Los sentimientos del héroe.
Percy:
"Soy un desgraciado"
"Un inútil"
"Literalmente el peor amigo qué existe"
No paraba de repetirme esas cosas mientras estaba acostado en mi saco de dormir, observando las estrellas.
Ni siquiera entendía como fue que sucedió.
Era la mitad de la noche, todos se habían dormido hace horas. Yo igual, pero un sueño me despertó y no logré volver a dormir.
Miré al cielo estrellado mientras pensaba en mi problema, mi mirada se posó en la luna... eso no ayudó en lo absoluto.
Literalmente había traicionado de la peor forma a Artemis. En cuanto ella se enterara se decepcionaría, luego me odiaría.
No podría juzgarla, le había fallado a ella y apuñalado su confianza.
Y lo peor es que ella ni siquiera lo sabía.
¿Exactamente, qué había hecho para odiarme así a mi mismo?
Simple, ¿cuál es el peor pecado que alguien puede cometer con relación a una diosa doncella?
Así es, había sido lo suficientemente estupido como para enamorarme de ella.
Me odiaba.
Yo no había pedido ni querido eso, simplemente pasó.
Al principio me sentía moralmente obligado a ayudarla, era su única opción y no podía solo dejarla a su suerte.
Después, nos volvimos amigos. Ella se preocupó por mi más de lo que nadie nunca antes (sin contar a mi madre). Se las arregló para que le contara cosas sobre mí que absolutamente nadie más sabía.
Yo la conocí por quien realmente era, una persona buena, que se preocupaba por los demás, pero que había sufrido mucho daño en el pasado, y que había construido murallas a su alrededor para evitar ser lastimada, pero que a su vez evitaban que fuera realmente feliz.
Ese día, cundo me preguntó tan nerviosamente si éramos amigos, cuando yo ya lo daba por hecho me hizo darme cuenta de lo insegura que era con respecto a ese tema. Esperaba que mi cercanía a ella la hubiera ayudado a superar ese miedo a las perdidas que no la dejaba vivir plenamente.
Nos fuimos haciendo más y más cercanos, más de lo que alguna vez debimos. Porque cuando me quise dar cuenta ya era muy tarde, me había enamorado de Artemis, y con ello traicionado a mi mejor amiga.
La gente me intentó advertir, yo solo los ignoré, me dije a mi mismo que los otros solo estaban malinterpretando las cosas, o que solo estaban haciendo bromas de mal gusto.
Pero Grover siempre había sido mejor para leer mis sentimientos que yo mismo.
Sin que siquiera me diera cuenta, había caído ante aquella maravillosa diosa, tan fuerte e independiente, pero amable y empática. Todo en ella me parecía increíble: su preocupación hacia con los demás, su actitud salvaje, era alguien que no aceptaba de buena gana las reglas a menos que ella misma las hiciera, era sin duda una líder, me encantaba esa expresión desafiante que tenía cuando se enfrentaba a un monstruo que decía "He cazado a cientos como tu antes, no eres más que otra presa, el que yo no tenga poderes divinos solo significa que tardarás más en morir y tu sufrimiento será mas largo". Pocas veces se dejaba superar por la situación, y cuando lo hacia, regresaba rápidamente a la normalidad. Aceptaba abiertamente cuando tenía miedo y necesitaba ayuda y apoyo, pero eso no la hacía en lo absoluto menos fuerte.
Tenía un gran y sano orgullo, no se menospreciaba y sabía cuando era la mejor en algo, pero no se creía por encima de los demás, sabía reconocer cuando las situaciones la superaban y no se dejaba cegar por sus logros.
Tenía una gran fuerza de voluntad que la impulsó a tomar esta misión, aun cuando era un castigo destinado a su hermano.
Cada vez que ella empezaba a hablar sobre animales salvajes o ver como se iluminaban sus ojos cuando veía alguna especie rara me alegraba el día, y esa fascinación que tenia por el helado me parecía extremadamente adorable.
Y creo que debería dejar de hablar de ella antes de que me de algo.
Pero no podía sacarla de mi cabeza.
Cuando me desperté, no lo hice por una pesadilla o visión, fue por un recuerdo, y no por uno desagradable (que créanme, tengo muchos de esos). Me desperté, sorprendentemente por un recuerdo agradable, pero el problema era que no debería serlo.
Soñé con aquel momento en el Laberinto en Llamas, en que después de mi breve conversación con Jason, había regresado a mi cuerpo y recuperaba lentamente la conciencia sobre mi entorno.
Lo primero que sentí fue el aire llenando mis pulmones como un regalo el cielo.
Después, percibí ese característico aroma a madreselva que tenía mi diosa favorita.
Luego la sentí a ella, más específicamente sus labios sobre los míos, regalándome ese oxígeno que tanto me hacía falta. Incluso ya consiente tardé en reaccionar. No era la primera vez que ella me salvaba de una forma similar, pero si la primera en la que yo lo notaba mientras sucedía.
Durante las siguientes horas me sorprendí a mi mismo soñando despierto con esos labios. Artemis me había salvado la vida porque era su amigo, y allí estaba yo como un idiota montándome películas en mi cabeza.
Intenté convencerme de que lo que sentía no era verdad, pero al cabo de un tiempo fue simplemente inútil.
Y ahora solo podía pensar en ella, y en como le había fallado.
Cuando se enterara me repudiaría, me diría que me alejara de ella y no la volviera a ver. Y probablemente cuando recuperara su divinidad, un día me despertaría en el bosque convertido en un pequeño jackalope a quien las cazadoras matarían por diversión.
Y me lo merecía.
Me lo merecía por fallarle de esa manera, por traicionar su confianza en mi.
Pensé en tirarme al estanque de la Cisterna, luego recordé que puedo respirar bajo el agua.
Pensé en ese otro momento en el Laberinto, cuanto intenté ayudar a Artemis cuando ella fue encadenada. Yo aun no me había dado cuanta de lo que sentía por ella, o no lo aceptaba, pero había tratado de decirle algo sin éxito: "Yo, creo que tú... eres la diosa que yo... Artemis, creo que yo..."
¿Qué le había tratado de decir?
"Yo, creo que tú eres muy especial, eres la diosa que yo más admiro. Artemis, creo que yo soy el indicado para decirte lo mucho que importas"
O tal vez, aun sin saberlo estuve a punto de decirle: "Yo, creo que tú me gustas, eres la diosa que yo amo. Artemis, creo que yo estoy enamorado de ti"
No lo sabía, pero sospechaba que la segunda opción era la más probable, ambas versiones sinceras sobre lo mucho que me importaba, pero una más que la otra.
Me sorprendí llorando en silencio, yo no quería que las cosas terminaran así, Artemis llegó cuando yo más necesitaba un amigo que me entendiera, y no quería perder su amistad por una estupidez tan grande como el amor.
Quería despertarla y rogarle que me perdonara, quería ser totalmente sincero con ella y decirle lo que sentía aun si eso me mataba, y es que no era capaz de mentirle, Artemis merecía la verdad.
Sentí que alguien se movió cerca de mi.
Me volví, solo para ver los hermosos ojos plateados de la antigua diosa mirándome con preocupación.
Ni siquiera me preguntó lo que sucedía, solo me abrazó y me susurró palabras de aliento, probablemente pensando en que mi problema era sobre Jason.
Que sí, estaba muy afligido por eso, pero ese no era el problema en el que me estaba enfocando, necesitaba aborda todo de un problema a la vez. De otro modo, me vendría tan abajo que no lograría volver a subir.
Intenté explicarle lo que pasaba, mi problema, intenté disculparme, pero no me salió la voz.
Solo pude aferrarme a ella y desahogarme, porque aunque la amaba, ella también era mi mejor amiga, y se estaba comportando como tal.
Decidí que le contaría la verdad tan pronto como acabáramos con el triunvirato y ella ya no me necesitara, de esa forma aún podría ayudarla, no podía dejarla sola aún, especialmente ahora que "encararía a la muerte en la tumba de Tarquinio"
No iba a negar lo que sentía por ella, porque lo que resistes persiste, solo lo dejaría fluir y esperaría a que se me pasara. Actuaría con normalidad, como siempre lo había hecho, y... esperaba poder evitarle mas dolor a la diosa que amaba.
...
Uf, llevaba esperando para este capítulo desde que empecé el libro.
La mitad de las piezas ya están en posición, veamos como se desarrolla el juego.
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