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Un Regalo Inesperado

En adelante, Sabina todos los días llega al salón y se va directo a su nueva casa de muñecas, de vez en cuando una que otra niña entra a invitarla a jugar en el patio. Y se retira solo por ratos de su casa de muñecas.

Jugar en el patio, correr o montar columbios era algo muy cotidiano para Sabina; jugaba todos los días con sus hermanos. Pero lo que de verdad para ella era diferente, se trataba de hojear libros y observar todas las figuras para darle imaginación y vida al cuento, además, las muñecas para jugar. Esto era algo nuevo; algo extraordinario.

Un día, la Monja que ya se había ganado la confianza en Sabina, entra a la casa a observar lo que hace y pregunta a Sabina:

¿Tienes alguna pregunta para mí... pasas tantas horas aquí y veo que ya has revisado casi todos los libros?

Y Sabina sonríe con ella y le contesta:

-Sí... ¿quién es el señor que me observa todos los días?

La monja extrañada le responde:

¿Cuál señor... quién te observa?

Sabina le señala el cuadro colgado a la pared y responde:

-Es él, y la otra vez estaba en el patio... jugaba con un niño y me invitó a jugar.

La monja voltea y ve que es la imagen de Jesús y mirándola a los ojos le responde:

- ¿Te invitó a jugar? -¡Se llama Jesús y es el hijo de Dios!... Vino al mundo enviado por su padre para cuidar de nosotros, por lo que no debes temer a nada ni nadie; ¡está aquí para cuidarte y protegerte...!

Sabina de forma muy curiosa le dice:

-¿Dios?, ¿así se llama su padre? ¿Y puedo hablar con él... ¿Si solo veo su figura en una pintura, cómo puede hablarme?

Ella le contesta:

- !Sí, Dios es el nombre de nuestro Padre y es a través de su hijo Jesús que podemos acercarnos para hablarle.

—ñ-Y puedes hablar con él, a través de cualquier persona o canción, ¡por medio de un niño o un anciano...! Él podría dar respuesta a todas tus preguntas, pequeña curiosa.

La Monja se levantó y buscó entre los libros, uno muy viejo, pero con muchas figuras y se lo colocó a Sabina en la mesa donde estaba apoyada para dibujar y le dijo:

- ¿Quieres conocerlo? ... Toma este libro y ábrelo todos los días.

Sabina exclama -¡Pero no se leer...!

Y la monja le contesta -Ya aprenderás... A partir de mañana te enseñaré cada una de las letras para que puedas leer todo lo que quieras.

La maestra Monja se le acerca; se sienta en el piso dónde estaba Sabina, ya que prefería pintar y dibujar sentada en el piso para ocupar más espacio. Y lee un poco sobre el libro, cuándo Jesús nació en un pesebre, pero en realidad era un establo, rodeado de animales, un nacimiento en un lugar ordinario, pero que sería el comienzo de algo extraordinario que Dios quiere para nosotros.

Al terminar de leer esa maravillosa historia, la maestra Monja le da un abrazo fuerte a Sabina; y en ese momento algo mágico comenzó a suceder en Sabina.

Al tocar su cuerpo y abrazarla; Sabina la miró a los ojos fijamente; y de alguna forma inexplicable, fue como entrar en su pensamiento. Nuevamente presenció la misma sensación de la imagen que la miraba, pero esta vez era más fuerte.

Era como si su pensamiento comenzara a conectarse con la mente y las emociones de la maestra Monja, como si una energía muy grande rodeara el ambiente y en su mente comenzó a desarrollarse como una película donde, sintió que su buena amiga, la maestra, sentía una gran tristeza en su corazón, porque algo la preocupaba como una situación relacionada con la salud o enfermedad, que alguien muy importante en su vida iba a partir en un viaje a la eternidad y dejaría un gran vacío en la vida y el corazón de su querida maestra; que en las noches lloraba por la ausencia y la distancia, que extrañaba a personas especiales; pero sobre todo que debería hacer un largo viaje a un nuevo país muy lejos de allí, pero este viaje le cambiaría la vida. Además de, sentir la divinidad y espiritualidad que proyectaba la maestra Monja.

La maestra, después de abrazarla, le dice que el día siguiente debe llegar bien temprano para comenzar sus clases y aprender primeramente las vocales.
Se sonreía y se levantó; Sabina quería preguntarle sobre lo que acababa de presenciar en su interior; quería hacerle preguntas como -¿Por qué estás tan triste? ¿Por qué debes irte y a donde iras? ¿Quién es esa persona que se marchará en un viaje sin regreso y te dejará ese vacío en tu corazón... por qué si eres tan buena debes sentirte tan sola...?

Pero no, Sabina no entendía si era real o era una fantasía que su mente imaginó.

Sintió temor al presenciar eso en su cuerpo y mente tan extraña; prefirió quedarse callada. Al fin y al cabo, era solo una niña. Aún no entendía de que se trataba todo el poder que tiene la mente, el pensamiento y la divinidad. El don de Sabina, comenzaba a arrojar sus primeras experiencias, pero aún sin entender.

Sabina, ignora lo que pasó y al escuchar lo de las primeras clases de lectura se siente muy feliz. Debe aprender a leer porque quiere saber quién es el señor de la imagen y según lo que la maestra y Monja le han dicho, él responde todas tus preguntas por medio del libro que le entregó. Sabina no lo sabía aún, pero se trataba de una vieja Biblia; las Sagradas Escrituras.

Al llegar a casa esa misma tarde, cuando su hermana Carlota Coromoto terminó de hacer los oficios del hogar y se sienta a desarrollar sus tareas escolares; Sabina se le acerca y le pide que le enseñe a leer.

Pero Carlota está ocupada, debe cocinar y a la vez debe hacer tareas, ya que, era muy responsable con la casa y con la escuela.

Al llegar Antonieta, su hermana mayor, también le pide que le enseñe a leer o algunas letras, pero ella está muy atareada; debe tener lista la cena de todos sus hermanos o de lo contrario Rosa la castigaba.

Rosa tenía un carácter fuerte; era muy delicada y cuidadosa con sus hijos; por ello, tenía la gran responsabilidad de ayudar a su madre a cuidar de sus hermanos sin descuidar sus estudios.

Sabina insiste con Carlota, pero, ella le responde que no puede y que debe esperar cuando llegué a la siguiente etapa primaria que su maestra la enseñe a leer. Sabina en ese momento piensa: —... ¡No voy a esperar tanto tiempo para aprender a leer... yo puedo leer, ya estoy grande para aprender!

Y le llega a su mente una increíble y genial idea para aprender, sin ayuda de sus hermanas.

En las semanas siguientes, cuando Carlota se sentaba debajo del árbol Gran Zapatero, Sabina se le acercaba muy callada y de forma curiosa le preguntaba: —¿Carlota, qué estudias o sobre qué estás leyendo?

Y ella le respondía rápidamente de modo que no se desconcentrase.

- ¡Estudio sobre historia!

Sabina al cabo de un rato observa una palabra que ella está escribiendo en su cuaderno y le pregunta nuevamente -¿Qué escribes ahí, Carlota? -y ella le responde: -Simón Bolívar.

Es entonces como Sabina, que ya sabía las vocales y el abecedario enseñado por la maestra Monja de la escuela, le comenzó a dar los significados a la unión de las dos letras para formar palabras. Ya inteligentemente, aprendiendo el sonido de forma cognitiva, lograría obtener el significado de la palabra completa y terminaría leyendo corrido antes de terminar el año escolar.

De esta manera Sabina pensó: - ¡Oh! Si dice Simón, entonces, la letra S con la vocal I, se lee SI; mientras que MON, la letra M con la vocal o, se lee MO y con una N al final, ¡sería MON...!

Así, sucesivamente, todas las tardes cuando Carlota estudiaba y desarrollaba su tarea, Sabina se sentaba en un ladito muy callada y en cualquier oportunidad le preguntaba -¿Carlota y ahora que escribes ahí?

Recibiendo la respuesta de Carlota y guardando y reteniendo toda pronunciación de letras y palabras, logrando armar un gran rompecabezas mental e imaginario.

Al llegar a la escuela, abría su libro preferido, iba ubicando cada golpe de sonido de dos letras y formando palabras... En feliz término logró leer los libros que tanto le llamaron la atención y aprendió de diferentes áreas, historia, biología, geografía, y sobre todo de religión como las historias bíblicas de Moisés, Jonás, una historia hermosa sobre la sabiduría del Rey Salomón, Pedro el apóstol, el nacimiento, vida, obra y muerte de Jesús de Nazaret; una historia que le impactó mucho, pero logró entender de qué se trataba la vida, de amar a Dios como un mandamiento y amar a tu hermano como a Dios. Por medio de tantas lecturas sobre el amor de Dios para con nosotros.

Cada día, al llegar a casa, por las tardes sacaba un libro de su mochila que tomaba de la biblioteca de la escuela y se sentaba bajo el gran Cují y otras veces debajo de la sombra del árbol Zapatero y leía por varias horas. Su madre Rosa y ninguno de sus hermanos se daban cuenta, cada quién se ocupaba de hacer los oficios, mandados y luego tareas escolares y no imaginaban lo que Sabina hacía a través de la lectura de libros hasta de filosofía.

Lo que no entendía se lo preguntaba al día siguiente a su amiga la maestra Monja, quién le enseñó por primera vez que se nace con el don de la sabiduría, pero que se perfecciona a través de la experiencia y el estudio.

Sin embargo, algunas veces la maestra Monja, a quién ella jamás le preguntó su nombre, se ausentaba por algunos días y luego aparecía y al ver a Sabina la abrazaba muy fuerte; le entregaba golosinas y dulces, galletas y una sorpresa en especial, un nuevo libro; sabía que a Sabina le encantaba leer y un libro nuevo era el mejor regalo. Su ausencia se debía, a que debía viajar a visitar su familia en España.

Un día, la querida maestra llevaba muchos días sin estar en la escuela; ya Sabina comenzaba a extrañarla. Y cuando la otra maestra suplente se acercó a entregarle el material para dibujar, Sabina rompe el silencio que la caracterizaba y le hace una pregunta:

-¿Dónde está mí maestra... tiene días que no viene a la casa de muñecas a saludarme...?

Y la otra monja suplente, quién se encargaba de enseñar a otro grupo de niños, le contesta -Ella tuvo que viajar de emergencia a España; su madre murió.

Sabina sintió un frío intenso que corría por todo su cuerpo, los bellos de su piel se erizaron; no era posible que eso estuviera sucediendo, porque hacían como 4 meses que había visto a través de la mirada de la maestra que algo le pasaría, y que ella quedaría con un gran vacío en su corazón.

La maestra suplente se retiró, y Sabina solo pensaba por qué pasó, como pude sentir algo que no había sucedido, pero sucedió; se preguntaba a sí misma -¿Debí decirle a la maestra... porque no le dije en aquel momento?

Sabina, ahora sí comienza a entender que algo extraño ella tiene. Pero no lo cuenta a nadie. Ya siente miedo y prefiere no pensar más en eso.

Ya es el último año para Sabina en el preescolar. Debe comenzar una nueva etapa educativa: la educación primaria de 1er a 6to grado y en una nueva escuela. La maestra Monja, ya de regreso de España, se reúne con ella en la siempre preferida casa de muñecas y le comenta lo importante que debe ser Dios para nosotros, que la fe debe prevalecer por sobre todas las dificultades y que al final él tiene un propósito con cada uno de nosotros. Y de repente dice estas palabras.

- ¡Ya creo que cumplí con mí propósito aquí en éste hermoso pueblo... es hora de marcharme a otro lugar para seguir ayudando a aquellos niños que necesiten de mí!

Sabina no entendía al momento; creo que quiso no entender, pero estaba claro que se despedía de Sabina; la habían cambiado hacia una nueva escuela, pero al otro lado del mundo, África.

Sabina recordó la partida de su madre y también que su maestra se alejaría de ella, ya muchos meses atrás lo había visto de alguna forma mística o mágica, pero ya ella lo sabía; solo lloraba, sin mencionar una sola palabra, ya experimentando y aprendido el don de amar y podía conectarse con el interior emocional de las personas de forma inexplicable; no quería que su maestra se alejara, pero ya estaba decidido. Su destino ya estaba escrito.

Llegó el momento de la graduación y entrega de certificados de aprobación de preescolar. Citaron a todos los padres y representantes de cada niño a una muy bonita reunión; había pasapalos, torta, dulces y jugos para tomar; y los niños disfrazados para la celebración.

Sabina vestía como una India, con sus alpargatas, otras niñas de princesas y de superhéroes y los niños.

Para finalizar, a todas las madres les entregaban una carpeta en donde se encontraban todas las actividades que desarrollaron durante el último año escolar; pero cuándo le tocó el turno de Sabina, a su madre le entregaron como 10 carpetas full de trabajos. Las demás madres extrañadas y otras molestas con las maestras Monjas preguntan el porqué de tantas carpetas para Rosa y ellas solo 1.

Las monjas no pudieron dejar de reír ese día, y comentaban a las madres:

-Sus hijos solo desarrollaron una carpeta de tareas y actividades porque era más el tiempo invertido en jugar, mientras que Sabina pasaba horas en la casa de muñecas llena de colores, pinturas y libros... trabajó durante todo el año, esa es la razón de tener tantas carpetas.

Ellas querían mucho a Sabina, la trataban de forma diferente a las demás. Sabina siempre fue diferente, una capacidad de aprendizaje de forma rápida, en comparación con el resto de los niños. Por lo tanto, las maestras, eran muy sutiles con ella.

Su maestra, la Bella Monja, se le acerca a Sabina con un lindo detalle - Mi niña... tengo algo para ti. Te lo traje de España, y estaba esperando este momento para obsequiártelo.

Y le entrega un hermoso diario con una hermosa portada color rosa y detalles de flores blancas.

Sabina le pregunta -¿Maestra es un libro?

Y ella muy sutilmente le responde - es un diario, es parecido a un libro... sólo que te toca a ti escribirlo. Sabina buscó rápidamente una silla para sentarse y revisar. Era muy hermoso.

Su portada no dice nada; ni es como los libros que acostumbra a leer. Lo abría, sus páginas todas en blanco y tenía partes con figuras y espacios para colocar fechas importantes. Tomó un lápiz y en la primera página comenzó a dibujar la silueta de una muñeca y comenzó a pintarla. La Monja le dice:

- ¡¿Qué haces, Sabina... qué escribes ahí...?!

Sabina: - ¡Solo dibujo una muñeca...! ,

Y escribió con letras grandes y pequeñas.

"Muñecas..."

La maestra toma sus manos y sierra su diario, mientras le dice:

- Sabina... debes guardar este regalo especial para ti... Y solo escribirás en él, en aquellos momentos que tú desees sean especiales y extraordinarios para ti... ¡Por ahora, guárdalo y conservarlo muy bien...!

Y es así como se levantan de la silla y le dan un abrazo fuerte... Y le comenta al oído. - ¡Qué rico huele esa fragancia que usas todos los días! ¿De qué es mi niña?

Sabina: - ¡No lo sé... mamá no me coloca ninguna...!

La maestra: - ¿Ninguna... segura? ¡Qué extraño! - (se sonríe)... ¿creerías que hueles a mandarina... Sabina?

Mientras la toma de la mano para incorporarse nuevamente a la reunión escolar. Al terminar la actividad en la Parroquia, pasearon en una gran caravana por todo el pueblo al lado de la Reyna del salón y todos los compañeros, entre ellos uno que hoy en día aún recuerda a Sabina; Ezequiel Betancourt, con quién aún hoy en día mantiene una muy bonita amistad y comunicación gracias a las nuevas tecnologías de la información.

Sabina, en la escuela de monjas, comienza a conocer a quién será su mejor amigo, padre y socorro ante las adversidades, Dios.

Dios sería el pilar fundamental en su vida para acabar con la timidez, la inseguridad y el miedo que sentía. Desde allí, no dejó de mencionar jamás que todo lo podemos en Cristo porque él nos fortalece. De vez en cuando enfrentamos situaciones difíciles, perdemos la fe de que Dios existe y dudamos de él, pero la vida le enseñó a Sabina que Él permanece siempre a nuestro lado, en los buenos y malos momentos; solo es cuestión de reconocer aquellos momentos cuándo él se hace presente.

Sé que no lo podemos ver, pero sí podemos sentir su presencia en nuestras vidas y muchas veces en la vida de personas conocidas. Su poder, amor y misericordia es infinita; lo importante es que Dios está presente siempre y nos regala oportunidades para volver a empezar, si de verdad lo creemos y amamos de acuerdo con su voluntad.

¡Ese mismo año, las monjas se fueron a otro continente y mudaron el preescolar a otras instalaciones...!

Se vienen nuevas experiencias, se acerca lo invi-visible y se pone a prueba la enseñanza puesta en la fe en Dios, que le dejó su maestra la Monja.

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