Louisa: el crush fallido
—Muy bien mocosos, llegó su niñera —digo entrando en la sala de juegos de mi primito Dorian.
—No nos digas mocosos —protesta Julieta, la hija del capitán de la guardia de mi tía y la señora Calore—. Y, además, no te queremos como niñera, ya tenemos a Marion. —La niña señala a una mujer que juega con Julián y Dorian.
—Pues mi tía me mandó a ayudarla con ustedes tres pillos —digo retadora y la niña viene hacia a mí con una serpiente de peluche y me empieza a golpear con ella—. ¿Eres consiente que herir a un miembro de la familia de los dioses conlleva a la cárcel? Le voy a decir a tu papi que me pegaste y te va a meter a la cárcel. —Le quito el peluche y la cargo, ella patalea y logra darme en el estómago, pero no la bajo. Hago una maniobra y logro cargarla como a una bebé, me la llevo hacia la cara y le doy besitos en la panza.
—Bájame zanahoria —dice entre risas—. Bájame o le digo a mi papi.
—Tu papi no me da miedo —le digo y la dejo caer en el montículo de peluches de esos niños. Mi tía consiente de forma desmedida a mi primo, todo lo que ese niño quiere, ella se lo da. Incluso hasta los niños Julián y Julieta reciben parte de los regalos—. Te voy a acusar con mi papi...
Iba a decir algo, pero Dorian se abalanza contra Julieta y ruedan hasta el piso.
—¿Por qué no pueden ser niños normales? —pregunta Julián con una carita triste. Él me da un abrazo mientras que Dorian y Julieta se siguen peleando con una serpiente de peluche.
Paso todas las tardes con ellos, los cuido en conjunto con Marion y otras dos niñeras. Hago esto más que todo porque no me gusta estar tanto tiempo sola. Paso toda la mañana en la universidad y almuerzo allá cuando me toca reunirme por una tarea con algún compañero de clases. Hago mis tareas allá porque la biblioteca está más actualizada que la de mi tía y así aprovecho ver algunas tutorías de algunos estudiantes en la biblioteca.
De allí salgo para el palacio a encontrarme con los monstruitos de Dorian y sus amiguitos, aunque Julián es un amor. Es el niño más tranquilo que he conocido, él siempre vela por la paz de Dorian y Julieta. Pero ninguno de los dos les hace caso.
Falta una hora para la cena y ya Julián y Julieta se van con su padre a su casa. Los niños protestaron por no ser cargados por su madre debido a que se encuentra embarazada de cuatro meses. Dorian es llevado con su niñera para ser bañado y cambiado, ese niño lo bañan una vez a la semana y es todo un desafío. Es alarmante la frecuencia del baño, pero es que también hacerlo diario te podría causar una hipotermia de las feas y para calentarte es un proceso tardío. Lo que hago para mantenerme limpia es agarrar paños de agua caliente y pasármelos por el cuerpo todas las noches antes de la cena, y el gran baño lo hago dos veces a la semana.
Terminada mi proceso de limpieza, me visto con un abrigador vestido violeta, no es necesario mi abrigo porque la tela es del mismo material de los uniformes militares que te protegen del condenado clima y de una espada. Mi cabello lo mantengo sujeto con un simple listón y me lo trenzo. No uso mucho a mis damas, solo para vestirme. Mi hurón se esconde en un bolsillo de mi vestido y salimos para la cena.
Medito mis palabras para mi tía, me invitaron para una fiesta del hijo de uno de los clanes de los Einars y me encantaría ir. Adam es un amigo que me gusta mucho y quisiera aprovechar su fiesta para declararme. Según las reglas del reino de mi tía, el hombre se tiene que declarar ante los padres de la joven en cuestión, pedir su permiso para cortejar a la joven y salir. Pero ese plan se cae, ya que mis padres estás dispersos por el universo y mi tía tal vez podría darle audiencia, pero la conozco muy bien para no dejarme tener novio. Así que tengo que aplicar el concepto de noviazgo que yo tengo, es más informal, pero el que no arriesga no gana.
Llego al comedor y mi tía ya se encuentra con Dorian jugando a los alrededores de la mesa larga. Dorian choca conmigo y se esconde por detrás de mí.
—¿Dónde se habrá metido mi precioso príncipe? —pregunta mi tía fingiendo que no sabe que su hijo está detrás de mí. Ella se acerca hacia a mí sigilosamente y sorprende a su hijo, este chilla, pero mi tía lo agarra y lo llena de besos.
—Mami, yaaaaa —Él protesta y mi tía lo suelta y el niño vuelve a corretear con su leona guardián.
—Tengo noticias. —Mi tía me guía a sentarme y Dorian nos imita, él se sienta en el lado derecho, mientras que yo lo hago en el izquierdo—. Tu hermana te escribió, quiere que vayamos al nacimiento de su primogénito.
—¿Y entonces? —respondo indiferente.
—Solo digo que no pueden durar tanto tiempo peleadas —Ella me mira comprensiva—. Sé que tu hermana cometió un gran error...
—Me dijo que no merecía ser hija de mi padre y que era una cobarde por dejar la capital y entregarle en bandeja de plata el poder a Demian —cito una parte de lo que me dijo antes de venirme para acá, no digo el resto por lo hiriente que fue—. No tengo nada que decirle.
—Entiendo, pero...
—Tía, yo no tengo la culpa de las crisis existenciales de mi hermana. Si ella perdió el control con los espectros provocando su destitución, ese es su asunto. Los demás no tenemos por qué soportar sus berrinches o ataques de ira y encima, pretender que se puede salir con la suya porque "pobrecita, está sufriendo". Yo sufro y no por eso le digo lo que ella me dijo —exclamo molesta, mi tía asiente y Dorian me mira asustado.
Los tres comemos en silencio, Dorian es un niño que come bastante. Supongo que eso sucede cuando tienes a una depredadora como guardiana, en mi caso, como moderado. Pero por los momentos, no me apetece nada.
—Y cuéntame de la fiesta a la que quieres ir —dice mi tía para cambiar el tema.
—Adam Bolton cumplirá diecinueve años y quiero ir a su fiesta —digo ignorando que me leyó la mente otra vez.
—Sí, es un buen muchacho —dice llevándose la copa a sus labios y la miro mal—. Perdón, cuéntame de ese joven.
—Quiero pedirle que sea mi novio —suelto sin más, no tiene sentido pintarlo todo si ya sabe mis intenciones.
—Tenemos costumbres Louisa, y tú eres una princesa para que te estés proponiendo de esa forma —me regaña—. El joven Bolton tiene que venir y hablar conmigo para que te pueda cortejar. Y que yo evalúe si es un buen pretendiente, porque te recuerdo que eres alguien de un alto rango y debes de salir con personas que al menos te lleguen a los talones.
—Eso es muy clasista tía —comento molesta. Ella me mira mal.
—Louisa, eres una princesa de dos reinos sumamente poderosos y sin mencionar el legado familiar. Es por ende que tus pretendientes tienen que ser personas poderosas —dice mirándome seria—. Así que te agradezco que honres a la familia y las reglas que te estoy diciendo.
—¿Y cómo Adam va a venir a hablar conmigo si no me le declaro? —contraataco y me cruzo de brazos
—Sí él le gustas, vendrá. Si no lo hace, deja claro que no eres su tipo —zanja el tema y termino de cenar.
Los tres nos vamos a nuestras habitaciones, aunque Dorian duerme todavía con su madre. Mi tía no le molesta dormir con su hijo, supongo que es un consuelo por no poder estar con mis primos y mi tío Sol. Mi tía solo se le es permitido ver a mi tío dos veces al año y no son visitas que duran más de dos días. Y mis primos, bueno, Marcus solo ve a su madre cuando viene su padre; Marcus tampoco es fan de estas visitas y le ha dejado claro a su madre su descontento culpándola en su mayoría de los problemas que padece Solaria. Mis primas Flora y Fauna están tan metidas en su preparación para ser reinas que no tienen tiempo para visitar a su madre, pese a que ella va al reino central a visitarlas.
Es algo triste, Dorian es lo que mantiene cuerda a mi tía. Y me consta que ella es buena madre, pero la distancia es capaz de apagar cualquier tipo de relación. Me consta con mis padres, ya me hice la idea que no volveré a ver a mi padre, ya no lo espero en mis cumpleaños o en mis logros. Se entregó de lleno en su trabajo y no hay forma de quitarlo, ya ni siquiera le escribo. No me interesa saber si el planeta tal es hermoso o que el gobernador tal dijo cualquier cosa. Incluso puedo apostar que ni siquiera vendrá al nacimiento de mi sobrino. Y ni hablar de mi mamá, es obvio que eso es caso perdido.
Lucian viene de vez en cuando a visitarme. Me había dicho que podría irme a vivir con él al palacio de nuestra madre, pero rechacé la idea. No quiero estar en ese palacio y mucho menos el sombrío, entre más lejos esté de esos dos reinos, mejor vendrá para mi paz mental.
Pasan dos semanas y por fin es la fiesta de Adam Bolton, el castillo de los padres de Adam está a día y medio de viaje. Adam vive en una residencia estudiantil, inicialmente la fiesta sería allí, pero los padres de Adam se opusieron rotundamente. Mi tía me dejó ir bajo la supervisión de dos chaperonas y cinco soldados como escoltas. Y tengo permiso solo de estar allí un solo día, nada de quedarse o irse a otro sitio, y por supuesto, poco alcohol.
Llego al castillo, no es tan grande como el jefe de la tribu de los Einars, pero es modesto. Me acomodo el vestido verde olivo, quise este color porque resalta mi cabello rojizo; me lo recogieron en trenzas y luego lo enrollaron por toda mi cabeza dejando solo dos mechones sueltos. He recibido algunas miradas curiosas por el color de mi cabello. Aquí en El Páramo es normal solo el cabello blanco, café y negro. Otro color es considero de mal gusto porque eso denota que la persona es extranjera y no hay nada peor que ser extranjero por estas tierras.
Me bajo del carruaje y mis chaperonas con mis escoltas me siguen al interior del castillo. Mi regalo de cumpleaños se lo entrego a una chica que lo guarda en una cesta, le compré una cadena de plata, un libro de filosofía, y una bolsa con doscientas monedas de plata; todo está en un cofre sellado.
Entro al salón de baile y saludo algunos compañeros de clases. Ellos me devuelven el saludo y empezamos a hablar de todo, Adam se encuentra atendiendo a sus familiares primero antes de venir. El baile empieza y los padres de Adam nos agradecen por venir a celebrarlo en su día. Adam baila con la mayoría de las chicas antes de bailar conmigo.
—Me alegra que hayas podido venir —die con una leve sonrisa.
—No me perdería para nada este día —digo sin poder ocultar mi emoción—. Espero que te guste mi regalo.
—Bueno, primero tengo que verlo —Él sonríe y seguimos bailando. La pieza musical acaba y los dos vamos con nuestros amigos.
Todos hablamos hasta que una chica entra en el salón y Adam va corriendo hacia ella.
—Ha llegado la novia —dice un amigo, todos lo miramos confundidos—. Los padres de ella han aceptado el cortejo de Adam. Hacen una buena pareja.
Todos miramos como Adam le sonríe a la chica albina y ambos no se despegan en toda la noche. Y ahí se fueron mis planes de amor. Me quedo bailado con mis amigos hasta pasada las cuatro de la madrugada. Una de las chaperonas me dice que ya es hora de irme y así lo hago.
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