
Memorias Perdidas - 1
El centro de Santiago suele ser ajetreado, cientos de personas van y vienen contado el tiempo que les queda del día, buscando lo que más desean antes que el día acabe y la muerte toque sus puertas. Ese día de marzo era particular, el tiempo parecía moverse lento y dentro de un pequeño restaurante dos camareros tomaban su turno regularmente.
Mario, uno de los jovenes camareros, estiró sus dedos para alcanzar el jarrón de dulces en la cima del mueble. Tanteó con sus manos el vidrio pero, por su naturaleza tosca, dejó caer el frasco al piso esparciendo los caramelos por doquier. Asustado, trató de recoger los pedazos de vidrio causándole un corte en su dedo.
— ¡Mario! — exclamó David, su compañero de trabajo —. ¡Lo que me costó esconderlo para que terminaras rompiéndolo! ¡Eso saldrá de tu nómina!
— ¡¿No te preocupa más que me desangre y muera aquí?! — Exclamó Mario —. Primera vez que me corto así de profundo.
— A ver — Se acercó —. Solo fue un corte pequeño, no te vas a morir por una cosita así — dijo dándole un golpe en la cabeza —.Si no mueres de esto será del otro golpe que te daré sí no recoges todo rápido.
Y así comenzaba su día, uno normal para los dos. Ambos son meseros de medio tiempo en un fresco local del centro de Santiago. Tienen como meta reunir dinero trabajando los fines de semana para costearse sus gustos y universidad. Mario y David han estado juntos desde niños, pasaron primero medio y segundo medio en la misma escuela, se conocen hasta sus peores penas, se apoyan el uno al otro y aunque son muy diferentes tienden a complementarse. Uno es un caos extrovertido y el otro un conservador detallista.
— ¡Siempre me golpeas en la cabeza! Voy a terminar con algún problema mental un día de estos — Dijo Mario buscando una escoba.
— ¡Tú vienes con problemas desde la escuela! Te contaria las veces que nos has metido en problemas si me acordara de todas.
El día fue tedioso para los dos meseros. Cumplir dieciocho y empezar a conseguir empleo ha sido un desafío para ambos. La clientela era escasa ese sábado por la mañana, a duras penas habían entrado dos clientes, uno de ellos era un tanto peculiar, aunque normal para la fauna de la ciudad. Aquel extraño joven pidió solo un café y partió sin demorar.
Para evitar el aburrimiento, David prendió el televisor. El canal de noticias apareció con una importante charla se llevaba cabo sobre el gran dilema que daba vuelta el mundo. De lejos, Mario se exaltó y vino corriendo a ver el programa, tropesando con todo lo que tenia en camino.
— ¡Lo olvidé! ¡Lo olvidé! ¡Lo olvidé! ¡Déjala David! ¡Álzale el volumen!
— ¿Qué? Espera, ¿Ya terminaste de recoger todo? — Preguntó David.
— Ehm... Sí. Ok, volviendo al tema, ¡No puedo creer que lo haya olvidado! Es la declaración oficial sobre lo que pasó en Nueva York ¡Álzale el volumen!
— ¿Nueva York? — dijo David — Te refieres a...
El programa fue claro con su noticia: tres años atras, en 2010, hubo un incidente en una isla virgen del océano pacífico, no muy lejos de los límites marítimos chilenos. Una gran expansion de energia apareció a varios kilómetros sobre el nivel del mar, el cielo negro de la noche desapareció dando luz a muchos países latinos como si fuera mediodía. Lo llamaron "The Fall" o "La Caída", creyeron que una estrella impactó con la tierra y se desintegró en la atmosfera, otros declararon que un ángel descendió del cielo y cayó a tierra por juicio divino, otros que fue algun fenomeno astronomico inusual, otros simplemente creyeron que fue un ovni de gigantesco tamaño. La noticia dio vuelta al mundo dando comienzo a una larga serie de debates, pues tras esa noche, una serie de eventos empezó a llamar la atencion de las autoridades internacionales y las masas publicas.
Las potencias mundiales reportaron avistamientos de armas biológicas en sus dominios, seres extraordinarios dotados de capacidades más allá de las limitaciones de la carne. Tales hechos crearon una enemistas latente entre países hermanos y creando rumores de guerras entre una nacion y otra. Existían quienes decían que esos seres fueron adiestrados para la guerra, otros que eran demonios enviados por Dios para juzgar a los humanos; las fuentes de informacion eran escasas y mucho fe ocultado al publico.
En un esfuerzo de resolver los amenazantes hechos, la ONU y otras entidades internacionales, intervinieron reafirmando los estatutos de paz entre los países integrantes, pero un evento desastroso ocurrió el día en que sé oficialmente todos los representantes de cada país se reunieron.
Aquello sucedió 3 meses antes de la fecha y las noticias sobre lo sucedido permanecían de primera plana en todas las editoriales y canales de comunicación. Los dos amigos escucharon atentamente el programa: El día del evento un sujeto enmascarado que se hacía llamar Ethan entró al centro de reuniones de la ONU y secuestró a todos los presentes, asesinando a un importante casiller de Francia junto con numerosos guardias. Tras ello, el joven, pues segun informes tenía la misma edad de David y Mario, anunció al público por televisión nacional su amenaza a todas las naciones que compartieran un convenio con una multinacional llamada Wards.Corp, una entidad que se disolvió sospechosamente poco tiempo tras los eventos de La Caída y quien, as saber, se le atribuyó en parte la culpa de la creación de dichas armas biológicas, y aunque nunca se confirmaron tales hechos, muchos activistas y grupos sociales protestaban en tiempo real a las afueras del edificio en contra de los supuestos actos de la corporación y sus secuelas hasta la fecha.
David se dejó convencer de Mario en dejar el canal y se quedó viendo el programa interesado. Mario tomó el control y de cuando en cuando, sin que Daniel se percatará, le subía el volumen afanosamente. Quisas para hacerlo molestar, quizás porque no escuchaba bien.
— ¡Mira ese es! — Dijo Mario apuntando a la pantalla.
Del programa reprodujeron una grabación de las cámaras de seguridad. Se podía ver el momento en que el atacante entro al salón principal y asesinó de manera brutal al canciller, cayéndole encima de su rostro contra el podio. "Ethan", como se hizo llamar, tenía ropas negras de pies a cabeza, y utilizaba una bata blanca de mangas largas y guantes del mismo color. Era de pelos cenizos o castaños, tez blanca de lo que podía ver porque su rostro lo cubría una máscara especial: solo poseía un orificio ocular, el izquierdo, junto con un símbolo. Tras su llegada, Ethan inhibió a los guardias con una fuerza "misteriosa", segun relataban, y tras unas breve palabras a los presentes se corta la comunicación. Según testigos y aquellos que conducían el programa, su mensaje fue directamente hacia los representantes de cada país.
Sobre la mesa de discusión se mencionó algo que pasó de imprevisto en el video y pidió repetir la grabación y mostrar las prendas del sospechoso. Efectivamente, encontraron algo que llamo la atención de los oyentes.
— Mario ya son casi las 12, debemos cambiar los manteles —Interrumpió David.
— ¡Shhhh! Están hablando — Dijo Mario subiendo el volumen al máximo.
Las cámaras mostraron que la bata que Ethan llevaba puesta tenía dos logos, uno en su hombro derecho otro en su espalda. Discutieron que el símbolo que llevaba en su hombro era el logo de la corporación Wards antes que se disolviera 3 años atrás, sin embargo, no pudieron descifrar el símbolo que tenía en su espalda, algunos decían que era celta, otros maya, otros que era un garabto sin sentido alguno.
En la mente de los dos meseros una chispa se encendió, como si intentaran recordar algo tras ver aquel símbolo extraño. En su nuca sintieron un fuerte piquete y se vieron a los ojos entendiendo que no era la primera vez que eso sucedía.
Los del programa comenzaron hablar de los proyectos ilegales que causaron el cierre masivo de las instalaciones de Wards.Corp, investigaciones que realizaban mayormente a menores de edad. Sin quererlo, uno de ellos menciono la palabra que habían estado demorando en pronunciar: "Voids"
Mario intentó alzarle más el volumen fallidamente, David le asestó otro golpe en la cabeza quitándole el control y apagando la tele.
— ¡Ve quitando los manteles! — le gritó —. ¡Yo traeré los nuevos!
— ¡Pero David! ¡Van a hablar de los Voids ahora! Eso era lo que quería escuchar desde el principio. He estado averiguado por mi cuenta: Resulta que en Chile es uno de los países que más avistamientos tiene de esas cosas. Pasó en Rancagua en 2008, Punta del cómo se llame en 1997, y en las cordilleras hace 4 años, ¡sin contar lo que dicen los viejos en el Cajón del Maipo! Nunca se ha atrapado uno, ¿Sabías? Siempre desaparecen misteriosamente sin dejar rastro. En Youtuve hay algunos videos de gente que los grabo, te mostraré. ¡Necesito saber más de ellos!
— ¿Void? — Preguntó David. Si bien ya había escuchado el término, no quería darle tanta importancia al asunto. Esas criaturas inundaban un temor profundo en la mente del joven, aunque fueran solo un rumor.
— Si, los Voids. En México y en el Caribe los llaman SIN's o ángeles del pecado; me gusta más ese nombre. Se dice que son experimentos, pero yo creo que han existido en la tierra por millones de años y hasta ahora es que los descubren... El tipo del programa declara que es posible que Ethan sea un Void, por eso fue capas de hacer lo que hizo, eso quiere decir que pueden. Ahora, que son exactamente, nadie lo sabe.
David se lo quedo viendo y de la nada le hizo una pregunta que lo desarmó.
— Mario, ¿No sientes que has visto a ese tal Ethan antes?
— Eh...Bueno, ahora que lo mencionas... Ese símbolo que tenía en la espalda, sé que lo he visto en alguna parte, pero cada vez que intento recordar me da mareos — dijo Mario seriamente —. ¿Sabes que odio con toda mi alma, David?
— ¿Qué te despierten mientras duermes? — Respondió David confundido.
— Aparte de eso, odio que en el mundo sucedan cosas y uno sea el último en enterarse. Miro las películas donde catástrofes mundiales pasan y nosotros somos los últimos en enterarse, como si ellos importaran poco. Y uno aquí sin saber nada, de lo que pasa allá afuera a escondidas de todos. Lo odio, quisiera saber más sobre todo.
— Eso es nuevo — dijo David sonriendo — Olvida lo que te dije antes, mejor iré por los manteles, encárgate de limpiar las mesas.
Así fue. Mario comenzó a limpiar las minucias de los puestos mientras veía el programa desde su celular. No tenía permitido usarlo en horario laboral, pero la poca clientela le servía como excusa. En el programa presentaron a un oficial de policia que se enfrentó cara a cara a Ethan y salió con vida. Aquel hombre dio un testimonió desgarrador de lo que vivió ese día y de lo que sufrieron sus compañeros. Algo que declaró fue que Ethan no fue el unico que participó del asalto, que hubo otra persona más cuidó la entrada al edificio y que su aspecto era similar al de un demonio con un bozal de huesos. El oficial declaró que estaba con vida solo gracias a el sacrifio de sus compañeros.
— Hermano — Susurró Mario —. Tú no corriste con la misma suerte que él. Sé que esas cosas son reales y pagaran por lo que te hicieron.
Mientras Mario recogía sin ganas los manteles, vió en uno de ellos una libreta peculiar: Encima de la mesa estaba un cuaderno gris, desgajado de los bordes, algo vieja y con un nombre en su carátula.
— ¡David! — Exclamó Mario — ¿Este cuaderno es tuyo?
—¿Cuál?
— ¡Uno que está aquí!
— ¡No entonces! Debe ser del chico este que llego antes y pidió un café. Tal vez se le olvidó. Déjalo allí, tal vez vuelva por el luego, o ponlo en la caja de objetos perdidos.
Mario tomó el cuaderno y sintió como un peso enorme en su cuerpo que le pedía dejar la libreta de nuevo en su sitió. Así lo hizo asustado. La portada tenía dibujado un nombre pero estaba corroído por el moho.
— E... ¿Elan? No, allí dice... ¿Ethan?.
Picándole la curiosidad abrió la libreta y vio la primera página. Un símbolo se dibujaba en la hoja de papel. No bien lo observo se le puso la piel de gallina, su presión se elevó y sintió su estómago revolverse. ¡Era el mismo símbolo que sobresalía de la espalda del sujeto del video!
La campana de la puerta sonó, un cliente entró saludando elegantemente a los presentes. Era un joven apuesto de ojos verdes, de cabellos claros piel un tanto bronceada y un distinitvo lunar en su mejilla derecha. Sus ropas eran clásicas, usaba un sueter obscuro cuello de tortuga y un pantalon drill. Con un tono de voz fuerte pero amigable entró al local pidiendo por ayuda.
— Buenos días. Disculpen, ¿alguno ha visto una libreta por aquí?
David le dirigió hasta la mesa donde se encontraba la susodicha libreta, sin decir mucho la tomó y se dispuso a salir, aunque el, naturalmente, insistió que se quedara a beber algo. Sin desdén aquel apuesto joven se sentó y pidió un te caliente. En todo el tiempo que tomó prepararlo y beberlo no dejó de observar la libreta. Entre sonrisas y expresiones de preocupación pasaba las páginas con cuidado y se detenía de cuando en cuando para leer cuidadosamente. En un momento pareció tomar un trozo de papel entre las hojas y se sonrojó, lucia como una foto.
David y Mario observaron cuidadosamente detrás de los muebles del comedor.
— Entonces me dices que viste el mismo símbolo y nombre del de la televisión, ¿cierto? — Preguntó David.
— Así es — Respondió Mario sudando —. Esta vez no estoy loco. Ya sé que lo que estado antes pero esta vez es real. Era el mismísimo símbolo que llevaba puesta en su espalda y aparecía borroso en la libreta el nombre de "Ethan".
— Debe ser una broma o algo por el estilo ¿Qué haría una persona así como el aquí en Santiago? ¿No dijeron que lo habían capturado?
— Mentira — Replicó Mario —. La prensa solo dice lo que les mandan. Si supieran que él sigue afuera, después de lo que hizo, generaría miedo. Mejor es decir que murió o que lo atraparon. Pero míralo, tiene el mismo color de cabello que el de la foto, incluso la misma altura. Debe ser él.
Ambos lo detallaron para confirmar sus dudas. Efectivamente, el chico era muy similar al personaje del video, de haber visto su rostro el video, y de no ser por la máscara, cualquiera en la calle lo reconocería. David llegó a asomarse por la ventana a ver si hubiera carabineros cerca o si algo sospechoso merodeaba la plaza, sin embargo, eso no era lo que les más les confirmaba sus dudas, había algo en su conciencia, muy en el interior, que les hacía traer a memoria el rostro fresco de aquel apuesto joven como si lo hubieses conocido de mucho antes. No podían explicar que era, pero ambos lo sentían palpitante en sus nucas.
— Poriamos llamar a la policía para estar seguros — Dijo David sacando su celular del bolsillo. No bien presionó los botones el dispositivo comenzó a parpadear y se apagó tras un estallido. Ambos amigos voltearon asustados a ver al comensal quien tomaba su té sonriente viéndolos a los dos de lejos.
Quedaron fríos tras la mirada penetrante de aquellos ojos verdes del otro lado del cuarto.
— ¡Caballeros! La cuenta por favor — habló el cliente.
Ambos titubearon en salir, pero al final Mario tomo su delantal y salió a recibirlo.
— No permitiré que algo así se me escape de las manos. No seré el último en enterarme — Dijo partiendo.
Las piernas de David se paralizaron tumbándolo al suelo.
— Son 7 mil por el té señor, ¿se le ofrece algo más? — dijo Mario recogiendo cuidadosamente la taza con un tono vacilante en su voz.
— No, gracias. Y gracias por la ayuda con la libreta, me moriría si algo le pasa a este cuaderno. ¡Ah! Es un excelente té, lástima el precio. ¿Crees que sea porque estamos en el centro? — preguntó el joven.
— N-no... Tal vez si, eso debe ser. Ehmm, disculpe, ¿a nombre de quien pongo la cuenta? — Se atrevió a preguntar Mario. El rubio sonrió y lo miró a los ojos.
— ¿Desde cuándo necesitan un nombre para una factura? Ponlo a nombre de Ethan, ¿Te sirve?
Mario se sintió como un muñeco de trapo en ese instante. El trago amargo de saliva del camarero fue lo único que se escuchó bajo silencio abrumador del cuarto. Tardó en recomponerse para luego recobrar el aliento.
— Amigo, ¿estás bien? Te noto algo pálido — Dijo Ethan —. Tal vez quieras llamar al otro, ¿cómo es tu nombre?
Ethan se lo quedó viendo por un momento mientras el otro reaccionaba del corto circuito. Haciendo un chasquido de manos lo despertó.
— ¿Cómo te llamas, amigo?
— Mario, Mario Vega, Señor. — Respondió.
— No me digas señor, apuesto que tengo tu edad. ¿Cuánto tiempo llevan trabajando aquí? Yo fui un barman por unos meses en Rusia, practico gimnasia ritmica competitiva. ¿Han salido de Chile alguna vez? No te preocupes, tan bien fui primerizo alguna vez — Ethan se levantó sacando dinero de su bolsillo. Su amabilidad calmaba el ambiente — ¿Eres de aquí de Santiago o...?
— Ehm, no de las afueras, hay un pueblo... San José del Maipo.
— Hey, no me digas, El Cajon. Bonito lugar, de hecho pienso ir por...
Ethan abrió sorprendido los ojos como si cayera en cuenta algo. Lo reconoció.
— Espera un momento, ¿tú eres...? ¡Mario Vega! ¡No lo puedo creer! Y tú el de allá atrás, debes ser David Ramirez, ¿no? Mira que traerme a este lugar... Ya entiendo por qué dejaste la libreta aquí. Mario, ¿Vistes a la persona que dejo este cuaderno aquí? ¿Cómo era? ¿Era alto? ¿Cabello rapado? ¿Cuál era su nombre?
La confusión se apoderó de Mario junto a una sensación de temor, su mente solo le alcanzaba para asentir a lo que el rubio le preguntaba.
— T-tú eres... Ethan. El de Nueva York. ¡Tú fuiste el que atacó la ONU! — Exclamó Mario dando unos pasos atrás.
Ethan cayó un momento.
— Detesto que sea asi pero por ahora seria lo mejor. Quiero que ambos vengan aquí ahora y se sienten en la mesa. Tenemos de que hablar. ¡Ambos ahora en la mesa! Y si, yo soy Ethan. Ha pasado muchos años, compañeros.
***
Del otro lado de la plaza, un viejo entró a su auto parqueado cerca de un puesto ambulante de comidas rápidas. El acompañante le reclamo por demorarse, pero poco le preocupaba.
— ¿En serio no quieres uno? — dijo el viejo ofreciéndole comida—. Hacía años no comía un completo italiano, no recordaba lo buenos que eran. No existe comida así en los Estados, Latinoamérica tiene un punto a favor con su comida rapida.
— ¿No crees que eso te hará daño en especial a tu edad? — Preguntó el joven en el asiento del copiloto.
— Cuesta mil pesos, MIL PESOS, no dejaré pasar la oportunidad... ¿Qué estás mirando?
— No veo que Ethan regresé, ¿habrá pasado algo?
— Lo dudo, digo, no pienso que pase algo a estas alturas. Ha pasado mucho tiempo desde que vino a Santiago, puede que se halla distraído con algo. Oye, mírame, ¿qué te sucede, Seth?
El joven miraba apresurado por la ventana, ansioso de que algo pasara. Seth es un joven neoyorkino de 14 años a simple vista, su cabello desorganizado, perforación en su oreja y ropas rasgadas le daban un look rebelde y desaliñado. Sus uñas filosas golpeaban el umbral de la puerta una y otra vez.
— No es nada — respondió el joven—. Solo que quiero saber que pudo escribir Matt de mí en esas notas. El primero que obtuvimos no decía nada sobre mí, creí que encontraría al menos mi nombre escrito en alguna parte.
Seth volteó a ver al abuelo, quien terminaba de tragar el último pedazo del embutido. Su boca estaba llena y con gusto.
— ¡Que dejes de comer esa comida chatarra! Te vas a morir de un infarto! — Le gritó Seth —. ¡Ojalá Martha estuviera aquí para ponerte en tu sitio!
— Do siento, do siento —Dijo Nathaniel tragando el bocado —. Entiendo como puedes estarte sintiendo. Si no quieres un completo, abre el compartimiento de allí, te lo compré cuando paramos en Puente Alto.
Seth abrió la cajera y vio un pack de avena natural. Intentó esconder la sonrisa de su rostro mientras abría el paquete.
— Él una vez me contó que esto le calmaba los nervios. Era una locura, pero nunca he podido olvidarlo. — habló Seth tras disfrutar la bebida —. Solo espero que Ethan no se demore, aún debemos ir al Cajón por si encontramos algún indicio de las otras notas. ¿Crees que le hará bien a Ethan volver allí?
— ¿Volver? — Preguntó Nathaniel —. Será la primera vez para él, seguro debe estar emocionado. Mientras tanto, quisiera que te dieras el tiempo de salir un rato conmigo. ¡Tan pequeño y gruñón! Ustedes dos son jóvenes y deben disfrutar la vida como tal. Le fallaré a Martha si no les enseño bien. Acompáñame, daremos una vuelta por el lugar.
La sonrisa en el rostro de Seth desapareció.
— ¿Disfrutar la vida? Estuve encerrado en un tubo de ensayo por casi 10 años. El agua era helada, todos los días era lo mismo, podía sentir una varilla de metal recorrer mi cuello hasta mi estómago, el vómito era mi alimento preferido a comparación de lo que me daban. Ese maldito bozal de hierro que tenía para respirar me persigue aún en mis pesadillas y aún puedo sentir los agujeros de las agujas en mi columna. ¿Crees que después de eso puedo disfrutarla?
Las palabras del joven callaron al abuelo. Las uñas puntiagudas del joven se pronunciaron más y un tono obscuro manchó su mano y antebrazo. Lo que era una mano humana parecía ahora garras salidas de una pesadilla.
— La corporación Ward pagará por lo que me hizo y no descansaré hasta ver sufrir a los que mataron a Matt.
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