Pobreza de Espíritu.

Existen unas sabías palabras relacionadas al Don de Dar y ayudar al prójimo.
¡Las personas que más dan son las que menos tienen, quizás saben lo que es, no tener nada; las personas que menos estudian son las más sabias, quizás la vida los preparó... y las personas que han sido golpeadas por la vida son las más bondadosas, ¡quizás sepan que siente un corazón herido...!
La verdadera pobreza, es la pobreza de espíritu, es una de las experiencias más bonitas que les tocó vivir a Sabina y sus 7 hermanos, porque se refiere a su madre y lo que significa Rosa para ellos.
Podría decir que Sabina creció con sus hermanos dentro de una familia disfuncional pero interiormente en los límites funcionales, tuvieron la oportunidad de tener la mejor madre del mundo. Para Sabina, todos dicen que su madre es la mejor solo porque el simple hecho de traerlos al mundo y de tenerlos dentro de su vientre por 9 meses, en su caso pensaba igual; pero había algo que le encanta de su madre y es que ella jamás dejo ni ha dejado de confiar en lo que hace y mucho menos en Dios.
¡Hay una frase que ella jamás ha dejado de decirle a Sabina! ¡hija tú puedes, eso no es nada para ti...! Rosa siempre percibió en Sabina y no en el resto de sus hijos, una niña muy miedosa e insegura, pero jamás dejo de confiar en ella, le hacía ver y entender que no había nada que temer, mientras en la vida no te falte Dios y la fe de que él está y estará presente siempre a su cuidado.
De esa forma, comenzó a creer en sí misma y decidió que sí podía, que todo lo que le tocará enfrentar lo podría solucionar, pero no fue de la noche a la mañana, Sabina debía pasar por una serie de situaciones para poder entender su propósito en la vida. No se trataba de nacer con un velo espiritual, para crecer y hacer milagros o con una varita mágica desaparecer y hacer aparecer las cosas como las películas de fantasía total, ella debía vivir la realidad de una situación y contexto económico muy difícil, los escases en todos los sentidos materiales, más no espirituales y familiares.
La joven Rosa, al ver la situación por la que atraviesa con sus hijos pequeños, debe tomar decisiones y pensar que hacer para poder mantenerlos y brindarles lo que ellos necesiten, ya que mientras van creciendo, más son las preocupaciones ya que deben estudiar, y para ello necesitarán uniformes, útiles escolares y calzado. Por otro lado, ella no tiene una base de instrucción educativa para buscar un trabajo digno en el ámbito laboral público, que para la época eran muy bien pagados. A medias, sabía leer y escribir. ¿Es cuándo toma la decisión de estudiar por parasistema en horarios de la noche para terminar la educación primaria? Ya decidida, se dirige a la institución o escuela del pueblo y se inscribe. De allí en adelante, comienza una nueva meta, una nueva etapa y oportunidad para Rosa.
Debe estudiar y a la vez criar a sus 8 hijos pequeños, haciendo o cumpliendo un doble rol, él de madre y padre a la vez. Un reto que le presentaba la vida, pero que ella enfrentaría por encima de cualquier cosa. Rosa, no podía dejar solos a los niños mientras asistía a la escuela, por lo que, pide a su vecina llamada Chena, que vivía frente a su casa, al cruzar la calle; el favor de cuidarlos mientras ella regresa de ver sus clases. Además, Antonieta también los cuidaba.
Para el año 1982, Rosa sigue estudiando y a la vez, tiene inscritos en la escuela del pueblo de Maparari sus primeros cuatro hijos Antonieta la mayor, Rafael, Carlota y Librado, la Unidad Educativa se llama aún hoy en día, el Maximiliano Iturbe, donde Sabina tendrá sus primeros conocimientos en ciencias en un futuro no muy lejano.
Con los primeros hijos estudiando, representaba una gran oportunidad para ellos y para Rosa, porque para aquel momento, la escuela contaba con un comedor público escolar donde les ofrecían alimentos los mismos, acompañados de sopa, salado y frutas y eran consumidos por todos los niños desde el preescolar hasta la etapa primaria (1er a 6to grado).
Eso significaba para Rosa una gran ayuda, ya que solo debía conseguir alimentos para los 4 más pequeños. Sus 4 hijos mayores estudiaban en el turno de la mañana y por las tardes se ocupaban de buscar el agua, la leña para cocinar y mantener el patio de tierra siempre limpio, para alejar las serpientes que de vez en cuando aparecían, por ser una zona rodeada de fincas ganaderas.
Rosa, aparte de estar estudiando en las noches, se dedica a hacer dulces y tortas para vender y ayudarse por un tiempo, pero la situación está cada día más difícil y en la casa escasea la comida. Un día, se sienta debajo del árbol el Zapatero a ver sus niños jugar ya Sabina tendría como 6 años, José 5, Guadalupe 4 y Eduardo 2 añitos.
Pasa una señora vecina de Rosa llamada Aura, y al verla allí sentada debajo del árbol, se acerca a saludarla. Rosa observa que lleva una bolsa con algo de carne, que logra observar dentro de una bolsa medio transparente. Rosa le pregunta: ¡Vecina, ¡¡¿dónde compro usted esa carne!? y la señora Aura le responde, -... esa me el regalo un señor que es carnicero llamado Panchito...!, el sacrifica todos los fines de semana una vaca o un toro y otras veces un Cerdo para vender las carnes, pero lo que es las vísceras, la cabeza, patas, lengua y corazón del animal sacrificado; ¡a veces lo regala...!
Rosa en forma curiosa le pregunta: - ¿... ¿Dónde vive ese tan buen señor llamado pancho...? - y Aura le da la dirección. Rosa era muy buena para grabarse las cosas, los números, retenía de muy buena manera lo que le decían en su cerebro.
Al siguiente día, bien temprano, Rosa despierta a sus hijos Rafael y Librado que eran los más grandes y les envía dónde ese señor llamado Pancho y que por cariño le decían el señor Panchito. Ella les encarga a los niños, ir hacia su casa y decirles, que van de parte de su madre para saber su aún conserva partes de la Res que tiene para vender, para que les regale algo para comer, porque no tienen nada para servir en la mesa ese día.
El señor Panchito, sin conocerlos, les pregunta que: -... de dónde vienen y cuál es su madre...?, y ellos muy inteligentes le explican dónde viven y le dicen el nombre de su madre y su apellido... - Somos hijos de Rosa y vivimos en la Carretera Nacional Vía la Relactea...!, que era el punto más fácil para identificar la ubicación de su casa. La misma era una pequeña empresa donde pasteurizaban y comercializaban la leche los ganaderos de la zona. Allí llegaban las bombonas de leche y eran pasteurizadas y conservadas para salir al mercado hacía el Estado Lara- Venezuela.
Don Panchito, les pide a los niños esperen un momento y se dirige al refrigerador, saca una buena bolsa de huesos rojos para hacer sopa, eran como 4 kilos y se los entrega a los niños. Ellos muy contentos con lo obsequiado por Don Panchito, le dan las gracias y salen de ese lugar muy felices y agradecidos, sabiendo la alegría que le dará a su mamá Rosa cuándo vea lo que ellos le llevan.
Don Pancho les afirma antes de irse, que pueden ir los fines de semana a buscar cualquier cosa que él les pueda ofrecer, y ellos nuevamente le dan las gracias y salen corriendo a su casa. Al llegar a casa Rosa, los espera un poco preocupada, era la primera vez que hacía eso de mandar a sus hijos a buscar que comer. Al cabo de un rato, llegan los niños y Rafael le entrega la bolsa llena de huesos rojos y Rosa muy alegre le da las gracias a Dios por las provisiones y de inmediato monta una buena olla en el fogón de leña y hace una exquisita sopa con bollos de masa de maíz y unas pocas verduras que conservaba.
A partir de allí, cada vez que podía, Don Panchito les regalaba algo de comer, ya sea las vísceras, el corazón, las patas de res o cualquier otra cosa para que Rosa hiciera de comer a sus hijos.
En realidad, Sabina no recuerda haber comido un trozo de carne de res o pollo frito, solo recuerda las ricas sopas que les preparaba su madre de huesos blancos o huesos rojo de res, acompañados con arroz blanco.
Otras veces les daba de comer un rico mojo de tómate y cebolla, con algo de comino y su pedazo de arepa de maíz pelado. Era una muy sabrosa receta, la mejor comida preparada por su mamá. Rosa siempre les decía a sus hijos que la mejor comida es aquella que se hace con amor.
Para ese entonces, los carniceros regalaban las vísceras ya que, a nadie les gustaba prepararlas y consumirlas, pero Rosa le sacaba el mejor provecho posible, ¡y les decía a sus hijos! la carne hace daño, ¡mientras que toda la vitamina y proteína está en los huesos de las Reces... ricos en colágeno...!
Poco tiempo después, Rosa se hace muy amiga de su vecina Aura, y le pide que sea madrina de agua de una de sus niñas, de Guadalupe. Así pasan hacer comadres. Aura, ya llamada por Rosa la Comadre Aura, trabajaba en el comedor escolar del pueblo, lavando y fregando la losa o la lencería; laboraba toda la mañana hasta el mediodía. Luego de las 12, cuando ya todos los niños de la escuela tomaban sus alimentos.
La encargada junto a las cocineras le recogía a la Comadre Aura, la comida sobrante en una buena olla, y Aura muy gentilmente al llegar a su casa, vaciaba la mitad de la olla y el resto se lo llevaba a Rosa para que diera de comer a sus hijos pequeños, esto lo hizo por mucho tiempo.
La Comadre de Rosa, Aura fue una mujer que ayudo mucho a Rosa y a sus hijos, ella tenía un gran corazón, y aunque también vivía en condiciones de dificultad y necesidad, compartía con Rosa lo poco que conseguía, ella tenía el Don de Dar, considerando y repitiendo algunas veces estas palabras... la verdadera pobreza es la pobreza de espíritu.
Aura tenía 5 hijos, 4 varones llamados Orlando, Elío, Jorgito, Antonio y una hembra llamada Nancy. Ellos tenían edades contemporáneas con los niños de Rosa por lo que se hicieron muy amigos, y a la ahora de jugar ya eran demasiados. La mejor de las horas era cuándo les tocaba jugar después de las tareas escolares.
De esta forma, Rosa con lo poco que vendía entre dulces, tortas, la ayuda de Don Panchito y la Comadre Aura, lograba dar de comer a sus hijos todos los días, aunque sea poquito algo conseguía, probablemente una sola comida al día, pero lo importante para Rosa, era que sus hijos no se acostaran sin comer.
Los niños más grandes, Rafael y librado, en compañía de uno de los hijos mayores de Aura Elío, salían a buscar en los árboles Guanábana y una fruta exótica llamada para comer; llevando al resto de sus hermanos un saco lleno cada vez que llegaba el mes de Junio, mes de la cosecha de.
Fue ahí que Sabina, cuándo no había nada de comer, se comía el y luego masticaba su semilla, escondido de su madre y sus hermanos. La semilla tenía un sabor entre dulce y amargo, pero Sabina solo pensaba en llenar su estómago y poder dormir en las noches sin los ruidos de su pancita.
Podría decirse que pasaban hambre, mientras Rosa buscaba la manera de conseguir alimentos, estos tiempos no son fáciles de recordar para Sabina. Por qué siempre observaba a su madre preocupada, pero en silencio, su madre nunca se quejaba, podría estar muy dura la situación, pero ella se mantenía serena como una forma de no preocuparlos.
Sin embargo, al lado derecho de la casa de Rosa, después de la loma, había un gran terreno vacío donde los niños de Rosa y de Aura, cruzaban el alambrado que hacía de cerca y ahí jugaban un buen rato, un juego al que ellos llamaban : "Libertad" ( se trataba de dividirse en dos grupos iguales y cada uno de sus miembros debía atrapar uno de su grupo contrario; luego el líder del grupo contrario debía ir a liberarlo sin dejar que lo atraparan, era un juego donde había que correr mucho para no dejarte agarrar) y otras veces, jugaban a las escondidas.
Más adelante, se encontraba ubicada la casa de los dueños del terreno, quién era un señor llamado El Maestro Rodrigo, pero no solo era un señor desconocido para los niños y Rosa, era el maestro y profesor de la escuela y liceo Maximiliano Iturbe.
Él tenía 3 bellas hijas llamadas Ana, Anaris y Anela; está última se convertiría en la mejor amiga se la infancia de Carlota; con las mismas edades de Rafael y Carlota, pero, además, tenía un pequeño niño varón muy hermoso y consentido por estar rodeado de tantas mujeres, su madre hermosa y elegante mujer llamada Rafaela y sus tres hijas.
Él maestro Rodrigo, preocupado por la crianza de su único hijo varón en medio de tantas mujeres, toma la decisión de llamar a Rafael y Librado a su casa y les propone que, todos los días se acerquen a su casa a buscar a su pequeño niño llamado Robert, y lo lleven a jugar con ellos a la pelota, escondidas, carritos de madera.
Por otro lado, les pide hacer las compras anteriormente llamado los mandados a la bodega cuando él necesitará algo, limpiarles el patio, votar la basura y a cambio les pagará buenas propinas de una moneda de 1 Bolívar para la época y otras veces les pagaba con comida. Esté dinero ganado se lo entregaban a su madre Rosa para completar y comprar algo de comer.
Es así como, Rober comienza una larga experiencia al lado de todos los niños de Rosa tanto, que hoy en día son considerados como hermanos de crianza y amigos verdaderos de la niñez.
Ese mismo Año 1982, Sabina y con 6 años, debe comenzar las clases de preescolar, una experiencia significativa para ella, porque jamás se había separado de sus hermanos y que ahora le tocaría experimentar nuevas cosas, nuevas vivencias y experiencias en un lugar encerrado, con personas y niños extraños para ella y acompañada del miedo, la timidez e inseguridad que la caracterizaba... mientras Rosa sigue avanzando para aprobar su 6to grado de primaria.
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