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Los ojos del Lobo

Pero, su vida continúa y debe seguir enfrentando la realidad que a veces es dura, pero, a pesar de todo, trae con sí un propósito divino.

No se nace siendo sabio, Dios te ofrece el don, pero tú debes perfeccionar a través de la experiencia adquirida a lo largo de la vida. Para ser sabio y estar a la par con el desarrollo de la ciencia y el conocimiento, debes mantenerte en un constante aprendizaje para mejorar cada día las competencias necesarias para adaptarse a los cambios.

Sabina, aunque en cuestiones del amor no le iba muy bien que digamos, logró experimentar situaciones sobrenaturales en el entorno que la rodeaba; no fue nada fácil de aceptar, pero sí logró entender el significado de cada sueño convirtiéndose en revelaciones al futuro, pero fueron pocos. La mayoría eran mensajes para personas envueltas en problemas familiares, de salud, económicos y en la mayoría de los casos problemas relacionados al amor y el desamor.

Por otro lado, fueron muchas las revelaciones, además de esa conexión espiritual que desarrolló Sabina, con muchas personas tanto conocidas como no conocidas. Por ahora, tiene que viajar temprano a continuar con su vida real.

Me desperté temprano para viajar. Debía estar en la Universidad esta tarde. Ya estaba en evaluaciones. Papá me acompañó en la parada de autobús mientras llegaba el transporte que la llevará a la Ciudad de Punto Fijo.

Es ahí donde, papá aprovecha para decirme que tenga mucho cuidado al salir de noche que, en la ciudad, a diferencia del pueblo, se ven cosas malas como la delincuencia, la droga y muchas mafias que buscan a las jóvenes para secuestro y extorsión. Eso me asusta mucho, pero papá sabía cómo aconsejarme para que siempre tuviera algo de malicia con los desconocidos, y no confiar en nadie, porque amigos pocos y conocidos muchos.

Al cabo de un rato, llegó el trasporte y salí de mi pueblo nuevamente. Llegué a eso del medio día. En casa sólo estaba Yesy. Entre al cuarto con salud y deje sobre la cama el morral con mis cosas.

Saludé a Yesy, y ella en la cama apenas me devolvió el saludo. El ambiente en la casa se sentía pesado. E imaginé: ¿Aquí pasa algo extraño?, pero no quise preguntar a Yesy.

Más tarde, llegó la señora Nelly y me saludó al verme. Aunque la note algo triste, con ojeras, sinónimo de no haber dormido bien. Todos callados. Nadie dice nada. Esperé a José que había salido a buscar trabajo y al llegar lo llamé al patio de la casa y le pregunté: —¿Qué pasó el fin de semana?

Contesto: —"Yesy terminó su relación ayer con su novio y se formó un tremendo problema en casa entre ella y su mamá".

Ahora sí entendía por qué tanto misterio en sus comportamientos. Le pregunté a José: —¿No me digas que se enteró de lo que pasa entre Yesy y Edgardo?

Contesto: - ¡no. ¡Aún no!

Por ahí me quedé algo tranquila; le dije que hablaría con Edgardo para que se fuera de regreso al pueblo o estaríamos en problemas. Pero fue inútil; él no se iría tan fácilmente, por lo menos no por ahora.

Pasaron varios días; yo sigo en el gimnasio cada mañana y en la tarde en clases.

Pero me levanté una mañana y no había nadie en casa; todos salieron temprano. Me dirigí a la cocina a calentar café y tostar el pan con la crema de maní. De repente, siento que alguien me tomó fuerte por la cintura.

Y pega mi espalda contra su cuerpo. Solté el café que cayó caliente sobre mi vestido. Mientras me dice al oído: —¿Sabes que me enloquece tú perfume?

Como pude, me volteó para verle la cara y para mi peor sorpresa se trataba del novio de la señora Nelly. Lo empuje con todas mis fuerzas hacia adelante, mientras él nuevamente se me viene encima. Esperé tenerlo lo más cerca posible y con mi rodilla le di con todas mis fuerzas en sus partes íntimas.

De esta forma, se fue al suelo, tocando fuerte con sus dos manos su parte intima, gritando:

—¡No te vayas... esto me lo vas a pagar, Sabina! Salió corriendo fuera de la casa. Y en eso vienen llegando Isa y José. Ellos me observan muy asustada y alterada y José, preocupado de inmediato, pregunta: —¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así, sudando?

Quise contarle, pero no lo hice. Era el novio de la señora de la casa. Ella y su familia no me iban a creer. Y yo no quería perder la oportunidad de estudiar. Y le dije a José e Isa que: —"venía llegando de comprar unas cosas de uso personal, pero que había pasado un susto porque, tomé el transporte equivocado y me había alejado de casa y me tocó caminar mucho de regreso".

Ellos me creyeron, mientras entramos nuevamente a la casa y ahí viene saliendo como si nada el señor Oscar. Isa lo saluda y él le comenta que le diga a su tía Nelly que estuvo esperándola un rato, pero ya se retiraba porque tenía que trabajar. Mientras se aleja, camina un poco cojo del golpe que recibió. Con su mirada quiso inquietarme y lo logró.

Ese día, no regresó a visitar a la señora. Ella lo esperó, pero no llegó. Al caer la noche, me acosté preocupada, ya que esta situación se estaba saliendo de control. Ese señor ya me preocupaba y debía pensar qué hacer esa misma semana para salir de esa casa. Me quedé dormida pensando en cómo salir de aquel nido de problemas.

En un parque rodeado de naturaleza, donde las cayenas rojas y blancas predominan, la brisa acaricia mi piel y mi larga cabellera. Sentada, mirando al firmamento, disfruto de mi soledad. De repente, un pequeño cachorro se acerca lentamente. Es un lobo de pelaje gris y blanco, con unos ojos azules que encandilan mi vista. "Qué hermoso eres", le digo mientras acaricio su suave piel. El cachorro, de orejas puntiagudas y muy peludo, se pega a mis piernas, buscando cariño. Parece que me conoce, es muy confiado.

Un par de mariposas naranjas vuelan bajo y llegan a mis pies. "Ya las he visto antes", les digo. Luego, emprenden su vuelo y el cachorro las sigue corriendo. Me levanto y corro detrás de él, gritándole que vuelva, pero no escucha. Las mariposas nos conducen hacia un lugar oscuro, donde parecen dos luces brillantes. Es un pasadizo rodeado de dos paredes y un solo camino en medio. Entro, pero no veo al cachorro. Caminó llamándolo: "¿Dónde estás? Ven, por favor; ya vámonos".

De repente, veo dos perros grandes, negros, con una expresión de molestia y en posición de ataque, mostrando sus colmillos. No tengo otra opción que correr. Corro lo más rápido que puedo, pero ellos me siguen de cerca. Justo cuando estoy a punto de ser alcanzada, veo la salida y ahí está el lobo, pero ya no es un cachorro. Es un lobo grande, mucho más grande que yo, listo para pelear contra los perros que me siguen.

Me detengo a su lado y lo abrazo por sus patas. Los perros negros, al verlo, salen corriendo de regreso al pasadizo oscuro, desapareciendo en la oscuridad. "¿Cuánto has crecido? Gracias a Dios apareciste; esos perros casi me comen", le digo. Miro a mi alrededor y ya no están. "¿Cómo es posible? "Venían detrás de mí", me pregunto, asustada. "Es mejor salir de aquí", pienso, mientras siento que el corazón se me sale por la boca del susto.

Sonó el reloj. 5 am.

Desperté ese día cansada como si de verdad hubiera corrido; mis piernas me dolían un poco. Pero de seguro era por el gimnasio. Esa mañana el señor Oscar tampoco fue, ya la señora estaba preocupada. Ni siquiera la llamó por teléfono. Llegó la tarde y salí a la universidad como todos los días. Pero el profesor de la última clase no llegó por lo que, salimos 1 hora antes del horario establecido.

Esperé un rato a José, quién me buscaba todas las noches, pero no llegaba y sentía que tardaba demasiado. Por eso, tome la decisión de salir e irme caminando; total, aún era temprano, 9pm de la noche.

Caminé cruzando un conjunto residencial a través de callejones y ya casi al salir a la otra avenida que daba a la casa. Tenía que pasar por una oscura vereda. Caminé lo más rápido que pude. Había una completa soledad y silencio. Justo en medio de la larga vereda, había un espacio vacío donde los residentes colocan la basura para que el servicio del aseo lo recoja al siguiente día.

En ese trayecto, caminé muy silenciosamente y observé dos hombres revisando las bolsas de basura. La luz de una lámpara me hizo detallados un poco; eran de piel oscura y altos; sólo eso logré ver, ya que quise pasar muy en silencio para que no me vieran.

Pero, uno de ellos voltea y me ve y le dice al otro que miré; al ver que se dieron cuenta, de inmediato salí corriendo con todas mis fuerzas; sentía que mis piernas llegaban a mi pecho, mientras sentía sus pasos detrás de mí. Muy cerca de mí, a punto de alcanzarme.

Corría sin descanso y sin voltear atrás. Llevaba la imagen en mi mente de la cara de mi padre, quién me gritaba: —¡Corre hija, no te pares, corre y no mires hacia atrás! - Y eso hice, pero ya mis piernas pierden la fuerza y ellos ya están casi cerca de mí. Eran mucho más altos que yo.

Y es ahí cuando miro en el frente una de las casas. Una de las señoras de servicio está recogiendo la basura para sacarla. Me acerqué a la reja de esa casa llorando y ella de inmediato corrió a ver que me pasaba. Y entre lágrimas y el impacto del susto pude contarle que unos hombres me persiguen.

Ella me abrió y mire hacia el final de la vereda y ahí estaban los dos hombres. En la oscuridad veía su silueta. Escuche la voz de alguien que viene hablando y al ver bien eran José y Edgardo. Lo vi y empecé a gritar: —"¡José aquí estoy"! -Él se asustó mucho al verme ahí en esa casa, y de paso estaba llorando tanto que casi no podía hablar: —¿Qué te pasa, Sabina, que tienes? —Preguntó. - ¡Esos hombres me perseguían! - Mientras, les señalé a los dos que aún estaban escondidos entre la oscuridad del callejón. José los ve y de inmediato corre hacia ellos y detrás Edgardo. Los delincuentes corren para no ser alcanzados por José. Quedan atrapados en un callejón sin salida y no sé cómo hicieron para escapar, pero, lograron saltar una pared, antes de que José y Edgardo los atraparan.

Así nos fuimos a casa, mientras José me abrazaba por todo el camino a casa. Yo sólo lloraba, tenía miedo. Todo esto de estudiar me estaba pareciendo muy difícil, tenía que lidiar con gente mala, y de verdad no estaba acostumbrada a ver algo así.

Todo en el pueblo era diferente. Quería irme a casa.

Para terminar la noche con broche de oro. Llegamos a casa, entre hacia la cocina a lavar mi cara de tanto llorar. Y José se quedó fuera un rato mientras enciende un cigarrillo. En eso la señora Nelly, que no sé de dónde salió, se me fue encima con un palo del cepillo de barrer y me da con fuerza por la espalda, mientras yo aun no entiendo qué le pasa. Trató de agacharme para que no me dé una segunda vez.

Empezó a gritarme —¡Vete de mi casa, perra zorra, roba maridos, te traje a mi casa y así me pagas...! Como pude me le fui encima; tenía que defenderme de ella; si no, me iba a hacer daño. Y comencé a gritar: —¡José ayúdame! José corrió hacia la cocina y entró junto con Edgardo; la tomaron por los brazos y así se tranquilizó.

Mi corazón latía a millón y no me salían palabras para preguntarle: —¿Qué rayos le estaban pasando? Sentí rabia por ella; no tenía derecho a tratarme así; debió preguntarme si tenía duda de algo sobre mí. Pero ni lo hice, y ella sólo me dijo mirándome con un odio del carajo: —¡Te vas ya de mi casa...! Pero ya, recoge todo y te me vas.

El señor Oscar juró que se las pagaría y le contó un montón de mentiras a la señora Nelly sobre mí. Y, como ya me lo imaginaba, ella jamás creería que su tan amado novio era todo un patán.

Pensé, —son las 10 de la noche y no conozco a nadie en esta ciudad; ¿para donde me voy? -Comencé a recoger toda mi ropa y sólo lloraba. —¿Qué hago y ahora dónde pasaré la noche?, además de lo que acababa de pasar en el callejón.

En eso llegó Isa y mientras yo recogía mis cosas, José le contó lo que pasó y ella, muy amable, me ofreció pasar la noche en su casa. No dormí nada esa noche; pensaba en todos los problemas que me perseguían y esa estúpida fragancia que yo ni siquiera olía: ¿Qué significaba, y cómo es que los hombres la olfateaban?, ya me estaba empezando a preocupar y no era para nada bueno.

Así salí de la casa de la señora Nelly esa noche, llena de tristeza, rencor, un sentimiento que jamás había experimentado hacia nadie. Y lo más triste es que, con los sueños rotos de salir adelante para ayudar a mi madre.

Los días siguientes, conseguí un apartamento en alquiler y me fui a vivir con la esperanza de poder terminar está etapa de mi vida sin más problemas. Una semana después, me llamó Isabela para preguntar si había visto a Yesy. Contándome que, ella no pasó la noche en casa.

Le dije que no, comenzaron a buscarla por todos lados y nada que aparece. Para sorpresa de todos, Yesy, con apenas 15 años, se había escapado con Edgardo a la media noche. Dejando su casa, las comodidades que le daba su madre y dejando atrás el gran futuro que la esperaba con aquel chico pelotero. Fue un golpe fuerte para su madre, quien quería lo mejor para ella.

¿Cómo una persona con una decisión tomada puede cambiar el futuro de toda una familia? Me sentí responsable, si no hubiera llegado a esa casa, la historia de Yesy e Isabela sería otra.

Creo que no elegimos el lugar donde nacemos, pero si elegimos donde estamos ahora porque, Dios siempre ha sido misericordioso, el detalle está en que ignoramos sus señales.

Salí de vacaciones de mi 1er semestre y me fui muy feliz a casa.

...Esta es la parte más bonita de mi vida al pasar de todas las dificultades que encontré en el largo camino... porque aquí siempre estuvo presente la figura de mi madre. Por lo tanto, en esta parte de la historia, quiero reflejar la importancia de Rosa en mi vida.

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