Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

{Cuddling + Forhead Kiss}

Mientras que un atardecer iba en curso para marcar últimas horas de luz antes del anochecer, se quiso sentar en la colina verde más alta.

Quería que el viento que danzaba acariciara su rostro, llevándose el leve dolor de su jaqueca. Sin contar las presiones, su ansiedad y nerviosismo, mal combinados con su falta de tolerancia a la frustración, sus cejas se fruncian de modo que hasta su propio gesto le lastimaba. Ciel apretaba la quijada que le dolía por la tensión, y sus ojos sentía un aguate que le pesaba y consternaba. En su vacío donde se perdió ya no sabía si evitaba llorar o si le faltaban.

Esa frustración le hacía querer sacarla y a la vez dejarse undir en ésta misma.

La luz le empezaba a molestar. Sabía que era mala idea pero igual escuchó a su novia.

La palabra provocó una punzada, apretó sus ojos no queriendo ver la aurora que producía su engañosa y cansada mente como primera señal de migraña. Una tormenta se avecina, y no está allá afuera preocupando a esos monstruos y demonios. En su mente yacía el miedo y la ansiedad. Sí, eso era. Temía que fuera otro de esos ataques. Se abrazo a sí mismo con los ojos acuosos y temblando. Creía haber superado esa fase. Creía haberse fortalecido. Pero seguía siendo el mismo cachorro débil que con no tener un 10 era motivo suficiente para sentirse derrumbado.

Si no podía confiar en que otros no lo defraudarán, ¿Cómo confiará en él mismo? No importa cuánto se esforzará, no valían las horas matándose estudiando. No podía ni complacerse a sí mismo.

No valía para él ni nadie. Es mas, ¿Se podría decir que tenía novia? ¿Qué era Heath entonces? Su miedo a ser lo que otros esperan y a no perder lo que lo hace ser él lo mantenía en una ambigüedad donde andaba a ciegas. A veces Heath era su amante, y a veces era su amigo. A veces era un ciudadano ejemplar y a veces se desviaba del camino. A veces parecía que Olivia lo amaba y a veces parecía que era solo su adorno. Por eso decían que eran tal para cuál, Olivia era una líder, era linda, muy sociable, educada, cumplida, organizada, con miles de amigos; Ciel era un erudito, un caballero, un hombre culto carismático y lleno de ideas, eso compensaba lo que le volvía inferior a su círculo social: Vegano, pequeño, débil y manso. ¿Qué es un hombre lobo así sino un vergonzoso error que nadie quiere mencionar?

Sus esponjositas patas cubrieron sus ojos que cedieron al llanto. Sollozó pensando en todo eso, en la verdad de lo que era: Que no podía ser un licantropo ideal, no podía ser perfecto. Pero le exigían serlo. Él mismo quiere ser perfecto. Y se cansa. Se cansa de decepcionarse a sí mismo por no llenar las espectativas que se puso a sí mismo. Si a él se falla, ¿Qué evitará que le falle al resto?

Lloraba en silencio, haciéndose bolita. Se quería liberar de la responsabilidad de lograr la grandeza un instante aunque sea.

En su desesperación apenas alcanzó a percibir los pasos de alguien. Sus orejitas suaves y peludas se alzaron ante la cercanía de quién se aproximaba a sus espaldas.

Levantó su rostro de sus patas. Sacó los lentes de su bolsillo del pantalón y volteó con un círculo dibujado en sus labios.

—¿Liv?

Ojalá fuera la aurora mental la que le engañaba, pero no era un gallo en su visión o cordura. Era su demonio alto y fuerte amarillo con los jeans azules rotos de siempre y la hoodie negra que vestía. No tenía sus gafas oscuras, pero sí el copete verde y cuernos asomándose, juntos a un cigarro en su boca que soltaba humo y su cola de reptil larga en un movimiento de lado a lado que indicaba su molestia.

Ciel bajo la mirada apenado. Más llanto de él salía. Ternura le daba ver que seguía siendo descuidado con sus tenis, desde niño no se amarraba un par, dejaban de ser puros y blancos para desgastarse a la vejez que les daba en apariencia la mugre gris tirando a negra, y más usados y gastados que nada. El remordimiento lo carcomía lenta y cruel, era una bestia por completo. Lo que hacía no estaba bien. Jugar con los sentimientos de ese dulce chico. Poner la aceptación social por encima de lo que por años han vivido juntos. Y aún saber que si lo eligiera a él, morirían antes de poder salir sin aparentar nada y que a nadie le importará en absoluto.

Se sacó el cigarro de la boca y rodó los ojos.

—¿Y qué si no aprobaste el examen simulacro? Ese no va a contar. ¿Lo sabes?

Heath recalcó con reprochó cada palabra. Ciel temblando de coloco los lentes y se devolvió a su posición fetal.

—Pero-

Murmuró sin saber qué más decir.

Le traían la prueba de nuevo de que solo decepcionaba a todos. Era obvio que seguía enojado con él. Pero no quería correr ese riesgo. Lloraba de pena por su cobardía, porque sabía que nunca aceptaría lo que es, lo que siente. Al final lo mejor sería seguir su plan, y tener que dejarlo.

El demonio sacó su lengua larga para meterse su cigarro y masticarlo. Analizaba a Ciel. Ya le estaba dando otra de sus jaquecas, y por la misma tontería de siempre: la escuela.

«No otra vez» pensó de brazos cruzados y tragándose lo que sus colmillos y saliva volvieron masilla.

Heath era de los que no le importaba nada más que intentar. Ser necio. Hasta no recibir un no ni loco desistiría. Estaba tan seguro de que su misma mentalidad en el deporte le serviría en el amor: seguir esforzándote hasta ganar.

Se quitó la hoodie de encima y se acercó. Se sentó detrás de Ciel y con su suéter lo rodeo por la espalda. Ciel en su mareo se sorprendió. Heath lo cargó y lo cubrió con su hoodie, se lo acerco hasta cargarlo como bebé y abrazarlo. Lo acunó. Viendo que el sol no le incomodara.

Ciel se sintió más tranquilo y a salvo en ese abrazo, más sincero que los que le daban otros. Más arrepentido estaba. Se hizo bolita ocultando su rostro en el pecho de Heath, y sus lágrimas mojaron la hoodie y su camisa blanca.

Heath sonrió melancólico. No le reclamaría de ese asunto sobre “ellos”, solo vería porque se sintiera mejor. Además, era solo un examen. No tenía porque preocuparse.

Pensó que si comentaba que su traje de tartan era ridículo le quitaría peso al asunto, pero tal vez no lo pondría tranquilo.

Ciel se dejó abrazar mientras con sus brazos cortos intentaba rodear el cuello de Heath para devolverle aquel gesto. Heath acaricio su espalda. Lo acercó más para abrazarlo con fuerza. Le encariñaba lo pequeño que era. Y eso que de niños eran de la misma altura. A Ciel también le fascinaban esos abrazos. Pensando que alguna vez él lo llegó a cargar de bebé. Lo mucho que había crecido. Lo que crecieron los dos. Pudiendo haber quedado todo en la estima que le tenía como de hermanos, tuvo que avanzar hacia otra dirección. Se culpaba tanto por los sentimientos que nacían de él. Quería tanto s Heath...

Pero también quería a Olivia.

Los quiso a ambos desde la primera vez que los vió. Nadie como ellos que le hubieran hecho feliz y hacerle sentir especial. Y sabe que la causa de que uno de ellos salga lastimado será él mismo. Pero al menos por ahora, hasta que las cosas no cambien, estaría a salvó y en paz, sabiendo que terminaría escogiendo a la chica que fue su primer amor, y protegiendo a su amigo de la infancia.

Cómo cuchillo atravesando su pecho, pensando en él como un amigo, notó sus acelerados latidos. El corazón de Heath revoloteaba de alegría en ese abrazo. Unos segundos que se sentían eternos. Ciel se quiso acurrucar para dormirse en sus brazos. No quería ponerse a pensar más en eso. Solo no lo dejaría en paz.

Heath acaricio el rostro del licantropo albino y plantó un beso en si frente.

Ciel iba a abrir sus ojos, pero Heath se levantó y lo acunó mejor para que entendiera que se podía dormir.

El orfanato donde seguía viviendo Ciel quedaba bastante lejos. Le sorprendía cuánta voluntad tenía Ciel para conducir esas horas para llegar a la escuela. Ir hasta allá sería pesado y despertaría viejos y nada agradables recuerdos. Los pocos que le gustaban y recordaba con aprecio eran solo con Ciel. Con su cachorro.

—Te puedes quedar en mi casa por hoy. — le sugirió con la intención de invitarlo.

Ciel apenas y podía hablar. Su mente y cuerpo estaban cansados.

—No... No quiero ser una carga. — apenas pudo decir somnoliento.

—Eres ligero, créeme — respondió el demonio con ojos de ternura posados en su cachorro durmiente que traía en brazos.—. Además — le susurró pícaramente.—, ya antes hemos dormido juntos en mi casa.

Ciel gruñó por lo bajo. Heath se mordía el labio divertido al imaginar su cara toda roja y avergonzada que escondía envolviéndose en la hoodie.

Heath se lo llevó rumbo a su auto para dejar aquel parque. Pese a su belleza y que se podía comprobar de forma sensorial, no lo necesitaban. A veces la calma la encuentras con la compañía de la persona correcta.

Aún tenían mucho tiempo para dejar las cosas en claro, para remediar sus errores, y de ser ese cambio que los hará estar juntos, sin la importancia del que dirán...

... Algún día...

—Si es como cuando eramos niños y vomitas, hazlo en el auto ahora y no en la casa. No quiero explicarle nada a mis padres mañana, y sabes cómo se pone mamá con la alfombra.

Ciel asintió divertido con el pequeño chiste de Heath.


Últimamente por los exámenes me he sentido como Ciel, y ahorita decidí usarlo de inspiración para escribir ésto. De alguna forma me ayudó a sentirme mejor :3

Lo publicaré ahorita sin revisar la ortografía para tener más tiempo de descanso y de estudiar. Sorry.

Hasta luego y gracias por leer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro