— Tranquilo, no pasa nada porque estoy aquí contigo.

¿Recuerdas? Eso te decía en medio de la noche cuando, a pesar de que eras mayor, no podías conciliar el sueño. Amaba, sin duda, el permiso que tu madre te otorgaba de pasar unos días en mi casa y jugábamos como buenos amigos.

Buenos tiempos eran aquellos ¿no Maitimo? En Aman, cuando solíamos también aventurarnos juntos por esas tierras benditas.

No puedo encontrar mayor dolor semejante al que siento al escribirte estas palabras, esta carta llegará a ti en el peor de los casos. Tras haber trazado el plan para eliminar por completo a Morgoth y sus huestes, llegué a casa emocionado no sólo por verte una vez más, sino porque tuvimos la oportunidad de mejorar el futuro, pero quizá algo sucedió.

Lamento dejarte solo, Maitimo, nada más me duele mucho y no es tan pesado como el arrepentimiento que sentiré una vez encuentre el descanso eterno. Pongo en tela de juicio si el señor de Mandos podrá permitirme verte una vez más, pero en esta carta quiero agradecerte.

gracias por confiar en mi aun cuando era un joven e inocente elfo.

Gracias por enseñarme a blandir una espada aun cuando mi padre no estuvo de acuerdo.

Si tuviese que mencionar todo aquello por lo que me siento agradecido nunca terminaré, tú mismo lo has dicho; Le tomas demasiada importancia a las cosas tan insignificantes. Y es cierto, pero ¿Cómo no podría sentir euforia o agradecimiento con mi héroe?

Lo lamento, Maitimo.

Gracias por ser mi mejor amigo y con esto despidiéndome, quiero desearte la mejor de las suertes con tu vida ¡aprovéchala! El juramento es eterno, pero tu vida no lo es, aunque así lo parezca.

Y si es que alguna vez sientes el mundo encima, ve a la colina donde solíamos ver el atardecer, te esperaré, aunque tú no logres verme; te cuidaré.

Hasta pronto, mi mejor amigo.