(H)olaaaaaa

Saben, no suelo ser de las personas a las que la poesía le sale por los poros. Al contrario, me cuesta bastante y solo considero buenos esos poemas que me salieron desde el dolor y que cada vez que leo me sacan alguna lágrima. En verano, los primeros días de febrero, acompañé a mi sobrina a comprar los útiles para la secundaria y me compré una libretita solo por el diseño de las tapas (una obra de van Gogh que no conocía, pero que adoré al instante). Se me hacía tan hermosa que por semanas dudé en rayarla porque no quería irrumpir en ella y de alguna forma, acabar con la satisfacción visual que brindaba.

Sin embargo, un día con la libreta en manos buscando el valor para hacer el primer trazo, una idea llegó a mi mente. Esa idea pronto se convirtió en un poema y me sorprendió lo fácil que fue escribirlo.

Junto al poema, llegó la protagonista de este libro y poco a poco, como si fuera magia, también su historia; todavía me cuesta creer que todo esto lo inventé yo, que no hay personitas en mi mente que me cuentan sus vidas y mis manos deciden escribirlas. Suena loco, lo sé, pero se siente así.

Entonces, «Las olas que dejamos atrás» nace de ese poema que escribí un día cualquiera tirada en el sofá de mi casa, nace de uno de mis grandes sueños desde siempre; vivir cerca del mar y también del dolor de la pérdida de alguien a quien amo.

Si lo escribo lo materializo y si lo materializo puedo deshacerme del peso que eso me genera en la cabeza. «Olas» fue mi forma de hacer físicas todas las ideas que rondaban mi mente y no la dejaban en paz.

No voy a dejar notitas al final de cada capitulo porque lo voy a subir completo y todo lo que podía decirles ya lo expresé en esta parte. 

Sin más, espero que logren encontrar en esta novela el mismo lugar cómodo que encontré yo cuando lo necesité.

Bienvenidos a Hawaii, a Kihei y a «Las olas que dejamos atrás» 🌊💕.