Razón #4
Me gustaría poder escribir cuando mirar el cielo se convirtió en nuestra tradición favorita pero lo cierto es que no lo recuerdo. Quizás se debe a que yo jamás miré las nubes, estaba demasiado entusiasmado con la forma en la que los colores del atardecer se atrevían a posarse sobre tu rostro y hacer de tus labios una joya brillante e irresistible.
Las nubes naranjas y rosas de la primavera, al igual que el sol y las flores, siempre han sido tu mejor maquillaje. Uno con el que nadie, salvo yo, podría llegar soñar.
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