
El Cazador (Parte 2)
La batalla entre el Void Éel y el Cazador se intensificaba. Las dos siluetas chocaban con rapidez cayendo a lo largo del risco compartiendo golpes. Disparos sonaban en intervalos de 3 segundos, los zumbidos viajaban aleatoriamente por todo el valle, a veces impactaban cerca del suelo donde se encontraba Mateo y Matt. El intervalo entre disparos disminuía poco a poco, de 3 segundos a 2.5, luego a 2 y así hasta sonar cada instante. De esta forma se mantuvo por al menos 2 minutos.
— Rafael debió activar el segundo estado — Pensó Mateo analizando el combate —. Él no es bueno en combates cuerpo a cuerpo. Si sigue peleando es porque aún tiene el control de la batalla. Teniendo en cuenta que él no falla ningún disparo... Todo este tiempo ha impactado en el blanco. La energía vital de ese Void es increíble, ¿o es algún turco?
Mateo se volteó al chico quien sostenía su mano en el pecho como si el corazón le fuese a explotar, tenía los ojos bien abiertos y no se los quitaba de encima de su enemigo. Ya de cerca pudo notar algunas cosas del traje, se percató de dos logos: uno en el pecho de un ciervo junto a un cóndor con las siglas FF.AA y el apellido en letras mayúsculas "VEGA" y otro símbolo en su traje negro cerca de su hombro izquierdo, eran tres pilares puntiagudos formando una especie de M; el logo de la Corporación Wards.
— Hey, Hey, ¡mírame! — Exclamó Mateo chasqueando los dedos —. ¿De dónde eres? ¿De Quilín? ¿Concepción? Debes ser de aquí de Chile, no tienes acento argentino.
Matt permaneció espaciado como intentando organizar sus ideas. Se sentía confuso y desconfiado, le extrañaba el cambio de comportamiento de su enemigo.
— ¿Qué quieres de mí? — Le preguntó.
— Tranquilo, lo que quiero ahora son respuestas, dámelas y no te haré daño. Si te preocupas por ellos, por ahora ellos estarán ocupados. ¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo llegaste? Solo internos deberían saben de estos hangares, y eso. ¿Como tú pues sabias que había una aquí?
— Eres del ejército — dijo Matt —. Entonces si están infiltrados. El joven cayó en cuenta que no tenía su máscara puesta, volteo a buscarla y la halló en pedazos en el suelo.
— ¡Demonios! Ya me vio el rostro — Pensó Matt reaccionando. Virando su cabeza a todos lados intentó escapar. Lanzó un puño contra el Sexto con la intención de despistarlo más él lo paró con una mano y aplicando una llave lo inmovilizo a tierra.
— Tienes agallas, pero te falta experiencia en combate chico — Dijo Mateo en tono burlón.
Matt forcejaba para soltarse. Sus manos quedaron inmovilizadas bajo el peso de las piernas del sujeto, no alcanzaba su bolsillo donde tenía sus herramientas. Más aún, no pudo activar su habilidad, de la cual dependía toda su fuerza. Haciendo un movimiento brusco, se apoyó sobre su rodilla y lanzando una patada golpeó la entrepierna del Sexto, también logró morderle la mano. Mateo se molestó. Tomando el control de nuevo lo puso contra el suelo dejándolo en la misma posición.
— ¡Valla eso dolió! — Dijo sobándose su miembro —. !Concha de tu...¡ ¡arrgh! ¡Te juro que mi haces eso de nuevo te cortaré un dedo! Ufff — Tras una bocanada de aire se compuso — Me recuerdas a mi hermano menor, ¿sabes?. Él y yo solemos jugar así. Somos rudos el uno al otro, pero nos queremos muchos. Tengo prisa para verlo después de terminar aquí, pero ¡valla que me lo haces difícil! Te lo presentaré algún día si quieres, creo que se llevarían bien. Se llama Mario, es de Santiago.
— ¡Suéltame! — Gritó Matt moviéndose agitadamente —. ¡No quiero ... — Matt se detuvo en breve — ¿Mario? ¡¿Mario Vega?! ¿Tú eres... su...?
Matt calló. Claro que entendió quien era él. Recordó las muchas veces que Mario les contaba hazañas de su hermano mayor con orgullo, un participante activo de la milicia del país. Dijo mucho en verdad. Lastimablemente, Mateo ya había caído en cuenta. Soltándolo le dijo:
— ¡Tú eres del Cajón! ¡No me digas! ¡Tú debes ser... !
La conversación se vio interrumpida por una explosión. Éel impactó sobre el suelo varias veces hasta chocar contra la torre de comunicaciones abriendo un agujero en su base. Una pantalla de humo cubrió el campo.
— ¡¿Cuántas veces más debo de darte hasta que te mueras?! — se escuchó lejos entre la bruma.
Mateo se alertó y tomó su espada.
Del humo apareció Éel cojeando, su cuerpo estaba repleto de agujeros en sus piernas, muslos, brazos, torso, y pecho, unos pequeños otros grandes; pero todos o en los puntos de articulación o en puntos vitales del cuerpo humano. Un disparo sonó, Éel preparó su cola para detener el proyectil, fue en vano, dio justo en su rostro, la potencia del último empujó a la criatura de lado a lado de la torre hasta chocar el edificio anexo dejando un rastro de escombros a su paso. Los cadáveres que el Sexto había apilado salieron a relucir.
— ¿Quién hizo todo ese desastre? ¿Fuiste tu Sexto? — dijo la voz entre el humo.
— Sí, fui yo Rafael — Dijo Mateo levantándose —. ¿Pensé que estabas en expulsión completa de todo compromiso militar? ¿Qué pues te trae por acá?
Del humo salió una silueta, otro hombre con las mismas vestiduras de Mateo apareció. Un chaleco ropas negras y un pantalón de tela, similar a los que usan en los reclutamientos. Era más alto que Mateo, pasaba los 1.80 metros de alto, su cabello era rubio y tez blanca. De su físico se resaltaban ciertas anomalías: uno de sus ojos era claro y común, el otro era negro y tenía por pupila una circulo blanco similar al de una mira holográfica. De lo que se dejaba ver de su piel tenía un tipo de tatuaje que recorría sus brazos extensamente, era completamente obscuro con unas líneas de color piel alrededor, ese tatuaje recorría su cuello y tapaba parcialmente su rostro hasta las mejillas. En su mano llevaba el fusil pesado del cual había estado haciendo todos sus tiros hasta ahora, lo manejaba con gran facilidad a pesar de cargarlo solo con su muñeca; se podía observar otra arma más pequeña en su cadera. De su oreja colgaba un auricular y llevaba guantes en las manos. Su presencia intimidaba. Cabe resaltar que llevaba rasguños amplios en todo su cuerpo, cortes ocasionados por el enfrentamiento cercano contra Éel.
— ¿Te atreves a hablarme con tal sencillez? ¿Olvidas que tenemos un asunto pendiente? —reclamó Rafael.
— No lo he olvidado — Respondió Mateo colocándose de pie— A nosotros los Doce se nos resulta difícil olvidar las cosas, en especial al o que entre nosotros se atañe. ¡Pero vamos! No tenemos que llevar esto a los límites.
Una chispa saltó de la espada de Mateo. El suelo pareció temblar por un segundo. Rafael se tornó al chico.
— ¿Es ese el crío? Si, lo recuerdo, tiene las mismas ropas de la otra noche. Vine a por él y por el Void. Tengo una misión directamente de la Cuarta de los Doce, Violette. Me envió para asegurar que el void sea trasladado al Hangar Ruby en Oregón. Solo que ahora veo que no será tan fácil si destruiste mi helicóptero. ¿Quién corrió la voz?
— Al parecer este niño se enteró de alguna manera. — Dijo Mateo —. Deben mejorar la inteligencia en tu escuadrón. Se les escapó un pajarito hablador.
— ¿De alguna manera? — Preguntó Rafael seriamente —. Me imagino que estas al tanto de los múltiples asaltos a los centros de distribución en el país. Fue este niño quien se metió robar en la Farmacéutica la otra noche y casi destruye media cuadra. Vi los videos de seguridad, ese chico no es humano. Acabó con la seguridad en menos de 5 minutos. No bien me contactaron llegué con los carabineros... Fui el único que salí con vida de la explosión. (Matt sintió culpa al escuchar eso) Me colocaron un intravenoso para recuperar sangre ¡Odio las agujas! ¡Casi me mata ese niño! En fin, probablemente, se encontró con algún documento importante. Violette se enteró, lo demás ya te lo imaginas.
— Que fácil sueltan información ustedes — Dijo Matt —. Rafael y Mateo, ahora yo también conozco sus nombres y rostros así que...
— ¿Y qué harás? — Interrumpió Rafael — ¿Ir a la policía? ¿Demandarnos? ¿Subir un video a internet con nuestros nombres? ¿Qué poder tienes tu sobre nosotros? Eres solo un joven que no sabe lo que hace, ni en que se está metiendo. Esto es más complejo de lo que puedas entender. ¿Qué harán las autoridades si me ven andar por la calle? ¿Detenerme? ¿En serio? — Rafael soltó una carcajada tras eso y luego recargó su arma. — Violette me prometió tu cabeza si hacia este trabajo y eso es lo que tendré. Únicamente no me espere encontrar con esa criatura, no es por la cual estoy aquí, puedo ver. Por un segundo pese a que había escapado y creí que tendría que capturarla de nuevo. ¿Mateo?
— Nosotros los Doce no nos regimos por las leyes naturales, o las de los hombres. — Dijo Mateo al chico y luego se refirió al Séptimo —. No, ese Void estaba aquí cuando llegue. Es un Void clase dos, aún no sé cómo llegaron aquí.
Mateo volteó y guiño al chico.
— ¿Bajo qué razones los asesinaste? — preguntó Rafael.
— Es mi misión no dejar que el Void salga de esta colmena. Lo sellaré aquí junto al otro ser que peleo contigo.
— Aún no me has respondido mi pregunta — Replicó Rafael. No dejaba de verse molesto y fastidiado.
— ¿Te refieres a ellos? Bueno, creo que se lo merecían. Sabes lo que hacen aquí en estos lugares, me dirás que no te conmueve ni un poco.
— Ojalá hubieras pensado así la última vez.
Ambos callaron incómodos un segundo como recordando una vieja historia de enemistad y dolor, malas decisiones y penas guardadas.
— ¡Igual no te dejaré sacarlo! — Dijo Mateo sacando la lengua.
— ¡¿Qué?! — Gritó Rafael — ¡Eres un completo imbécil!
— Lo sé, así que mejor date la vuelta y vuelve por donde viniste. ¡Ándale! Y dile a Violette que mando a decir yo que no moleste.
— ¡No me iré a ninguna parte! — Exclamó Rafael —. ¡Hazte a un lado!
— ¡No te dejaré!
Matt los vio pelearse como niños. — Él en verdad se parece a Mario — Pensó.
— Si quieres pasar, adelante entonces, en unos minutos todo el lugar se irá abajo. Coloque los suficientes explosivos para tapar todo este valle. Me he demorado en irme por el chico y la bestia. Si tanto insistes, ve, no alcanzaras a llegar a ella antes que todo se derrumbe. — Exclamó Mateo.
Rafael se irritó. Apuntó su arma al rostro del Sexto, y el dedo en el gatillo listo para jalarlo. Mateo blandió su espada hacia el cuello del Séptimo. De su antebrazo, el tatuaje que llevaba comenzó a expandirse, un conjunto de círculos aparecieron a lo largo de su piel, en sus brazos y cuello que era lo que se dejaba observar por sus ropas. El símbolo bajo su ojo se hizo más grande y un aura blanca transpiraba de él cómo plasma puro. Arcos de electricidad recorrían su cuerpo hasta el mango de su espada y terminaba hasta el filo de esta que si ya era cortante, lo parecía aún más ahora. Mirándose a los ojos se dijeron palabras sin hablar.
El aire alrededor de ambos se tornó pesado y amenazador. Matt quedo asombrado por ver el nivel de poder que emitían sin ni siquiera mover un dedo. Allí entendió mejor lo que Éel le comentó sobre que encontraría la respuesta a sus poderes al enfrentarse a ellos y la razón del porqué estaban allí.
Un recuerdo apareció en su mente, era su hermano menor Ethan. Recordó cuando le cargaba y le leía libros de cuentos de hadas, en donde había criaturas fantásticas con magia, hechiceros, grandes caballeros y princesas. A Ethan le gustaba que le leyeran cuentos, en especial si su hermano mayor lo hacía. Matt lo recostaba en sus piernas y abría los cuentos frente a su hermanito. Ambos devoraban esos cuentos imaginándose como seria estar en los pies de los héroes y villanos. Al voltear la última página, ambos jugaban hasta dormir y caían en un sueño profundo donde vivían la fantasía de aquel libro.
Matt se levantó del suelo. Conmovido, respiro profundo y se liberó del estrés que cargaba en sus hombros.
— Ethan... Esto ya no es una fantasía.
Volteó a ver a Éel quien estaba aún bajo los escombros, luego giro hacia sus contrincantes. Retiro su cabello del rostro, se limpió la sangre de su frente, tronó su cuello y llamo la atención de ambos.
— ¡Rafael, Mateo! Yo también puedo hacer lo mismo.
Ambos miembros de los Doce se quedaron observando perplejos al chico, llenos de asombro y confusión. Matt cerro los ojos y hablo en silencio unas palabras que susurraron a los oídos de los militares. Tanto el Sexto como el Séptimo notaron que los sellos que se extendían bajo su piel comenzaron cerrarse, volvían a su estado normal. Aquel fulgor de energía que los rodeaba a los dos se apagó en un instante como si obedecieran la voz de alguien superior.
Matt abrió sus ojos, el color azul del iris se remplazaba con el negro de su pupila. Su mirada cambió. Dio un paso al frente y sus dos contrincantes sintieron la necesidad innata de huir como si un sentimiento primitivo y real de supervivencia los hiciera retroceder.
Matt se lanzó contra ellos.
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