Razón #2
Los primeros días de primavera siempre eran difíciles, casi tanto como tú. Pero aquella primavera en la que te conocí no parecía molestarme tanto, quizás porque estaba demasiado centrado en echarte de mi casa y desactivar el timbre para que dejases de insistir en sacarme a la calle, entonces empezabas a escalar por la ventana como en todas esas películas americanas que tanto te gustan y mis vecinos siempre aporreaban mi puerta para obligarme a lidiar contigo, chico molesto y atrevido. Un día bastó para tenerte pegado a mí, decidiste no abandonarme. Eras mi acosador pacífico, mi bandido sonriente. Asaltador con hoyuelos.
Al final siempre cedía, tirabas de mi mano con la guitarra colgando de tu espalda y apurabas el paso hasta alguna plaza. Entonces yo me sentaba entre tu público con el café en la mano, sabías como callar mis protestas con dulces o amargos en función del brillo de mis ojos, y fingía estar molesto por la lluvia de flores de cerezo que te envolvía en magia mientras cántabras con labios rosados y esa voz tan preciosa que anima mi cuerpo a soñar. Tus manos expertas acariciando cada una de las cuerdas de la guitarra.
Las primaveras se convertirían poco a poco en mi época favorita Jungkook, debido a ti y a tu música.
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