Capítulo 17.
Erick no tardó en llegar hasta donde estaba Ximena. Extendió su mano para tocar su brazo pero la chica se hizo hacia atrás.
—Ximena...
—Me voy, Erick.
—Admito que esa vez no fuiste mi primera opción, pero no me arrepiento de nada, gracias a eso pude conocerte mejor, desde esa vez comencé a sentirme atraído hacia ti.
—Ah, mira... Adiós. —Se dio la media vuelta.
—Ximena, por favor.
—Quiero estar sola, ¿sí? Necesito pensar.
— ¿Entonces deja que te lleve a casa.
—No —respondió con rapidez, limpiando unas lágrimas que empezaban a formarse en las esquinas de sus ojos. Erick sintió una opresión en el pecho.
—Oh... Puedo decirle a Víctor que te lleve.
—No, déjalo disfrutar el resto de la noche con Eva.
—No voy a dejar que te vayas sola —dijo con tono duro.
—Y yo no voy a dejar que me ordenes qué hacer. Adiós.
—¡Ximena, por favor!
La chica lo ignoró y caminó hasta el portero para pedirle que abriera la reja. Erick observó cómo se alejaba. Antonia y Ernesto, que escucharon el escándalo, se acercaron a él. Los demás invitados también miraban la escena con curiosidad.
—¿Qué sucedió? —Le preguntó su padre.
Erick enfocó a sus progenitores.
—Yo... Quiero estar solo, ¿sí? —Sin esperar ninguna contestación, se dirigió a la mesa de regalos y tomó la bolsa negra. Subió a su habitación sin despedirse de nadie.
***
Ximena caminaba hacia su casa con paso lento. Sentía que el corazón se le estrujaba al recordar todo. <<Me hizo creer que me quería... ¡Y yo estoy tan enamorada de él!>>. Limpió algunas lágrimas que escurrían por sus mejillas. <<Al menos llevo maquillaje a prueba de agua>> pensó. En ese momento recibió una llamada de Víctor, que al darse cuenta que se fue, no dudó ni un segundo en hablarle.
—¿Qué pasa? —Murmuró.
—Ximena, ¿dónde estás?
—Voy camino a casa.
—¡¿Por qué no me dijiste?! ¿Dónde estás? Espérame para que te lleve.
—No es necesario.
—Claro que sí.
—Ya tomé un taxi, voy camino a casa —mintió. No quería mortificarlo.
—¿Segura?
—Sí.
—Está bien... Avísame cuando llegues.
—Lo haré.
—Y yo aquí me encargaré de Erick... —bromeó para hacerla reír, cosa que no funcionó.
—Te veo luego. —Finalizó la llamada.
Después de una cuadra, se dio cuenta de que las calles estaban muy oscuras, se arrepintió de no haber aceptado la oferta de Víctor. Pensó en llamar a su padre pero descartó la idea, últimamente lo notaba muy estresado, no quería preocuparlo más. Dio algunos pasos cuando un carro lujoso se orilló junto a ella; por un momento se paralizó por el miedo. Estuvo a punto de echarse a correr pero el dueño del auto bajó la ventanilla; se sorprendió un poco al ver al joven, de todas las personas, no esperaba encontrarse con él.
—Hey, ¿a dónde vas tan sola? ¿No quieres que te lleve?
—Amm... —Vio que a lo lejos se encontraba un grupo de hombres; no le dieron buena espina, así que era preferible irse con él—. ¿No es molestia?
—Para nada.
La chica subió en el asiento del copiloto.
—Gracias, Fernando.
—No hay de qué, Ximena.
***
Mientras tanto, Erick se encontraba en su habitación, sentado en su cama, releyendo la carta de cumpleaños que Ximena había hecho para él. Además de eso, le regaló dos libros, El señor de las moscas de William Golding y La larga marcha de Stephen King, y una caja con barras de chocolate amargo.
La misiva era corta pero con un gran significado para Erick.
Erick Quintana:
Incluso escribir tu nombre hace que mi corazón lata con rapidez. Volviendo al punto, tú y yo nos conocimos de la forma más simple, ¿recuerdas esa vez que les hablé a ti y a Eva para que se sentaran a comer con nosotras? En ese momento me pareciste atractivo, sin embargo no imaginé que años después terminaría en una situación embarazosa frente a ti y que eso desencadenara una serie de eventos que han logrado que tengamos una conexión especial.
Erick, estoy tan enamorada de ti, lo acepto, y pienso que tú también lo estás de mí, pero no voy a pedirte que seas mi pareja formal. Te doy un pequeño adelanto, el día que tú lo hagas, te daré una respuesta afirmativa.
Sin más por el momento, sólo tengo algo que decir: ¡Te quiero, te quiero, te quiero! :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :) :)
Con mucho amor,
Ximena Grijalva.
Erick rio un poco al ver las caritas del final. <<Supongo que si le pido que sea mi novia, no aceptará>> pensó con tristeza. En ese momento abrieron la puerta de su habitación. El chico alzó la mirada y se encontró con su hermana.
—Hola —saludó Eva con tono suave.
—Hola.
—¿Interrumpo algo?
—No. —Dobló la carta y la puso en el buró.
—¿Qué es eso?
—Una carta de Ximena.
—Ah...
—¿Ya se fueron todos?
—No, siguen ahí.
—Diles que me excusen pero no quiero ver a nadie.
—Yo les digo —sonrió—. ¿Estás bien?
—Dentro de lo que cabe, sí —respondió. No quería preocupar a su hermana.
—Bien... Voy con los demás pero cualquier cosa, puedes acudir a mí.
—Lo sé... Eva... —La llamó antes de que saliera.
—¿Sí? —Volteó hacia él.
—¿Crees que Ximena me perdone?
—Sí, no es para tanto pero es normal que se sienta así en estos momentos. De seguro que lo pensará todo con más calma y arreglarán las cosas — le dio ánimos.
—Gracias, Eva, por estar para mí.
—Siempre estaré para ti, tonto. —Sonrió un poco.
—Y yo para ti, bobita —le devolvió el gesto.
Ximena recargó su barbilla en su mano tratando de lucir indiferente. Ya le había dicho a Fernando la dirección de su casa. Mientras él conducía, ella miraba las calles por la ventanilla.
—Dime, Ximena —dijo Fernando de repente, atrayendo su atención—, ¿por qué estabas llorando?
—No estaba llorando.
—Oh —disimuló una sonrisita cínica—, pero parecía que estuviste llorando, se nota en tu nariz y mejillas enrojecidas.
—Es alergia.
—Ah... Supongo que tiene que ver con Erick —murmuró sin dejar de ver hacia delante. Ximena volteó hacia él con disimulo; prefirió no contestar—. Sé que la mansión de los Quintana está cerca de la calle donde estabas, así que supongo que él fue un idiota, te hizo sentir mal y tú decidiste irte de allí a pesar de la hora que es, ¿o me equivoco? —La chica se tensó al oírlo, ¿qué era?, ¿un brujo? No respondió y deseó llegar pronto a su casa—. A pesar de tu silencio, tus expresiones corporales te delataron —sonrió.
—No seas metiche, Fraga —masculló. Estaba muy molesta como para fingir que él le agradaba. Fernando, al escucharla, sonrió aún más.
—A pesar de tu malhumor y que eres irritante, pienso que eres un pastelito muy apetecible.
Ximena hizo una mueca al escucharlo.
—Y yo pienso que eres absurdo. ¿No podrías callarte? Y si piensas seguir hablando mejor aquí me bajo.
Fernando soltó una risita.
—Eres muy áspera, no me diste esa impresión la primera vez —siguió riendo—. Me gustas.
—Ah, mira, qué bien. —Vio sus uñas con desinterés.
—¿No te gustaría lastimar a Erick, así como él te lastimó?
—No he dicho que sea verdad que Erick me hizo sentir mal — dijo a la defensiva.
—No has dicho que sea mentira. —Ximena lo miró con atención unos segundos, hasta que desvió la mirada—. Como dije, tus expresiones te delatan.
Ximena cerró los ojos y recordó las palabras de Erick: "Fernando no es el tipo de persona que quieres tener de enemigo, pero definitivamente tampoco es buena opción como amigo". Era muy molesto, en poco tiempo logró enfadarla.
El resto del camino estuvo silencioso, Fernando no volvió a hablar y ella lo agradeció en su interior. Una vez que llegaron a su destino, Ximena se volvió hacia él.
—Gracias por traerme.
—De nada, mi pastelito, y ya sabes, si quieres hacer sentir mal a Erick o pasar un buen rato, puedes acudir a mí. Si quieres búscame en las redes sociales, prometo aceptarte y responder tus mensajes.
—Adiós, Fernando.
—Hasta luego, Ximena.
***
Después de que Fernando la llevó a su casa, avisó a sus padres que había llegado y se encerró en su habitación, donde pensó en todo lo que la llevó hasta ese momento, desde la fiesta de su mejor amigo hasta el cumpleaños de los mellizos. Le llegaron unos mensajes de Víctor y de Erick.
Víctor R: ¿Ya estás en casa?
Yo: Ya llegué, sana y salva.
Entró al chat de Erick por simple curiosidad.
Erick Q: Cariño, en verdad me gustas y te quiero, dime qué hacer para que me perdones.
Negó con la cabeza. No respondió, se limitó a dejar el celular en el buró y se puso la ropa de dormir. El día siguiente despertó tarde. Se levantó de la cama. <<Tal vez ayer exageré un poco>> pensó mientras lavaba sus dientes. Bajó a la cocina para desayunar fruta. En lo que comía, su mamá se acercó a ella.
—Buenos días.
—Buenos días —respondió sin mucho ánimo.
—¿Cómo amaneciste?
—Bien, ¿y tú?
—Muy bien. Ya no nos contaste, ¿cómo te fue ayer en la fiesta de Erick?
—Bien.
Se llevó un trozo de pera a la boca.
—¿Sólo bien? ¿Le gustaron los regalos?
—Sí —sonrió sin ganas.
Rita enfocó a su hija y alzó una ceja, sabía que no le estaba diciendo la verdad pero prefirió no insistir, no quería presionarla.
—Está bien. Iré con unos clientes, llego en unas horas, ¿sí?
—Sí, mamá, cuídate.
Después de terminar la fruta y preparar unos panqueques, decidió ver un poco de televisión. Puso dibujos animados en lo que terminaba de comer. Una vez que finalizó, lavó los trastes. Estuvo a punto de poner música a todo volumen para sacudir y limpiar, cuando tocaron el timbre.
Se dirigió a la puerta y abrió los ojos con asombro cuando vio a Erick afuera de su domicilio. Se veía cansado y tenía una expresión triste en el rostro.
—¡Erick! —Exclamó.
Él no le dio tiempo de reaccionar, la rodeó con sus brazos con fuerza pero procurando no ser brusco.
—Cariño, lo siento... —murmuró sin dejar de abrazarla.
—Erick, yo...
—Te quiero, Ximena. Perdóname por no haber sido sincero contigo en eso pero temía que, si te decía la verdad, no aceptaras... —Se alejó un poco y colocó las manos en su cintura. Ella las quitó con rapidez.
—Ammm... Pasa, por favor —pidió. Él entró y la chica cerró la puerta—. Erick —carraspeó un poco—, yo también te quiero pero necesito un tiempo para pensar, ¿sí? ¿Puedes entenderlo?
—¿Pensar qué? —Alzó las cejas.
—En todo. Estamos yendo muy rápido y temo que eso haga lo nuestro se desmorone pronto.
—No tiene que ser así — susurró.
—Necesito un tiempo, quiero saber si esto es en serio o es solo...
—¿Qué?
—Un romance de verano —murmuró—. Porque tal vez lo nuestro es eso, algo momentáneo...
—No —la interrumpió.
—Entonces dame tiempo. Si lo nuestro va en serio, vas a esperarme.
—¿Cuánto tiempo?
—No lo sé. —Se encogió de hombros. No creía necesitar mucho pero estaba evaluando las reacciones del chico.
—Quería aprovechar el resto de las vacaciones contigo. —Bajó la mirada.
—Aprovéchalas con tu familia —sonrió—. Ya casi no los verás, nosotros iremos a la misma ciudad, ¿recuerdas?
—Sí —sonrió un poco—. Ah —suspiró—, tú ganas esta vez, pero quiero que tomes en cuenta algo.
—¿Qué?
Erick acercó sus labios al oído de la chica.
—Yo no me rindo, preciosa —susurró, provocándole cosquillas—. Te daré un tiempo —se alejó de ella—, pero te aseguro que, cuando menos lo esperes, voy a hacer lo posible para reconquistarte.
—No es necesario, Quintana —rio burlona.
—Por cierto, me gustaron mucho tus regalos. Te luciste.
—Me alegra que te gustaran.
Se miraron a los ojos. Erick acarició la mejilla de Ximena y estuvo a punto de besarla pero ella lo detuvo, colocando su dedo índice en los labios del chico.
—Nada de besos.
—Agh —se quejó—. Está bien.
—Pero sí está permitido abrazar. —Extendió los brazos.
Volvieron a fundirse en un fuerte abrazo. Se quedaron un rato de esa manera, disfrutando el contacto del otro.
—Voy a esperarte el tiempo que sea necesario —susurró.
—Te quiero, Erick.
—Y yo a ti, Ximena.
Ya ven, este drama no duró tanto pero no se enojen, ya habrá más, solo que de otro tipo :3
Ximena sí se enojó por la mentira pero la verdad no era para tanto, no como para aplicar la ley del hielo... Y esa es su personalidad, es dramática pero no exagerada, no me gustan las historias donde los personajes exageran cosas que se solucionarían con una conversación decente.
Pero bueno, ya se vendrá lo bueno, a lo mejor vengan lágrimas... O tal vez no, no espantaré por ahora.
Y bien, espero que les haya gustado el capítulo, ya saben que sus votos y comentarios me hacen muy feliz.
¡Nos vemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro