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Los Hijos de Maparari

Papa llegó de vacaciones, siempre con una nueva historia que contar al reunirnos todos a la mesa a comer. Mama lo sorprende con la noticia de que Antonieta ha sido felicitada por todos los profesores por ser la mejor estudiante de todo el liceo Maximiliano, noticia que llena de orgullo a papá. Estaba feliz de saber que, aunque estudiaba con mucho sacrificio, Antonieta era muy comprometida con lo que hacía. Había ganado una beca, siendo seleccionada por una de las mejores universidades del país, graduada con honores y becada, la primera estudiante del Maximiliano que era seleccionada para ir a estudiar a la capital. Papa se retiró al cuarto esa mañana y se sentó en su cama, con la vista hacia la ventana, recordando momentos importantes en su vida.

Sin embargo, mucho antes de conocer a Rosita, así la llamaba por cariño, me gustaba cantar, tenía muy buena voz y era invitado a muchas fiestas de 15 añeras para entonar melodías dedicadas a las protagonistas de las fiestas. Era muy enamorado y por mi buena presencia tenía muchas admiradoras. Motivo por el cual Rosa era muy celosa; siempre que salía de viaje a hacer algún negocio o trabajar, ella le llegaba de sorpresa para ver si no andaba con otras mujeres.

Al cabo de 3 años de casados, fue que mi joven esposa logró salir embarazada, y cuando ya tenía los 9 meses o 38 semanas, ya casi el tiempo de dar a luz, la llevé al pueblo a casa de una comadre para que espere el día del parto.

Esto, ya que vivían en una zona campestre muy retirada del pueblo y el hospital más cercano estaba como a 8 horas de camino.

Estando ya Rosa en casa de mi comadre en el pueblo, me retiré, ya que tenía compromisos de trabajo, y debía estar pendiente de que no se roben el ganado los malhechores.

Es así como Rosa, desconfiando de mí, tomó sus maletas y se regresó a la finca donde vivíamos. El día siguiente, 20 de junio, cuando llegué a casa, la encuentro en la cama ya con los dolores de parto y su primera impresión fue ¿Qué hacía ella ahí? Sí la había dejado en el pueblo.

Pero eso no importó, ya que la hora del parto había llegado. Salí asustado en busca de ayuda con unos compadres para movernos de aquella localidad montañosa donde estaba la finca, y por fin con la ayuda de uno de mis hermanos, salimos en una camioneta hacia el hospital, pero comenzó a llover muy fuerte con truenos y relámpagos y debían cruzar un río crecido por la cantidad de lluvia.

Al entrar la camioneta al río, se quedó atollado por tanto lodo y no lográbamos hacer que atravesara aquel río.

Nos tocó bajar de la camioneta y con las sábanas hacer tipo chinchorro y ahí colocar a mi mujer en proceso de parto y cruzar con ella cargada bajo aquella increíble tormenta que parecía que se desplomaba el cielo.

Así, los 4 hombres y yo, atravesamos aquel río crecido y enfurecido, con ella cargada, y nos dejaron del otro lado, para regresar y entre todos empujar la camioneta, y así logramos sacarla del atolladero de barro y lodo. Todos terminamos llenos de barro desde los pies a la cabeza. Al ver que no podían, el hermano de Carlos decidió en medio de aquella tormenta hacer una promesa a la Virgen de la Chiquinquirá, para que los sacara y liberara del peligro y el bebe llegara al mundo sano y salvo.

Es, así pues, que, al estar el carro del otro lado del río, lograron prenderlo y seguimos camino bajo, por una carretera con baja pendiente; la lluvia continua por todo el camino, parece que el cielo se cae en medio de tanta agua hasta que, por fin, llegamos al pueblo más cercano y ahí estábamos ya en el hospital.

Llegamos y de inmediato bajamos a Rosa cargada y tocamos la puerta en forma desesperada. Ya Rosa está a punto de dar a luz y de paso está enchumbada de pie a cabeza de tanta lluvia. Casi que tumbamos La puerta de aquel hospital, ya era como la 3 de la madrugada, pero nadie salía. De repente se asoma una enfermera quien al vernos sale corriendo a esconderse. Continuamos gritando y tocando...

Pensaba que, de no abrir, tumbaría la puerta.

La enfermera, asustada, logró abrir y al médico de guardia de esa madrugada, le temblaban las manos del susto al vernos, ya que, por causa de tanto barro, no podía ver nuestros rostros, y para rematar, descalzos y sin camisa. Así, el doctor pasó a Rosa hacia la sala de parto y nos preguntó... ¿Qué si éramos ellos guerrilleros?, eso nos causó mucha risa, respondiendo que no. Solos nos quedamos atollados en un río y tocó salir de ahí de forma milagrosa.

Después de una media hora, se escuchó el llanto de la bebé que acabaría de nacer la madrugada del 21 de junio del 69, y por haber pasado esa tan horrible situación, decidí llamarla como la Virgen de la Chinita, Chiquinquirá...

Al Carlos recordar esa historia, decide contarla a sus hijos, y todos quedan impresionados por tan semejante historia, increíble. ¿Cómo podía ser cierto que papá haya pasado por tanto? Se preguntaban, pero de esta forma, les inculcaba que hay que ser fuerte ante los golpes de la vida, tener la fortaleza que siempre lo ha caracterizado y la valentía de su madre, pero sobre todo el orgullo para ellos de tener a Antonieta y su ejemplo a seguir. Así Antonieta se emprende en su viaje a universidad a estudiar Ingeniería Industrial. Posteriormente, se va Rafael hacia la ciudad de Valencia a estudiar y luego Carlota toma su turno para continuar estudios superiores, el tiempo pasa rápido.

Tiempo después:

Maparari, la tierra que vio crecer a Sabina, siempre se caracterizó por el amor a la cultura, festejos y danzas criollas como el baile de las Turas o la celebración de las Misas de Navidad. Pero, unos años atrás, se celebraron concursos de Canta Claro, como un homenaje a la música Llanera y un regalo a través de un hermoso canto al pueblo de Maparari.

Quiero mostrar al mundo
Sobre mi Gran Región
Quiero que todos sepan.
Que yo nací en Falcón.
Un pueblo extraordinario
Que lucha sin cesar.
Se origen Caquequio.
De belleza sin par.
Tenemos muchas cosas.
Que Dios nos obsequie.
Como la bella Sierra.
Que muestra mi región.
Y los Médanos, bellos.
Que a Coro engalanan.
Dónde sonríe siempre
La luna falconiana
Mí canto será siempre.
Para todos aquellos
Que nos dieran la vida.
Que nos dieran el cielo.
Esta es nuestra raíz.
Raíz de mi país, región.
Les muestro con orgullo
Porque nací en Venezuela.

De Cantaura, Venezuela, llega al pueblo de Maparari la doctora Elizabet de Navarro, esposa de un profesor de música nativo del pueblo. Una mujer muy hermosa elegante y amable A poco tiempo de su llegada a Maparari, llena de alegría al pueblo, promoviendo el arte y la cultura. Para el mes de febrero del año 1992, realizó los preparativos para las fiestas de los carnavales con hermosas y espectaculares carrozas hechas con material de reciclaje, ganando los primeros lugares en las competencias contra otras comunidades, preparando las reinas de belleza del pueblo y el desarrollo de los desfiles de disfraces espectaculares para los carnavales, bailes de joropo, entre otras actividades culturales nacionales.

La creatividad era una de las grandes virtudes de Elizabeth. Además, organizó un muy impresionante evento para aquellos talentos que aún no estaban descubiertos. Se trataba de una grandiosa competencia de canto de la música venezolana al son del Arpa, el Cuatro y las Maracas. El evento lo realizarán en el Cine Viejo del pueblo; dicho lugar quedaba a cuatro calles de la casa de Rosa.

Se corre la voz de esa gran oportunidad para que los jóvenes pudiesen brillar con su talento. Es necesario destacar que a casi todos los hijos de Rosa les gustaba la música y él cantó. Lo habían heredado de su padre Carlos, quién, en su juventud, más o menos 18 o 19 años, y antes de casarse, era cantautor de serenata en fiestas de 15 años y cumpleaños de hermosas mujeres para la época. Pero, por alguna razón, dejo la música que tanto le gustaba.

Cuenta la familia de Carlos que él tenía un amigo a quien quería como un hermano, su nombre Gustavo, pero Carlos lo llamaba Gustavito Ledesma.

Un día fueron invitados a cantar serenata en unos 15 años, pero, en una localidad un poco retirada de su pueblo natal, Santa Cruz de Bucaral, terruño de Carlos Morles. Ese día, Carlos decidió adelantarse a la celebración para ordenar los instrumentos de música con el grupo que los acompañaba a tocar las maracas y la guitarra.

Gustavo se iría más tarde, ya que estaba ocupado. Cuando salió a la calle a esperar un transporte, pasó una camioneta y le ofreció la cola. Él gustosamente la acepta y se monta en la parte de atrás, agarrado de las barandas. El conductor iba ebrio y Gustavito no se dio cuenta, y unos kilómetros más adelante, ocurrió un horrible accidente dónde Gustavito, con tan solo 19 años, perdió la vida. Éste fue el doloroso motivo por el que Carlos, el padre de Sabina, jamás volvió a cantar. Sólo en algunas navidades toma una guitarra y canta algo para sus hijos; hermosos boleros y baladas.

Será este uno de los motivos que inspiran a los hijos de Rosa a cantar. Y, por otro lado, el Maximiliano entrena a sus estudiantes en clases de canto. Es así como los hijos de Rosa tienen la oportunidad de asistir a un área de aprendizaje en el Liceo Maximiliano sobre la música. Antonieta resalta cantando, por otro lado, lo hacen Librado, Guadalupe y Eduardo. Sabina no se queda por fuera; ella participa formando parte de los coros de canto. Contaban con un excelente profesor y compositor de música llamado Víctor Torres.

El Liceo de Maparari llega a participar con sus estudiantes en diferentes concursos de canto y en muchas oportunidades se lleva el primer lugar. De esta forma, algunos de los hijos de Rosa se enamoran del cantar y se apasionan por ese precioso arte, impregnado de poemas y rimas al son del sonido de la guitarra.

Para el mes de octubre del año 1992, cuando llegó la oportunidad, del Festival de la voz de Maparari, Librado se llenó de entusiasmo por dicho evento, ya que el ganador sería recompensado con un enorme trofeo y una buena suma de dinero.

Pero como él, estaban muchos jóvenes del pueblo; la diferencia estaba en que, los demás contaban con una buena situación económica, pertenecían a las familias adineradas y ganaderas del pueblo, mientras que, Librado pertenecía a una familia de muy bajos recursos; pobre financieramente, pero millonarios de espíritu y de inteligencia.

Rosa, se encarga de mandar a diseñar un vestuario tipo Liquilique, traje nacional del Joropo venezolano. Era de color blanco con sus respectivas alpargatas llaneras, tejidas con los colores de la bandera: amarillo, azul y rojo. Por otro lado, contrató unos señores expertos en tocar el Arpa, el Cuatro y, por supuesto, no podían faltar las Maracas.

Y con la ayuda de Carlota, Antonieta y Sabina comenzaron las prácticas del canto en la casa todas las tardes, preparándose para el grandioso evento. Rosa estaba feliz de ver a uno de sus hijos participar nuevamente, Librado, llenando de alegría y orgullo la familia de Rosa y Carlos. Aunque su padre no estuvo esa noche que cantó, de haberlo escuchado hubiera llorado de la felicidad.

La canción la escoge Sabina; una hermosa letra y un buen ritmo al son del Arpa, instrumento que le fascinaba a Sabina. El tema fue: "La potranca Zaina" del cantautor venezolano Juan Vicente Torralba.

Les contaré, señores.
Historia muy bonita.
De linda protanquita.
Con ojos soñadores
Colita de caballo
Anda, paso trotero.
De crines muy hermosas.
Corría por los esteros.
Era una potra muy singular.
No conocía el amor.
No conocía el corral.
No conocía el bozal
Sólo quería vivir
Por El Palmar
Era la potra Zaina.
La flor se la llanura.
Caballos y patrones
Sufrían por su hermosura.
Paseando la sabana
En las noches de luna
Coqueta se miraba.
Su sombra en la laguna
La potranca al fin se descuida.
Y un día primaveral...
A orillas del Palmar.
En un lazo calló.
La Zaina así perdió
Su libertad.
No quiere el freno morder
Ni la montura lleva.
Riendas no quiere sentir
Ni que le pongan bozal
Y cuándo está en el potrero.
Se oye silbar Gavilán.
Se escucha la potranquita.
Triste llorar.

En la gala de la noche del gran final de la competencia, Librado solo tendría la fe tanto en Dios como la confianza en sí mismo y con el apoyo de su madre y hermanos. Contaba con las ganas de cantar. Lo lleva en las venas, y una hermosísima voz. Llegó el tan esperado día del evento; era ya el más de noviembre, y se acercan las navidades. Los pases para las entradas se venden muy rápido y se agotan las entradas.

Queda mucha gente con ganas de entrar al viejo cine, pero sus instalaciones no están aptas para recibir más personas de las acordadas. Y muchos se apuestas a sus alrededores en la parte de afuera. Ady, como siempre, acompaña a Sabina, a Rosa y sus hermanas al festival. Y ocupan los primeros puestos para observar mejor el evento.

Comienza una extraordinaria competencia al son del Arpa Llanera. Todos los participantes fueron talentosos con profundas y cálidas voces, imitando diferentes cantantes de la música venezolana como el maestro Simón Días y Reinaldo Armas. Todos fueron ganadores por el simple hecho de participar y hacerle el mejor de los regalos al pueblo de Maparari.

Tocó el turno de Librado, comenzando con el son de las maracas y el cuatro para explotar una grandiosa y hermosa voz que retumbe las paredes del viejo cine. Los espectadores se levantaron de sus asientos al escucharlo cantar y no quedó nadie sentado... Todos aplaudían y daban gritos de júbilo. ...librado... Librado ¡Bravo Librado!

Mientras eso sucede, Rosa llora de la emoción. Se sentía muy orgullosa de su hijo. Al verlo ahí en la tarima montado con el micrófono en su mano, era una alegría muy grande para ella. Sólo pensaba: ¡Si Carlos estuviera aquí para ver cantar a su hijo...! Todos formaron parte de un gran espectáculo. Al final, deben elegir el mejor, pero todos fueron mejores, todos estuvieron a la altura de la competencia, pero había que elegir los ganadores.

El primer lugar se lo lleva una chica con una voz espectacular; el segundo lugar, otra chica con una muy bonita voz; cantó hermoso y en el tercer lugar nombran una María; lo extraño es que nadie o ninguno del concursante se llamaba María.

Luego, el jurado, al ver que María no estaba, nombró un 3er ganador a otra chica. Para sorpresa de todos; los ganadores fueron los hijos de los más adinerados del pueblo.

La muchedumbre que asistió al evento comenzó a gritar ¡Librado... Librado... Librado...! Todos estaban seguros de que Librado debió ocupar uno de los 3 lugares. Lo había hecho mejor que las 2 últimas ganadoras. Y la población que asistió esa noche al evento salió decepcionada, murmurando que había sido un error. Que el jurado se había vendido. Por ese motivo Librado no ganó aquella noche. Pero Rosa y sus hijos igual se sintieron muy orgullosos de que Librado pudo decir presente en el festival de Canta Claro de Maparari. Fue una hermosa noche para Sabina.

El sol se esconde.
Detrás de los arbustos
Las estrellas comienzan a brillar...
Preparándome para ese coro
Que le brindan
A mi pueblo natal
Maparari
Te cantan las estrellas
Maparari
Te cantan sin cesar.
Maparari
Te cantan las estrellas
Este canto lindo y bello
Que te va a gustar.

Llagan los tiempos decembrinos, el mes de diciembre, siempre para Sabina, cargado de magia, luces fosforescentes de muchos colores que adornan los frentes de las casas y calles de Maparari. La llovizna es una de las más espectaculares protagonistas de estas fechas. Las misas de madrugada regresan llenando los hogares de amaneceres frente a la bella plaza y la iglesia del pueblo.

Los niños esperan sus regalos del niño Jesús el día de Noche Buena. Sabina y sus hermanos ya están de vocaciones por los días navideños. Para el día 12 de diciembre del 92, Ady visita a Sabina por la tarde. Llegó bien abrigada para no mojarse la ropa por la lluvia, además de cubrir su cuerpo del inquebrantable frío. Sabina la recibe muy contenta, no sabe el motivo de la visita y está extrañada. Ya que la madre de Ady solo la dejaba visitarla por temas de tareas escolares. Saluda y pasa dentro de su casa; y se sientan en el porche o frente de la casa bajo un pequeño techo las dos. Ady le comenta ¡quiere plantearle algo que quiere hacer y cree que Sabina podría ayudarla...! Sabina le pide que le explique de que se trata y así le comenta:

Ady: -Sabina... No te he contado que mi familia, sobre todo mi mamá, acostumbra a recoger dinero en varias localidades para con ese dinero comprar regalos para ser donados a los niños más necesitados de este pueblo... Ya te podrás imaginar la alegría pintada en la sonrisa de cada niño la mañana del 25 de diciembre, ¡cuándo encuentran sus regalos debajo de su cama...! (Se sonríe de forma pícara como siempre).

Sabina la escucha y se siente feliz de lo que Ady y su madre hacen, pero a la vez recuerda su niñez y entiende lo que quiere decir su amiga. -¡Es tan triste ser niño y esperar ese regalo del niño Jesús!... ¿Y si no llega? - Y sus ojos emiten tristeza.

Ady continúa hablando y le pide que, -...sí ella quiere, ese año acompañarla a pedir en los hogares del pueblo de Maparari y de otros pueblos aledaños una colaboración para comprar juguetes y entregarlos en la plaza del pueblo el 24 de diciembre.

Sabina entusiasmada le dice. - Claro... claro que sí... ¡Me encantaría ser parte de algo tan hermoso como eso!

Ady, satisfecha con la respuesta de Sabina, le expresa:

¡Ok... amiga, mañana a las 7 de la mañana te paso buscando con mi mamá en la camioneta para irnos al pueblo de Santa Cruz... comenzaremos en ese pueblo y dentro de una semana aquí en Maparari...!

Sabina, se muestra entusiasmada; ya quiere contarle a su madre que va a formar parte de esa hermosa obra de caridad para los niños.

Sabina: -Si... Está bien, Ady. ¡Estaré lista a esa hora!

Es así como Sabina y Ady se centran en una nueva tarea para el beneficio de los niños más humildes del pueblo. Comenzaron ese año y recogieron lo suficiente para regalar juguetes a una gran cantidad de niños.

Llegó el día de Noche Buena, y ya la plaza de Maparari está full de niños reunidos.

Sabina había pasado varios días en compañía de Ady, organizando los preparativos para la entrega de regalos. Rosa está feliz de que su hija Sabina participe en actividades para el pueblo. Sabina se levanta temprano como siempre, se arregla para salir a casa de Ady.

Ella y su mamá la esperan. Se levantaron bien de madrugada. La señora, le sirve a Ady su desayuno en una hermosa mesa redonda y muy grande. Tenía como 8 sillas y estaba adornada de detalles navideños muy hermosos. Esa casa cada día le gustaba más a Sabina y en Navidad la vestían de fiesta en su totalidad; hasta las tazas de comer tenían coloridos detalles navideños.

La mamá de Ady le ofrece una taza de crema de arroz con mucha leche a Sabina y le indica que se siente en el hermoso comedor de princesa. Sabina se sentía pequeñita sentada en el comedor. Jamás se había sentado en una mesa de comedor tan grande. Ady la observa y se sonríe y le dice: -Qué paso... Te da pena. Jajajaja...! Sabina, con las mejillas sonrojadas, -¡No, jajajaja...! Mientras comen, ya la madre de Ady está cogiendo la camioneta llena completamente con cientos de juguetes... Eran muchos regalos. Con el dinero recibido, la madre de Ady viajó a la ciudad de Barquisimeto/Venezuela y compró de todo para regalar.

Las jovencitas ya listas están preparadas para la larga faena de ese día, y se montan en la camioneta que sale directo a la plaza dónde se encuentra la multitud de madres con sus hijos. Había música, dulces y merienda para todos.

Ady y Sabina pasaron un largo pero agradable, grandioso y extraordinario día, compartiendo con todos los niños. Quiénes las abrazaban y besaban, estaban felices; pero Sabina, más que feliz, estaba satisfecha de formar parte de ese pedacito de historia de cada niño en la Navidad del año 1992. Entregaron cientos de regalos y Sabina aún no borra de su memoria la sonrisa y alegría de cada niño. Fue extraordinario.

Esa no fue la única Navidad llena de sorpresas para los niños, el año que viene organizarán un evento mejor aún. Apenas esto empezaba y fue maravilloso para Sabina formar parte de él.

Sabina lleva desde su nacimiento la marca de la bondad y la humildad. Ella nació con el don de dar y ayudar y ese era el mejor momento para proyectarlo. Los niños la amaban. Pero no toda Navidad fue de alegría y felicidad como dice la canción; una fecha de Navidad le dará un duro golpe a Sabina...

Nota de autora: poema para mi país.

Venezuela
Tierra de talentos escondidos
Quién los pudiera encontrar y pulir ese diamante forjado entre elementos simples ordinarios como el carbón peculiar.
Es el pueblo de Venezuela.
Una razón para gritar: Gritos de esperanza, pueblo.
Gritos de aguante y pujas.
Porque llegarán los días.
En qué verás regresar
A todos tus hijos bellos y tus calles a caminar.
Aguanta, pueblo. Aguanta y no dejes de luchar.
Que, aunque la tormenta asusta,
El sol está por llegar.
El mundo observa tus pasos.
Y viven tú transitar...
Serás el ejemplo vivo
Resiliencia en la historia
La Venezuela y su gloria
Un bravo pueblo de virtud y honor.

Autora: Nuvia Morles 2022

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