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Rosas 🌹

Este capítulo lo dedicó a la sabiduría en medicina natural alternativa que poseía mi abuelo don Pedro Rodríguez, que llegó a curar en vida a cientos o miles de pacientes.

¡"... Es mi amor
Es infinito Dios...
Y un laberinto...
Te necesito
Eres tú mi amor.
Siempre eres tu madre.
Eres tan bella.
Inigualable
Eres tú

Sabes que yo te adoro siempre.
Gracias por darme la vida, Mami.
Y este amor por ti
Lo gritare hasta el fin

Es mi amor
Es infinito Dios...
Y un laberinto...
Te necesito
Eres tú mi amor.
Siempre eres tu madre.
Eres tan bella.
Inigualable
Eres tú.

1987, Maparari.

La situación económica en la casa de Rosa era siempre igual, unos meses mejor o peor que otros, pero, ella seguía haciendo tortas, dulces, empanadas y su comadre Aura seguía ayudándoles en lo que podía.

La vecina que vive frente a la casa de Rosa, Chena cuidaba a sus sobrinos; los hijos de su hermana que por alguna razón se había separado de su esposo y se fue de la casa, dejando sus cinco hijos, entre ellos 4 hembras y un varón, al cuidado de su padre y de su tía materna. Sus nombres eran Rita, la mayor; Chella, Quito, la Mami y Tany, quién era la más pequeña. Todas ellas eran muy pero muy bonitas; de contextura delgada; con esa cabellera lisa, abundante y larga, de color negro que brillaba con los rayos del sol y su piel tan blanca que se les tornaba rojiza cuando sentían frío.

Los niños de Rosa y los sobrinos de la vecina Chena comenzaron una muy hermosa y perdurable amistad. No hacía falta buscar amigos para jugar, entre todos formaban un grupo numeroso, conformado por más de 15 niños, jugando todas las tardes pelotas, escondidas, adivinanzas; tantos juegos como pudieran. A pesar de la escasez, fueron los mejores amigos que Sabina y sus hermanos pudieron tener.

En esos días ocurrió un fatal accidente: un conductor viajaba del Estado Lara hacia Punto Fijo (Venezuela). Manejaba un camión tipo volqueta, pero perdió los frenos y cayó hacia una pendiente como de 10 metros de profundidad, suceso que le quitó la vida de forma inmediata, dejando su rostro destrozado. Eso aconteció muy cerca de la casa de Rosa. Las autoridades recogen el cuerpo sin vida del señor y se lo llevan para ser enterrado en Barquisimeto, Estado Lara. Y con una grúa sacan lo que quedó del camión, todo destrozado, y lo dejan en un terreno cercano a la casa de Rosa.

2 meses después.

A los niños les encanta jugar a las escondidas y buscan los mejores escondites para que no sean encontrados tan fácilmente. Sabina, a quien le toca correr y buscar donde meterse, se le ocurre entrar en el camión, ya que ahí a nadie se le ocurrirá buscar. De ante mano ya temían porque se decía que salía el espanto del difunto. Mientras ella se esconde ahí y se agacha en uno de los asientos para no ser vista, siente que alguien la observa. Ella no quiere mirar, pero su corazón comienza a latir muy fuerte. Debe salir de inmediato porque dentro hay algo paranormal que transmite una extraña energía en su cuerpo.

Levantó su cara y miró a su lado; ahí estaba sentado a su lado un señor con toda su ropa llena de sangre y la cara la tenía destrozada. Ella quedó en shock por unos segundos... Paralizada, mientras que el señor quiere mover su boca... quiere decir algo, unas palabras... comunicarle algo a Sabina, pero ella, del impacto de su rostro y el susto, sólo saltó del asiento del camión y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a casa donde ya todos los demás niños la esperaban.

Llegó pálida... No podía ni hablar. Carlota corre en busca de agua y le da de tomar, y al cabo de unos minutos logró contarles todo lo que acababa de ver dentro del camión. Todos se asustaron mucho y decidieron no jugar a las escondidas por unos días. Al siguiente día, las autoridades se llevaron el camión para entregarlo a los familiares del difunto. Una aparición más para Sabina... Parecía que quería darle un mensaje.

Y así acontecieron muchas vivencias, experiencias con Sabina, sus hermanos y amigos... pero sobre todo la gran alegría que se proyectaba al estar todos juntos reunidos por las tardes y noches, compartiendo y viviendo los mejores momentos de la niñez.

Mientras tanto, Rosa, ya con su certificado de aprobación del 5to año de bachillerato, piensa que hacer. Debe buscar una posibilidad de seguir estudiando. Pero tiene muchos factores en su contra, la falta de dinero, la escasez de comida, ropa y calzado tanto para ella como para los niños. Pero, sobre todo, los 8 niños que debía atender y cuidar.

Era prácticamente imposible poder cumplir su sueño de ser una doctora en Medicina; eso era su sueño. Para poder continuar sus estudios, debía sacrificar la atención a sus hijos y superar todas las expectativas. Necesitaría del apoyo de su hija mayor. Es así como, Antonieta pasa a ser como una segunda madre para sus hermanitos pequeños; comienza Antonieta a tomar una gran responsabilidad siendo apenas una niña con sueños de adolescente.

Rosa, quién había escuchado en el pueblo que había una oportunidad de graduarse como enfermera; pero el modo de estudio era por correspondencia. Se trataba de estudiar enfermería, pero eran cursos impartidos desde los Estados Unidos. EE. UU.

Rosa se dirigía donde una conocida del pueblo que estaba haciendo las gestiones para inscribirse y aunque lo veía como algo muy difícil de lograr, igual se decía así misma: ¡no pierdo nada con preguntar...! En efecto, la conocida de Rosa, llamada Marina, le explica todo lo que debe hacer para inscribirse y, no solo eso, le ayuda a llenar los requisitos para formular la inscripción. Es así como Rosa comienza sus estudios de enfermería por correspondencia.

Al cabo de unas semanas, comienza a recibir su correspondencia, dónde le enviaban libros de medicina, enciclopedias, guías de estudio y exámenes que desarrollar. Rosa comenzó a estudiar, leer y aprender todo lo relacionado a la medicina y hasta llegó a recibir material de apoyo relacionado a la psicología.

Sabina y los niños en su rutina diaria de ir a la escuela, llegar y buscar leña y agua para los oficios del hogar, y en las tardes estudiar para terminar jugando hasta la noche con los vecinos.

Cuando llegaba la noche y la hora de dormir, Sabina acompañaba a su madre despierta hasta pasada la medianoche, mientras Rosa estudiaba y se preparaba. Y cuando Rosa se quedaba dormida, sentada en su cama con los libros aún sin cerrar; Sabina le arropaba sus pies fríos, cerraba sus libros y le acomodaba su almohada para dormir.

Sabina aprovechaba que su mamá dormía y tomaba esos libros gruesos y pesados y los colocaba sobre una mesita en el cuarto. Y mientras se disponía a dormir, escuchaba a su madre dormida repetir todo lo estudiado en voz alta. Su cerebro seguía trabajando dormido y repasando las clases.

Un día, mientras Rosa estudia, observa a Sabina caminar y se percata que la pequeña niña camina con la cabeza gacha; doblaba de forma jorobada la espalda. Rosa, quién ya había leído sobre esas patologías. Llama a Sabina que se acerque:

Rosa: -¿Hija, sí te colocó este libro pesado sobre tu cabeza, eres capaz de caminar sin dejar caer el libro?

Sabina: - ¡Si Maita... ¡Si puedo...!, ¿pero para qué? - Así le decía; en vez de mamá o madre la llamaban Maita.

Rosa: -¡Para que aprendas a caminar como caminan las modelos... derechitas y con la frente en alto!

Sabina, muy contenta, se ríe... - ¿Cómo modelo?

Rosa: - ¡Sí, modelo hija, caminar bien como lo hacen las modelos de pasarela...!

Sabina comienza a caminar todas las noches con los libros pesados en su cabeza. Al principio se le caía al piso, pero luego lo hizo de forma perfecta. Rosa ya a los días la observaba caminar de allá para acá; de la sala al cuarto sin dejar caer el libro. De esta forma Sabina endereza su pequeña joroba.

Rosa avanzaba muy bien, tenía buenas calificaciones, estudiaba sin parar, estaba enfocada en lograr lo que se proponía. Pero cuando ya falta poco para terminar su curso por correspondencias, se dirige al hospital de Churuguara.

Rosa, quiere averiguar la posibilidad de trabajar con el título de enfermería por parasistema.

Pero las noticias no son buenas; ahí le comunican que no la pueden aceptar para formar parte de los profesionales de enfermería, porque es un curso que no estaba avalado por el Ministerio de Educación de aquella época, además que, era internacional.

Rosa se sentía decepcionada; había puesto todo su empeño, su tiempo, enfocado en estudiar. No podía creer que estaba perdiendo el tiempo.

Llegó a pensarlo, pero luego reflexiona y se da cuenta que, no todo fue malo. Llevaba en su memoria un gran conocimiento sobre la medicina y el cuidado de la salud.

En solo unos días, su amiga Marina, la visita y le lleva muy buenas noticias.

Marina: - Buenos días, Rosa... Te traigo buenas noticias, ¡ayer me enteré de que en Churuguara en el hospital van a dictar un curso de auxiliar de enfermería! ... Mañana bien temprano nos vemos allá... ¡Vamos a inscribirnos...!

Rosa: - ¡Qué bueno, Marina, claro que sí, mañana mismo estoy allá bien temprano!

El siguiente día, Rosa se levantó bien temprano, se arregló y salió hacia Churuguara. Se inscribe con éxito y comienza nuevamente una nueva etapa de superación y aprendizaje. Es allí donde comienza a prepararse estudiando, pero el curso tenía el horario de la noche. Rosa sabía que sería todo un desafío al destino y a la vida; comenzaba a enfrentar los retos y trabas que la vida le pondría en su camino. No tenía dinero para pagar un pasaje; ella debía todas las tardes pedir cola a los transportes que pasaban en la vía o carretera porque Churuguara quedaba a kilómetros de Maparari.

Ella no tenía ropa adecuada o suficiente y mucho menos calzado para asistir a clases. Ella no tenía ni un centavo para comer a la hora de receso. Sus compañeras de clase, al salir del curso, todas se dirigían a una panadería y compraban café y pan dulce o rellenos de dulce de guayaba o manzana; Rosa, sin haber comido nada, se quedaba callada, aparentando no tener hambre, mientras su estómago hacía ruidos por los gases acumulados por las horas que pasaba sin comer... Todas sus compañeras tenían dinero para estudiar, pero Rosa estudiaba con todas las necesidades; y dejando solos en casa a sus 8 hijos hasta altas horas de la noche.

A buena hora, la vecina Chena se encariña con todos los niños de Rosa; tal vez sentía admiración por Rosa al querer superarse o sentía lástima con los niños por estar solitos de noche.

Una noche, salieron muy tarde de clases Rosa y sus amigas y no les quedó otra alternativa que caminar hasta sus casas, desde Churuguara a Maparari. En eso, Rosa se quita sus zapatos y una de sus compañeras llamada Leydi le pregunta.

Leydi: '¿Te vas a quitar los zapatos...? y caminarás descalza, ¿el camino es largo, Rosa? ¿Se te van a pelar los pies?

Rosa: - ¡ Sí, es que no quiero acabar los únicos zapatos que tengo... No quiero dañar la suela de estos zapatos, no podré asistir a clases... ¡Son los únicos que tengo...! Además, ya estoy acostumbrada a caminar descalza. -(Sonríe)

Leidy y el resto del grupo de estudiantes que vienen en el camino con Rosa, se miran a la cara y entre ellas, murmurando muy calladas, tal vez critican a Rosa por lo que hace. Rosa, como siempre las ignora; total, solo quería llegar rápido a casa; sus niños la esperaban en el patio de la casa con una fogata prendida para alumbrar en medio de aquella oscuridad.

Es así como Rosa logra graduarse de Auxiliar de Enfermería, superándose así misma en medio de un sin fin de problemas y situaciones, pero cargadas de nuevas oportunidades y cambios que traería a su vida y la de sus hijos.

Rosa no era la única que estaba estudiando. Sus hijos también. Está parte tal vez te parezca increíble, pero Antonieta estudió con todas las necesidades; por ser la mayor le tocó la parte más difícil. No tenía libros y mucho menos cuadernos para asistir a clases. Igual que Antonieta, Carlota, Rafael, librado, y hasta Sabina.

Ellos asistían a clases sin un pedacito de lápiz para escribir; pero Antonieta era la más increíble; cuando su único cuaderno se terminaba, solo pedía una hoja de cuaderno a cualquiera de sus compañeros y allí copiaba en forma de resumen las clases de sus profesores.

Otras veces ni siquiera copiaba. Ella solo retenía en su memoria de elefante todo lo explicado. Sus profesores y estudiantes quedaban impresionados de las calificaciones de Antonieta; tanto así que, hasta la fecha de hoy, en el Liceo Maximiliano no ha pasado una estudiante con la misma capacidad intelectual de aprender sin tener la oportunidad de contar con el apoyo material tan simple como lápiz y un cuaderno.

Para ella, no era impedimento asistir a clases, mientras sus compañeras de clases, quienes contaban con el apoyo de sus padres en adquirir todo lo necesario para estudiar, libros, enciclopedias, entre otros, sus notas y calificaciones eran bajas y eran castigadas en sus casas.

Pero, Antonieta era completamente extraordinaria para estudiar, sin tener que ser arrogante. " La Mejor entre los Mejores". Se convirtió en la estudiante más nombrada por los profesores. (El mejor mérito en índice académico 20/20 en todas las materias desde Matemática hasta la Historia Universal; desde el 1ero al 5to año de Bachillerato.) Podría decirse que su forma de estudiar era simple y ordinaria, pero para el resto de la comunidad estudiantil era simplemente extraordinaria.

Asistir a la escuela sin lápiz para escribir es una sensación muy triste. Saber que vas a la escuela y llegar a tu pupitre y cuándo la maestra comienza a escribir en la pizarra o a dictar la clase; mirar a tu alrededor a todos los niños concentrados escribiendo y toca pedir un pedacito de lápiz o color a tus compañeros, que muchas veces no tenían o no querían prestarle.

Y sentir ganas de llorar, mientras se te forma un nudo grueso en la garganta; pero no poder hacerlo delante del grupo; Y proceder a grabar la clase en la mente para llegar a casa; buscar la forma de escribir lo retenido en tu memoria; eso sí que era un verdadero reto a la vida, dónde prevaleció un factor clave. "La perseverancia".

Para Sabina, contando con el don de la sabiduría, no era tan difícil grabar sus clases en su memoria, contaba al igual que su hermana mayor Antonieta; con la capacidad mental y el poder de la concentración para absorber como las esponjas todo lo enseñado por las docentes. Pero, sin embargo, no dejaba de sentir vergüenza ante su maestra y compañeros por no tener un lápiz para escribir.

Ya era cotidiano escuchar de la maestra: ¿niña... que pasó que no tomas nota de la pizarra? Y la respuesta siempre era la misma: ¿maestra, no tengo lápiz?

¡Así estudiaron los niños de Rosa desde Antonieta hasta el 4to grado de Sabina, dónde podría escribirse otra historia y la segunda parte de esta...!

Pero hasta aquí no llega esta historia, al final terminarían Antonieta, Carlota y porque no, Sabina, dando clases o explicando a sus compañeros las actividades escolares para los exámenes académicos; Antonieta era, es y será la hija genio de Carlos y Rosa. "La Pura Realidad"

Rosa, todo lo que logró con hechos y no con tanta palabrería, le demostró a todo el mundo, pero sobre todo a sus hijos que no hay imposibles cuando tus metas son claras y tienen un propósito. Y que todo lo que se emprende, absolutamente todo, aunque implique sacrificios, al final generará un resultado; sí siembras con esmero y disciplina, cosechas prosperidad y abundancia. Mostró que, no importa el tiempo para empezar, solo empieza, porque el empezar es el paso más difícil, lo demás llega a su debido momento.

Hoy en día, después de la crisis o situación país por la que atraviesa Venezuela, es increíble, escuchar personas que se quejan de no haber logrado nada en la vida. Pero las crisis no son de ahora; las crisis siempre han existido en diferentes países, años y contextos, pero existen para enseñarte a valorar, luchar, perseverar y sobre todo a creer en ti, en lo que puedes llegar a convertirte. "Las crisis pueden convertirse en oportunidades". Eso dicen muchos...

Muchos, y me incluyo, culpamos a los demás de fracasar o no cumplir con las metas propuestas. Pero, esta mujer de quién les hablo, mí madre, con 8 hijos, sola, sin recursos y muchas veces sin comer (pasar hambre), estudio la primaria, después de nacer mi hermano menor; luego aprobó el bachillerato y, no conforme con eso, logró graduarse de enfermera porque era su meta y su sueño. Quería cambiar el futuro de su familia, quería brindarles una educación digna de ellos; quería que ellos fueran profesionales en un futuro. Ese fue el ejemplo que proyectó para sus 8 hijos, que en medio de las dificultades nacen las oportunidades.

"Pero el futuro de sus hijos dependerá de ellos".

Después de graduarse y con la ayuda de los entes municipales, Rosa consigue un cargo como enfermera en el ambulatorio o pequeño hospital del pueblo de Maparari, a dos calles de su casa. Eso fue para ella la mayor bendición que pudo haber recibido de Dios.

Comienza a trabajar, cambiando el rumbo o destino de su vida; la situación económica en la casa de Rosa cambió totalmente. Ella se encargó de que no faltara nada. Sus palabras eran, ¡Dios siempre bendice hasta que sobreabundan...! A partir de ese momento, no faltó nada en la mesa. Rosa sabía lo que hacía; mostró a quienes no creían en ella que sí se puede, los límites son mentales.

¡Se avecinan nuevas experiencias para Rosa y sus hijos...!

¡De una rosa como tú...!

Sé que hasta ahora son pocos los que han leído esta historia, pero estoy más que segura que llegará a muchos corazones a nivel mundial.

De parte de mi Madre te envío "Una Rosa para tí".

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