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38. Círculos afectuosos, círculos defectuosos

Evidentemente, Jayden no cocinó. Había pedido comida para llevar casera. Conocía a un matrimonio que tenía un restaurante de comida tradicional y solicitado. Estaba feliz de que pudieran confeccionar el mencionar el menú para un día tan señalado como el de hoy que se reunía con su familia, aquella que había luchado tanto por reunir. Sobre la mesa se había puesto pavo asado, salsa de arándanos, puré de patatas... y para postre, el tradicional pastel de calabaza.

    Linda sonreía feliz. Aunque seguía tan perdida como cuando se inició su ingreso, sin haber tenido avances importantes, actuaba como si hubiera estado con ellos por más tiempo del que había estado. Aun confundiendo a sus hijos, aunque Seth hizo por no tomárselo en cuenta a pesar de que dolía como ascuas sobre la piel.

    —¿Quién bendice la mesa? —consultó Jayden emocionado.

    Seth y Ámbar lo observaron con pasmo. Hacía mucho que no se bendecía una mesa. Y no se había preparado nada.

    —Bien. Si nadie va a decidirse, lo haré yo.

    —Podría hacerlo yo. Pero ya sabéis que se me olvida todo —bromeó Linda como si hubiese empequeñecido.

    Jayden tocó su brazo.

    —Lo haré yo. No te preocupes.

    Tomaron la posición de orar, bajando la cabeza, juntando las manos.

    —Señor, te doy gracias por un día como este. Porque, aunque me costase un mundo, he podido reunir, al fin, a la gente que quiero; a mi nueva familia. Gracias por dejar que Linda siga en mi vida. Porque el grupo está teniendo muchos éxitos, señal de que estamos trabajando duro, en equipo. Porque Seth por fin me ha aceptado después de muchas trifulcas y reproches. —Seth alzó la cabeza y frunció el ceño. Jayden simplemente le guiñó un ojo—. Gracias por tener como amigo a Anthony porque, gracias a él, estoy teniendo mucha ayuda para conocer a mi nuevo ahijado...

    —¿Ahijado? —masculló Seth entre dientes, disconforme.

    —Y gracias por obsequiar a mi ahijado con una mujer estupenda que está demostrando que es capaz de lidiar con capa y espada contra las adversidades, y los paparazzi —hubo otro guiño para ella. Ámbar sonrió con dicha, pero a la vez, con diversión. Le había costado decidirse. Y todavía seguía con dudas de salir corriendo sin mirar atrás en la peor de las ocasiones. No. No podía abandonar a aquel a quien había decidido darle su corazón.

    Ella miró a todos los de la mesa. Era como si hubiera un pequeño vacío. Faltaba Jaxon para completar la pequeña familia. Porque Jaxon estaba dando más de sí que el resto de los escoltas. Al menos, para ella. Porque era ya como ese medio hermano que pululaba cerca cuando había que hinchar a hostias a quien se pasase de la raya.

    —Gracias, de corazón —continuó diciendo Jayden—. Bendice la comida y bendícenos a nosotros para que tengamos un futuro certero, que los éxitos sigan llegando, y mantengas a esta familia unida por mucho tiempo. Creo que ya me estoy repitiendo —dijo esto levantando la cabeza, finalizando la oración, poniéndose en pie para iniciar un brindis. Todos levantaron su copa, incluso Linda que seguía postrada en su silla de ruedas—. ¡Por más celebraciones como estas en familia!

    Todos repitieron su deseo en voz alta haciendo estallar con suavidad el cristal de sus copas, en lo alto, para luego dar un trago, sentándose de nuevo a la mesa—.Y ahora, a comer.

    Los presentes accedieron a la orden.

    —Vale. Qué bueno todo. Comamos —habló Ámbar, con Seth todavía frunciendo el ceño, confuso por el contenido de la oración, ese contenido que se había vuelto real y al que tenía que acostumbrarse. Al menos, ya le había dado carta verde a Jayden y a su madre. No deseaba decepcionarlos.

    —¿Y Jaxon? —quiso saber Ámbar. Porque sí. Porque su espacio vacío se sentía extraño.

    —Con su familia. Celebrando. Le hemos dado el día libre.

    —Genial. Se lo merece.

    Habían optado por otro escolta, uno de aquellos que se llevaban en los viajes. Por Logan.

    Empezaron a comer. Jayden ayudó a Linda con su comida. Ella no dejaba de sonreír, complacida.

    —Cam, cariño, ¿por qué no ha venido Seth? ¿Quizá está de viaje? Él siempre está ocupado.

    Ámbar tocó la pierna de Seth por debajo de la mesa con la idea de calmarlo. Temblaba. Bien podría estallar y estropear la comida. Más tarde, se arrepentiría por ello. Así que la muchacha se esforzaba para que se contuviera.

    —Cameron ya no está entre nosotros. Tuvo un accidente, mamá. Ya no está con nosotros —repitió con los nervios.

    —No. —Ella negó, empezando a perder los nervios—. No. Mi niño no está muerto. ¿Qué dices? No...

    Jayden le hizo un gesto. Ella no entendería jamás la realidad de aquella obra de teatro en la que interpretar el papel real dolía demasiado. No era malo mentirle siempre que la mantuviese en una estabilidad. Tampoco es que fuera bueno para avanzar. Pero la mente de Linda estaba demasiado dañada para avanzar.

    —Come, mamá. Todo se enfría y está demasiado bueno.

    Su tristeza se paralizó observando a Seth con una dulzura incondicional, acabando por sonreír.

    —No me gastes bromas de mal gusto, Cam. Estás aquí. —Sonrió feliz.

    Seth se obligó a interpretar. Le devolvió la sonrisa y asintió. Ámbar acariciaba su pierna por debajo de la mesa, ayudándolo a pasar el terrible dolor que lo traspasaba como el arpón más venenoso y doloroso.

    —Los medios no dejan de indagar. De propagar noticias que no me están gustando demasiado. He preparado, para esta tarde, una rueda de prensa con ellos para que seáis libres de responder. Yo también responderé a alguna de las preguntas que espero que me hagan. Así, todo lo que se quede resuelto será más llevadero, a mi parecer. Además de recaudar algo para los regalos navideños —agregó con una sonrisa torcida—. Porque nada en esta vida es gratis. Y toda exclusiva se ha de remunerar —agregó sin perder la revoltosa sonrisa.

    Seth asintió.

    —Estoy de acuerdo.

    —¿De acuerdo? ¿Con qué? —preguntó Linda, perdida.

    —De acuerdo con que todo nos vaya mucho mejor.

    Linda ensanchó aún más su sonrisa.

   —Sí. Estoy feliz porque todo va bien. Estoy con mi familia reunida. ¡Qué felicidad!

   Seth se alegró de que no recordara a su padre. Tal y como Anthony dijo: sería mejor así para su estabilidad. Una estabilidad con altibajos a medida que llegaban y se iban los recuerdos. Luego hubo regalos. Detalles que sacaron unas risas porque a Jayden le regalaron un jersey dos tallas mayor que él. Él lo había estirado, probado sobre él, con el ceño fruncido, diciendo: «¿Tan relleno estoy? ¿Cómo os podéis equivocar con el tipito que tengo? Más risas... más abrazos dando gracias por los obsequios, unos más acertados que otros dependiendo de la información oportuna para quien iba a ser obsequiado.

                                                                                   ****

    La rueda de prensa había sido agotadora, aunque lo suficiente reveladora como para dar material a la prensa para un tiempo. Además, había ido el grupo musical al completo, junto a los componentes más importantes del gran equipo que formaban, y así, aprovechar para promocionarse todavía más. Para hablar sobre los premios que habían ganado. Sacarse fotos, vídeos. Que siguieran visibles porque se lo estaban ganando a pulso. Eso no significaba que los dejarían en paz por una buena temporada, al menos con lo que a Seth y a Ámbar se refería. Pero era un incentivo para que no se echasen sobre ellos tan sedientos de saber, cuando habían hablado claramente de su relación. Y habían mostrado el precioso anillo. «¿Para cuándo la boda?». «Correr tanto solo significa darse un buen hostión. Y eso no nos beneficia», había bromeado Seth, quitándoselos un poco de encima. Era más que suficiente hasta el siguiente paso, noticia, exclusiva, que quisieran sacar a la luz. Mientras tanto, sería dinero extra para sus cuentas —incluida la de Ámbar, ya que era una de aquellos que exponían su vida al resto y, obviamente, nada es gratuito—, además de un chute más de la tan deliciosa popularidad. Una que se volvía tortuosa cuando las noticias se volvían críticas, o pésimas. Cualquier famoso pasa por ahí. Suerte que, por ahora, eran de aquellas buenas, a pesar del acoso mediático por saber más sobre este nuevo amor que ya corría de medio en medio, de boca en boca, incluso de los mismos fans.

                                                                             ****

    Ámbar trabajaba a la mañana siguiente. Seth se empeñó en cenar con ella, apurando este día que les estaba saliendo tan redondo.

    —Pásame esa caja de ahí.

    —Voy.

    Habían acordado montar el árbol en casa de Ámbar. Tendría que haberse puesto para Acción de Gracias. No habían llegado a tiempo. Quizá, no llegasen a tiempo para ponerlo en casa de Seth. Quizá, tampoco estaría para disfrutarlo. De igual manera, Ámbar le había insistido en que buscarían un hueco, porque la decoración formaba parte de un ambiente mucho más festivo y alegre.

    —Al menos Jayden nos ha dado un poco de espacio con la pausa de la gira con los chicos, salvo por algún que otro programa en el que tenemos que actuar. Ya sabes. Es a lo que nos dedicamos —sonrió.

    —Es Navidad, Seth. Es bonito estar con la familia.

    —Lo sé. Bueno, en mi trabajo no hay muchos festivos. Tampoco es que vayamos a hacer nada. Mañana actuamos en un programa de televisión, y grabaremos otro que echarán por Navidad.

    Ámbar puso cara de fastidio.

    —Lástima. Yo quería acapararte más tiempo —refunfuñó ella.

    Seth se acercó rodeándola entre sus brazos. Besó su frente.

    —Estoy feliz de estar contigo. Ahora. Esta noche.

   —Estoy feliz por lo mismo.

    —¿Y con tu familia? ¿Cuándo tienes pensado reunirte? —consultó Seth.

    —En Japón en festivo el Año Nuevo. A ver, Navidad no es que se celebre tanto. Aunque ya hay gente que se acoge a las costumbres occidentales y lo celebra. Pero es un día laborable. Ees en Año Nuevo cuando la gente no trabaja y celebra con su familia. Pasa todo el tiempo con ella reuniéndose, celebrando, comiendo platillos tradicionales. Es cuando quiero viajar hasta allí. He pedido unos días a la señora Mathew. Ella quiere cerrar para ir a celebrar con sus hijos. Ellos viven en Idaho.

    —Me alegro de que ella no celebre sola. ¿Y su marido?

    —Falleció, hará como tres años. Todavía trata de hacerse a la idea. Ya tiene una edad. Pronto tendré que buscar otra cosa porque le queda poco para jubilarse.

    —Uf, lo siento.

    —No. Trabajar con ella ha estado bien. Es una mujer agradable, atenta, como si fuese familia. Con Abie también es muy atenta. Por mucho que esta gruña y proteste con todo. Siempre está molesta con todo. Ya la conoces.

    —El mal carácter de Abie ya le viene de serie.

    Ámbar soltó una carcajada.

    —Sí lo es.

    Hubo una pausa.

    —Tengo que decirte que ha asustado a Jaxon. ¡En menudo lío lo has metido! Te echa la culpa a ti por enredadora.

    Ella apretó los labios con diversión.

   —¡Venga ya! Hacen muy buena pareja.

    —¡Claro! Claro. Como la gasolina y el fuego.

    Ámbar acarició su mejilla acercando sus labios a los de Seth.

    —Una combinación perfecta para causar una perfecta explosión pasional.

    —Igual, y le arranca la cabeza durante el sexo.

    Ella arrugó la nariz.

    —Eso ha sonado asqueroso. Has roto el momento guay de mi narración pasional.

    —¿Por qué? Eso le hace la hembra de la mantis religiosa al macho. Con Abie nunca se sabe —bromeó, depositando pequeños besos por su rostro, descendiendo hacia su cuello.

    —Qué... asco. Te vas a quedar sin escolta.

    —Te vas a quedar sin escolta —repitió él, con un tonillo de burla infantil, recordándole que estaba trabajando, actualmente, para ella.

    —No la visualizo tan perversa.

   —Como te he dicho, nunca se sabe. —Seth mordió un poco su labio inferior haciéndola gemir—. Espero que no lo hagas conmigo —susurró, con la respiración entrecortada producida por la excitación, en su oído.

    —No soy... tan... cruel —se defendió ella como pudo, riéndose de su ocurrencia pegada a sus labios, encorvándose hacia atrás para que él accediera mejor a donde quisiera llegar, enganchada de su cuello para no caer de espaldas.

    Seth la levantó y cargó con ella hasta la habitación sin dejar de besarla. Había encendido el motor de su deseo, su manufactura de besos para ella, algunos con lengua para saborearla mejor. Un buen puñado de caricias en busca de activar sus puntos más interesantes. Naturalmente, ella aceptó recibir, pero también dar aquello tan delicioso que a él lo complacería.

    —Hemos dejado el árbol... a medio... montar —vocalizó Ámbar como pudo, debajo de Seth, prisionera.

    —El árbol puede esperar —afirmó él atrapándola con cuidado para complacerla adecuadamente. Quería que sintiera con él. Que experimentase un placer que no pudiera olvidar y recordase cuando tocase con sus dedos alguno de los lugares por los que estaba pasando él. De nuevo, la letra de una canción acorde con el momento ondeaba en su cabeza. Sin embargo, no tenía tiempo para escribirla, si no era sobre la piel de Ámbar con hechos, y no con tinta sobre un papel.

    Se quedaron dormidos, exhaustos. Ámbar madrugaba a la mañana siguiente.

    El timbre sonó insistente. Ámbar abrió un poco los ojos. Cenaron tarde después de tanta pasión. De terminar de colocar parte del árbol. De otro momento mucho más pasional que el primero. Y, luego, los regalos. Casi no habían dormido.

    Se levantó. Se colocó la bata de ir por casa. Notó un escalofrío. ¿Quién sería tan de madrugada? Se movió hasta la puerta. Cuando abrió se quedó de un pasmo tremendo.

    —Ohayō, imōto-chan!!


Nota: Ohayō, imōto-chan. (Buenos días, hermanita)

https://youtu.be/FETEXnreL8M

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