Por un breve momento, lo único que se escuchó fue a Leo cantar en español: "Este compa ya esta muerto, nomas no le han avisado"

Después todas mis cazadoras apuntaron con sus arcos hacia Percy, quien levantó las manos como si lo hubiera atrapado la policía.

—Saben... es una historia graciosa.

—Bastante larga—asentí.

—De hecho—siguió Percy—. Creo que hasta ahora daría como para un libro y medio más o menos...

Se quedó en silencio cuando una flecha plateada se alojó en el sofá muy cerca de su entrepierna. No logré ver quien fue.

—Basta de hablar—dijo Atalanta (que no tiene nada que ver con la heroína del mismo nombre)—. Explicaciones, ahora.

Percy estaba pálido, observando con preocupación los arcos de mis cazadoras.

—Artemisa... ¿un poquito de ayuda?, por favor...

Una flecha se clavó a lado de su cuello.

—No le hables a nuestra señora—dijo Cazadora—. Responde ahora.

Todos los presentes miraban sin saber muy bien que hacer. Emmie y Josephine estaban totalmente centradas en Georgina, y todos los demás estaban demasiado asustados como para intervenir.

—Bueno, todo comenzó cuando...

—¡Sin rodeos, habla de una vez!

—¿Como voy a hablar si me interrumpen cada vez que empiezo a explicar...?

Ifgenia disparó una flecha que se enterró en el muslo de Percy.

—No nos provoques, di lo que tienes que decir ahora o...

—O nada—dije en toco autoritario, me había quedado en blanco por un momento, pero no me iba a quedar viendo como atacaban de esa manera a mi amigo—. Percy no me ha hecho ni hará nada malo, sí, me veo obligada a estar a su servicio, pero si es así solo es porque yo lo permití.

Percy:

Gracias a todos los dioses, no es por ser desagradecido, Arty. Pero ya te habías tardado. Ya estaba empezando a escribir mi testamento, aunque solo por si acaso... Grover, quédate lo que quieras, Jason, Frank, Hazel y Piper, se reparten lo que quedé. A Leo y Thalia no les dejó nada porque me abandonaron ante la furia de las cazadoras, y le dejó a Blackjack mi cabaña como establo. Tyson, cuida por favor a la señorita O'Leary.

Artemisa:

Mis cazadoras se volvieron hacia mí confundidas.

—Mi señora... no... no lo comprendo—dijo Diana (si, también se llama Diana)

—Tomen asiento—ordené—. Y Emmie, si fueras tan amable de ayudar a Percy con su pierna, gracias.

Todas hicieron lo que les pedí.

—Empecemos por el principio, más o menos cuando Zeus me hecho del Olimpo...

Relaté cómo había defendido a Apolo después de la guerra contra Gaia, el como Zeus había querido mandar a mi hermano a la tierra como mortal y el como me había ofrecido a tomar su castigo.

—Pero... ¿por qué aceptó?—preguntó Cazadora.

—Saben, por más que peleamos, por más tonto que mi hermano puede llegar a ser, sigue siendo mi hermano menor (aunque el diga lo contrario), y nos protegemos mutuamente, supongo que... no se, tal vez se lo debía.

Thalía había permanecido muy callada durante todo el rato, probablemente porque casi logró que mataran a su primo con su última pregunta.

—Entonces... ¿por qué no nos buscó de inmediato?—preguntó ella.

Suspiré.

—A parte del problema con las comunicaciones, Zeus me prohibió estrictamente contactar con ustedes.

Atalanta levantó la mano.

—Pero, sí ahora está con nosotras, ¿no se meterá en problemas?

—En teoría, todo esto es extraoficial, ustedes están aquí en una misión independiente de la mía, ¿no es así?

Thalía asintió.

—Sí, hemos estado rastreando a... bueno, eso se lo explicó más tarde.

Asentí.

—Como sea, ustedes no están recibiendo ordenes mías, son completamente libres de hacer lo que les parezca correcto, independientemente de mí. Supongo que mientras yo no les diga que hacer no debería de haber problema.

Las cazadoras asintieron.

—Eso nos deja con otra pregunta—dijo Ifgenia—. ¿Por qué tiene que servir al chico?

Miré a Percy.

—Como saben, cuando los dioses son mandados a la tierra como mortales están obligados a servir a un amo mortal, y después cumplir tareas para poder volver al Olimpo.

—Pero ¿Por qué este chico?

—Yo lo elegí—dije—. Parte de las condiciones de Zeus para el castigo era que mi amo debía de ser un chico, lo hizo para que me acobardara y me retractara, pero yo lo tomé como un reto, sabía que podía confiar en Percy para esto, y así fue. No me ha decepcionado en lo más mínimo.

Les contamos cómo llegamos al campamento, las desapariciones, la arboleda de Dodona, el ataque del Coloso de Nerón y nuestro viaje a Indiana con Leo y Calipso.

Las cazadoras escucharon todo con atención.

Thalia miró a Percy.

—¿Y como reaccionó Annabeth? Se debe de haber vuelto loca al enterarse de que tenías que irte a salvar el mundo otra vez.

Percy se tensó.

—Nosotros ya no estamos juntos—dijo en tono lúgubre.

—¿Q-que... que ustedes que?—Thalia se veía muy conmocionada.

Los arcos se volvieron a tensar en dirección a Percy.

—Más te vale que no le hallas echo nada o...—empezaron las chicas.

Percy rió amargamente.

—No, yo no le hice nada, pero les juro por el estigio que ella si me hizo algo a mi...

Otra vez la misma historia, me preguntaba, si no fuera por su caída al Tártaro Percy podría haber sido feliz com aquella chica que amaba, ¿su relación podría haber funcionado si no hubieran caído en aquel foso de pesadillas? No lo sabía, aunque para ese punto ya no importaba. Percy había mejorado mucho desde el día que llegue a su departamento, ahora era feliz y bromista, y con una alegría contagiosa, sin embargo cuando tocábamos el tema era casi inevitable que se le salieran las lagrimas, el me a llegado a contar algunas de las cosas que la hija de Atenea le había dicho y que inclusive llegó a creerse, el llegó a sentir alguna vez que el mundo sería más feliz si el no existiera, sentía que había arruinado muchas vidas. Mi trabajo había sido recordarle que eso no era cierto, y lo había logrado. Pero cualquiera lloraría al recordar como la persona que más querías te decía cosas tan hirientes.

Al acabar la historia, el ambiente de la sala era gris y lúgubre, todos miraban al suelo o a Percy con lástima.

—Esa vergüenza—dijo Cazadora.

Thalía se veía muy afectada, después de todo ella había cuidado de la hija de Atenea cuando esta tenía solo siete años.

—Percy...—dijo Thalia—tu... ¿estas bien?

Percy suspiró.

—Ahora lo estoy, aunque no lo crean Artemisa me ha estado ayudando a superar traumas y demás cosas.

Todos en la sala se volvieron a mi sorprendidos.

Yo solo asentí.

—Percy también me ha ayudado con varios de mis problemas, se ha convertido en un amigo de verdad y en quien confío plenamente, y espero que ustedes también pueden hacerlo—dije lo último volviéndome a mis cazadoras.

Algunas asintieron levemente, otras miraban a Percy recelosas pero con menos hostilidad, por allí escuché a una decir: "perdón por la flecha de la entrepierna". Ajá, así que fuiste tú, Andrea.

—Si no les importa—dijo Percy—hay que volver al problema actual.

Thalia asintió aún conmocionada por la noticia.

—Sí, el oráculo dijo "tu profecía se revelará... o la del emperador. No podrás esconderte en tu pequeño refugio"

—Yo puedo interpretar esas frases—dijo Litierses desde su sillón en el rincón.

El hijo de Midas se volvió para mirar al grupo; su cara era un mosaico de cicatrices y moretones, y tenía una mirada vacía y desolada. Como la de un perro que fue abandonado en la calle por su dueño.

—Gracias a los dispositivos de seguimiento que les puse a sus grifos, Cómodo sabe que están aquí. Estará aquí mañana a primera hora de la mañana. Y borrará este sitio del mapa.

...

Ya estamos llegando a la recta final del libro, tengo preparadas algunas sorpresas pronto, pero por ahora, estoy abierto a ideas, si hay algo que quieran ver en la historia coméntenlo, y si no interfiere con mis planes lo agregaré.

Se que no suelo contestar los comentarios que me dejan, pero la verdad es que yo los leo todos, la verdad es que los comentarios son lo que más me animan. 

Espero les haya gustado el capituló de hoy, nos vemos mañana.