Revelaciónes
Casi cumpliendo un mes en esa nueva casa, ya quería irme. Todo lo que parecía color de rosa, se convertía cada día en un reto y que sabía que no iba a terminar bien. Así que decidí viajar ese fin de semana a casa a contar a mamá lo que está pasando. Viaje en que José y Edgardo no quisieron acompañarme. Estaban súper instalados en la casa de la señora Nelly. Creo que mamá no tomó una buena decisión al mandar a José a cuidarme.
Pero creo que ella sólo quería alejar un tiempo a José de los problemas con esa familia que asesinó al hermano de Naro. Y esa noche José estaba con ellos, motivo para que esa familia también buscara hacerle daño.
Llegué a casa un viernes por la tarde. Mamá me espera muy contenta de verme. Me guardo una rica cena, arepas rellenas de carne mechada y queso de cabra. Me senté a contar todo lo que estaba pasando en casa de la señora Nelly y llegamos a un acuerdo, de que cuando regrese me disponga a buscar de inmediato una residencia.
Ella sabía que José no se regresaría tan fácilmente a casa, si andaba enamorado. Pero si yo salía de esa casa, a él no le quedaría otra que irse conmigo. Bueno, eso creíamos. Después de hablar con mamá, me acosté a dormir temprano, estaba cansada del viaje y el siguiente día quería arreglar mi cabello.
Mi vida no sólo se trataba de pesadillas, presagios, revelaciones o el don de conocer o penetrar en el alma y el espíritu de las personas. Tenía una vida real que experimentar llena de alegría y agradables momentos, pero también de tristeza y problemas, de la cual no podía escapar.
En la quietud de la medianoche, el sonido insistente de golpes en la puerta (top, top, top) rompe el silencio. Los golpes son urgentes, acompañados de gritos desesperados: "¡Abran, por favor!". Mamá se levanta de la cama, asustada y confundida. "¿Qué pasa? ¿Por qué quieren tumbar la puerta?, pregunta mientras se dirige a abrirla. Todos en la casa se levantan, excepto yo, paralizada por el miedo, sintiendo que algo terrible está ocurriendo.
Mamá abre la puerta, pero no hay nadie. Afuera, el silencio es abrumador, como si el mundo entero estuviera dormido. Las bombillas de los porches y frentes de las casas parpadean, movidas por la brisa fría de la medianoche. Me asomo por la ventana y veo el extraño espectáculo de luces intermitentes. Mamá cierra la puerta, perpleja: "Juro que escuché golpear la puerta...". Yo también lo escuché.
Nos preparamos para volver a dormir, pero alguien se detiene justo en la ventana de mi cuarto. Corro para buscar a mamá y regresamos juntas. Es un vecino, con el rostro pálido y la voz temblorosa, quien nos advierte que algo en el aire está causando la muerte de muchas personas. "¿No han visto las noticias?", pregunta. Mamá, desconcertada, enciende la televisión. El vecino se retira apresuradamente, cubriéndose la nariz con un pañuelo y advirtiéndonos que no salgamos ni recibamos a nadie. "Han decretado estado de emergencia y confinamiento", dice mientras corre hacia su casa.
Frente al televisor, la noticia es aterradora: una peste mortal está acechando a la humanidad, cobrando la vida de cientos, quizás miles, especialmente de los ancianos. Las imágenes muestran iglesias llenas de personas arrodilladas en oración, sus rostros cubiertos, clamando frente a las imágenes de las tres divinas personas. De repente, me encuentro dentro de una iglesia, donde en una pared hay una inscripción en una fina tabla de cerámica: "S. 91", que significa Salmo 91.
Más personas comienzan a llegar y siento la urgencia de encontrar a mamá y a mis hermanos. Un hombre pasa a mi lado, con el rostro cubierto por una tela negra y transparente. Va de prisa, asustado. Le pregunté: "¿Qué día es hoy?" No sé cómo llegué aquí". Él responde: "Joven, hoy es 20... No salgas de la morada del omnipotente... Hay pestilencia afuera en la oscuridad". Baja un poco la tela que cubre su rostro, dejando ver sus ojos, y señala la inscripción en la pared. Cuando vuelvo a mirar, el número 91 se ha transformado en 19, como si se leyera al revés.
El hombre repite, señalando con su dedo: "19". Deduzco una fecha: 20 de noviembre, y el número 19. "Veinte y diecinueve... 2019", pienso. "¿Por qué 2019?", me pregunto. El hombre responde: "Porque está escrito y debe cumplirse por ley de vida y designios naturales y la divinidad". Vuelve a cubrirse el rostro y se pierde entre la multitud. Le grito: "¿Qué está pasando?" ¿Por qué todos tienen los rostros cubiertos? "¿No podemos vernos a la cara?". Pero no responde y desaparece en la oscuridad.
Se despertó... ya era de madrugada... podría escuchar los gallos cantar... Y aun sintiendo en su cuerpo una extraña energía que observó al rosar la cobija... Como si al tocarla emite el cuerpo al estar en contacto con las sábanas, chispas de electricidad. Al día siguiente, no quiso contar a su mamá. Prefiere callar. Total, solo fue una pesadilla.
En horas de la mañana, Rosa llegó a casa con su cabello bien arreglado, secado y planchado. Sabina le pregunta a su madre que —¿Dónde se arregló el cabello...? - Le había quedado muy hermoso; por lo que Sabina quiere ir a cortar y arreglar su larga cabellera. Rosa le indica la dirección, Sabina se arregla y sale al lugar descrito por su mamá. Al llegar, se encuentra con una hermosa casa de dos plantas. Una casa con un bello jardín, y a Sabina le encantaban los jardines llenos de flores y rosas porque emitían ricas fragancias.
Se queda observando el lugar, mientras toca y toca, escuchando un: —¡Ya voy! Que salía del fondo de la casa. Es así como observa venir una muy hermosa señora, muy bien vestida y arreglada. Su maquillaje le quedaba perfecto y su cabello bien estilado hacía centrar su mirada hacia su lindo cabello.
Ella me mira fijamente y me saluda haciéndole una sola pregunta.
—¿Yo te he visto alguna vez... creo reconocer tu rostro...?
Sabina la observa muy bien y le contesta:
- ¡Nooo. ¡No creo, si te vi alguna vez... ¡no te recuerdo y disculpa si estoy equivocada...! Las dos se sonríen, la señora abre la puerta y la hace pasar a la sala. Era una hermosa sala con muebles muy finos, llamativos y adornos que se combinaban con los perfectos cuadros y colores de las paredes. Sabina, al estar ahí dentro, de inmediato notó que se trataba de una señora que tenía una condición económica alta, o eso era lo que ella proyectaba. Y se preguntaba —¡porque trabaja de peluquería alguien que vive en un lugar tan hermoso...!—. Justo en la pared de al lado había una puerta grande tipo arco de donde se podía ver todo el patio y el garaje. Observando estacionada una camioneta, que para la época debía costar mucho dinero.
Sabina estaba enamorada de ese hermoso lugar llamado hogar. Y en ese momento, llega a su mente un recuerdo que le indica haber estado en ese lugar en algún momento de su vida. Había visto ese espacio rodeado de un lindo jardín y un niño que sonreía corriendo por ese patio grande. —Pero... ¿cuándo estuve aquí? -Eso se preguntaba.
La señora le dice que se siente en una silla de peluquería justo al frente de un gran espejo. Y comienza a peinar para cortar el cabello. Sabina, muy callada, solo observa todo el lugar. Mientras la señora la observa por el espejo.
Al cabo de 15 minutos, la señora se detiene un momento y nuevamente le dice:
—¿Sé que te he visto en algún lugar... no recuerdo dónde, pero tu cara me es conocida?
No lo sé... le contestó Sabina. Tal vez has visto a mi mamá; ella es cliente tuya.
- ¿y quién es tú mamá...? - Y le respondió: —¡Rosa... la enfermera; ¡ella estuvo está mañana aquí...!
Y al escuchar el nombre de su madre, de inmediato le dijo:
—¡Sabía que te conocía de algún lugar!... ¿Eres tú Sabina...?, ¿Te olvidaste de mí? -Y volteo a verla nuevamente. Y ella menciona: - ¿De verdad no me recuerdas? Porque yo jamás me he olvidado de ti. Sabina, en ese momento, quiere recordar y ella comienza a llorar. Abraza a Sabina muy fuerte y le dice:
—¡Tú tenías razón; tus palabras aquella tarde cambiaron totalmente mi vida...! Susurró, tomó aire y continúo hablando: — Cuando salí de tu casa, me fui a caminar y lloré mucho por todo el camino. No quería llegar a casa y por mi mente pasaron tantas cosas; estaba atravesando uno de los momentos más difíciles de mi vida. Quería morirme; ya lo había pensado días antes de conocerte.
—Mi vida se resumía en vivir en brazos de hombre en hombre sin rumbo y sin sentido, solo brindar placer en las diferentes camas en las que amanecía... Una vida llena de lágrimas y mucha soledad. Ella lloraba y seguía contando. Hablaba sin parar. -Mientras caminé, pensé tanto en cada una de las palabras que salieron de tu boca. Se hizo de noche... debía regresar a casa o perderme a donde nadie me encontrará. Y de repente, como de la nada, se acerca un carro; una camioneta para ser más específica. Era un joven quién manejaba.
Trató de bajar la velocidad y me ofreció darme un empujón. Sabía que estaba lejos del pueblo. Le dije que no, pero él insistió; ya estaba muy oscuro el camino y no quería dejarme por ahí sola. Era un completo desconocido para mí y yo para él. Mientras acaricia mi largo cabello, continúa contando su historia. Me logró convencer, ya que, no se iría sin antes montarme en su camioneta. Me subí y observé mis ojos muy hinchados de tanto llorar. - Me miro y se sonríe. - ¡Cómo una mujer tan hermosa llora de esa forma para opacar su belleza...!
Quise interrumpir y así cambiar el tema de conversación, pues ya me estaba asustando. Pero ella continuaba con su larga pero interesante historia. Sus palabras me sacaron una pequeña sonrisa; mientras manejaba no dejaba de hacer chiste para verme reír. Por fin entramos a la calle del pueblo y le dije que me dejará en cualquier lugar. Total, ya estaba en el pueblo y podía caminar una cuadra más y llegar a donde menos quería llegar... a casa. Pero él no quiso dejarme en cualquier parada, me hizo dar la dirección donde vivía y hasta el frente de mi humilde casita se detuvo. Abrí la puerta para bajar y le di las gracias. Mientras él me contestó:
¡Gracias a ti por tener la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida...!
—Me quedé mirando sus ojos, que emitían un brillo muy agradable; sentí que por mi cuerpo corría una sensación de paz y tranquilidad, que hasta me hizo de alguna forma sentirme bien conmigo misma; observándolo mientras se alejaba en su camioneta.
- Al día siguiente, escucho unas cornetas tocar frente a la casa. Salí corriendo a ver de quién se trataba e increíblemente era él. Me preguntó: —¡quieres salir a dar una vuelta con una grata compañía... o prefieres andar por ese largo camino sola...! Así fue pasando todos los días, buscándome en casa y salíamos a comer y pasear. Luego, conocer a su familia en una hermosa hacienda que tenían sus padres... Era hijo único. Al cabo de un año me pidió casarnos... no lo podía creer. Le conté todo mi pasado, pero me pidió que olvidará el pasado y que pensará y me enfocará en mi presente... en él.
—No dude ni por un instante en decirle que sí. Y me casé en medio de una gran boda, tan hermosa y costosa que fue motivo de envidia de muchas personas del pueblo. Muchas personas mal intencionadas no entendían cómo una mujer que llevaba una mala vida en la calle había encontrado un príncipe azul y de paso casado con velo y corona. Mientras contó todo esto, no dejó de llorar en ningún momento, mientras yo también lloraba. Era imposible no llorar con semejante historia.
Sabina le pregunta: —Qué hermosa historia, yo tampoco lo creería... ¡Pero yo que tengo que ver con todo eso...! Y ella sonriendo le dijo: —¡yo soy la chica de las tijeras...!
-Así me llamaste el día que visité tu casa para cortar tu cabello y me dijiste que mi vida cambiaría; que Dios tenía un regalo especial para mí.
Es así como de inmediato Sabina recordó a la chica de ojos tristes que cortaba muy callada su cabello.
- ¡Si-exclame con alegría - ahora si te recuerdo, se quién eres... Pero estás muy hermosa, ¡pareces otra mujer; no podría reconocerte jamás...! Y vives en esta hermosa casa.
—¡Sí —se expresó ella al igual que yo— fue el regalo de matrimonio de mi suegro!
Sabina: -Wuaoo, la vida sí que te premio; el tiempo de Dios siempre es perfecto, señora linda...! En ese momento tocan corneta afuera. Ella corrió a abrir el portón del garaje y era su esposo quién venía llegando con un hermoso niño. Ella lo abraza y lo besa y él a ella la levanta y la besa con mucha pasión. "¡La amaba!" Era increíble ver esa escena. Mientras, el niño como de 5 años corre hacia la casa.
Ella entra con él y se lo presenta a Sabina.
—¡Amor conoce a Sabina, la hija de Rosa... — Sabina quiso darle la mano, pero él no sólo tomó la mano, le dio un fuerte abrazo mientras le decía; —¡Sabía que algún día te iba a conocer; ya me habían hablado de ti... tienes poderes o eres una mística adivina... (mientras se reía junto a su esposa)...! —Conoce nuestro hijo, —le dice mientras el niño corre a jugar en una bicicleta que estaba en la sala. Era un niño bello.
Sabina, igual, se reía y comenzaron una gran conversación en medio de una buena taza de café y pan dulce. Se hizo tarde... Tocan la puerta y es Rosa; se había preocupado de que Sabina no llegaba a casa y decidió ir a buscarla. Es así como Sabina se despide de la chica de las tijeras, pero ahora era una nueva mujer que había transformado su vida. Y se despide con un gran abrazo. Los ojos de esa señora estaban llenos de alegría y corrían lágrimas por sus mejillas, no las que ella observó la primera vez que la conoció... esta vez eran de agradecimiento y de felicidad.
—¡Tú hija es hermosa, Rosa, pero además de eso no se parece a tus otras hijas, ella tiene algo muy especial!... Ella tiene un gran espíritu lleno de bondad... Estoy agradecida con Dios por cruzarla ese día en mi camino; ¡porque gracias a Dios y su presencia hoy en día estoy viva! Rosa, aunque no entendía el impacto de lo que quiso decir, se sonríe y comenta —... ¡Dios es bueno...!
El esposo se despide diciéndole: —¡Rosa, cuando Sabina te diga algo no dudes de sus palabras... porque te puedes llevar una gran sorpresa...! Dios las cuide.
Y así se retiran Rosa y Sabina ya muy tarde en la noche a casa. Rosa pregunta a Sabina: —¿Hija, de dónde conoces a esa señora?
Sabina: - "¡Mamá la conocí hace años cuando era niña...!
Rosa: —¡Hija, tú no terminas de sorprenderme...! (entre risas).
Pero Sabina salió de esa casa con una nueva visión de las cosas. Considerando la fuerza y el poder que tiene la mente. Ella recuerda que solo le dijo a esa chica triste que una tarde llegó a su casa; exactamente las palabras que ella quería escuchar, esas palabras que nadie se atreve a decir y que de alguna forma te ayudan a mejorar y calmar el dolor y la tristeza escondidos en tus pensamientos.
Pero esa chica, creyó firmemente en las palabras positivas que salieron de la boca de Sabina. Esa chica utilizó la energía positiva que transmitía Sabina y dejó a un lado la energía negativa que ya la tenía derrotada a punto de atentar contra su vida.
Una palabra, un gesto, una decisión, puede cambiar el rumbo de tu vida. La chica de las tijeras confió en que, los milagros existen y que Dios es el único que tiene la fuerza y el poder de hacerlos realidad. Los seres humanos de corazón puro; solo son instrumentos para él hacerse presente en la vida de todo aquel que quiere ayuda.
Tal vez eso era parte de un gran propósito de Dios para Sabina... ser una mensajera de su gran poder, una mensajera para dar esperanza a aquellos corazones heridos y dar a conocer que Dios siempre tiene una nueva oportunidad para todo el que lo busca. Sabina llegó a casa confundida pero feliz, por saber que aquella bella señora que cortaba su cabello había encontrado el propósito de su vida.
Esa noche estaba Yojan, el novio de Guadalupe visitándola; se saludaron con un abrazo, mientras le comentaba que el día siguiente se va a vivir a la ciudad de Valencia porque, un amigo le tiene un trabajo. Eso puso muy triste a Guadalupe, quién lo amaba tanto y llevaban ya varios años de noviazgo. Los dejó solos para que se despidieran y se fue a su cuarto.
Se acostó a dormir con el pensamiento puesto en la sonrisa y felicidad que transmitía el hogar de esa familia, pensando en esa bella familia y también porque debía despertar temprano y viajar nuevamente a Punto Fijo donde ya estaba estudiando. Además, tenía que resolver todo con José y Edgardo antes de que fuera demasiado tarde. Buscar una nueva habitación, mudarse, en definitiva, tenía cosas que hacer.
De repente abro mis ojos, todo está oscuro, pero a lo lejos se observa una claridad que penetra en mi vista, un brillo que titila cada segundo como para que camine hacia él. Al estar cerca, observó un señor cuyo traje parecía el usado por los monjes, pero de color marrón claro con una soga no muy gruesa atada a su cintura.
No logró ver su cara, porque su cabeza está cubierta con una capucha y su mirada siempre hacia abajo. Su mano sostiene un bastón de madera.
Alzó su bastón y me indicó que mire hacia el frente todo lo que rodeaba el horizonte... Y es así como logré ver, un paisaje rodeado de la naturaleza y muchas ovejas y otros animales en perfecta armonía.
De repente las ovejas comenzaron a acercarse unas a las otras y formaron un círculo y comenzaron a caminar en el sentido de las agujas del reloj. Y lo más extraño de todo, es que cada vez más se unían para formar una mayor cantidad.
Quedé admirada del movimiento en círculo de las ovejas y quise preguntar al monje —¿de qué se trataba... qué significa...?
Pero, antes de preguntar él, mueve nuevamente su bastón con dirección hacia el cielo y es así como me doy cuenta de que también los pájaros hacen lo mismo. Como si de alguna forma paranormal, se comunicaban los pájaros y las ovejas para hacer el mismo movimiento.
Quise acercarme a ellos un poco más... pero, el monje me detuvo tomándome por el brazo. En ese momento logré sentir en mi cuerpo y mente lo que sentían los animales. Proyectando en mi imaginación una sensación de peligro... mientras ellos hacían reverencia a su madre, la naturaleza pidiendo de alguna forma compasión.
Es así como el monje alzó su mirada hacia mí. Y logré ver dos rayos de luz muy intensos que salían de sus ojos... Como relámpagos de fuego. ¡Quise salir corriendo de ese lugar!
En eso escucho la voz de Guadalupe que me llama.
¡Sabina... Sabina despierta!
Desperté de esa extraña y misteriosa pesadilla con un comportamiento jamás visto en los animales de mi parte. Pero, si estuve segura de algo... Se trataba de un mensaje que, aunque no sabía al momento su significado, lo relacionó con la naturaleza y la madre tierra... una forma de indicar que algo le está ocurriendo y que se acercan cambios profundos que afectarán la vida animal y humana del planeta. Esa mañana buscaba respuestas para ese sueño. Quería saber si eso era normal en los animales, pero no encontré información sobre casos parecidos en la vida real. Sabina, ya admirada con lo sucedido la noche anterior con la chica de las tijeras, dejó atrás el tema del extraño sueño.
Imaginando que, tal vez los mensajes reales o revelaciones a través de los sueños, nunca fueron para aquellas personas... era una manera de preparar a Sabina para situaciones venideras. Eran espejos para que ella se reflejara en ellos en algún momento de su vida. O acontecimientos que marcarían el futuro del planeta.
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