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Capítulo 21

Ethan está apoyado contra el balcón, de espaldas a las vistas del palacio.
Ha pasado una semana desde lo que ocurrió y nunca habíamos estado tan mal.
El silencio es de lo más incómodo y aunque trato de disimular, las conversaciones no fluyen y la tensión es demasiado evidente.
Es culpa mía, no he vuelto a sentirme bien desde lo que pasó.

Voy caminando de un lado a otro dentro de la biblioteca, ojeando libros y volviendo a ponerlos en su sitio. Oigo como larga un suspiro fuerte.

—¿Piensas contarme lo que te pasa ya o vamos a seguir así por mucho tiempo? —Ahora soy yo quien suspira.
—Ethan... —Le advierto.
—Vamos, Jackie. Sé que pasa algo. Puedes engañar a tu familia, a tus doncellas e incluso a todo tu pueblo. Pero no a mí.
—Tiene razón. Tiene demasiada razón y es una estupidez que esté actuando así.

Pero el problema no es hablarlo en voz alta, el problema es lo que viene después.

—Oí a una pareja teniendo relaciones en el despacho de Greten. También les ví porque abrí la puerta. —Suelto de golpe y mis palabras se atropellan en mis labios. Alza una ceja y muestra una sonrisa de lado.
—¿En serio estás así por eso? ¿te ha dejado trauma? —Se burla. Bufo, realmente ofendida.

—No era el señor Greten.
—Aclaro pero su rostro no deja de ser una expresión divertida y harta de mentir, simplemente lo suelto.

—Era mi padre, Ethan. Mi padre, el Rey, estaba teniendo relaciones con otra mujer.

El color se va de su cara y su sonrisa desaparece, se queda blanco como el papel y supongo que esa es la misma cara que se me quedó a mí. Entre abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla, falto de palabras.

—¿Qué? —Reacciona finalmente. Creo que ha ignorado por completo lo que le he dicho pues parece muy confuso.
—¡Mi padre engaña a mi madre! —Acabo por exclamar bastante alto.
Cuando parece que por fin es capaz de asimilar la noticia, se me queda mirando sin expresión alguna, totalmente neutro. Como si no supiera que hacer o decir.

—Te entiendo. Yo aún no lo asimilo y ha pasado una semana... —Suspiro, negando suavemente y poniéndome junto a él.
—Si fuera un matrimonio más, no tendría relevancia alguna. ¡Pero son los jodidos Reyes! ¿sabes cuánto vale esta noticia ahí fuera? —Le miro frunciendo el ceño y niega efusivamente al notar lo horrible que ha sonado eso.

—Quiero decir... ¿sabes lo que te pasaría si tu padre descubriera que lo sabes? no sólo podría perder la corona por esto sino toda su reputación. La reputación de toda tu familia y de vuestro apellido. —La boca se me seca y comienzo a morder mi labio inferior.

—Pero... ¿y mi madre Ethan?
¿no merece saber la verdad?
—Agacho la cabeza y el castaño se pone frente a mí. Una de sus manos en mi cintura y la otra toma mi barbilla y alza mi rostro.
—Jaqueline, no pienses en esto como lo hago yo. Para mí, son los Reyes pero para ti, son tus padres. Es tu madre.
¿Qué ganarías contándoselo?
—Refuta.

—...si es que no lo sabe ya, claro. —Mis cejas se arrugan de forma involuntaria y le miro. Él mira durante una milésima por encima de su hombro, asegurándose de que nadie puede vernos.
—No, Ethan. Mi madre no seguiría con él si lo supiera.
—Le argumento pero su mirada me deja claro que no está tan convencido de eso como yo.

—Un engaño es malo, sí. Pero un divorcio es mucho peor. Tu padre jamás dejaría que tu madre le dejara, Jackie.
No son la primera ni última pareja de Reyes que fingen quererse cuando cruzan la puerta de la calle. —Chasqueo la lengua, tiene un punto.

—¿Sabes? siempre creí que lo único admirable de mis padres era su unión. Siempre tan de acuerdo, siempre tan unidos. Una dinámica casi perfecta. Nos criaron con las mismas leyes, con una sincronizan paternal increíble. Sin cuestionar una sola decisión que el otro tomara y apoyándose siempre.
Mi padre no da un paso sin que mi madre lo sepa. O eso creía yo... —Cierro los ojos durante un segundo.

«y ahora... ahora ya no queda nada admirable en ellos. Y no sé que hacer, Ethan, no sé que decisión tomar. »

Apreta los labios y toma mi mano en un gesto reconfortante.
—Jackie, piénsalo.
Ponte en su lugar. Si fueras tú... ¿querrías saberlo? —Niego. No porque no quisiera si no porque yo no soy un buen ejemplo.
—Yo no soy un buen ejemplo, Ethan. —Expreso en voz alta. Asiente.
—Tienes razón. Bueno... entonces hablo por mí. Yo hubiera preferido que no me lo hubieran contado.

¿Qué?

Doy un paso al frente y mi mano libre se posa en su brazo. Mis ojos buscan los suyos -que se encuentran perdidos en el suelo-

—¿Lo has vivido, Ethan? ¿te han engañado? —Me da una sonrisa forzada y noto por sus ojos que le molesta hablar de esto. Pero no deja de hacerlo.
—Yo tenía diecisiete años y ella dieciséis. Salíamos desde hacia un par de meses. Las pruebas siempre estuvieron ahí, delante de mí, Jackie. Pero yo no lo quise ver. —Hace una pausa corta.

«un día, mi mejor amigo me sentó a su lado y me lo dijo, lo había visto con sus propios ojos. No le creí. Discutimos tan fuerte que después de eso, incluso cuando ya lo había descubierto por mi mismo, no volvimos a ser amigos, nunca. Ni volví a saber de él. —Me mira y puedo descifrar que esa es la parte que verdaderamente le duele. Haber perdido a su mejor amigo por un engaño.

«Quiero creer que si nunca me lo hubiera dicho y yo lo hubiera visto por mí mismo, nunca le habría perdido. Y puede que luego me alegrara de saberlo pero en ese mismo momento... me rompió en dos, Jackie. No puedo evitar pensar que hubiera sido mejor que nunca me lo hubiera contado.

Termina su relato y paso saliva casi sonoramente.

Envuelvo mis brazos a su alrededor y le reconforto. Su cuerpo vibra cuando suelta una pequeña risa.
Y yo... bueno, yo simplemente siento que estoy en casa.

Lo decido tras la confesión de mi soldado. No puedo asegurar que mi madre no sea consciente del engaño de mi padre y aunque estuviera segura, no soy quien para decirlo en voz alta. No soy quien para meterme en el medio por mucho que sea su hija.
No quiero ser yo quien arruine su "perfecta" relación.

Pero sé que ahora viene la parte complicada. Que nunca podré volver a mirar a mi padre de la misma manera.
Que cada vez que le vea me será imposible no recordar sus movimientos, sus gritos, sus actos o las palabras que le decía a esa mujer.
Y no sentir náuseas cada vez que, con la más pura hipocresía, tome la mano de mi madre o la mire con orgullo y "amor".

Pero sobre todo me costará mantenerme callada con sus irónicas lecciones de moral. Él es quien me pide expresamente que me case con un hombre que no amo y me mantenga "pura" en todos los sentidos de esa palabra mientras que él es también quien engaña a mi madre, su esposa y la Reina, con otra mujer.

Cuando llegamos a mi habitación, nuestras manos siguen unidas y los dos tenemos la sonrisa más tonta del mundo.
A veces me dan ganas de golpearme la cabeza contra el espejo cuando veo la estúpida expresión que siempre llevo cuando estoy con Ethan.

Totalmente repugnante, demasiado profunda para ser ignorada.

—Bueno... —Suspira.
—Bueno... —Repito y rompemos en una risa al unísono.
—Gracias, Ethan. No sabría hacer esto sin ti. —Confieso.

Él sube una de mis manos hasta llegar a su rostro y deposita un beso en ella. Siento un cosquilleo en el estómago.

—Siempre es un placer servir a mi Princesa.

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