It's a trap
Percy no le dio tiempo a hablar, sacó a Contracorriente y cortó las redes, antes de caer al piso de una forma no muy heroica.
Leo y Calipso corrieron a ayudarlo, agarrándolo cada uno por un brazo y ayudándolo a levantarse.
Britomartis saltó de la cornisa y cayó de rodillas, con la falda extendida a su alrededor formando un montón de redes.
(Le encantan esas entradas espectaculares. Siempre ha querido ser un personaje de anime)
Leo metió la mano en su cinturón portaherramientas, tal vez en busca de un arma. En cambio, sacó una cajita de lata de pastillas de menta. Dudaba que le sirviera de mucho.
Percy alzó su espada y Britomartis sacó un cuchillo de caza.
—¡Alto todo el mundo!— ordené— bajen sus armas, ahora.
Me salió un tono autoritario que no había tenido que utilizar desde hacía un tiempo, se sintió bien.
—Lo lamento mi señora— se disculpó Britomartis—pero me tengo que asegurar que el chico no la hubiera...
—El no me ha echo, o hará nada— perseguí— elegí a Percy para esta misión por que es digno de confianza, no voy a tolerar que cuestiones sus lealtades. Es una buena persona ¿entendiste?
Valla, no había notado del todo como lo dije hasta que noté la expresión de mi cazadora. Aún siendo sólo una mortal había logrado imponer respeto a una diosa, poco importaba que ella fuera de mis seguidoras más fieles, no iba a permitir que dudaran de Percy de esa forma, no después de lo que habíamos pasado asta el momento.
—S-si... mi señora. Josephine, Hemítea, retírense por favor.
Nuestras anfitrionas se miraron antes de asentir y retirarse en silencio.
—¿Quien es ella?— preguntó Leo señalando a Britomartis con su caja de mentas.
—Les presento a Britomartis— dije— la diosa de las redes, es una de mis cazadoras.
Calipso estudió a la diosa de las redes.
—Conque Britomartis, ¿eh? No he oído hablar de ti. Debes de ser una diosa menor.
No se explicar el por qué, pero es como si a mi mente se le hubiera olvidado que en ese momento yo era solo una mortal, porque tuve una especia de regresión mental a cuando era una diosa.
—Cuida tus palabras Calipso— dije con dureza— ella sigue siendo una de mis mejores cazadoras, y aún por encima es una diosa, por menor que a ti te parezca merece respeto.
La hechicera asintió con la cabeza.
Todos parecían conmocionados por mi repentina oleada de autoridad, sin embargo mi mente estaba acordándose de que en ese momento yo era una simple mortal, cosa que melló en mi confianza.
—La Estación de Paso— dije con más calma— también conocida como la Casa de las Redes, hace mucho tiempo le pedí a Britomartis que me ayudara con la creación de este refugio, siempre que necesito ayuda para diseñar aún aparato complejo...
—retorcido y peligroso— específico Britomartis.
—...Cuando necesito ayuda para algo así acudo a ella— terminé
Se hizo un silencio incómodo, antes de poner una sonrisa, una vez superada la situación anterior, me sentía muy aliviada de ver a mi vieja aliada otra vez.
—Es bueno verte Bri, han sido algunas semanas muy duras, las comunicaciones están cortadas por lo que no he podido contactar con las cazadoras, y aunque no fuera así, mi padre me ha prohibido contactar con las cazadoras.
Britomartis asintió con la cabeza.
—Desde que desapareció, han sido tiempos difíciles, Thalia hace lo mejor que puede pero se está abrumando poco a poco, no falta mucho para que se derrumben, no hemos parado de buscarla, en cuanto me enteré de que había llegado aquí vine de inmediato.
—¿Exactamente cómo te enteraste de que estaba aquí?— pregunté.
—Lo creas o no, Apolo me lo dijo.
Eso era por lo menos raro. Verán, Apolo siempre coqueteó descaradamente con mis seguidoras, quienes se limitaban a ignorarlo o atacarlo. Sin embargo Britomartis era... un caso especial, era la única que respondía a sus insinuaciones, sin embargo lo hacía para atormentar a Apolo, le jugaba bromas y demás cosas, por lo que mi hermano había tomado la sabia decisión de evitarla todo lo que pudiera.
Si el la había ido a buscar voluntariamente, significaba que el estaba extremadamente preocupado por lo que me podría llegar a encontrar en esta misión.
—El solo ¿fíe y te dijo?
Britomartis sonrió maliciosamente, como cada ves que inventaba una nueva broma pata atormentar a Apolo.
—Me sorprendió tanto como a usted, obviamente le jugué algunas... bromas, pero en cuanto me dijo que tenía información sobre usted lo dejé hablar. Ha estado bajo custodia constante de Zeus desde que usted calló en la tierra. La mayoría del tiempo encerrado en su palacio, a veces asomándose a la tierra para ver cómo le está yendo todo a usted.
No me sorprendió realmente, Apolo siempre fue muy sobreprotector conmigo, además de que en su situación probablemente hubiera echo lo mismo.
—El no podía venir a ayudarle directamente, ya sabe cómo es Zeus, tampoco podía ir con el esto de cazadoras por qué su padre le prohibió informarlas de la situación actual, pero yo no cuento con las mismas... limitaciones, al ser yo una diosa, Apolo no tenía problemas para explicarme la situación como un asunto externo a la caza, tristemente eso me inhibe de informar a las cazadoras de su situación, pero al menos puedo venir yo a ayudarle.
Mientras nosotras hablábamos, Leo había desactivado como tres trampas diferentes escondidas entre los asientos. Una trampa para oso, un cable conectado a una mina de fragmentación activada por presión.
Normalmente no le prestaba demasiado atención a sus trampas, pero ahora como mortal me preocupaba que esa mina hubiera llegado a explotar.
—Entonces... ¿tienes la información que necesitamos?—preguntó Percy mientras se sentaba en un asiento que fue previamente examinado a fondo por Leo.
Leo desactivo algunas trampas más, lanzándole una mirada asesina a la diosa de vez en cuando.
Britomartis miró a Leo y dijo murmuró para si misma:
—Si, el bajito servirá.
Leo ya no disimulaba sus miradas asesinas.
—como sea— continuó la diosa— si, si tengo información que necesitan, pero me temo que usted conoce las reglas, mi señora.
Suspire en gesto de rendición, las leyes antiguas eran muy claras, si Britomartis nos ayudaba, a unos mortales, sin recibir nada a cambio sería considerado como una violación a las leyes y se metería en problemas con Zeus. Por lo que si queríamos obtener la información buscábamos, tendríamos que completar una misión.
—¿Exactamente que tenemos que hacer?
La diosa trampera me miró con un gesto de disculpa.
—Lo lamentó, mi señora, pero para información valiosa necesito que recupere algo valioso para mi. Mis grifos, para ser más exactos.
Calipso frunció el ceño.
—¿Tus grifos?
—Si— asintió la diosa—. Son unos híbridos de León y águila con alas...
—Ya se lo que es un grifo— dijo Calipso—. Se que Jo y Emmie los criaban aquí. Pero ¿por qué son tuyos?
—Calipso— dije— los grifos son los animales sagrados de Britomartis, ella es su madre.
—Solo en sentido figurado— aclaró la diosa— no me siento sobre sus huevos para empollarlos.
—No, ese es trabajo de Apolo— reí.
Los demás nos miraron sin entender.
—Una vez convencí a Apolo de que empollara un par de huevos de grifo a cambio de un beso que jamás recibió, todo está gravado, se los mostraré algún día.
—Nada para subirte el humor que un video de tu hermano sentado sobre un par de huevos por horas, con un traje de gallina.
Ahora si, las risas no se hicieron esperar.
—Definitivamente, necesito ver ese video— dijo Percy.
Leo y Calipso asintieron.
—El caso—dijo Britomartis— es que el emperador capturó a mis pequeños Heloise y Abelard. De echo, está capturando animales míticos de todo el medio Oeste para utilizarlos en sus diabólicos juegos. Hay que liberarlos.
Apreté los puños, ¿que puedo decir? Odio a los que maltratan a la naturaleza.
—¿Y si encontramos a esos grifos?— preguntó Leo.
—Entonces les dire como infiltrarse en la guarida del emperador— prometió Britomartis—. ¡Como soy la diosa de las trampas, lo sé todo de entradas secretas!
—¿El palacio?— pregunté
—Así es, allí adentro tienen a la niña, Georgina, junto con el resto de prisioneros y el Trono de la Memoria. Sin el trono su viaje a la Cueva de Trofonio estará destinado al fracaso.
Sabía que era nuestra única opción, miré a Percy. A pesar de que el se había ofrecido a ayudarme, aún me sentía culpable por arrastrarlo a todo esto. En este momento su hermanita estaría a punto de mecer, si es que no lo hizo ya. Además, por mi culpa el había sido capturado por Nerón y torturado por sus germani.
Pero el estaba decidido, asintió con determinación.
—¿Donde están los grifos?— preguntó el.
—El emperador guarda los animales realmente importantes, los raros y valiosos, en una instalación especial con los recursos adecuados para su cuidado. El zoo de Indianápolis.
Me estremecí. Los parques zoológicos me parecían sitios deprimentes llenos de tristes animales enjaulados. Niños que gritaban y comida mala.
—Los grifos estarán muy vigilados—. Supuse.
—¡Desde luego!— su entusiasmo auguraba trampas, trampas de las feas.— de modo que, por favor, intenten liberar a los grifos antes de que resulten heridos o los maten. Además. Deben darse prisa...
—Ahora viene el plazo de tiempo—dijo Leo.
—Siempre hay un plazo de tiempo.— asintió Percy.
—Dentro de tres días— continuó Britomartis—, el emperador piensa utilizar a todos los animales y prisioneros en una enorme celebración.
—Una ceremonia de nombramiento— recordé—. Una blemia dijo algo sobre el asunto.
—En efecto— Britimartis hizo una mueca—. Al emperador... le gusta poner su nombre a las cosas. En la ceremonia piensa rebautizar Indianapolis.
—La blemia dijo algo más— añadí—. Dijo que el emperador quería sacrificar a dos prisioneras especiales: a mí y a la niña.
Calipso juntó las manos como la boca de una trampa para osos.
—Georgina.
—¡Exacto!—Britomartis parecía otra vez un poquitín demasiado alegre—. De momento la niña está a salvo. Recluida y loca, pero viva. Concéntrense en liberar a mis grifos. Vayan al zoo de madrugada. Los guardias del emperador estarán terminando el turno de noche. Estarán cansados y distraídos.
Miré las piezas de mina terrestre que Leo tenía en las manos. De repente la muerte por explosión no sonaba tan horrible.
—Por lo menos no iré sola— murmuré.
—En realidad....— la diosa se disculpó con la mirada—, Leo Valdez tendrá que quedarse aquí.
Leo se sobresaltó.
—¿Perdón?
—¡Demostraste que eres diestro con las trampas!— explicó la diosa— Emmie y Josephine necesitan tu ayuda. Hasta la fecha, la Estación de Paso ha conseguido que el emperador no la descubra, pero esa situación no durará mucho más. Él no soporta ninguna oposición. Encontrará este santuario. Y piensa destruirlo. Tú, Leo Valdez, puedes ayudar a apuntalar las defensas.
—Pero...
—¡Anímense!— Britomartis se volvió hacia mi— usted puede ir con Calipso y con su amigo.
"Amigo" esa maldita palabra volvía a activar mi dilema cada vez que la escuchaba, ¿era Percy mi amigo? ¿Podía permitirme pensar en el como tal? ¿Tan siquiera el me considera una amiga?
—Mi señora parece confiar en ti, así que ve con ella— la diosa se levantó de su asiento—. Mi señora, sabes que siempre he querido decirlo, ¿puedo?
Decidí darle el gusto esta vez.
—Adelante.—acepté
—Volveremos a vernos aquí cuando tengan mis grifos ¡No me fallen mortales!— juntó las manos con regocijo—. ¡Ohhhh! Se sintió bien.
Se puso a girar y desapareció en un abrir y cerrar de ojos como un sebo de pesca, y no dejó más que unos cuantos anzuelos triples enganchados en la alfombra.
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