Louisa: En El Planeta
—Te amo hija ¿lo sabes? —dijo mi papá antes de partir. Yo solo asentí, lo quiero un montón, pero solo de escuchar cómo fue su primera conquista me hace cuestionar muchas cosas de mi padre. Sé que sentí su cambio en cuanto me fue a buscar con mi tía Luna. Pero una cosa es no dejarte pisotear por nadie a cometer genocidio.
Si antes mis compañeros de clase y universidad me miraban con temor, ahora ni me pueden sostener la mirada. Lili y mis compañeros de proyecto no me cuestionan en lo más mínimo, otra persona podría aprovecharse y manipular a su antojo. Pero mi sistema moral me lo impide, me impide ver con buenos ojos la conquista, es mi padre y lo amo. Pero ¿dónde está el buen hombre que me crió de niña? ¿siempre fue así y solo cuando se convirtió en un dios dejó la máscara de rectitud que tanto profesaba?
Mamá no se inmuta con las noticias que llega, simplemente sigue cosechando acuerdos con el océano oscuro. La acompaño en algunos eventos, dependiendo que no choquen con mis estudios conozco a muchas criaturas. Después de que terminé el diplomado que mi padre me inscribió en contra de mi voluntad. Mi madre me inscribió en dos más, uno de administración empresarial y de liderazgo empresarial. Esos dos me gustaron un poco más. Y cuando estoy de vacaciones me lleva a ver cómo es el manejo de sus múltiples negocios. Esos van y ven me tiene loca, pero al menos paso tiempo con ella. Mi mamá se tomó en serio de no dejarme sola, a veces se ha intentado colarse en mis pocas salidas con mis amigos.
—No vas a ir —dije bajando las escaleras y ella siguiéndome como perrito faldero.
—Pero ¿por qué no? Tiene que haber un adulto con ustedes —protestó poniéndose a mi lado—. Un grupo de chicos no pueden andar solos por ahí.
—Mamá, tenemos veinte años. No somos niños —le dije y me fui. Claro, que fui con escoltas que estaban intensos a que nadie se me acercara. Así que no estaba tan desprotegida.
Pero eso mi mamá no lo dejaría pasar y ahora cada fin de semana (los que pasa aquí) me lleva a turistear a cualquier sitio. Boutique más que todo, ella ama la moda y las joyas. Su armario principal es el sueño de cualquier mujer. Con más vestidos que cada uno pueden costar miles de coronas.
Me falta tres semestres para terminar mi carrera, los pocos amigos que me hablan son los de mi proyecto de tesis, incluida Lili. Novio, ni en mis mejores sueños, lo más cercano que tuve fue un chico que me gustaba mucho, nos dimos unos besos hasta que mi madre se dio cuenta y puso el grito en el cielo, literal. Ella me descubrió cuando de forma imprudente fue a buscarme a la universidad y me vio besándome de una forma apasionada, debo reconocer, con ese chico.
—¡Louisa Godness! —gritó tan fuerte que se escuchó un trueno. De inmediato me separé y la vi echar chispas—. ¿Qué clase de comportamiento es este?
El chico me soltó apenado y él iba a decir algo, pero mi madre lo cayó con la mirada.
—Te vuelvo a ver cerca de mi hija y te refundo en el fondo del océano ¿me entendiste? —lo amenazó y el chico salió corriendo como alma que lleva el diablo.
Ese mes tuve que soportar las burlas silenciosas de los estudiantes y que ningún otro chico se fijara en mí.
—Tu padre se prepara para ir a las galaxias orientales, dice que el emperador de ese lugar ha aceptado reunirse para una anexión pacifica —dice mi madre leyendo la carta de mi padre. Ahora estamos en el presente. Ambas cenamos en el comedor privado. Agradezco enormemente que mi madre echara a una buena parte de las familias y concejeros de mi padre del palacio. Es que tampoco pusieron mucha objeción ¿Quién quiere hacer enojar a una diosa y la esposa del dios que comete genocidios? Pues nadie, ni si quiera yo quiero hacerlo ¿qué ganaría? Que toda mi familia se me fuera a la yugular.
—Me alegro que escoja la vía pacífica —comento feliz por las personas que vivirán un día más.
—Tu padre hace lo mejor que puede, buscando lo mejor para todos —responde mi madre dejando la carta y empezando a comer—. Él necesitará ayuda con el gobierno de los nuevos planetas. Sería lindo que lo ayudaras ¿no crees?
—Lo ayudaría en la parte tecnológica ¿recuerdas? —le digo menos entusiasmada. No quiero gobernar planetas que han sufrido un baño de sangre. Tal vez los ayude sí, pero no como gobernante—. Mi padre tiene un sin fin de aliados que con mucho gusto gobernarían por él.
—Pero no son un Godness —replica mi madre preocupada.
—Es mejor manos competentes y leales, que puestos ganados sólo por el nepotismo —digo firme—. No pienses que no ayudaré a mi padre o a esta familia, lo haré a mi manera y será genial ¿no crees?
—Pues si hija, sólo digo que desde ahora hay que pensar en tu herencia y la de tus futuros hijos. Porque después de que los puestos estén listos y las personas pegadas a esas sillas, será todo un lío sacarlas de allí —dice más calmada.
—De eso no te preocupes, Seraphine tiene ya a dos hermosos hijos y uno en camino que se aseguren de eso. Y conociéndola, ella va a estar pegada a mi padre para que sus hijos reciban algo —digo recordando a mis sobrinos; Draco el mayor y Hannah la segunda, el tercero debe nacer dentro de un mes.
—Ya lo sé, pero por tu lado igual. Pero bueno, me encargaré con tu padre cuando surja el momento —dice zanjando el tema.
Terminamos de comer en silencio. A veces aprecio cuando ella está metida en sus asuntos y no me molesta con sus cuestiones monárquicas. Mis padres son dioses poderosos, no necesiten que una joven de veintiún años sin ganas de poder esté allí fastidiando. En fin, entre más alejada esté de los asuntos de mis padres, mejor para mí.
Paso mi semana concentrada en mis exámenes finales para pasar al séptimo semestre. Tengo mis planos listos, mis compañeros tienen el material ya comprado, solo falta armarlo y listo.
—Hola muchachos —los saludo al entrar en el laboratorio que nos asignó la universidad.
—Su majestad —dicen los cinco integrantes de mi equipo realizando una reverencia.
—¿Empezamos? —pregunto yendo a la labor investigativa. Ya no puedo pelear con el protocolo. Ellos asientes y nos disponemos a terminar nuestro proyecto. Yo me encargo del motor con Richard y George. Sophia, Lili y Frank se encargan de los rieles y el desarrollo del camino.
He trabajado con ellos desde el primer semestre, son inteligentes, divertidos y apasionados. Me encanta trabajar con ellos en los proyectos. Hemos avanzado bastante, ya dejamos los modelos a escala y ahora estamos con un modelo real. Con suerte para el final de la carrera logremos sacar al mercado nuestro invento. Y así poder ayudar a las personas, se puede usar para uso comercial como privado.
Trabajamos hasta la noche, cada uno ya se encuentra exhausto y sucio. Mi ropa se encuentra llena de hollín, carbón y aceite.
—Deberían de poner los baños más cerca —se queja Frank llegando y toma asiento al lado de Lili.
—Y las duchas —dice Sophia. Ella está igual de sucia—. Mi familia me ve así y me sacan de la carrera.
—Es que no los culpo, la hija de...
No termina la frase porque una gran fuerza nos arranca de nuestros asientos. Volamos por los aires. Una masa negra sale de mí y se extiende a mis compañeros. Aterrizamos en el jardín donde varios estudiantes salen corriendo por todos lados. Mis compañeros están desorientados al igual que yo. Se escucha otro estruendo con una bola de fuego dirigiéndose hacia nosotros, instintivamente levanto un muro de materia que la contiene y cae en algún lado.
—¡Busquen refugio! ¡yo me encargo! —les grito a mis compañeros y salgo disparada hacia el cielo donde veo a lo lejos en el mar como una flota de barcos lanzan bolas de fuego. Me voy veloz hacia la costa, con mis poderes, creo manos gigantes de materia oscura y las uso para destruir a los barcos más cercano. Los lejanos siguen lanzando las bolas de fuego. Termino con una flota de diez barcos y me voy hacia el mar a destruir a los demás barcos, los arqueros me empiezan a disparar. Pero esquivo ágilmente las flechas y destruyo cada navío que puedo.
No me detengo hasta que un gran golpe me azota por detrás. Esto provoca que caiga en un barco con un grupo de soldados desconocidos y asquerosos, estos no pierden el tiempo en atacarme. Esquivo los golpes y libero a las pocas sombras que albergo, no soy mi padre que alberga a medio reino en su cuerpo. Estas me protegen mientras que vuelvo con la materia oscura y destruyo a los soldados. Despedazo el barco y vuelvo al cielo al ataque. Observo como el mar se vuelve agitado y un muro de agua se forma en la costa y a lo lejos del océano. Clara señal de largarme.
Sin embargo, otro golpe me vuelve a lanzar al suelo, pero esta vez es al mar. Lo que me había golpeado me toma del cuello y empieza a ahorcarme. Intento pelear, pero la criatura no me suelta. Puedo respirar bajo el agua, pero si me aprietan el cuello, obviamente no podré hacerlo. Empiezo a ver borroso hasta que una gran masa de agua golpea la criatura. Es tan fuerte la fuerza del agua que me empuja aún más hacia abajo.
Intento nadar hacia arriba como puedo, pero no lo logro porque el mar está agitadísimo que llegar a la superficie es una tarea titánica. Por suerte una burbuja aparece a mi alrededor y por fin puedo respirar aire. La burbuja me saca del agua y me deja en la orilla donde se encuentran una especie de batalla. Al parecer mi madre está devolviendo a los atacantes para que sean asesinados por los soldados del planeta. Corro fuera de la playa hasta llegar a un muelle donde caigo estrepitosamente al suelo. Al ver lo que me hizo caer grito de la conmoción. Un grupo de cuerpos destrozados y quemados. Me levanto nerviosa y empiezo a correr hacia las calles. Muchas personas corren y gritan desesperados.
Me detengo en un edificio en ruinas. Las personas están ayudando a remover los escombros.
—¿Quién está adentro? —pregunto agitada al gentío.
—Un buen número —exclama una mujer. Me alejo y con mis poderes levanto poco a poco los escombros.
—¿Dónde los pongo para que no cause más daño? —exclamo con los escombros en el aire. Varios vecinos señalan a un extremo y desalojan a los que están allí. Hago múltiples veces la acción hasta que de poco a poco salen vecinos enterrados. Las personas los van sacando y los llevan hacia una especie de enfermería improvisada—. ¿Hay más edificios derrumbados?
—Tal vez señorita, pero no sabemos —dice una mujer mayor, tose de forma brusca.
—¿Cómo se llama? —pregunta un hombre que ayuda a la mujer.
—Louisa Godness, necesito irme. Tengo que asegurarme que no haya más heridos —hablo firme y el señor asiente.
Salgo disparada hacia el cielo en búsqueda de más personas por ayudar. Veo un centenar de edificios en llamas. Levanto los escombros y los uso para apagar el fuego. Así puedo entrar a los edificios y sacar a todo ser que pueda salvar. Tengo que protegerlos a todos, esta pobre gente no puede morir así.
Ya en el cielo me voy un poco hacia el espacio y la vista me horroriza en lo más profundo de mis ser. Cientos de naves a la espera de invasión del planeta, naves enemigas llenas de criaturas que nos masacrarán a todos. Desciendo hacia la costa en busca de mi madre, pero el mar está librando su propia batalla con las naves que ya están volviendo a rearmarse. Mamá es una gran ola que arrasa todo a su paso. Ella está ocupada y yo no puedo con esas naves, pero sé que si la llamo destrozaría a todos sin mucho problema.
Me voy a tierra y saco de mi bolsillo mi medallón familiar. Saco la bola roja y la aplasto, transmito veloz el mensaje para mi hermana. Solo espero que no haga más daño que bien. Tomo de mi medallón la bola gris y le mando un mensaje a mi padre describiendo lo mejor que puedo a los invasores. "Son criaturas verduzcas, de gran altura y piel viscosa. También la forma de los barcos y sus estandartes. Por favor vengan a salvarnos, no nos dejen morir."
Salgo del callejón en busca de más personas de las cuales salvar. Me voy hacia el cielo otra vez para frenar las bolas de fuego y redirigirlas hacia a ellos, pero cada vez son más proyectiles y no puedo con cada una. No tengo tantas sombras a mi disposición y la materia oscura no puede frenar tantas veces el fuego. Me debilito cada vez más. Pero no me puedo detener, este planeta no va a caer sin pelear.
Una explosión más arriba que yo me distrae. La noche se convierte en un rojo carmesí y las bolas de fuego se detienen en el aire.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta la voz de Atlas. Me volteo y él carga su armadura de dios—. Tu hermana se está encargando del asunto de afuera. Vamos a encargarnos del asunto interno.
Asiento aliviada y él redirige las bolas de fuego hacia los barcos restantes. Mamá se encargó de la gran mayoría de los barcos. Ahora se encarga de ejecutar a los prisioneros, la playa se vuelve verde con los cuerpos de las criaturas. En cuanto ve a Atlas conmigo, acude a nuestro encuentro.
—Louisa, mi amor. —Ella me abraza fuerte, yo le devuelvo el mismo abrazo y lloro en su hombro—. Ya acabó, mi vida. Hiciste un gran trabajo, estoy muy orgullosa de ti. —Ella hace que la mire y yo asiento, pero ahora mira a Atlas—. ¿Qué haces aquí?
—Tu hija llamó a mi esposa, está arriba lidiando con las mismas criaturas de aquí. Son casi miles de naves, Lina. —Él mira apenado a mi madre—. Voy a ayudarla y ver que no desate un caos. Cualquier cosa, aseguren el interior del planeta.
Atlas sale disparado al espacio y mi madre me lleva al palacio, el cual está hecho un caos. Mi madre pone orden y ordena reunir a todos los soldados que quedan y también presta a los suyos para resguardar el planeta. Yo me encargo de las ayudas a los ciudadanos, me siento más útil que en un cuarto de guerra.
Mi hermana pelea por tres días hasta derrotar a todos los invasores, Atlas puso un escudo defensor en todo el planeta para que el desecho no cayera adentro. Los dos pisan el palacio y sus expresiones denotan un cansancio y estrés, pero también rabia, al menos por parte de mi hermana.
—Papá se encargará de los planetas invasores —dice Seraphine sentándose en una silla del comedor privado—. No saben con quien se metieron.
—Me alegro que hayan venido —digo abrazando a mi hermana, ella me devuelve el abrazo de forma fraternal—. Hiciste bien en llamar y ayudar con la defensa. Una buena hija de esta familia.
—¿Volverán? —pregunta temerosa mi madre.
—El señor Tristan fue claro, esa raza se va a extinguir. La cuestión es si otros lo volverían a intentar —dice Atlas sentándose al lado de su esposa—. La conquista de Tristan alborotó el enjambre universal. Y no solo él querrá reclamar el universo.
—¿Y las Valquirias están pintadas o qué? —cuestiona molesta mi madre.
—Ellas se encargan que los planetas no coalicionen, no que los habitantes del mismo no se maten entre si —responde Atlas pasándose la mano por la frente.
—Lo que necesita mi padre es que nos unamos para conquistar y someter a la mayor cantidad de planetas posibles —sentencia mi hermana—. Conseguir a todos los ejércitos posibles y asegurar ya lo conquistado.
—Yo puedo movilizar mis ejércitos siempre y cuando sea en el mar. No puedo pelear si no hay un océano que pueda tomar su poder —lamenta mi madre.
—Yo podría ayudar a mi padre, pero estoy atada al reino de los espectros —lamenta mi hermana.
—Se podría pedir una excepción a los dioses mayores, esto es una situación que atenta directamente a la familia y cada uno tiene que participar. Y metida con los espectros no nos sirve —exclama mi madre feroz—. Llamen a la señora Laila y a Seth, necesitamos amarnos bien y demostrar que, si se meten con nuestra familia, les irá peor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro