Breakdown For Sanity - Hero
He's close to you, so close to you
Reach out your hand, open your eyes
What made you not change your mind for so long?
That's right, the hero is you
Los meses habían pasado de lo más rápido, Landón ya tenía tres años y el nuevo integrante de los Ross estaba por nacer, iban a tener otro niño y por su puesto ya tenían el nombre para él, sería Ronny.
Amanda estaba muy emocionada, a pesar de que en un inicio este Michael le había comentado que no quería tener hijos, cambió de opinión conforme fueron avanzando en su relación, algo que la sorprendió mucho ya que él se sentía como alguien que no sería buen padre, lo cual era su más grande miedo de todos.
Eso había sido todo lo contrario.
Michael era un padre excepcional, siempre mostrando cuanto amaba a su pequeño Landon y cuan feliz era a lado de su familia, en el embarazo hizo todo lo que podía para tener siempre a Amanda descansando, no le gustaba verla esforzándose de más.
Ellos siempre se dividían las tareas de la casa ya que los dos trabajaban y les gustaba repartirse las tareas en su hogar, siendo que Amanda cocinaba y lavaba la ropa mientras que Michael barría, trapeaba y mantenía limpia la vivienda, los dos se tomaban turnos para cuidar de su hijo y todo les salía a la perfección, ninguno hacía de más o de menos.
Siempre habían sido un gran equipo, y eso lo han mostrado a lo largo de los años, desde la universidad, y ahora juntos casi 10 años después.
Y ahora venía una nueva etapa para los dos, donde serían padres de un segundo hijo, otro pequeño pedazo de cielo que los unía incluso más que antes.
—Ya casi llegamos preciosa —decía Michael mientras iba manejando a toda velocidad.
La fuente de su pareja se había roto mientras estaban de compras en el centro comercial, algo que los tomo desprevenidos al cien y más estando ellos solos y trayendo a Landon con ellos.
Afortunadamente ya estaban cerca del carro con las compras y gracias a dos personas, buenos samaritanos, habían podido meter todo al auto y ayudaron con el pequeño y con Amanda.
El baterista ya le había avisado a sus amigos y todos estaban de camino al hospital donde tenían previsto que Amanda se fuera a aliviar, con la obstetra que había traído a todos los niños del clan al mundo, la doctora Santillán.
—No te preocupes Michael, estamos bien el bebé y yo —intentaba mostrar un semblante calmado la chica, pero se veía muy preocupada,
Estaban llegando al hospital y por fortuna veían que Fernanda y Astrid ya estaban ahí, al igual que Robert y Emily, quienes al ver el carro iban rápidamente a donde se estaba estacionando su amigo y los ayudaban.
—¡Hola, chicos! Mil gracias.
—No te preocupes amigo para eso estamos —decía Fernanda.
Abría la puerta donde estaba Landon y esta Astrid lo cargaba, a la par de que Rober y Emily estaban ayudando a bajar a Amanda, quien tenía ya un rostro de dolor y estaba respirando hondo para no sucumbir al mismo.
—Tranquila Amanda, todo estará bien —la ayudaba a caminar Emily sostenida igual por Robert.
Iban todos a paso firme hacia la entrada del mismo con Michael encabezando la comitiva, y al verlos la recepcionista mandaba a una enfermera con una silla de ruedas para Amanda.
—Señor Ross, lo estábamos esperando nos avisó la doctora Santillán.
—Muchas gracias.
Con ello se comenzaban a llevar a Amanda para prepararla para el parto, esto ponía muy nervioso a Michael.
—Te amo —le decía Amanda antes de desaparecer detras de las puertas.
—Y yo a ti.
Los chicos se iban a la sala de espera donde se sentaban a aguardar.
—¿Entonces paso mientras compraban? —preguntaba Robert.
—Si, fue super imprevisto, digo si ya estábamos cerca de la fecha prevista por Santillán, pero ¡jamás esperamos que fuera tan rápido! —exclamaba el joven.
—Pues acuérdate cómo fue cuando yo tuve a Annie, fue sin aviso ni nada, todos tranquilos en la guarida y de la nada se rompe mi fuente —reía la gótica.
—Eso que ni que, no sabíamos bien que hacer si no es que Sayumi nos controla —señalaba Robert mientras recordaban aquel episodio.
—A todo esto ¿Y los demás? —preguntaba Michael.
—Isthar fue por los niños a la escuela y pasaran Jenny y Erick por ella para venir para acá, porque ella tenía una junta en el buffet donde trabaja —le comentaba Emily.
—Menos mal que van ellos por los niños —sonreía el rubio.
—¿Cómo te sientes amigo? —preguntaba Fernanda quien traía cargando a su ahijado en sus piernas.
Michael suspiraba, se notaba un poco intranquilo, y era normal en él cuando eran cuestiones de los niños, ese era su único punto debíl, no quería ser cómo sus padres, era lo que más le aterraba, no poder llegar a ser una gran figura para sus hijos.
—Se qué ya lo han oído pero tengo un poco de miedo, digo ya tuvimos a Landon esta Amanda y yo pero mi miedo sigue ahí.
Se escuchaba su duda, se notaba en como se movían sus ojos de un lado a otro y pasaba de manera nerviosa su mano sobre su cabello, esta era una faceta que sólo conocía al cien esta Fernanda, siendo ella la mejor amiga del chico y la que más lo conocía aparte de Amanda.
—Sabes que lo harás perfecto ¿Verdad? —preguntaba Robert.
—¿Y si no es así amigo? —lo veía el rubio.
—Sabes que si será así, has hecho un trabajo excelente con Landon, y no será diferente con Ronny, estaremos ahí para ti —le aseguraba Astrid viendolo y poniendo su mano sobre el hombro del chico.
—Aparte, tienes a Amanda a tu lado, ella siempre ha sacado lo mejor de ti —señalaba Emily.
—Ustedes son un gran equipo que han demostrado que pueden sobrepasar cualquier obstaculo —sonreía Fernanda.
Michael se sentía muy afortunado de tener a todos sus amigos con él, comprendía que ellos jamás lo iban a dejar caer o cometer un error, por más miedo que tuviera, ellos y sus palabras siempre lo discipaban, eran su cable a tierra, aquellas personas que eligieron estar a su lado y que hoy en día llama no sólo amigos sino familia y sobre todo aquella chica.
Fernanda, su mejor amiga de todo el mundo, quien siempre había estado ahí para él, que era hoy en día la madrina de su primer hijo y que seguía considerandola su hermanita pequeña, esa chica que les dío de nuevo una oportunidad a cada uno de ellos para poder rehacer la banda, para ser exitosos, para poder tener todo lo que habían soñado en la universidad y ella busco lograrlo con ellos sin titubear, a pesar de todo lo que había sucedido.
Jamás podría agradecer tener a la mejor amiga de todas, la mujer más pura y más centrada de todas, era esa chica que siempre admiraría con sus exitoso y sus logros, que veía hoy en día tan feliz a lado de su amada esposa y su hija, ella se merecía todo lo bueno del mundo.
—Gracias amigos, de verdad ustedes hacen que todo sea tan facil y tan perfecto en mi vida junto con mi familia, de verdad no puedo estar más feliz en estos momentos, mi pequeño hijo esta por nacer, tengo a la mujer perfecta a mi lado y los mejores amigos de todo el mundo a mi lado —el jamás mostraba sus sentimientos y menos en público y sabían sus amigos que el se estaba controlando.
—Siempre estaremos los unos para los otros eso lo sabes amigo, así siempre ha sido y siempre será y lo sabes mejor que nadie —señalaba Astrid sonriendole a su amigo.
En ese momento iban entrando Erick con Jenny e Ishtar acarreando a los niños que traían su uniforme de la escuela y sus mochilas y cada uno con una bolsa de MCdonalds, parecía que habían pasado por comida para los chiquillos.
—¿Cómo va todo? —preguntaba Erick mientras abrazaba a Michael de manera fraternal.
—Amanda esta en labor de parto, no nos han dicho nada, pero la doctora Santillán nos dijo que en este parto no iba a poder estar por que tenía una corazonada que era de alto riesgo —comentaba Michael.
—Vaya, si nos había comentado algo esta Amanda —señalaba Jenny.
Todos se sentaban y hablaban entre ellos mientras que se turnaban para estar con los niños quienes los ponían a hacer la tarea.
—Por fortuna mis papás estaban en Nueva York de visitia y pudieron cuidar a Leila —decía Emily mientras platicaba con Isthar y Jenny.
—Si nos dijiste que vinieron, ¿Todo bien? —preguntaba Sayumi.
—Si, todo muy bien, aman pasar tiempo con su nieta.
En ese momento las puertas se abrían y veían salir a la doctora latina de cabello rizado y ojos negros penetrantes aún con la bata y guantes puestos.
—¿Señor Ross?
El chico se levantaba cómo una bala y se dirigia a ella.
—Digame doctora, ¿todo bien? —preguntaba
—Si claro, muchas felicidades, es padre de un niño saludable, Ronny nació.
La sonrísa de Michael era la más grande de todas.
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