La Mensajera
Mes de Agosto mucha lluvia.
Mes de agosto, mucha lluvia; no para de llover. Se escuchan las gotas de lluvia golpear el techo toda la noche; y una fuerte brisa que mueve de un lado a otro las ramas de los árboles. Los relámpagos acompañan el fuerte viento y los destellos, de vez en cuando, alumbran el cielo e iluminan el cuarto por las rejillas de las ventanas.
Sabina no puede dormir; no logra conciliar el sueño. Es extraño; ella acostumbra a dormir mucho; ya de madrugada experimenta algo paranormal. Tenía tiempo que no le pasaba algo similar. Mientras ya por fin se está quedando dormida, entre dormida y despierta a la vez, se proyecta en su memoria que, en ese momento, se levanta de la cama.
Todos duermen. El frío y la lluvia son los protagonistas de esa noche tan lluviosa. Al abrir la puerta, la brisa fuerte entró a la casa sin permiso, moviendo con fuerza la cortina de carrizo que se encontraba en la sala.
Sabina decide salir de la casa hacia la calle que conduce hacia la casa de su mejor amiga. Ella debía estar ahí. Tenía un presentimiento de que su amiga la necesitaba.
Se escucha el charpicar de sus pies descalzos en la larga calle de asfalto; paso a paso camina lentamente, guiándose por la claridad que aparece por segundos cuando los relámpagos retumban en las montañas cercanas.
El agua fría moja su larga cabellera y empapa totalmente toda su ropa. Pero ella debe llegar. A pocos minutos ya está frente a la casa de Ady. La puerta está semi abierta. Creo que olvidaron cerrarla.
Entra a la sala y todo está oscuro; sólo se refleja una pequeña luz que sale de uno de los cuartos. Efectivamente era del cuarto de Ady. La puerta estaba abierta. Se acercó y entró.
Está en el cuarto de su amiga Ady...
Pero para su asombro, Ady está llorando mucho; llora con una inmensa tristeza y cuando Sabina la observa, quiere acercarse, pero no puede. Sabina solo está en el cuarto. De alguna manera llegó hasta su cuarto, pero Ady no la ve. Sólo se aferra a sus sábanas gruesas y llora, pero llora desde lo más profundo de su ser.
Sabina siente un desespero; ¡quiere hablar! ...
¿Dime, por favor, dime que te pasa?
Pero su amiga no la escucha; no la puede ver. Sabina quiere abrazarla fuerte, pero no puede. Algo mágico y a la vez muy impresionante o misterioso no lo permitía; había una barrera invisible entre las dos.
Sabina comienza a llorar dentro del trance de ese sueño tan extraño y despierto. Está en su casa, en su cuarto y se sienta en su cama con el pulso de su corazón a millón. Al despertar se da cuenta de que tiene lágrimas en sus ojos, como si de verdad estuviera en el cuarto de Ady ahí llorando.
Despertó muy asustada y llamó a Carlota, y le comentó que tiene miedo. —¡Tuve una pesadilla o no sé!... ¡Si en realidad estaba despierta...! No sé cómo explicarte, Carlota, solo que estaba en el cuarto de Ady y ella no estaba bien. Carlota como siempre le habla.
Carlota: —¡Tranquila!... Son solo sueños, ¡hagamos una oración! Y así Carlota le enseña a su hermana una oración que ella guardará en su memoria y corazón:
Ángel de la Guarda
Dulce compañía.
No de desampares
Ni de noche
Ni de día
No me dejes sola
¡Que me perdería...!
Ese ángel que ha sido es y será su cuidador desde su nacimiento y para toda la vida. Sabina le dice moviendo su cabeza en forma afirmativa que sí. Y Carlota la abraza y así se queda dormida.
Al día siguiente, los pájaros y palomas blancas y grises le dan bienvenida al frío de cada mañana con un hermoso cantar, después de llover toda la noche. Ady, como siempre la pasa buscando bien temprano, para dirigirse al Liceo... Estaba muy feliz con la misma sonrisa de siempre que alegraba la fría mañana.
Por la tarde, ese mismo día, Ady visita a Sabina, y se sientan en la loma, sobre las gruesas raíces del árbol guardián el Cují. Y hablan un buen rato. Es así, como le cuenta a Sabina, que es hija única de su papá llamado el joven Alejandro y su mamá, ya una señora divorciada con una familia de un primer matrimonio...
Ady: —¡Mis hermanos por parte de mamá ya todos son adultos y algunos profesionales, como Abogados y Doctoras... yo soy la menor, mi papá es más joven que mamá; él tiene una pequeña finca en un pueblo llamado Santa Cruz, Estado Falcón, Venezuela! Y todas las mañanas se levanta muy de madrugada para ir a trabajar al igual que mi mamá.
Sabina: —¿Tú mamá qué haces?
Ady: - ¡Mamá es comerciante! Tiene varios puestos en varios pueblos; ¡le va muy bien! Yo a veces la acompaño a trabajar y vender los fines de semana...
—¿Te gustaría ir conmigo? —preguntó
Sabina: _ ¡Sí, _ Emocionada responde: _ Me encantaría, yo jamás salgo de este pueblo, ¡le diré a mí mamá y estoy segura de que sí!
Ady: —¡Entonces, ¿te parece si mañana te paso buscando?
Sabina: —¡Claro te espero!
Ady: —¡7am.!
Sabina: — ¡Listo, estaré lista a esa hora!
La mamá de Ady tenía una muy hermosa camioneta roja con negro donde cargaba su mercancía para vender.
El siguiente día, Ady y su mamá tocaron las cornetas de su camioneta y Sabina, a quién su madre le dio permiso, ya estaba lista para salir con su amiga. Era más que todo una salida de aventura y distracción; ¡se lo merecían porque estudiaban mucho...!
Ella pasó increíble todo el día, comió de todo y conoció varias localidades que jamás había visitado. La madre de Ady le tomó un cariño muy grande; estaba satisfecha con la amistad de su hija con Sabina. Ya sabía lo inteligente que era Sabina.
A la semana siguiente en la mañana, Rosa despierta muy temprano. La vecina toca la puerta. Trae una noticia. Sabina se está vistiendo para salir al liceo, pero Ady se tarda y ya se hace tarde.
Mientras está en la sala, la vecina y Rosa están conversando sobre un accidente que sucedió en la noche y hablan sobre: —¡Pobre señor tan joven, como va a morir así...!
Sabina no imagina de quién hablan; ya quiere irse sola al Liceo. Ady se quedó dormida. Cuando sale Rosa le dice que espere un momento; debe hablar algo con ella.
Y Sabina se queda esperando a que Rosa le diga rápido... Ya era muy tarde.
Rosa: —¡Hija, hoy no vayas a clases; es mejor que vayas donde tú amiga Ady; estoy segura de que ella te necesita más que nunca...!
Sabina se asusta mucho: —¿Por qué, mamá? ¿Qué le pasa a Ady?
Rosa: —¡Su papá, anoche viniendo de regreso a su casa de la finca, se quedó accidentado en la vía por un caucho espichado! ¡Y se metió debajo del carro a cambiar el caucho y un carro que venía por su derecha no se dio cuenta que él estaba accidentado y chocó con su carro dejándolo sin vida en el pavimento...!
Sabina se quedó muda; no reacciona como por varios segundos, recordó su sueño unas semanas antes. Su piel se eriza; no sabe si llorar o salir corriendo a ver a su mejor amiga.
—¡No es justo...!, ¿mamá por qué pasa eso? No quiero ir a verla. — En su interior y su memoria aparecía ese extraño y triste sueño, cuando la vio llorar. Pero Rosa le insiste que valla.
Sabina decide ir y llega a su casa. Ella entra y su hermano mayor la recibe y la hace pasar a su cuarto.
Al entrar Ady estaba aferrada a sus gruesas cobijas, llorando sin parar... El cuarto estaba exactamente igual como lo vio en su sueño. Para Sabina era como si ya antes hubiera vivido esa experiencia. Ya había estado allí. Ady la ve y de inmediato la abraza muy fuerte. Por un rato largo no la soltó, y lloró hasta que se quedó dormida.
Sabina no dijo ni una palabra, solo permaneció con ella toda la noche y no se apartó de ella en ningún momento. Había desaparecido esa hermosa sonrisa de picardía y a la vez humildad de su rostro. Su papá se había marchado. Su papá, a quién ella adoraba y no dejaba de hablar sobre lo mucho que la amaba.
Ya Ady Alejandra no sería la misma, y necesitaría de Sabina para poder superar el duro golpe de la vida, sin haber cumplido sus 15 años.
Sabina sintió temor por lo que pudo ver o predecir por medio de un sueño o revelación. Pudo ver el futuro de esa situación.
¿Pero por qué y cómo me pasa esto?
Se preguntó muchas veces. - ¿Qué está pasando? , no me gusta sentirlo... ¡No quiero...!
Y comenzó a llorar en su cama mientras todos duermen, no era la primera vez. Ya la había sentido con la Maestra Monja, con lo del señor del sombrero en la noche de luna llena.
Los días pasan, la vida continua y la escuela espera por sus estudiantes. Ady comienza nuevamente a buscar a Sabina para seguir adelante. Ya no es la misma, pero hace un gran esfuerzo para levantarse y continuar. Sabina está para ella. Noches después, Sabina Comienza a sentir la presencia de alguien en la casa. Sabina no puede verlo, pero sabe que está ahí. En medio de la oscuridad del cuarto, después que todos duermen. Camina y siente sus pasos cada noche.
Y un día, escucha que desde la calle viene alguien caminando. Lo sabía por el taconear de sus zapatos. Ese camino entró al patio de su casa y atravesó la puerta y caminó hasta llegar al medio de la sala. Ella permaneció en silencio. Quería gritar... llamar a Carlota, pero no podía. Su corazón latía tanto que ella podía observar el movimiento en su cobija al son del corazón.
Y cuándo pudo, pegó un grito que hasta Rosa y todos sus hermanos despertaron del susto. (llamando a Carlota), todos despiertan, prenden la bombilla del cuarto y ella cuenta llorando todo lo que escuchó... Creen que es mentira y nadie le creyó; solo Carlota lograba calmar su miedo en las noches.
Como podría vivir una vida normal como todos sus hermanos, si de alguna forma se le presentaban situaciones dormidas o semi dormidas de cosas que sucederían, ella cómo lo iba a manejar... Terminaría loca, si no buscaba la forma de controlarlo. Además, nadie creía...
Meses después, llega una mujer como de 20 años a casa. Ella trabaja en la peluquería y Rosa le pide que valla a arreglar su cabello y el de las niñas corte de cabello. Cuando llegó, la recibe Rosa y se sienta en la sala dispuesta a comenzar su trabajo. Sabina sale del cuarto dónde estaba leyendo como de costumbre, y al salir presencia una extraña energía muy fuerte, que le eriza la piel. Y observa que viene de la extraña joven que está conversando con Rosa de forma normal aparentemente. Sabina siente la necesidad de hablar con ella; debe decirle algo, pero a la vez no quiere acercarse a ella. Ya estaban pasando cosas extrañas a su alrededor. Y decide no llegar hasta dónde está.
Pero, Rosa la llama que es su turno de corte de cabello, y Sabina que estaba bajo el Gran Zapatero. Se levanta y se dirige donde la joven. Ella aparentaba como 20 o 22 años, muy alta con sus risos amarillos, pero cortos. Tenía las piernas largas.
Ella la saluda: _ ¡Hola bella...! _ Y sonríe.
Sabina le contestó el saludo y la vio directamente a los ojos. En efecto, y de forma inmediata que ella toca su cabello liso para cortar las puntas, por la memoria de Sabina, se comienza a proyectar como una película donde: —¡Ella llora, no es feliz, problemas en su hogar con sus padres; ¡discusiones y ella prefiere estar en la calle todo el día para no presenciar violencia familiar...!
Pero hay algo más que se le revela a Sabina.
... Busca desahogarse en brazos de varios hombres... diferentes hombres o parejas. Solteros casados, no le importaba nada; ¡era una forma de aplacar su rabia hacia la vida, una vida llena de frustración apenas empezando a vivir... perdió las ganas de seguir viviendo!...
Sabina no lo entiende y se pregunta:
—¿Tan joven, linda y además elegante por su estatura... porque no aprovecha y cambia de actitud o de cómo vive su vida...?
Ella está callada cortando el cabello de Sabina lentamente, todo en silencio; solo se escucha el ruido que hace la tijera al cortar. Pero Sabina no puede estar callada y, por más que no quería, Su consciencia por primera vez la traiciona y le dice estas palabras: —¿Por qué quieres hacer eso; ¿si la vida es tan bonita, si tú quieres lo cambiarías todo...? ¡Solo coloca a Dios dentro de tus planes!
La chica le contesta: - ¡Dime... ¿Qué dijiste...!?
Sabina: - ¿Por qué haces eso... ¡Porque te portas así... eres linda, no necesitas hacer lo que haces para sentirte bien...!; de alguna manera hay una bella familia dentro de ese matrimonio dónde te involucras y causas lágrimas en el hogar de mujeres que no se lo merecen...!
Ella deja de cortar de inmediato el cabello a Sabina y con lágrimas en sus ojos, muchas lágrimas le dicen: —¿Cómo sabes eso... es la primera vez que te veo...? ¿Como lo sabes...? Mientras sus manos tiemblan, no sé, si de miedo, vergüenza o de tristeza. Sabina la mira a los ojos, toma sus dos manos y se sonríe diciéndole: —¡No llores más... no lo hagas más... porque la vida te tiene preparada una gran sorpresa; tendrás una oportunidad única para comenzar de nuevo, pero, para que la veas llegar, ¡necesitarás cambiar y hacer algo bueno por ti! Dejar atrás ese pasado, perdonar y empezar de nuevo... alguien, ¡algo o no sé cómo explicarte te cambiará totalmente la vida!
Ella solo lloraba y lloraba, mientras la pintura de su cara se choreaba, mientras las lágrimas salían de sus ojos. Rosa se da cuenta y se acerca asustada, —¿Qué pasa... porque lloras...? Y ella solo le contesta: - ¡Nada... ¡No pasa nada...! _ Y limpia sus lágrimas para terminar de cortar. Al estar lista, Sabina se levanta y sale corriendo a jugar. Ya está en el patio de su casa Isaías para jugar.
La bella chica se queda con Rosa, quién aún no entiende qué le pasó. Ella recoge sus peines y la tijera los coloca en su bolso. Y solo le dice a Rosa.
—¡Esa niña es extraña... ¿hay algo especial... creo que tiene una fuerza espiritual muy grande!... ¡Me tocó el alma... tanto que me hizo llorar! Y salió de la casa sin comentar más nada.
Cuando ya la chica de las tijeras se marcha, Rosa llama a Sabina para preguntarle: —Hija... ¿Qué pasó que le dijiste a esa pobre muchacha que se gana la vida trabajando duro?
Sabina: —¡Nada, mamá, solo le dije lo que quería escuchar, ¡que es hora de cambiar...! ¡Sólo eso le dijo...! Total, si le dijera la verdad igual jamás le creerían... El destino y las casualidades de la vida harán que Sabina y esa bella chica se reencuentren nuevamente. ¡No tienen idea de lo que le pasó a la chica peluquera pocos años después!
Sabina ya no teme hablar con las personas. A varios hace llorar. Era un verdadero imán para las personas que estaban atravesando problemas familiares o emocionales. Rosa se da cuenta de que su hija tiene un don especial, transmitía tranquilidad a las personas. Sabina podía presenciar las energías tanto positivas como negativas de quienes se acercaban. Y con los jóvenes era extraordinario cómo lograba desarrollar amistades entre otras personas. Sus amigos la llegaron a llamar: "La Cupido". Todos sus hermanos no entendían cómo rayos hacía para hacer llorar a quién se sentaba solo a hablar con ella, sin ni siquiera conocerlos. Porque las personas que visitaban de vez en cuando la casa salían llorando.
¡No necesita un café, tabaco, Santos, montes o velas... Nada de eso! Solo era cuestión de mirarla a los ojos y de esta forma atravesar los espejos de cada alma de forma mágica. Una mentalidad que traspasa los límites de la espiritualidad canalizada en la realidad futura.
Rosa decide confiar en ella y en lo que dice; quiere de ahora en adelante que le diga o cuente algo de su vida, de su trabajo, que la dé opiniones en lo que hace. Pero Sabina no presencia esos eventos con cualquiera. Era algo extraño, pero, no lo hacía con todos.
Sabina continúa experimentando fenómenos que podrían llamarse paranormales, pero en realidad su relación va más allá de lo espiritual. Las noches están acompañadas de sonidos y pasos que escucho después de la media noche. Una persona que camina desde lejos hasta la casa de Rosa; ella no lo ve, pero sí escucha en medio del silencio de la noche oscura, el son del caminar.
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