poder llevar a cabo mi proyecto necesito más de doscientos mil sólo para construir las locomotoras. Más los caminos. Entiendo la posición de mamá al no querer darme esa cantidad, pero yo le tengo fe a lo que creé. Ayúdenme, si quieren pueden ser dueños de lo que haga, sólo quiero crear y ayudar.

Él se queda callado.

—Tu madre tiene buenos motivos al no darte esa cantidad tan grande. Yo te puedo ayudar con un porcentaje, pero no está dentro de mis posibilidades darte todo ese dinero —dice rascándose la cabeza—. Voy a ver que te consigo hija, tal vez no sea mucho, pero con algo se empieza. Pero muéstrame tu invento para luego explicarlo con mis consejeros.

Me levanto feliz de la cama en busca de mi tesis y le explico las doscientas páginas completas. Mi tesis no es solo el diseño de mi locomotora, también es el diseño de los rieles y los caminos adecuados para su construcción. Mi padre me escucha las tres horas enteras, hace preguntas y da ideas de las cargas más adecuadas. Planea usarlo para el transporte pesado de armamento, aún no para el transporte público. Pero por algo se empieza.

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