Lina: Un Dolor Atroz
—Me alegra que estén aquí —digo mirando a mis dos hijos.
—Yo también lo estoy, pero vayan al grano. No puedo estar tanto tiempo por fuera del reino espectral —exclama Seraphine con mala cara.
—Concuerdo madre, tengo que seguir con los asuntos que me encomendaste —habla Lucian. Los tres estamos en mi palacio en el reino central.
—En vista de la última reunión familiar, me gustaría trazar los planes de esta familia —digo observándolos de pie—. Lo que dijo Seraphine en la pelea con Louisa sobre la posición de Demian es el punto a tratar aquí.
—Todo fue un plan de sus padres para tener el trono. Esa es mi teoría, porque Demian puede ser inteligente para algunas cosas, pero esto es algo que va más allá de su comprensión —comenta Seraphine más animada—. Pero solo es teoría.
—Una valida, porque enviar a mi padre con los planetas y quitarte del trono usando a Atlas. Es bastante plausible para mí. Por lo que he escuchado de mi padre, es que las tierras de los ducados del continente son para que Demian las controle y su descendencia. Y los hijos de mi padre, los planetas.
—Sí, eso es de conocimiento de todos —comenta Seraphine con un bufido—. La cuestión es que ese trato puede romperse si mis padres tuvieran aparte de Lou, obviamente, otro hijo para que reclamase el trono de mi padre. Me niego a dejárselo a Demian, así como así.
—Ya tu padre y yo tenemos los hijos que estaban destinados a nacer —comento un poco triste—. La cuestión Seraphine, es no hacerle la guerra a Demian. Todo lo contrario, seguir teniéndolo como aliado es lo que necesitamos. —Seraphine gruñe malhumorada—. Lo menos que necesita el reino de tu padre es otra guerra por el trono, y además tendríamos a los ejércitos de Seth en nuestra contra. Nadie en su sano juicio le haría guerra. Así que esa idea está descartada ¿entendido? —hablo amenazante—. Seguiré trabajando para mantener todas las relaciones posibles con él, Seraphine te necesito dispuestas a dejar las rencillas que tengas con él. No te pido que le beses los pies, pero hacer que el ambiente dentro de la familia se mantenga en calma. Toda persona que tenga el apellido Godness es nuestro aliado ¿quedó claro?
—Sí señora —Seraphine refunfuña en su asiento.
—Lo que tenemos que hacer los tres, porque tu hermana está con tu padre y lo mejor será apartarla de esto...
—Será más el estrés de intentar que se una a los planes, a lo que hará —comenta Lucian cansado y Seraphine asiente—. Lo mejor es enseñarle lo básico para algún caso de emergencia. Pero Lou no tiene madera dentro de la gobernabilidad, lo mejor es buscar en lo que si sirva y explotarlo. Ahora está estudiando ingeniería, el universo está avanzando tecnológicamente, y ella es alguien que le fascina eso. Que se enfoque en crear los inventos del futuro y los negocios que se generen de eso. Enseñarle administración empresarial y economía encaminada a lo que ella desee.
—Tienes razón hijo, su padre me permitió instruir a Lou. Lo haré una semana al mes. Con suerte podré al mismo tiempo seguir fortaleciendo los lazos con los océanos oscuros y el dominio de su padre en el continente —digo firme.
—Hablando de eso, yo tengo alianzas con las criaturas marinas por los mares espectrales. Tienen bien definido su poderío. Puedo seguir fortaleciendo, pero eso toma tiempo.
—Perfecto hija, sigue así. Por favor sin hacer una guerra de por medio —le suplico y ella tuerce los ojos.
—Saben que yo haré lo que me pidan, lo que sí agradezco es respeto y que no me carguen como un esclavo —dice Lucian amenazante—. No soy un dios para cargar con tanto.
—Créeme no es tan bonito como dicen —dice Seraphine con una sonrisa socarrona.
—Luci, vas a cumplir las funciones de un regente. Pero recuerda que yo sigo siendo la que está a cargo. Seraphine, vas a fortalecer la economía, el ejército, las relaciones nacionales e internacionales con los demás ducados del sur del continente. Yo me encargaré de guiar a Demian en su reinado y apartarlo un poco de la influencia de su madre. —Mis hijos me miran alarmados—. Él necesita una guía y yo seré esa, además, Laila está ocupada en desangrar las arcas de Demian que en apoyarlo. Así que, qué mejor que tener a la reina del océano universal de tu lado.
—Apoyo tu plan madre, pero ten mucho cuidado con mi señora. Mamá, ella no es buena tenerla de enemiga —exclama Seraphine asustada.
—Te da miedo tu señora, pero le querías hacer la guerra a su esposo. Cositas —dice Lucian mirando su muñeca—. Bueno, fue lindo la reunión. Pero tengo reunión con los nobles isleños del sur y eso es para rato.
—Está bien hijo. —Él se acerca hacia a mí y me da un abrazo fuerte—. Cuídate mucho ¿sí?
—Claro mamá, tampoco es que vaya sin soldados —dice apartándose y se despide de su hermana.
—¿Los soldados son...?
—Para que tu padre termine su cruzada. Entre más grande sea sus ejércitos y su maquinaria, los planetas se someterán más fácilmente —digo acariciando mi anillo de casada—. Necesitamos que tu padre termine lo más pronto posible para que sea el rey que tiene que ser.
—Pero ¿y si padre le gusta la guerra? He visto a muchos hombres sucumbir a eso, incluso yo he sucumbido. Además, está el tema de Louisa. Porque está bien, no quiere tomar sus responsabilidades en la capital, pero es como dice Lucian. No nos pueden lanzar todo a nosotros dos, Lucian adentrándose más en ser tu sucesor, yo batallando con los espectros y en un lugar que no tolero. ¿Y ella qué? —Me mira molesta—. Que también trabaje para esta familia, aunque sea siendo la secretaria de mi padre. Pero tampoco este relajo.
—Entiendo hija, y tienes un buen punto. Pero tu hermana apenas está estudiando, se está preparando. Cuando ella termine sus estudios, tendrá que rendir cuentas a esta familia y trabajará para nuestros intereses. —Le tomo sus bellas manos—. Pero todo a su tiempo hija, tendremos que ser listos y saber mover las fichas que tenemos. Y lo que dijo Lucian tiene razón, tu hermana tal vez no sirva para la política. Pero si la orientamos de buena forma hacia los negocios, eso nos aliviaría bastante.
—Sí madre —dice con una sonrisa torcida.
—Vamos, tienes que volver con tu reino y tu hijo —digo dándole un abrazo y ella se despide.
Me teletransporto al jardín del palacio de mi esposo, que ahora es residencia de Demian. Tristan y yo no estamos en buenos términos ahora, pero hice una promesa que no pienso romper. Ese hijo de puta se tragará todas sus palabras, educaré a mi hija, estaré presente en la ida de Lou... Creo que lo mejor es cambiar el enfoque, no hago esto para que Tristan se coma sus palabras, hago esto para que mi hija pueda sentir que tiene una madre en su vida. Que ella pueda decirme que me quiere y que no me odie.
Camino por el camino de grava sumergida en mis pensamientos, las sombras se percatan de mi presencia y me guían hasta la entrada más próxima. Los guardias me escoltan hacia la oficina de Demian. Él se encuentra rodeado de montañas de libros, varios papeles sueltos y un gran mapa de la ciudad.
—Pareciera que un tornado pasó por aquí —digo observando el espacio, él se espanta, pero su rostro se transforma en alegría. Corre hacia a mí y me abraza.
—Justo a la mujer que quería ver —exclama mirándome enérgico—. Mi madre me carga al borde de la locura.
—Primero cálmate, vamos a hablar. —Le señalo el mueble y él se sienta frotándose las manos—. Ahora dime ¿qué sucede?
—Tenía resuelto el tema de las manifestaciones, llegamos a un acuerdo y que los ministros también aprobaron. Se empezó a destinar el poco dinero que hay y luego me llega esto. —Estira la mano y del montón de papeles, sale uno en concreto. Demian me lo entrega—. Y ahora resulta que mi adorada madre me manda un citatorio para redefinir el tema de la deuda que tiene este mentado reino y si no me presento y digo que al menos le tengo que pagar una cuarta parte, me multarán y probablemente la corona oscura me impongan sanciones económicas restringiéndome el comercio con los demás reinos.
—Pero ¿por qué te haría esto? —digo terminando de leer la carta—. Definitivamente no vas a pagar nada. —Él me mira aterrado.
—Una buena parte de que este reino no ha decaído es por que comercio con Luna, no me puedo permitir perderla —dice aterrado—. Por un momento las cosas estaban en calma, pero luego me llega esa mentada carta.
—Escúchame. —Le sostengo el rostro—. No estás solo en esto, me tienes para pelear esto juntos. También es el reino de mi esposo y tuyo y no lo vamos a perder bajo ningún concepto ¿Quedó claro? —Él asiente—. ¿Esa movida es exclusiva de tu madre o tu padre tiene que ver en esto?
—Creo que viene por parte de mi madre solamente —dice mirándome fijo—. Mi padre sabe la situación financiera. Bueno, mi madre también lo sabe y aun así me quiere quitar lo que no tengo.
—Vamos a relajarnos primero, a recoger esta oficina y luego llamar a tu padre. Él es el único que puede discutirle a tu madre —digo firme y él asiente. Se pone de pie y recoge la oficina con sus poderes. Se acomoda la camisa y el chaleco. Me pongo de pie y le peino la cabellera—. ¿Sabes cómo contactar a tu padre?
—Sí claro. —Él agita las manos nervioso, pero se recompone y saca una especie de canica negra y la aplasta. Me quedo mirando a que suceda algo, pero no pasa nada, miro a Demian confundida—. Le toma...
No termina la oración porque las puertas de la oficina se abren de tal forma que puedo asegurar que se aflojaron las bisagras.
—Me gustaría saber porque he sido convocado —dice el señor Seth—. Espero que hayas socavado esa manifestación.
—Pero si fuera mi hermana, ya estarías brincando de felicidad —dice malhumorado—. No te voy a quitar mucho tiempo. —Él le entrega el citatorio a su padre—. Tu esposa quiere dinero de este reino o bloqueará más mí ya empobrecida economía.
—Entiendo —dice leyendo la carta—. Yo me encargo de tu madre, tú sigue lo que habíamos acordado.
Y desaparece.
—¿Eso qué fue? —pregunto confundida.
—Que mis padres tendrán una linda charla —dice pasando una mano a su cabellera—. Vamos a seguir trabajando ¿quieres ayudarme?
—Por supuesto —digo y los dos pasamos el resto del día en reajustar el presupuesto anual del reino.
—La conquista de Tristan se lleva más del cincuenta por ciento del presupuesto anual —masculla Demian molesto.
—¿Cómo va eso al reino? —pregunto cerrando un pesado libro contable. A Demian le gusta revisar todos los gatos de cada ministerio de forma minuciosa, ha podido frenar algunas crisis financieras, pero otras se están volviendo más grandes.
—Bueno, los planetas alineados están al día en impuestos, pero esos impuestos se van en la empresa militar. Y la corona subsidia las creaciones de nuevas tecnologías bélicas. Por eso las universidades, los fabricantes de armas y herreros están emocionados —dice Demian cerrando el último libro de la fila—. Pero ese dinero vendría...
No termina la frase porque las puertas de la oficina se abren, pero esta vez sin la necesidad de arrancarlas de las bisagras.
—Bueno, ya hablé con tu madre —dice el señor Seth y ahora si me mira de forma despectiva—. ¿Y ella qué hace aquí?
—Visito el reino de mi esposo y le brindo ayuda a Demian en esta complicada situación —digo con una sonrisa—. Me quedaré por algunos días, espero que no haya molestia mi señor.
—Con tal de que se mantenga alejada de los asuntos de este reino, todo bien. Ahora si no es mucha molestia, retírese que tengo asuntos importantes que tratar con mi hijo —dice autoritario. Con una sonrisa educada me retiro de allí.
Maldito hombre para caerme tan mal, pero no es bueno tenerlo como enemigo. Vago por el palacio hasta encontrarme con Meghan batallando con su pequeña hija.
—Hola —saludo entrando en la sala de estar, la cual está desordenada por muchos juguetes.
—Mi señora —dice Meghan inclinándose tensa—. Qué bueno tenerla por aquí —dice cargando a su hija del suelo—. Esta señorita ya ha jugado por hoy.
Alía empieza a patalear y llorar.
—No, ya te dije que te daría diez minutos y ya te los di. —Meghan carga a su hija y la aparta de los juguetes. La niña no para de llorar, Meghan se acerca hacia a mí, pero se detiene abruptamente y cae al suelo con un atroz grito.
Salgo corriendo hacia a ella lo más rápido que puedo y la socorro. Alía no para de llorar y gatea hacia los juguetes mientras que Meghan se retuerce de dolor.
—¡Llamen a Demian YA! —ordeno autoritaria a los guardias. Libero de mi cuerpo agua curativa y cubro el cuerpo de Meghan por completo dejando libre la cara. Ella parece dejar de retorcerse, pero el dolor es visible en su rostro—. Dime qué zona te duele para concentrarme allí.
—Duele... todo... duele... mucho —exclama llorando. Incremento más el agua y eso parece ayudar, pero no lo suficiente para que ella deje de llorar. Masajeo todo su cuerpo con el agua—. ¡Detente! —grita desesperada. Dejo las manos quietas.
—¡Meghan! —grita Demian arrodillándose junto a su esposa—. ¿Qué sucede? —demanda frenético.
—No lo sé, estábamos hablando. Ella venía hacia a mí con Alía y de la nada calló al suelo. Todo el cuerpo le duele, le puse el agua para contrarrestar el dolor, pero todavía persiste —digo intentando estar en calma, pero me desespera verla así.
—¿Me permiten un momento? —pregunta Seth detrás de nosotros. Demian se hace un lado y va hacia su hija que juega como si nada con sus muñecas.
—Dame una zona de su cuerpo sin que sea la cabeza —me dice y asiento dejando la parte de la mano expuesta. Eso provoca el grito atroz de Meghan. Seth examina la mano y mueve ciertos dedos, los gritos de Meghan no cesan.
—¡Ya basta! —le grita Demian impotente.
—Ya cúbrele la mano —dice Seth. Obedezco y Meghan deja de gritar, pero no de llorar—. No es físico de ella, es provocado. —Se levanta Seth y saca una canica negra del bolsillo de su abrigo, la aplasta con el pie—. Alguien le está lanzando una maldición a Meghan. Ya llamé a tu madre.
No pasaron ni diez segundos cuando Laila entra a la sala y nos examina a todos. Se agacha al lado de Meghan y le toca la cabeza. Meghan empieza a relajarse hasta llegar a dormirse. Laila alza la vista hacia Demian, pero su mirada va hacia Alía.
—Dame a la niña, hijo —dice la señora Laila y Demian mira confundido a su madre, pero le entrega a su hija—. ¿Ves a tu mami, verdad mi niña? —Alía asiente—. ¿Por qué querías hacerle daño a tu mami?
—Yo querer jugar, mami no dejar —dice la niña con un puchero—. ¿Estar en lío?
—Uno muy grande —le dice su abuela.
—¿De qué hablas? —pregunta Demian mirando a su esposa dormida.
—Tu hija le causó esto, puede causar dolor a las personas sin tocarlas —dice la señora Laila tomando las manos de su nieta—. Ese es su poder, un poder hermoso.
—¡¿Hermoso?! —exclama alterado Demian—. Mi esposa yacía con un dolor espantoso hace nada.
—Ya sé, podía sentir su agonía. Pero Alía va a aprender a controlarlo y no le causará sufrimiento a más nadie o hasta que su papi o su abuela le diga —dice la señora Laila mirando a su hijo. Mientras tanto noto que el agua curativa toma el color rojo. La señora Laila mira el agua asustada como yo—. ¡Quítala!
Obedezco y Laila deja a Alía en el suelo mientras que levanta la falda de Meghan. Un pequeño charco se formó en su zona intima, pero hay una cosa que rodea la sangre. Con mejor vista me doy cuenta lo que realmente es.
—Mi hijo —exclama Demian abatido, cae al suelo y las lágrimas le ganan. Su madre lo consuela, mientras que Seth recoge al feto y limpia la sangre. Alía parece conmocionada por la sangre y se da cuenta lo que hizo.
—Yo no quería esto —dice Alía llorando—. Papi, yo no quería hacerle daño a mami.
Me alejo de Meghan y tomo en brazos a la niña que no para de llorar desconsoladamente.
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