Isaías.
Días después:
Un día, fin de semana, Isaías llega por la tarde como siempre con sus cuadernos para que Sabina le explique matemática. Sabina, quién está en su cuarto, lo recibe como siempre y se dedican un rato a estudiar, bajan los libros del escaparate y al terminar los ordenan nuevamente.
Al terminar, se dirigen a jugar bajo el árbol zapatero. Sabina busca su acostumbrado diario para escribir, donde toma nota de todo lo que hace y quiere hacer. Tiene unas preguntas para sus amigos y va a aprovechar a Isaías para que responda las preguntas de su diario.
Pero Isaías se sube al árbol; le encantaba montarse allí, mientras que a Sabina le dan miedo las alturas. Y le pide... ¡baja de ahí! ¡Quiero me respondas unas preguntas...!
Isaías —Nooo...sube; ¡si subes te responderé todo lo que preguntes! ¡Mientras no...! - Responde con el propósito de hacerme subir al árbol.
Sabina: —Sabes que odio las alturas... me da miedito... jamás me he subido a ese árbol.
Isaías: —... ¡Pues hoy será tú primera vez...!, —murmuró, ¡ven que te ayudo...!, —y se colocó en posición de tomar una de mis manos.
Sabina: - ¡Seguro... ¿No me dejas caer...?
Isaías: - ¿No confías en mí...?, Tú crees te dejaría caer...? _ Y se sonríe, mientras ya empiezo a temblar.
Sabina: —¡Nooo!, no lo harías.
Isaías: -...Entonces...sube y no tengas miedo...!
Y es así como Sabina hizo un gran esfuerzo para subir al gran Zapatero donde jamás había estado sentada sobre sus ramas, mientras su amigo Isaías la tomaba de las manos para que tomara impulso y no se cayera al suelo. Por primera vez estaba sentada sobre las ramas fuertes del Zapatero.
Isaías: —¡Viste... sí se puede, solo no tengas miedo y confía en ti en que, si puedes, siempre podrás...!
Sabina: —¿Miedo es lo que me sobra?... ¡Y sí me caigo me muero...!
Isaías: — ¡No le tengas miedo a la muerte...! De alguna forma algún día vamos a morir, ¡eso es lo más seguro que tenemos...!
Y comienza a sonreír a carcajadas, mientras Sabina solo lo escucha. Buscó en su diario la primera pregunta del cuestionario titulado: "Nuestra amistad y amor por siempre". ... tomó el diario y abrió para leer en una de sus páginas la primera pregunta:
- ¿Quién es la persona que más amas? Y él respondió, luego de hacer unos segundos de silencio:
—¡Mamá!, ¡ella es lo mejor que me ha regalado la vida...!, ella es tan fuerte... —y fijó su mirada hacia su casa, imaginando que ahí estaba su mamá tal vez cocinando, mientras su cara se torna roja. De esa forma, sabía cuándo decía la verdad. - Le dije:
Pregunta N. 2, ¿Tienes miedo a morir? Al escucharme volteó la mirada hacia mí, y con sus grandes ojos verdes me dijo:
—¡Nooo!,— Y de sus ojos pude notar un brillo que no sabría explicar.
—Entonces, ¿no tienes miedo a morir? ... — Tomó su diario; ya era hora de comenzar a usarlo y le comentó a su amigo: —Lo voy a anotar en mi diario... Mira hacia abajo; mientras no se quiere imaginar cómo se va a bajar.
Y así hizo varias preguntas a su amigo Isaías hasta llegar a la siguiente: —¿Qué significó para ti? - Respondió con ese resplandor en sus ojos:
—¿Tú para mí...? —Y sonríe, mientras sus mejillas enrojecen otra vez. _ ¿Debo responder ahora?, - Preguntó.
- Si, -Le dije.
Pero Isaías no respondió; sacó del bolsillo de su pantalón un objeto con punta de hierro y comenzó a tallar algo en él tronco de madera del árbol. Quise observar que era lo que dibujaba o escribía, pero, no pude. El estaba sentado en una rama mucho más alta que yo.
Por lo tanto, Sabina no terminó de preguntar. Le preguntó de inmediato mientras lo observaba. _ ¿Qué haces?, estás ignorando mi cuestionario, ¿Por qué te entretiene con cualquier cosa?
Ella tenía curiosidad de ver que hacía, porque dejó a un lado las preguntas del diario.
—"No es cualquier cosa, Sabina, es algo importante para mí" —le contestó. —¡Vamos al Cují para seguir contestando tú diario...!; ¿te parece? —le preguntó ya bajando rápidamente del árbol, mientras ella busca la forma de bajar poco a poco.
Y se bajan del Zapatero, salen corriendo hacia la loma y se sientan en las gruesas raíces del árbol. Ya casi comienza a llegar la noche.
Y Rosa sale a llamarla:
-Sabina Debes bajar a dormir temprano... Mañana tenemos que salir al otro pueblo.
Sabina: —¿Para qué mamá? ¿Qué vamos a hacer al otro pueblo? ¡sabes que me mareo con el olor a gasolina de los carros...!
Rosa: —¡Mañana es un gran día, hija... mañana te darán tu primera cédula de identidad como ciudadana venezolana...!
Sabina: —¿Qué es eso?
Rosa: —¡Qué serás legalmente una niña venezolana...!, baja a dormir... debemos madrugar...!
El cielo se nubla de repente, y comienzan a soplar un fuerte viento y las gotas de lluvia invaden el lugar. Sabina baja corriendo para no mojarse. Hay mucho frío e Isaías también corre a su casa.
- ¡Mañana nos vemos...! - Grita Isaías.
Pero olvido el diario debajo del árbol el Cují. El gran guardián quiso protegerlo del viento y la lluvia; sin embargo, la brisa tan fuerte logró arrancar muchas de sus páginas que salieron volando y la humedad y el agua de la lluvia borró muchas de las letras escritas en él.
Esa noche, Sabina tuvo una extraña pesadilla, por lo que se despertó varias veces en la noche.
El siguiente día, se levantó bien temprano. Los rayos del sol le dan los buenos días.
Su mamá entró a la habitación con su acostumbrada taza de café; ya Sabina estaba despierta y arreglada para salir... Se sienta a colocarse los zapatos; pero de forma mística y sorprendente, siente que en la habitación alguien está observándola. Hay una extraña energía que eriza su piel nuevamente, como si existiera la presencia de alguien a quien no puede ver.
Se voltea rápidamente hacia donde está la cama, pero no hay nadie. _ ¡Podría jurar que alguien estaba aquí...!
Exclamó muy callada.
Salió con su madre bien temprano en busca de su cédula de identidad.
Hicieron una gran cola; había mucha gente. Pero por fin, ya en horas de la tarde, por fin le entregan el pequeño papel con su foto y un extraño número.
Sabina observa el pequeño papel plastificado, y observa su nombre, fecha de su nacimiento y un número... 6.984. - ¿Mamá... qué significa está número...? - pregunto muy curiosa.
Rosa: ¡Es el número que te corresponde como venezolana... por este número sabrán que eres tú... debes aprenderlo de memoria para cuando te lo pregunten...!
Sabina: _ ¿Es tan importante más que mí nombre?
Rosa: _ ¡Es tan importante como tú nombre...!
Sabina: —¿Tú tienes un número también, mamá?
Rosa: _ ¡Sí hija, mi número es 5! 034...
Sabina: ¿5 es el tuyo... y el mío 6? ¿Mamá no debería ser más grande mi número? ¿Será que se equivocaron y es un error?, ¡si soy una niña, mi número es otro...!
Rosa: ¡Hija, no es un error... si ese te asignó... entonces es el que te toca...!
Y de esa forma se retiraron a casa muy cansadas de la larga jornada de cedulación. Rosa no tomó en cuenta las palabras de Sabina, en realidad el número que realmente le tocaba debería ser 13 y no 06.
A partir de esa noche comienza a experimentar algo extraño a través de sueños. Las pesadillas comienzan a aparecer en algunas noches y despierta también experimenta revelaciones. Sabina no soñaba, pero ahora algo comienza a transformarse en su vida y su energía interior comienza a dejar señales en otras personas.
Los sueños y pesadillas se manifestarán algunas veces para formar parte de su vida. ¡De ahora en adelante debe ser muy fuerte porque de lo contrario la afectará emocionalmente...!
Quiero cerrar este capítulo con estas palabras que escuché de un psicólogo; no recuerdo su nombre:
"¡El miedo no evita la muerte... el miedo evita la vida...!
Gracias, Isaías, por esa gran lección de vida, por mostrarme que sí se puede. Es el miedo quién evita que hagamos lo que queremos y háganos cambios para bien en nuestra vida.
Y gracias, Dimas, por regalarme todos los días esa hermosa sonrisa que jamás olvidaré.
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