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Juramentos


¡Genial, una tarea especial!

La expectación me estaba matando. O a lo mejor era el veneno que me corría por las venas. Tan pronto comp volví al desván de la cafetería, me dormí en el catre.

Lo primero que vi al serrar los ojos, oscuridad.

Y no, no del tipo que uno ve cuando sierra los ojos, era diferente.

Me encontraba sumida en las profundidades de un río oscuro, podía sentir como las corrientes intentaban arrastrarme y consumirme, pero había algo atándome a el lugar en donde estaba suspendida.

—Entonces, finalmente lo aceptaste.

Frente a mi, se apareció la misma diosa oscura, Estigia.

Tragué saliva.

—Esto... yo...

—Ahórratelo—dijo la diosa desechando mi intento de justificación con un gesto de la mano—. Puedo decir que me intriga más que otra cosa, sencillamente no era algo que me esperara de ti, Diana.

Estaba temblando, estaba aterrada y no tenía forma de ocultarlo. Había cometido el que era probablemente mi error más grande en mi vida, me había enamorado, aún en contra del juramento por el rio estigio que había hecho hacía mucho tiempo.

Pensaran que fue una tontería jurar por el estigio en contra de algo que se da de forma tan normal en la naturaleza. Pero sencillamente estaba muy segura de lo que hacía cundo lo juré, la cosa era, que ya no estaba tan segura como entonces.

—¿Cuál... cuál será mi castigo por faltar a mi juramento?—pregunté ya resignada a intentar justificar mi error.

Estigia dejó escapar una risa.

—Esa es la parte interesante—dijo—, no lo habrá.

Supongo que mi expresión era aún más confusa de lo que ya, si es que cabía la posibilidad.

—¿D-de verdad?

Estigia me miró con cierto desprecio, pero aún así no fui capaz de encontrar mentiras en sus palabras.

—Sí, eres libre de hacer lo que te plazca por esta vez—continuó—. Considérate... un caso especial.

Empecé a sentir como la emoción se apoderaba lentamente de mí. ¿Era verdad? ¿La diosa estigia me estaba liberando de un juramento sagrado a sus aguas? ¿Cuál era el truco?

—G-gracias—dije—. ¿Por qué es que me da esta oportunidad?

El agua se arremolinó alrededor de la diosa.

—Esto no es por ti—dijo, aún con desprecio hacia mí persona.

—Entonces...

—Es para él—dijo.

En mi mente se arremolinaron imágenes de mía viajes con Percy, cómo traídos por la corriente, chocaban contra las orillas de mi mente y se mostraban sin seguir ningún orden, pero todas con la constante de que eran momentos felices.

Ya fuera simplemente consolándonos el uno al otro, hablando de cualquier cosa en medio de un viaje, sincerándonos sobre cosas más personales como temores y traumas o simplemente pasando el rato.

—Yo...—empecé—...yo no lo entiendo

Estigia se mostró imponente frente a mí.

—Perseus Jackson es bastante especial para mí—dijo—. Nació de una sagrada promesa rota a mis aguas, se bañó en mi río y cargó con mi maldición, en lo que a mi respecta es casi como un hijo, de forma similar a otros nacidos de promesas rotas, como tu teniente Thalia Grace.

Yo no entendía del todo lo que me decía, mi mente estaba algo atorada en ese momento, pero estaba segura de captar los detalles más importantes.

—Entonces, ¿por qué hacer esta clase de excepciones con Percy y no con Thalia, por ejemplo?—pregunté por mera curiosidad.

—Por que en lo que respecta a tu lugarteniente, ella ya encontró una familia y un hogar junto a ti y tus cazadoras, tiene un lugar al que pertenecer y un estilo de vida que el queda y agrada. Mientras que por el otro lado, Perseus no ha conseguido nada de eso, estudiaba para entrar a una universidad que ya no le traía sentido, su corazón estaba roto y su autoestima destrozado. Intentó ser una persona normal, pero eso es algo que el sencillamente no puede aspirar a ser, el peso que en el pasado tuvo sobre sus hombros y traumas de las guerras no lo dejaron avanzar, es por eso que te estoy permitiendo salir impune de tu castigo.

El empecé a temblar, sentí como esas aguas oscuras me oprimían desde todas las direcciones posibles y amenazaban con aplastarme, a pesar de las palabras de la diosa, ella seguía irradiando hostilidad hacia mi persona.

—¿Qué tiene que ver mi juramento con que Percy sea feliz?—pregunte, con cierta esperanza sobre la respuesta.

Estigia me miró con decepción.

—No puedo creer que no lo hubieras notado—negó con la cabeza—. Lo tiene todo que ver, tú haces feliz a Percy de muchas maneras, lo hiciste como apoyo, lo hiciste como amiga y ahora... ahora lo haces feliz porque está enamorado de ti.

Aún con esa sensación de opresión sobre mí, no pude evitar sentir euforia.

¿Era verdad? ¿Yo realmente le gustaba? ¿No era una mala broma por parte de la diosa?

—Él de verdad...

—Sí—me interrumpió ella—. Y se odia a sí mismo por ello.

Eso se sintió como un balde de agua fría.

—¿Cómo?

Estigia me dio la espalda mientras controlaba las oscuras aguas del río.

—Es como dije, después de todo, Diana. ¿No eres tú la que siempre odio el amor? ¿La que juró jamás enamorarse o tener pareja? ¿La que necesitaba desesperadamente un amigo y que lo consiguió en él? Perseus siente que te traicionó de la peor forma posible al enamorarse de ti. ¿Puedes culparlo acaso? El no sabe lo que tú sientes por él, y si no te permito expresárselo se seguirá odiando a si mismo, aún después de todo el trabajo y apoyo que le diste estos últimos meses.

A pesar de no moverme, sentía como me hundía más y más profundo en el río, el agua oscura dejaba de ser intangible y empezaba a entrar lentamente a mi sistema, haciendo a mis pulmones rogar por aire.

¿Cómo no me había dado cuenta? Había estado demasiado ocupada pensando en mí misma, negando lo que sentía y luego pensando en mis propios sentimientos, tanto que había ignorado por completo como se sentía él.

Miré a la diosa oscura frente a mí.

—Ya sé que no haces esto para mi, pero... gracias, Lady Estigia.

La diosa me miró con frialdad.

—Tú juramento no quedó anulado—dijo—. Simplemente lo modifiqué, te permito que intentes mantener una relación con Perseus, pero si no funciona por cualquier motivo, aún estás obligada a mantener tu juramento y alejarte del amor. Es con el o con ninguno, pero bueno, se suponía que debía ser con ninguno.

Asentí con la cabeza.

—Y recuerda mis palabras, Diana—siguió estigia con algo de furia—. A pesar de todo lo que te dije, eso no quita el hecho de que hayas roto un sagrado juramento a mis aguas, tal vez esta vez saliste impune, pero si vuelve a suceder algo similar, cualquier castigo que haya dado en el pasado será un paseo por el bosque a comparación a lo que te espera.

Me quedé helada, temblando por el miedo que generaban tanto la amenaza como la oscura aura que la diosa irradiaba.

—Ahora, ve. Regresa con Perseus y dile lo que sientes.

El río se desvaneció frente a mis ojos, la diosa me dedicó una última mirada de desprecio y desapareció.




Abrí los ojos de golpe en mi catre en la casa de Bombilo, mi reloj interno me decía una única cosa, no había pasado ni un minuto desde que me había acostado.

Percy entró a la habitación unos segundos después, sentí como mi corazón se aceleraba.

—Diana, ¿estas bien?

—Más o menos—contesté—. No convertirme en zombi ed muy cansado.

—Me lo imagino—dijo él—. Yo... lo siento.

Por un segundo creí que se refería a lo de su enamoramiento secreto ya no ya secreto, pero luego caí en cuenta de que se refería a todo lo sucedido en la Tumba del Tirano.

—Oh, Percy—me acerqué a él y me senté a su lado en su catre—. No es tu culpa que resultara herida.

Se puso a golpear nerviosamente su bolígrafo contra su rodilla derecha.

—No, no. Yo... pensé que si lo mataba... a Tarquinio, su maldición desaparecería—dijo—. Y ¡lo siento! ¡Fue una estupidez, podría haber investigado antes pero yo...!

—Tú... querías salvarme.

—Obviamente.

Posé la mano sobre mi abdomen vendado. Me había enojado con el por querer quedarse y mandarnos al resto fuera del lugar. Pero sí algo había entendido de los últimos meses era que alguien tiende a hacer locuras por la gente que quiere, ya sea entrar al combate contra un ejército de zombis y enfrentarse al dios padre del cosmos para proteger a tu hermano menor (sí, Apolo, dije que te quiero, que no se te suba a la cabeza).

Si Percy se había preocupado al grado de atacar a Tarquinio de esa manera era porque seguramente había notado que mi herida estaba peor de lo que le dejé ver.

—Percy...—meneé la cabeza—. Fue algo peligro, insensato e impulsivo, justo como tú, y te quiero por ello—luchando en contra de mis propios nervios, me acerqué y besé suavemente su mejilla—, pero no te culpes.

El se quedó congelado por un segundo, luego parpadeó un par de veces como reiniciando el sistema de su cerebro y se empezó a mover sin saber cómo reaccionar.

"Vaya", pensé. "Debo de gustarle mucho"

En ese momento no sabría decir quien estaba más nervioso, pero por lo que ma había dicho Estigia, sabía que Percy jamás confesaría lo que le estaba molestando tanto, tenía que dar yo el primer paso.

Tomé su mano delicadamente y me acerqué a él.

—¿Te importa sí...?

—No, está bien.

Me acurruqué sobre su pecho, sintiendo como crecía y se encogía con cada respiración, quedamos en un cómodo y familiar abrazo, pero era notorio cierto nerviosismo por parte de ambos.

—¿Desde hace cuanto?—pregunté

—Perdón, ¿a qué te refieres?

—¿Desde hace cuanto te sientes como te sientes?—pregunté.

Sentí como sus músculos se tensaban y su corazón se aceleraba.

—¿Tú lo...?

—Sí, Percy—dije—. Sé lo que sientes, y no estoy molesta contigo. Sólo quiero saber desde hace cuanto cargas con eso.

El suspiró e inhaló profundamente.

—No lo sé, no sé cuando comenzó todo... en algún momento en Indianápolis, creo. Grover y Jason me lo decían pero no les hice caso, pero... lo terminé de aceptar la última noche que estuvimos en Palm Springs, yo... tú... yo solo...

—Shhh, tranquilo—le dije, acaricié suavemente su espalda—. Yo tampoco sé cuando sucedió, pero lo acepté mientras huíamos de la tumba, creía que iba a morir y no quería hacerlo sin al menos aceptarlo para mi misma.

El se quedó muy quieto con los ojos abiertos de par en par.

—¿Tú...?

Asentí con la cabeza.

—Sí, Perce—dije—. Siento lo mismo por ti, y no quiero que te atormentes más a ti mismo. Sé que eres una buena persona y que jamás me lastimarías, es por eso que sé que te guardarías todo lo que sientes, aunque eso te destruyera por dentro. Te agradezco mucho que te preocupes por mí. Pero no me lastima el saber lo que sientes, me hace muy feliz en realidad.

Lágrimas se asomaron por sus ojos.

Lo abracé con más fuerza y el se inclinó sobre mi y se permitió llorar sobre mi hombro.

—¿Qué hay de tu juramento?—preguntó—. El río Estigio no te maldecirá por toda la eternidad por enamorarte, por...

—Cómo te atrevas a terminar esa frase con "mi culpa" te enterraré cien flechas en el trasero.

Me separé de Percy para ver como palidecía.

—Y sobre lo de Estigia...—respiré profundamente—. Ella se me había estado apareciendo, primero porque sintió una perturbación en uno de mis juramentos, luego porque sintió que había roto uno, pero yo no me había dado cuenta, eso le llamó la atención, le dio más curiosidad que otra cosa. Y finalmente, hace apenas unos minutos me dio una charla final. En la que me permitió... amarte.

Percy estaba temblando, pero en sus ojos había un brillo que no había visto desde hacía mucho tiempo, de hecho, no lo había visto desde que aún era una diosa, cuando el aún tenía pareja en su misión en el Argo II, pero esa vez, ese hermoso brillo era para mí, era una sensación mágica, sencillamente se sentía muy bien saber que alguien brillaba de esa manera por ti.

—Art... Diana—se corrigió—. Yo...

Me empecé a acercar hacia él lentamente, juntando nuestros rostros poco a poco.

—Diana...—dijo—. Yo... por favor, confío en ti, pero ya he confiado de esa manera antes y me traicionaron, por favor, por favor dime que puedo confiar en ti para esto, que no vas a...

—Lo prometo—le dije con seriedad—. Sé que te han lastimado, ¿de acuerdo? Sé que has tenido que pasar por mucho, y te prometo que no te voy a lastimar, quiero que sepas que si esto no funciona... podremos seguir siendo amigos, ¿esta bien?

El asintió lentamente con la cabeza, luego me dedicó una sonrisa torcida.

—Está bien...

Continué con mi acercamiento, poco a poco, sentí su cálido aliento contra mi piel, y su olor a mar llenó mis fosas nasales.

Un poco más cerca, un poco más.

Terminé de acortar la distancia entre nosotros cuando ya no hubo tal cosa.

"Salado", pensé.

Salados, ese era su sabor.

No sé cómo describirlo, sencillamente no sé cómo. Sólo puedo decir que fue especial, fue la primera vez que besaba a alguien, un primer beso que pensé que jamás daría.

Fue Percy quien tomó el mando, después de todo tenía más experiencia. Disfrute casa segundo, tomando su cabeza para acercarlo más a mi, pero lastimosamente el cuerpo humano necesita aire para sobrevivir, así que tuvimos que separarnos, aún así, estaba más feliz de lo que alguna vez creí posible.

El me sonrió, una sonrisa cálida que me alegró el día.

Luego sus ojos se oscurecieron por un momento.

—¿Y qué sucederá con las cazadoras?

Lo medité por un segundo.

—Si bien, tenemos (o teníamos) las mismas reglas, yo no estoy atada a las mismas normas que ellas. Por ejemplo, las pitias de mi hermano no pueden tener pareja, pero tú conoces a Apolo—dije—. No sé cómo reaccionen ellas o cómo se tomen la noticia cuando el momento llegue, pero no hay que preocuparse por eso aún.

Percy asintió con la cabeza.

—¿Y Artemis?

Dejé escapar una risilla.

—Es bueno que te preocupes por ella, pero como ya te había dicho, las dos compartimos recuerdos y emociones, ella fue la primera en sentir esto por ti. Eso sí, no sé cómo reaccione ella cuando salga, es algo rara.

—Bueno, pues ella decía que tú eras la rara, ¿a quien debería creer?

Negué con la cabeza divertida, por que obviamente la respuesta es a mí.

—Percy...—dije—. Vamos a tener que mantener esto en secreto, los romanos son muy estrictos con esta clase de votos de doncella. Y la verdad, no quiero que ningún olímpico se enteré, al menos no aún.

Percy asintió con la cabeza.

—Claro—inhaló con satisfacción, como si respirara bien por primera vez en su vida—. Espero no haberme oxidad, hacía mucho que no tenía una novia ¿sabes?

Me volví a ruborizar.

—"Novia" me gusta como suena, y no puedes estar tan mal, es la primera vez que tengo un novio, ¿sabes?

Percy me sonrió.

—Y a mi también me gusta como suena eso.

Me acerqué a él otra vez, pero esta vez el se me adelantó y me besó. Yo le seguí el juego.

Me abrazó cariñosamente y recargó su espalda contra la pared.

—Entones, ¿sigues pensando que él amor es una distracción?

—Sin duda—contesté—. Esta cosa no hace más que distraerme de mí objetivo y entumecer mi cerebro, estaría dispuesta a sacrificar el bien de la misión por ti, lo que no puede ser aceptable para mis cazadoras y es por eso que ellas aún lo tienen prohibido. Pero en mi caso, puedo decir que me gusta distraerme contigo.

Recargué mi espalda contra su pecho y me senté en su regazo.

—Hemos pasado pro muchas cosas—dije—. Y esto fue como sacarse un peso de encima, pero... desearía que no tuviéramos que salvar el mundo y el destino del triunvirato. Quisiera poder hacer contigo las cosas que hacen las parejas mortales, salir a pasear y ver películas juntos.

Percy me besó la cabeza suavemente.

—Y lo aremos, D—prometió—. En cuanto acabemos con toda esta locura.

Dejé escapar un suspiro de satisfacción.

—Vas a tener que aprender a cazar—dije.

—Eh...

—Y a acampar.

—Ah...

—Y a pescar pollos.

—¿Qué?

—Lo que dije, es una prueba que le hacemos a todas las cazadoras nuevas, si vas a salir conmigo tendrás que hacerlo también, necesitas la aprobación de mis chicas, Jackson.

—¿Algún otro requisito del que tenga que saber?

—Mantente vivo y creo que estarás bien.

El se rio entre dientes.

—Está bien, lo mejor será que descanses, tienes que no convertirte en zombi y todo eso, yo iré a cenar o algo por el estilo.

Me levanté y me senté en mi catre, me removí nerviosa.

—Percy...

—¿Que sucede, D?

—Yo...—empecé—. Quiero decirlo pero, jamas lo he hecho antes.

—A que te refieres.

Suspire, armándome con el valor que necesitaba.

—Te amo, ¿okey? Eso era todo.

Él me sonrió.

—Yo también te amo, D. Y va lo mismo para Arty, nos vemos.

Salió de la habitación y yo volví a serrar los ojos en mi catre.

Dioses, cuando se entere, Venus jamás dejará de burlarse de mi en todo lo que queda de mi vida.

...

Bueno, vemos cómo salen las cosas desde aquí.

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