
La Máscara de Ojos Azules
Era ya la mañana que daba inicio de la semana, el cielo amablemente retiraba sus nubes tras una leve tempestad a lo largo del fin de semana. Eran alrededor de las 9 de la mañana en Santiago y, a las afueras de la ciudad, el mega colegio IEDCM (Institución Educativa Distrital del Cajón del Maipo) empezaba un nuevo ciclo de clases a todos los alumnos a lo largo de los 12 pueblos que componía el Cajón del Maipo. Los salones de clases en los 3 pisos del edificio se hallaban medio vacíos, hoy no llegaron muchos estudiantes a la escuela. Atrás del edificio se atendían las clases de Educación Física con su entrenador en un gran gimnasio con cancha de futbol. Él colegió estaba rodeado de lo que más abunda en el Cajón, hectáreas y hectáreas monte y bosque con una sola carretera que conecta todo lo habido y por haber en esos pueblos.
No muy lejos de allí estaba la central hidroeléctrica que da energía al Cajón y gran parte de Santiago. Es un dilema moral sobre el uso de esa tecnología pues contamina el río que cruza a lo largo de todo el paraje y da agua a cientos de habitantes. Muchos pósteres en contra de aquella estación abundan por doquier, son fáciles de avistar.
Matt se hallaba sentado en la tarima frente al área de descanso en el segundo piso de la escuela, a él le gustaba estar allí cuando se escapaba de clases pues prefería estudiar el tema por sí mismo. No es que fuere un alumno irresponsable solo tenía un desdén con los métodos de enseñanza, a él gustaba más aprender empíricamente. También tenía un afán con los libros, los comía con un fin en mente y a menudo se le veía o escribiendo o leyendo. Era un experto en aplicar el método de investigación a todo lo que aprendía a sus 13 años: Su fijación a lo experimental le fascinaba y a todo lo que podía obtener en sus descubrimientos. No tenía una materia favorita pero era más particularmente sobresaliente en las ciencias aunque odiaba matemáticas, y para su infortunio, ese año entraría una nueva materia: física. Cabe decir que tenía la costumbre de escribir en notas los resultados de sus proyectos, el chico tenía la idea que escribirlos le permitiría memorizar mejor las ideas aunque eso significaba botar las notas en el futuro.
Nunca le importó sus resultados de exámenes o notas en general más que cumplir sus propias expectativas y dar seguimiento a los procesos que su mente creaba tan afanosamente. En una ocasión presentó en un proyecto escolar un jarabe que, según él, potencializa la fuerza natural del hombre hasta 10 veces. A primera vista no parecía ser más que un juego, pero hubo extensos comentarios tras hallar que aquel menjurje tenía concentraciones altas de anaeróbicos ilegales, creatinas y esteroides junto con una sustancia que, según la maestra de Química, con dos posgrados y ya en camino a su doctorado, no encontró ni en la tabla periódica. Como resultado quemaron el jarabe. Es la fecha y aún se preguntan como él consiguió eso o si lo compro de internet. En otra ocasión, Matt presentó como proyecto de ciencias un ionizador negativo capaz de activar una fuerte descargas desde su propio cuerpo hacia cualquier objeto conductor externo. Él explicó que solo le fue necesario un cargador de auto y una lata de bebida metálica. Ese día se dañaron 15 computadores en toda la institución.
El ojiazul era creativo con sus ideas, y era interesante verlo crear a su gusto, pero más interesante aún era ver que lo dejaban hacer cuanto quería. Nadie le impedía, nadie le detenía de pesar ni actuar como quería, no le ponían problema si quería salirse de clases o si no deseaba entregar tareas. Un rumor viajaba en el aire de voz en voz, no en voz alta pero estaba allí: todos los susurraban, todos lo evitaban. Esto convertía al joven de pocos amigos y el único que se atrevía a hablar y enfrentarlo lo asechaba desde lejos esperando hacerlo caer y reír tras su desgracia.
En esa ocasión en particular Matt leía un libro sobre ignición de cohetes, como a través de la arquitectura de despegue y la potencia de expulsión de gases se obtiene una fuerza exponencial que impulsa un objeto. Halló un término interesante en Inglés, "A Back Fire", el cual explica que cuando una gran cantidad de calor y energía se comprimen, se genera una fuerza vectorial hacia su escape. Esto sucede usualmente cuando hay incendios en lugares cerrados, y al abrir una ventana o puerta, el oxígeno entra violentamente y a presión sale expulsada con el fuego como una gran bola de fuego al exterior.
— Con que así funciona — Decía Matt en su mente — Tal vez le saque provecho a esto. Deberé practicarlo primero, ayer fue un desastre.
Su mente se hallaba indignada en ese momento y debido a un experimento fallido la noche anterior. Deseaba entender mejor las reglas tras la termodinámica en acción.
Tras un rato se percató que casi iban a ser las horas de cambio de clase. El colegio tiene un sistema que permite a los profesores quedarse en los salones de clases y son los alumnos los que, al sonar el timbre, se mueven de un salón a otro, así que no todos los alumnos compartían las mismas clases según su edad. Matt abrió su mochila y tomo una libreta sencilla la cual tenía el nombre Ethan escrito en su portada, empezó a escribir afanosamente los pensamientos de su corazón y aquello que le atormentaba en su mente. Escribía de ciertos acontecimientos que sucedieron la noche anterior que no le permitieron dormir bien y de como sus convicciones le impedían seguir peleando consigo mismo.
No bien terminó, miro a su alrededor. No una pero varias de sus libretas estaban regadas a su derecha e izquierda. Se dijo sabio a sí mismo por su conocimiento y luego sonrió.
— Espero que no te acostumbres — habló una voz desde su espalda —. Después de hoy haré que no puedas salir de clases así de fácil.
—Matt volteó y vio desafortunadamente a Gabriel, uno de sus compañeros de clase.
— ¿Qué quieres ahora, Gabriel? ¿No te fue suficiente con hacerme firmar el compromiso disciplinario?
— No mucho — dijo acercándose —. Solo no entiendo como es que tú puedas seguir dándote el lujo de hacer lo que se te da la gana mientras otros se esfuerzan por sacar buenas notas. Sales cuando quieres, el profesor no dice nada, y uno aquí como bobo preguntándose qué paso.
— Lo que hago con mi vida no es de tu incumbencia, apártate — replicó Matt.
— Oh no, claro que es de mi incumbencia cuando comienzas a ser un peso para los demás. Que quede claro que lo que hago es lo justo para el resto, nadie debería tener tratos especiales, y al menos yo no me voy a quedar callado. Estar aquí cuesta y tú únicamente derrochas el tiempo y los esfuerzos haciendo quedar mal al resto. Solamente te importas tú y nada más. Aún no entiendo por qué Shawn sigue contigo.
— ¡¿Qué?! — Exclamó Matt molesto.
— Mira que hago todas estas cosas por tu bien. Solo no quiero que sufras con esto pero... Está claro que Shawn solamente quiere jugar contigo.
Esa última frase hirvió la sangre del ojiazul. Lanzó una mirada amenazante a Gabriel. No bien lo hizo, las aves del perímetro salieron volando como si un impulso animal e inherente a su supervivencia los hiciera huir del lugar. Gabriel sintió su pecho hundirse y una lanza atravesar su corazón, luego, molesto, pateó una de las libretas en el suelo para que cayera fuera la tarima, Matt logró agarrarla a tiempo.
— Me iré — dijo Gabriel con el dedo del medio en alto —. ¡Te veré en la próxima clase! Me divertiré contigo después.
Matt tragó el nudo de rabia que se anidaba en su garganta. Recogió sus libretas, las guardo en orden dentro de la mochila y se fue de la tarima hacia el segundo piso. Las palabras "Está claro que Shawn solamente quiere jugar contigo" le dejaron un amargo sabor en su boca, miraba preocupado las escaleras al subir, no quería aceptarlo pero las palabras de Gabriel lo dejaron pensando.
Llegando al final de ellas se detuvo brevemente solo para estrellar su puño contra la pared haciendo temblar fuertemente el muro. Una marca de sangre y piel quedó pintada tras el impacto. Un hilo de sangre espeso bajaba por su muñeca así que sacó de su bolsillo un pañuelo que bañó con su saliva y frotando ligeramente cerró la herida.
— Eso no puede ser verdad. Shawn no es ese tipo de persona — dijo en voz baja.
Un maestro que estaba en el pasillo observó la escena. Debía bajar a la primera planta pero tras ver el agujero en la pared temió acercarse al chico de quien seguro había oído antes. Matt lo vio y se hizo a un lado. El maestro cruzó a paso rápido evitando cruzar miradas, los ojos azules de Matt podían ser intimidantes para algunos, no eran claros ni obscuros pero el brillo de ellos era inusual, por no decir mágico.
— Qué incómodo — dijo Matt —. Arréglate y vuelve como estabas — mencionó dando un par de golpecitos al muro. La grieta que se separaba el concreto se afirmó no dejando rastro de golpe alguno.
Tras dar vuelta al pasillo del tercer piso, notó a dos alumnos que salían del salón de química llevando pesadas cajas. Uno de ellos tenía cabellos obscuros semibañados en gel, tenía en su cabeza unas goggles distintivas y llevaba su uniforme desaliñado, el otro era rubio y presentable aunque a diferencia del primero le costaba más el peso de las cajas.
— ¡Ey! Mira es Matt — Dijo el primero de ellos —. ¡Hola Matt!
Él ojiazul se acercó para saludarles.
— Hola Mario, hola David. ¿Qué hacen aquí?
— Hola viejo, mandaron a David a hacer un inventario de todos los elementos del laboratorio. Se han estado robando las cosas del salón — respondió Mario.
— S-se supone que no debíamos decir eso, ¡cabeza hueca! — Exclamó David esforzándose por mantenerse de pie por el peso, Mario también parecía sudarla pero a diferencia de David se mantenía erguido.
— y... ¿No mandaron a David entonces? ¿Por qué estas tú aquí? — Preguntó Matt.
— No quería dejarlo solo, además él me pidió que lo ayudara. Estaba en la clase de ciencias sociales y ¡bluaagh! Preferí salir.
— Tienes ventajas como personero David, ¿me ayudarías con un par de cosas luego? — Preguntó Matt.
David apenas y podía escuchar, cada segundo tocaba más el suelo, la gravedad era su enemigo a vencer.
— ¡Oh! Se me olvidó — Dijo Mario colocando su caja encima de la que David cargaba, luego se dispuso a cerrar el laboratorio. — Listo David, ya cerré.
El pobre David no aguantó más y con sus últimas fuerzas descargó las dos cajas en los brazos de Matt. El ojiazul las aceptó y las cargó como si fueren de algodón. David cayó cansado al piso intentando alcanzar aliento.
— ¿Ves? No eran tan pesadas. Hasta Matt puede con las dos — Replicó Mario.
— ¿Como así que se están robando las cosas del laboratorio? — Le preguntó Matt.
— Uhmm, te explico. Hoy en la mañana apenas llegamos la profesora nos llamó y dijo que había un rumor corriendo entre los pueblerinos. Según ella, por las noches aparece un personaje misterioso vestido de blanco entrando al colegio, no sucede siempre pero algunos lo han visto. Y ahora ella dice que faltan cosas en los estantes y eso, por eso nos mandó a hacer un inventario y sí, sacamos una lista y faltan... entre muchas cosas, imanes y cables de poder, incluso transformadores bro.
— ¿Y para qué alguien se llevaría eso? — preguntó Matt.
— ¡Yo qué sé! A mí solo me llamó la atención lo que dicen el resto. Es más me puse a averiguar, le pregunté a mis padres y algunos contactos que tengo. Me dicen que efectivamente si ha habido rumores por todo el Cajón sobre avistamiento de un ser de ropas blancas viajando por aquí y por allá — hablaba Mario misteriosamente —. Y luego me dijeron algo que me asustó un poco: Me dijeron que ese ser tenía el rostro blanco y pálido con brillantes ojos azules que se podían ver aun bajo la obscuridad del bosque. La cosa se puso más cruda cuando ...
— ¿Cuándo que? — Preguntó Matt interesado.
Mario sacó su celular y le mostró un artículo reciente del periódico matutino. En primera plana aparecía la noticia de un grave accidente en las costas de Viña del Mar, una ciudad adyacente a Santiago, no muy lejos de allí.
— Esto ocurrió ayer por la noche — relató Mario —. Al parecer hubo una explosión tremenda en una fábrica o almacén. Mira aquí el agujero que dejo esa explosión. Eso jamás lo podría causar una explosión cualquiera.
Tras ver la imagen en el celular, Matt se sorprendió. Del gran edificio no quedaba mucho en pie, un agujero gigante ocupaba todo el terreno y se podía ver que se extendía kilómetros bajo tierra hasta que la luz se perdía en el fondo. La imagen provocaba terror y duda, pues no parecía un accidente en lo absoluto.
— ¿Cuándo salió esa noticia? — Preguntó Matt.
— En la madrigada. Según dice aquí, la noche se convirtió en día tras el resplandor de una potente luz y luego apareció en un pilar que ascendió al cielo cavando tal agujero. Bro, es escalofriante.
— ¿Y eso que tiene que ver con el laboratorio? — Preguntó Matt.
Mario deslizó la pantalla de su celular y le mostró una sección del artículo.
— Aquí dice que los testigos afirman ver a una persona con ropas rasgadas y trajes blancos deambular las manzanas del edificio noches anteriores e incluso el mismo día del evento. Y QUE TENÍA UNA MÁSCARA BLANCA CON OJOS AZULES. Como cereza en el pastel, mira, hallaron un imán en la escena del crimen, ¿coincidencias? No lo creo.
Matt tambaleó un poco al escuchar eso, tragó el nudo de su garganta y luego se compuso.
— Creo que estás exagerando — dijo con una risa nerviosa —. Oye, ¿y David?
David aún no se levantaba del piso. Mario reaccionó rápido y levantó a su amigo, lo acomodó y lo ayudó a respirar. De sus labios salieron palabras sin sentido, intentaba hablar y al mismo tiempo respirar.
— ¿Qué dice? — Preguntó Matt.
— No te preocupes — Exclamó Mario con el pulgar en alto — conozco sus labios a la perfección, puedo leerlos fácilmente.
— Eso suena tan mal — mencionó Matt en voz baja.
— David dice que él vio al enmascarado una vez mientras pasaba con su bicicleta por el colegio... Y también dice que aún está molesto porque deje las llaves adentro... Hehe, fue un accidente.
Efectivamente, dentro del laboratorio existe un armario que esconde una caja fuerte. Mario, en broma, metió el juego de llaves y cerró la puerta. David se enfureció tanto que le dejó un moretón en la espalda de un golpe.
David se recompuso y le pidió el favor a Matt de ayudarles a bajar las cajas al salón de profesores, el cual aceptó sin problema. Los tres caminaban en fila: el ojiazul cargando las dos pesadas cajas sin problema, aunque un poco ido en sus pensamientos, le preocupaba la noticia que Mario le mostró. David estaba preocupado por lo que dirían los profesores sobre la perdida de las llaves, era su responsabilidad y debía responder sobre ellas. Mario caminaba viendo el paisaje a lo lejos imaginando como sería poder volar.
— ¿Por qué te saliste de clase ahora, Matt? — Preguntó David.
— Quiero evitar las clases donde este Gabriel — respondió —. Además, ese profesor no me agrada como enseña. Tanto título que tiene y no sabe explicar bien ¡De que le sirve! La campana sonará pronto y si iré a la próxima.
— ¿No toca física ahora? — preguntó Mario —. ¿Qué Gabriel no tiene esa clase también? Entonces por qué... ¡Uh! Ya veo. Shawn ira a esa clase — dijo abrazando al ojiazul — Matt... cualquier cosa que necesites yo te apoyo con él. Hacen bonita pareja, y haré todo, TODO, lo necesario para qué lleguen al altar... tengo contactos.
La piel blanca del chico se tornó roja, se sonrojó a más no poder. Se detuvo un segundo imaginando la escena que Mario le propuso, luego sacudió su cabeza despertando del dulce sueño.
— No lo molestes Mario — dijo David —, esto no es algo de nuestra incumbencia. Te estás buscando otro golpe, ¡sigo molesto contigo!
— ¡Solo digo que son el uno para el otro! Matt es el chico más fuerte del colegio, y Shawn es el mejor delantero del equipo de fútbol, Matt parece gringo con esos ojos, y Shawn es gringo de por sí. La popularidad de Shawn complementa la pobreza de Matt.
— Gracias Mario — dijo Matt sarcásticamente.
— De nada bro — respondió Mario sin pista alguna de lo que dijo —. ¡Solamente digo que tienen mucho en común! Incluso ambos perdieron un hermano. Escuche que la hermana de Shawn esta desaparecida...
David lo detuvo abruptamente estrellando su palma en su frente. Mario le preguntó la razón del golpe, David lo miró con los ojos bien abiertos como si de un grave error se tratase. Apuntó a Matt y luego entendió el error que cometió.
— Ups, hehe, perdóname bro, no era mi intención tocar ese tema.
Matt le entregó las dos cajas en sus manos, derrumbándolo al piso en un instante.
— Bajen con las cajas ustedes solos. Los esperaré arriba.
David intentó detenerlo con palabras pero era inútil. Ambos lo saben con claridad, aunque la efusión de Mario siempre lo mete en problemas. Jamás deben traer a la conversación el tema de la familia de Matt. Mario quedó perplejo al no poder levantar las dos cajas y David vio huir a su compañero de nuevo por enésima vez.
— Él siempre es así — dijo David —. Matt es el más fuerte que conozco, pero esa cosa lo derrumba fácilmente. Él deberá superarlo o no podrá avanzar, ojalá Shawn le ayude con eso. Bueno, ahora, ¿qué haré contigo, Mario? Dime que tienes un plan.
Mario sonrió.
Matt cruzó el pasillo apresurado, molesto e irritado. No hay nada más que lo saque de quicios que ese asunto. Subió las escaleras hacia el tercer piso y esperó allí que la campana sonara.
— A veces no entiendo por qué sigo viniendo aquí.
Cerró los ojos por un segundo huyendo de realidad. La molestia latente inundó sus pensamientos trayendo a su memoria un recuerdo trágico: Era de noche, ninguna luz en el cielo iluminaba más que la luna llena pintada de un color rojizo. Pilares de humo comenzaron a aparecer pintando el firmamento de gris y ceniza. Matt podía recordar el sabor de la tierra combinada con madera quemada, el ardiente sentimiento de cólera era poco ante las llamas abrasivas que le rodeaban. Vio a su alrededor y solo había escombros y gritos. Buscó con todas sus energías a alguien en especial, más no lo encontró. Luego vio una figura monstruosa salir del fuego, una criatura pálida de casi tres metros de altura con dos largos cuernos apareció colocándose enfrente...
La campana sonó despertando al joven del amargo recuerdo. Matt miró a su costado y un viejo amigo apareció. Era una pelota obscura en forma de gota con una pequeña flama en su cabeza.
— HIU HIFF — chilló la criaturita.
— Oh, buenos días Cosito — dijo Matt — ¿Viniste a darme aliento?
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