La tarde en que Ximena y su madre se iban de la ciudad, se encontraban en la central del autobús esperando a que anunciaran el suyo; tenían varias maletas a un lado. La idea original era viajar en avión, pero con los gastos que tuvieron últimamente, decidieron irse en camión, pues el boleto era mucho más barato.

Las vacaciones estaban a punto de culminar y ya se habían encargado de solicitar el traslado para la universidad. Ambas estaban impacientes y nerviosas. Para calmarse un poco, Rita sacó una revista de su bolso y comenzó a hojearla.

Ximena, por su parte, miró su celular sin mucho ánimo. Ya se habían despedido de todos sus amigos y familia y, al recordarlo, se sintió melancólica. Comenzó a revisar sus redes sociales, donde algunos de sus contactos se encargaron de darle el pésame por la muerte de su padre. Les contestó sólo por cortesía, porque estaba segura de que a la mayoría no les importaba.

—Hermosa señorita, ¿puedo sentarme y hacerle compañía?

Ximena alzó la vista y vio a Erick delante de ella.

—¡Erick! —Se levantó y lo abrazó.

—Te dije que iba a venir a despedirte. —Correspondió el gesto. Segundos después la besó.

Ximena sonrió contra sus labios. Como ya tenía todas sus maletas preparadas desde hacía unos días, la tarde anterior su madre le dio permiso de ir con Erick. Estuvieron en la habitación del chico, charlando y riendo un poco, hasta que terminaron en una sesión de caricias y besos justo en el sillón de cuero. Ella sentada a horcajadas sobre él, besándose y tocándose como si su vida dependiera de eso, pero como siempre, Antonia los interrumpió tocando la puerta antes de que llegaran a algo más con la excusa de preguntarles si necesitaban algo.

—Me alegra que hayas venido, aunque ahora estoy segura que me soltaré a llorar —rio un poco.

Erick negó con la cabeza y acercó sus labios a su oído.

—Aún me debes un baile sensual —le susurró.

—¡Claro que no! Nunca te lo prometí.

—Mmm... Pero sí vas a pasar tu lengua por mi abdomen, ¿verdad? —Preguntó divertido. Ximena rodó los ojos.

—Oh, cállate —dijo divertida.

Erick se sentó junto a ella y estuvieron charlando hasta que, después de esperar un rato, anunciaron el autobús en el cual se iban.

—Supongo que es la despedida.

—Dejémoslo como un hasta luego y no como un adiós —sugirió Erick.

—Hasta luego, Quintana. —Le tendió la mano.

—Hasta luego, Ximena.

Estrecharon sus manos. Segundos después, se fundieron en un abrazo y cerraron los ojos, sintiendo la calidez del otro, hasta que la voz de Rita los trajo a la realidad.

—Ximena, es hora de irnos.

—Oh, sí... Te veo después, Erick. Te amo.

El chico juntó su nariz con la de ella y la presionó en un beso esquimal. Ximena soltó una risita.

—Yo te amo a ti.

Erick se despidió de Rita y besó a Ximena una vez más. No quería que se fuera, pero entendía que debía hacerlo. La notaba más animada que antes, aunque a veces una expresión melancólica y afligida la invadía. Vio cómo la chica que amaba y su madre subieron al autobús después de documentar su equipaje. Se quedó hasta que el camión arrancó y desapareció de su vista.

El chico soltó un suspiro y sonrió con tristeza, limpiando una lágrima que escurrió por su mejilla. <<Te deseo lo mejor en este tiempo que no estaremos juntos, Ximena>>.

Ay, jaja está más corto que el anterior xD No.Puede.Ser.

En serio, trataré de actualizar el viernes el siguiente capítulo, pero ya solo quedan dos porque en total son 25 :'D

Pero bueno, todo debe terminar y esta historia no será la excepción. Igual faltará el epílogo y unos extras :3

¡Nos vemos el viernes!