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dulces

¡Oh Dios mío!

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¡Que horror!

Sus ojos viajaban por la pantalla, leía y releía las "noticias" y entre más se enteraba más asustada se ponía.

De acuerdo a eso cada año crecía el número de niños lastimados o muertos por los dulces de Halloween.

Pequeños que habían salido por diversión y golosinas y se encontraban terribles sorpresas.

Navajas de afeitar ocultas en chocolates, agujas, alfileres, pedazos de vidrios los cuales mutilaban sus pequeñas bocas y en el peor de los casos...¡Veneno!

Locos, enfermos, malnacidos que llenaban las golosinas con arsénico u otra sustancia tóxica, personas enfermas que solo buscan hacer el mal y son los más inocentes los que pagan su fechoría.

Lloraba con las imágenes de pequeños heridos, las cuales eran subidas para alertar a los padres.

Llegó el punto en el que terminó cerrando la portátil, asustada y asqueada de lo que había visto, una cadena que llegó a su correo cual voz de alerta.

¡No,no,no! Esto tenía que ser una broma, no podía existir gente tan mala que gozará haciendo daño a pequeños niños....¿Verdad?

....pero....tal vez es cierto, digo, después de todo ha visto en las noticias casos dónde los pequeños son violentados...¡Incluso por sus padres!

Eso la aterraba.

Ella era una buena madre, cuidaba de su pequeño Koga con mucho amor, jamás lo dañaría...¡No permitiría que alguien lo lastimara!

¡No,no,no! ¡Cero dulces! No dejaría que su bebé comiera nada que le dé un extrañó, revisaría cada uno de los dulces que Koga trajera a casa en ese Halloween, el pequeño no podría probarlo hasta que ella los hubiera revisado a fondo y....¿Y si mejor los tiraba?

*****///

Era Halloween, 9:00pm, los niños pedían dulces en las casas vecinas, disfrazados, corriendo de un lado a otro con grandes sonrisas en su cara.

El pequeño Koga hacía lo propio acompañado de sus amigos y los padres.

El pequeño "hombre lobo" estaba feliz, este año había recolectando muchísimos dulces, su costalito estaba a reventar.

¡Koga! Es hora de irnos, ya es tarde.

¡Hay, papá!

Nada, vámonos o mamá se enfadará...nos vemos chicos.

Seiya tomo a su pequeño hijo de la mano y se despidió de sus amigos, era momento de regresar, a Saori no le gustaba que su hijo estuviera tan tarde en la calle y ya pasaban de las nueve.

Durante todo el camino el pequeño narraba lo mucho que había conseguido, que dulces comería primero, quién le dió más y qué, para un niño de seis años esa era su época favorita del año.

*****!!!!

¡Ya llegamos!

¡Mami, mirá, conseguí muchos dulces!

¡Koga!

La mujer no tardó en correr dónde su hijo y abrazarlo con fuerzas.

¡Mami, me apachurras!

Saori estaba descontrolada, por su cabeza pasaban una y mil historias, cada una más terrible que la otra relacionada con los dulces.

Y si su pequeño había comido algún chocolate y dentro de este se encontró con algo, una afilada navaja que corto sus pequeños y dulces labios...¡O una aguja! ¡¿Que tal si se comió una aguja o un cacho de vidrio?! Si este llegaba a su garganta y lo cortaba, si hería sus pobres intestinos.

La pobre ya estaba llorando al ver que no llegaban, imaginando a su pequeño en la sala de emergencia o peor...la morgue.

Cariño ¿Que pasa? ¿Estás bien?¿porque estás llorando?

En cuanto se giro y miro la bolsa que Seiya sostenía un pánico la inundó.

¡No!

Alejó a su hijo de golpe, como si ese saco contuviese algo radiactivo.

Del miedo paso a la irá, le arrebato los dulces a su esposo y camino hasta afuera, los tiraría a la basura.

¡Noooo, mis dulces!

El pequeño Koga corrió tras su madre, llorando por su botín. Seiya alcanzó a sujetarlos antes de que terminarán en la basura. Le costó mucho controlar a su histérica esposa, la cual no paraba de gritar que eran peligrosos, tras una larga charla logró controlar a su mujer.

Saori le explicó todo lo que había leído en internet, los casos de los pequeños heridos...todo.

Seiya solo suspiró, desgraciadamente su querida esposa era muy creída y susceptible, podía leer algo muy vago y para ella ya era un hecho, por eso tenían una gran porquería de cosas en su casa, porque Saori era muy fácil de engañar.

Logró calmarla un poco y llegar a un acuerdo, mañana revisarían todos los dulces, uno a uno, después le darían a su pequeño lo que ella aprobará, esto basto para calmarla, pero el pequeño...

Koga fue llorando a su habitación, enojado con sus padres, esos eran sus dulces, se los habían dado a él...y el quería comerlos.

El pequeño era muy terco y no escucho razones, por lo que se encerró en su cuarto, muy enojado con sus padres.

No te preocupes, déjalo descansar y mañana hablaré con el.

No pudo evitar sentirse mal por haber hecho llorar a su hijo, pero no estaría tranquila hasta asegurarse que nada malo le pasaría a su bebé.

Dejaron los dulces en la parte más alta de la alacena y fueron a dormir.

****///

Las dos de la madrugada y el pequeño Koga bajo de puntitas las escaleras, recuperaría su botín.

Cuidando no hacer ruido lo busco con su pequeña lámpara, mamá y papá lo habían dejado en la parte más alta de la alacena.

El niño sonrió mientras abría algunos cajones que usaría como escalera...esos dulces eran suyos.

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Saori abrió los ojos ligeramente asustada, le pareció oír un ruido, más dormida que despierta miro a su alrededor, la habitación estaba en silencio, cansada decidió regresar a dormir.

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Al día siguiente la mujer despertó muy temprano, la noche anterior, tras hablar con su esposo, se sintió muy tonta por lo que había hecho. Jamás le habían dado a su hijo un dulce roto o en mal estado, Koga solo acudía a pedir a las casas de sus vecinos y les conocía a todos, eran personas amables y honradas.

Suspiró, se disculparía con su bebé, tal vez con un pequeño pastelito todo estaría arreglado, bajo las escaleras, al menos limpiara las envolturas antes de dárselos.

¡Ahhhhhhhh!

Su grito se escuchó en toda la calle, Seiya se paró en el acto, bajo corriendo las escaleras para llevarse la peor impresión de su vida.

La noche anterior el pequeño Koga había intentado recuperar sus dulces, logró trepar hasta arriba y tomar el saco, por desgracia al bajar sus pies descalzos resbalaron, el pequeño cayó con fuerza al suelo... desgraciadamente su frágil cuello chocó con un pequeño banco de madera que su madre usaba para alcanzar las partes más altas...su cuello se partió en dos y murió en el acto.

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Saori tenía razón....esos dulces si estaban malditos.

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