
Conciencia
— Ya avancé algo. ¿Dónde estará el puente? — Se preguntó Matt.
Venía columpiándose de rama en rama, los árboles eran lo suficiente mente firmes para sostenerlo más desde allí comenzaban a ser más pequeños y decidió bajar. Comenzó a caminar a paso rápido adentrándose en el bosque en dirección al sur. No había casas ni residencias a la vista, y el techo del colegio parecía asomarse apenas entre las muchas copas de hojas. El monte se extendía por toda la montaña. El terreno estaba lleno de piedras y tierra negra, muy húmeda e irregular, con montículos de roca saliente, pequeños desfiladeros y muchos matorrales. El sol comenzaba a dar luz brillante, no había nubes y había sombra abundante alrededor.
El ojiazul no se detenía ni un segundo, miraba al suelo con una expresión de rabia y reflexión. Hablaba solo y ocasionalmente golpeaba con sus manos los troncos de árboles que se topaba a su lado dejando una marca en ellos, pateaba la tierra húmeda por el sereno de noche anterior y refunfuñaba de cuando en cuando entre dientes. Se preguntaba que habrá sucedió tras su partida. Se imaginaba a Gabriel haciéndose la víctima frente a todos inventando cualquier historia para hacerlo quedar mal. Motivos tenía, pero él no quería aceptarlo. Pronto aceleró su paso, caminaba con más apuro, sin dejar de quejarse. Él se batía entre sí lo que le hizo a Gabriel fue bueno o malo, buscaba razones para justificarse.
Desde que Matt llegó al colegio, poco más de un año atrás, Gabriel se ha convertido en una piedra de tropiezo, en especial en su relación con Shawn. No era la primera vez él que intentaba separarlos haciéndolos dudar del uno al otro. En una ocasión amenazó con contarle todo a los abuelos de Shawn y al Reverendo Romero, siendo este último a quien más le preocupaba Matt que se enterara, ya que temía que de alguna manera intentara evangelizarlo o impedirle estar con él. Matt podría ser orgulloso, sin embargo entendía que era Romero quien pagaba todo su sustento, no sería inteligente desprenderse de su lado si quería tener una vida normal, así que prefería acatar las normas del Sacerdote y, aunque no eran los mejores amigos, tenían la suficiente confianza el uno al otro, después de todo fue Romero quien lo saco a el del orfanato y lo trajo a vivir allí.
En cuanto a Gabriel, Matt lo veía como un hipócrita que se esforzaba por mantener un buen estatus social entre los profesores para ganar a si su aprobación y buenas calificaciones; un lame-botas, prácticamente. Para nadie es sorpresa que Gabriel era de los mejores del curso, si no el mejor, aunque muy adentro era, en otras palabras, un imbécil, alguien que no sabía lo quería, alguien que solo busca un beneficio propio sin importar el de los demás, alguien que no es honesto consigo mismo.
Matt no tardo en sentir como la conciencia le picó.
— Yo no soy así — se dijo a sí mismo —. Yo no soy como él. Sé lo que quiero y lo que soy...
Deteniéndose, pensó en sus palabras. La memoria de lo que paso la noche anterior, aquello que Shawn le ofreció y expresó, le llegaron al pensamiento como rocío. Dudó.
— Sí, quiero ver a Ethan de nuevo. Encontraré la manera. ¡Para eso estas tú! ¡Sal de allí! ¡Sé que me has estado siguiendo!
De una saliente empinada apareció Eél y de un salto se colocó enfrente del joven. Matt le pareció sentirlo más alto de lo usual, eran de las raras veces que lo contempla a plena luz del día. Medía poco más de dos metros de alto, pero su cuerno le agregaba varios centímetros extra a su estatura. Su piel obscura parecía no absorber el más mínimo rayo de luz, su anatomía tosca no mostraba ningún reflejo. Sus brazos negros y largos eras delgados sin embargo tonificados, su estructura física era la de una persona normal salvo por sus brazos y pies, los cuales parecían algo caninos, sin contar la cola ósea que aparece desde un punto un poco más abajo del centro de los omóplatos en su espalda. Nunca le ha visto su rostro, la máscara que tiene parece estar pegada, si es que ese no es su verdadera cara.
— Estuviste observando, ¿cierto? — Preguntó Matt.
— Ese joven rubio no tenía oportunidad contra ti. ¿Para qué involucrarme? — Respondió Éel tras unos segundos —. Ni aun aquella vez cuando te rodearon el grupo de adolescentes intervine ¿Fueron 8 o 9? Pudiste convertirlos en 16 si hubieras querido. La criatura caminó un poco dando la espalda al joven como meditando en un futuro incierto y hablo para sí mismo. — Eres fuerte, pero te falta experiencia, te dejas llevar mucho y el desastre de la noche anterior es prueba de eso. De mi parte, hay cosas que debo evitar. No soy tan fuerte como solía ser.
<¿A qué viene todo eso?> Se preguntó Matt. — Explícate — Dijo.
Éel calló un momento y luego habló sombríamente.
— El joven de raza negra que te observó contra Gabriel, ¿lo conoces?
— ¡Ja! ¡Tú serás muy blanco! — dijo Matt en tono de burla —. Él es Carlos, ¿Qué tiene que ver él?
— Lo mataré.
— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No le harás nada! — Exclamó el ojiazul seriamente —. ¡Sabes las reglas: a nadie que conozca, a nadie que asista a mi escuela o con el cual haga contacto tocaras!
— Vio demasiado. Pero no a mí, te causará problemas si lo dejas libre.
—¡A veces creo que hablo con un niño! Estoy seguro de que no dirá nada — dijo Matt retomando el rumbo—. Estoy seguro de que no dirá nada. Ya suficientes cosas en la cabeza tengo. ¡Si haces algo serás tú quien me meta en problemas! Ya tengo suficiente con lo de Gabriel — mencionó mirando al suelo como dándose cuenta de algo—. Él era amigo de Shawn antes... Ugh no quiero saber que pasara cuando vuelva. Esa vez quise enseñarle a no meterse conmigo, y creo que me pasé. Pero... agh, da igual, ¡Vamos!
Matt se adelantó deprisa, Éel no demoró en seguirlo. Avanzaron en silencio a través de la maleza, cruzaron un pequeño claro libre de árboles, agua brotaba de la tierra creando un pequeño arroyo. Siguieron el leve caudal que parecía agrandarse poco a poco. Éel escuchaba al joven murmurar constantemente y gesticular con sus manos sus pensamientos.
— ¿Hay más como yo, verdad? — Preguntó Matt rompiendo el silencio.
— ¿A dónde quieres ir con esa pregunta? — Preguntó Éel.
— ¿Como así que no tienes la fuerza de antes?, es decir, cuando lleguemos allá, ¿Con qué nos encontraremos esta vez? ¿Guardias, armas, más puertas que se cierran sin salida? Ya me quede atrapado en uno de esos cuartos, no quiero que se repita. Mencionaste que un nosequien especial estará allá, entonces, ¿Hay más como yo? ¿Qué tan fuerte es? Te juro que si sales corriendo de nuevo te buscaré y te arrancaré el cuerno de tu cabeza.
— Tienes muchas cosas en la cabeza ahora — respondió la criatura —. Deberías calmarte un poco. La respuesta más simple seria: si y no. Aunque no creo que esa sea la pregunta que tengas en mente. Se honestó contigo mismo.
Matt lo volteó a verlo con desdén.
— De entre los humanos — siguió Éel—, ellos son únicos, superiores. Cada uno de los Doce tiene una habilidad única que ellos mismos han desarrollado según sus virtudes y vicios. Los vigías del hangar no serán problema, pienso que los militares podrían darte un mal momento si no haces algo con ellos primero, como están en la frontera con Argentina puede que cuenten con ayuda de ambos partidos. Es ilógico, pero la realidad es cruel. Los Doce pueden volverse tu aliado fácilmente si sabes como tratar con sus deseos, es cuestión de saber sus motivos personales. Más allá de eso solo siguen órdenes.
— Debimos planear esto mejor. — dijo Matt suspirando.
Ambos callaron y siguieron el curso. Matt quería olvidar todo asunto relacionado con Gabriel. Guardó el sentimiento de culpa, no encontró una razón válida de sus acciones, no alcanzó a justificarse en sus pensamientos, en todo el día lo persiguió un sentimiento de cólera y arrepentimiento. Se sentía inseguro en completar ese viaje, los nervios y adrenalina aún no dejaban su cuerpo, y lo que mencionó Éel sobre su estado y de que uno de los susodichos Doce estaría allá empeoraron su situación. Su estómago comenzaba a revolverse y no demoro en sentir ganas de ir al baño.
Tras unos minutos largos caminando entre un silencio incómodo, los árboles se tornaron más pequeños y retoños, los arbustos se dispersaban cada vez más, la sombra parecía escasa, el sol brillaba en un cielo despejado. Habría pasado media hora desde que ambos se encontraron. Llegaron a una carretera rural que conectaba un puente, el puente del Río Colorado. Los autos pasaban de izquierda a derecha sobre un puente de más o menos 50 metros de largo que se sostenía sobre un gran risco de casi la misma longitud, en el fondo cruzaba un río que se quebraba entre las muchas rocas medianas, en épocas de lluvia, subía su caudal considerablemente. Miraron a su izquierda y vieron la usual plataforma de bungee jumping al otro lado del risco. El Cajón del Maipo era un sitio turístico, era muy común ver personas lanzarse de allí mientras se viaja en las rutas. A veces en invierno sé ver un grupo de kayaks cruzando el río.
Matt aprovecho para orinar, su estómago no aguantaba 5 minutos más. Se alejó unos pasos y encontró un árbol joven y verdoso. Se sacó la camisa del pantalón y abrió su cremallera. Dejo salir todo el estrés que llevaba encima humedeciendo la tierra cerca de las raíces. La sombra que daba las ramas era agradable, el sol estaba en su punto y el clima espectacular. Las corrientes de aire se intensificaban con el gran abismo. Dejó salir todo, apoyo su frente al troco del árbol dejándolo salir con ganas. Aun cuando termino se quedó allí aun recostado dejando pasar el tiempo, respirando profundo, olvidando sus penas. La brisa refrescó sus pensamientos, el dolor de si estomago desapareció, cerro su cremallera y dando un gran suspiro volvió a donde estaba Eél.
— Ya llegamos. Más allá queda Guayacan, habrá casas, David vive cerca de aquí, es mejor bajar tomar el río hacia el este. ¿Sabes donde es verdad? ¿qué tan lejos quedaba? — preguntó Matt
— En la frontera con Argentina, a las afueras de Parque Nacional Lagunas de Laja.
—¿Qué tan lejos es eso? — Preguntó Matt colocando su maletín en el suelo.
— Creo que la ciudad de Chillan queda de 6 a 8 horas de aquí en auto — dijo Éel —. EL hangar Pirita queda allende de la cordillera donde no hay caminos, solo se llega con algún vehículo aéreo. De Chillan hasta el último trazo de ruta serian otras dos horas, de allí sería al menos 2 días caminando o escalando si encuentras la mejor ruta.
— Es un chiste, ¿verdad? (Lo era)— Dijó Matt —. Llegaremos en 30 minutos. Quiero volver para el receso.
Matt comenzó a estirarse. Dejo su maletín en el suelo, coloco su brazo alrededor de la cabeza y trono su cuello, luego estiro sus piernas y brazos ampliamente, parecía calentar sus músculos. Se quitó la camisa y pantalón y sacó de su maletín la ropa que siempre suele usar cuando va de expedición con Éel: Unos tenis blancos con medias oscuras, una pantaloneta negra rota hasta las rodillas, se notaba que era un pantalón clásico que rasgó con unas tijeras, la camiseta negra que tanto adora, y encima una camisa blanca que utiliza para ir a los domingos obligado a misa.
— Te veo más calmado — Menciono Éel.
Matt permaneció en silencio como ignorando el hecho que aún estaba alterado solo no quería pensar en eso.
— ¿Te puedo preguntar algo? — dijo el Void —. ¿Cuál es la diferencia entre golpear a ese joven con el de uno de los guardias de esa empresa?
El ojiazul lo meditó de verdad. Tal vez esa era la pregunta que le rodeaba ampliamente en su cabeza. Busco una respuesta honesta dentro de sí.
— No es mi deseo acabar con sus vidas, de hecho estoy en contra de eso a menos que fueren realmente malas personas. Únicamente los noqueo para que no intenten nada y no sean un obstáculo, eso es todo. Aunque debo admitir que con Gabriel... mis pensamientos fueron otros. No me gusta que me detengan, jamás me ha gustado, incluso los profesores me dejan hacer cuanto quiero, salir de clases a mi gusto, no entregar las tareas; Voy y paseo todo el pueblo entero si así me place, detesto que me quiten libertad, y él es el vivo ejemplo de eso. ¿Te parece eso lo suficientemente honesto? Como sea, ¿La trajiste?
Matt estiró su mano como esperando algo, Éel saco de su costado la mascará. Matt se la coloco en breve. Estaba hecha de un material blanco, casi similar a la que la criatura usa. Tenía dos agujeros oculares donde Matt podía ver y en su frente un círculo dibujado con marcador.
Metiendo su vestimenta escolar en el maletín, lo escondió en la oquedad de un montículo de tierra, bajo las raíces de un árbol muerto no sin antes meter su mano en uno de los bolsillos sacando un trio de imanes, los mismos que habia robado del salon de Quimica, los escondió en su bolsillo derecho.
Dando su último estiramiento, subió a los hombros de la criatura la cual sin demorar dio una zancada tan veloz que atravesó el risco en un segundo. Zigzagueando entre la empinada caída bajó hasta el río y siguieron el caudal al Este. Mantuvieron el rumbo hasta encontrar un camino angosto llamado "El Toyo", el cual colinda con una quebrada bastante proliferada, de allí cambiaron el rumbo hacia el sur.
El Void no se hizo esperar, daba saltos tan altos y veloces que parecía volar. Fácilmente recorría 1 kilómetro entre cada zancada. Matt solo se sostenía fuertemente, estaba acostumbrado de esos viajes, no como las primeras veces que vomitaba al primer impulso, la presión del golpe de aire aplastaba su vejiga, una vez incluso se orinó encima de Éel. Por eso cuando siente que es necesario le da un par de golpes en la nuca a la criatura y esta se detiene para que él haga su necesidad en algún lugar. Cosa que hizo un par de veces ese día. Evitaron las viviendas y carreteras principales, únicamente viajaron por los pies de las montañas y sobre las llanuras. No había estructuras ni casas, y si las había, o alguien los veía, podría ser pon un instante antes que escaparan de su vista como relámpago. Matt llevaba su máscara puesta así que no se preocupaba. Se podría decir que al menos una vez paso por los oídos de la gente de Chile de un ser de piel negra, dos cabezas y con una capa blanca volar por los campos y llanuras.
Demoraron 45 minutos en llegar, se perdieron varias veces en el camino y Matt se detuvo para beber de un manantial puro que bajaba de una montaña nevada muy alta desconocida para él la cual desembocaba en el río Maule, según Éel le comentó. Él parecía conocer las cordilleras, las contemplaba como si fueran viejas amigas, hablo de ellas con admiración, sus palabras contaban historias de épocas cuando ni los altos muros vasallos que recorren toda Latinoamérica existían, cuando los continentes eran uno solo. Matt no entendió todo lo que decía el ser, pero algo comprendía, escuchaba interesado.
Al fin Matt bajo de los hombros del Void. Se sacudió la cabeza ligeramente y se quitó la máscara para respirar mejor. Habían recorrido un largo trayecto y hacía frío, mucho frío, aun así no encontraron nieve, las formaciones rocosas parecían ser levemente más altas que el Cajón, no lo suficientemente altas para almacenar la blanca manta de agua congelada. Matt se paró sobre una roca cercana, contempló el lugar. Él admitía que le gustaba salir en esas expediciones, viajar a diferentes sitios le fascinaba y le asía olvidar el encierro que sufrió de años pasados. La cordillera de los Andes se extendía por todo el horizonte, el cielo se tornó gris, el sol se ocultó sobre las nubes, algunas de estas parecían algodones flotantes y puramente blancas sobre un paisaje pesimista.
— La línea de Argentina esta a unas 10 millas. Solo se puede acceder aquí por aire. Muy listo si quieren saber quien entra y sale. Dijo Éel y tenía razón. Matt no encontró ninguna manera que algún auto terrestre pudiera llegar allí, todo el terreno era irregular y parecía que únicamente pudieran llegar allí escalando. — ¿Tienes frío? — Preguntó.
— Uff, un poco. — Respondió Matt frotando sus brazos. De su boca salía humo al hablar, pensó que ir nada más en pantaloneta era mala idea. Cerro los ojos y junto a las manos frente a su cabeza. Un aura rodeó el cuerpo del joven envolviéndolo en una sensación de calor. — con esto sería suficiente, démonos prisa que no suelo durar mucho tiempo en este estado.
La criatura señaló hacia adelante y le pidió a Matt que observara. A varios metros de distancia Matt vio que el paisaje cambio. En el horizonte veía hileras interminables de montañas, unas más proficientes que otras, pero viendo de cerca, observo un gran agujero bajo tierra. Escondidos entre las montañas había una gran formación circular, claramente artificial, cavando varios cientos metros hasta golpear una llanura. Matt vio una estación de aterrizaje con una torre de vigilancia, al lado de esta un gran edificio que asemejaba a una gran bodega. No lejos de estas podía observar con claridad algunas pequeñas casas con lo que parecía plantas eléctricas, todo conectado por un único camino.
— Ya llegamos — Dijo Matt —. He aqui el Hangar Pirita, el libro no mentia. Pensé que seria más grande.
— No te sorprendas aun — habló Éel —. Igual al que vimos en Viña del Mar, este tiene todas sus intalaciones bajo tierra. Pueden ser hasta 20 pisos, si no más.
Matt se inclino para detallar el area.
— La coorporación Wards... Hoy sabré que escondes. Ahora, ¿cuál es el plan?
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