Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33

Sentada en una esquina de la cama, así he pasado las últimas horas.
La puerta de mi habitación se abre y Maritza la atraviesa.
Totalmente limpia pero completamente pasmada, se sienta junto a mí.
Durante los primeros minutos, ninguna dice nada, absolutamente ningún sonido salvo nuestras respiraciones todavía exaltadas.

—¿La sangre en las paredes?
—Limpia.

—¿La figurita?
—Limpia.

—¿El cuerpo? —Abre los labios pero los cierra nuevamente.

—No... no ha debido pedirle al soldado que se ocupara. —Nos miramos tras un largo rato sin hacerlo.
—Estaba asustada... estoy asustada. —Susurro.
Su mano se posa sobre la mía, ambas temblorosas y heladas.

—Tal vez si le hubiera dicho a su padre lo que ha ocurrido...
—Apreto la mandíbula y niego.
—¡No me habría creído, Maritza! —Juro, el tono de mi voz se alza involuntario.
—¿Sabe lo que podría pasarle si alguien se entera de lo que ha hecho? le matarían, Princesa. Le condenarían a muerte por un asesinato que he cometido yo y no él.

Su voz se va quebrando mientras habla y deja de mirarme, demasiado dolida para hacerlo.
—¿Qué debo hacer, Maritza?
—Suspira.
Su mano se aleja de la mía y apreto los labios.
—Alejarlo de usted, Princesa. Dejar de meterle en sus problemas. —Me aconseja.

Y sé que tiene razón, empezando desde saltarse el protocolo por mi culpa, de ir a lugares prohibidos en el castillo, de tocarme y hablar conmigo, de haber agredido al Duque y ahora de haberse llevado su cuerpo.
Todo lo ha hecho por mi culpa. Todo ha sido porque yo actué como una niña pequeña enfurruñada y le perseguí por los rincones hasta que me hizo caso.

—Tú tampoco te mereces la muerte por haberme salvado, Maritza y no voy a permitir que os ocurra nada malo. —Decidida, me pongo de pie.
—Princesa. —Me llama antes de que me adentre en la chimenea. Me giro para observarla y toma aire antes de hablar.
—No me arrepiento.

Mis ojos encuentran a Ethan y éste corre en mi dirección.
Sin embargo, no puedo evitar el recuerdo del Duque cuando se dispone a abrazarme.
El asqueroso toque de su piel, sus intenciones o la forma en que rompió mi vestido y se llevó mi dignidad.

Me aparto dando un paso atrás y me siento afortunada cuando suspira y asiente. Sé que al menos lo entiende.

—¿Qué has hecho con el... él?
—No quiero decir su nombre.
—La mejor forma de hacer desaparecer un cadáver es convertirlo en cenizas. —Me llevo la mano al estómago cuando siento otra arcada subiendo por mi garganta.

—¿Cómo te sientes? —Da un paso al frente y sube sus manos hasta mi rostro.
No quiero apartarlo pero su toque me disgusta ahora mismo.
No logro apartar de mi mente los recuerdos de como me tocaba ese hombre o como rompía mi vestido.
Pero lo peor era su mirada, tan hambrienta y segura.

No puedo evitar pensar en lo que habría pasado si Maritza no hubiera llegado a tiempo.

Tomo aire, notando una presión en el pecho al repasar por última vez en mi cabeza las palabras que estoy apunto de pronunciar. Trato de morderme el labio en busca de consuelo pero mis dientes se encuentran con una herida y los aparto de inmediato.

—Ethan, lo que has hecho hoy... todo lo que has hecho desde que nos conocimos, por mi culpa. Pero lo de hoy... no podemos hacer esto. No puedo hacerte esto. —Específico, recalcando el "no puedo".

—¿Qué? Jackie... ¿qué? —Frunce el ceño y niega.
—¡Si supieran lo que has hecho hoy, te matarían Ethan! ya te he metido en bastantes problemas por ser una inmadura irresponsable. No pienso cargarte con mis errores. —Trato de marcharme de allí, pero al pasar por su lado, me agarra con suavidad la muñeca. No busca dañarme, sólo que le preste un poco de atención. Sus manos se aferran a cada lado de mi rostro cuando le miro. Y me besa.
Pero no como si fuera la última vez, sino como si fuera una primera, la primera de muchas.

La primera en la nieve, la primera en la playa, la primera siendo libres, la primera de una larga vida.
Pero sabemos que no es así, que no es una primera vez. Ninguna de ellas.
Me observa cuando nos separamos y sus ojos están cristalizados.
—No estuve realmente vivo hasta que te conocí, Jackie. Si te marchas no me matarán ellos, me matarás tú.

No sé el tiempo que pasa. Sólo nos quedamos ahí, abrazados escondiéndonos tras una pared.
¿Qué hemos hecho para merecer esto?
¿por qué no podemos simplemente ser felices?

Una náusea me obliga a ponerme de pie de golpe y correr por los túneles hasta llegar al baño.
Abro la taza del retrete y suelto todo el desayuno ahí mismo.
No regreso a la biblioteca.

A través de las ventanas soy consciente de que el sol ha caído y el estómago me ruge.
Pero no por hambre, quiero vomitar de nuevo.
Pero no hay nada más que sacar de mi estómago.

Tengo que cerrar la puerta cuando veo a mi madre recorrer los pasillos con evidente sorpresa.
—¿Jaqueline? —Su voz me llama.
El corazón comienza a latirme con fuerza y muerdo el interior de mi mejilla.
¿Debería salir? ¿debería quedarme?
¿qué voy a decirle?
En un impulso arriesgado, salgo del baño y me la encuentro de frente.

—¿Qué haces ahí dentro?
—Cierro la puerta y me apoyo en ella.
—Nada, madre. Tan sólo necesitaba refrescarme un poco. —Miento lo mejor que puedo.
—No te he visto en la comida ni en toda la tarde. —Se cruza de brazos y su mirada va de mi rostro hasta mi cuerpo, pasando por mi pelo.

—No tengo hambre.

—¿Y dónde está el Duque? —La pregunta no me toma por sorpresa y otro rugido escapa de mi estómago.
Me mira alzando una ceja. Sé que quiere decir "¿seguro que no tienes hambre?".

—No lo sé. —Me encojo de hombros.
Su mirada se vuelve más penetrante e intensa.
—¿Cómo no vas a saberlo? esta mañana vino a buscarte y no le hemos visto en todo el día. —Mis dedos se enredan en la tela de mi vestido, cavilando.
—Yo tampoco lo he visto. Estábamos hablando, sintió la necesidad de ir al baño y no ha vuelto más. —Mi fortaleza me sorprende.

Me sorprende no romperme en pedazos y llorar en su hombro, buscando en consuelo de una madre.
Pero no puedo buscar algo que no tiene.

—¿Así de fácil? ¿y se ha ido sin despedirse? —Nuevamente, me cruzo de brazos.
—Sé a donde quieres ir, no dije nada inapropiado porque no tuve tiempo. Se fué al baño y no regresó, debe estar indispuesto. —Sin estar segura de mis palabras, asiente.
—Más te vale que así sea. —Alza su dedo de forma acusatoria y desaparece cual fantasma por el pasillo.

No te preocupes, madre. No he dicho nada inapropiado. Y si lo hubiera hecho, él ya no te lo dirá.

Más exhausta que en toda mi vida, voy hasta mi habitación.
Más recuerdos aparecen, detalles en los que no me había fijado hasta entonces.

Como la forma en la que cerró la puerta cuando entré en la sala o su mirada lasciva.
Es como si lo hubiera planeado desde antes. Como si supiera lo que iba a pasar cuando me hizo seguirle hasta la sala.

Aunque supongo que el final no se lo esperaba en lo absoluto.

Me adentro en la cama y me doy cuenta de lo increíblemente cómoda que es. Por momentos querría no salir nunca más.
Siento que mi cuerpo es un peso muerto sin fuerza ni voluntad.
Estoy cansada, agotada. Destruida.

Pero no es mi cuerpo lo que está cansado si no mi mente.
Tan sólo quiero cerrar los ojos y desaparecer. Desaparecer y nunca más regresar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro