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🌿El Secreto

El siguiente día

La mañana después de lo vivido en casa de la abuela Elena, Sabina no quiere entrar a la casa. Ya quiere irse a casa de su madre. No ha dormido nada y sus ojos tristes e hinchados son testigos de la mala noche que pasó. Ya Rosa está al tanto de lo acontecido, y ya muy temprano hizo una transferencia para los pasajes de Sabina y Guadalupe. Rosa quiere que ese mismo día se regresen a casa.

Rafael se levantó antes del amanecer, con la misión de encontrar a Sabina y Guadalupe. La atmósfera estaba cargada de una inquietante calma mientras se dirigía a la casa de la vecina. Las primeras luces del día apenas comenzaban a iluminar el cielo cuando llegaron a la estación de autobuses, un lugar envuelto en sombras y susurros.

Sabina, con el corazón acelerado, entró a la casa de la abuela. El silencio era abrumador, roto solo por el crujido de la madera bajo sus pies. En el patio trasero, la abuela Elena yacía en una hamaca, su rostro marcado por el dolor y la fatiga. Nadie en la familia había dormido; todos tenían los ojos hundidos y las miradas perdidas, como si hubieran sido testigos de algo indescriptible.

De repente, la voz de la abuela rompió el silencio:

¡Sabina... Sabina hija, acércate...!

Sabina sintió un escalofrío recorrer su espalda. No quería acercarse, temía que la abuela pudiera hacerle daño de nuevo. Pero la insistencia en la voz de Elena era innegable.

—¡Ven, hija, no tengas miedo!.. No te haré daño... ¡Ven acercarte...!

Con un nudo en la garganta, Sabina pidió a Rafael que la acompañara hasta donde estaba la abuela. Al mirarla a los ojos, la abuela susurró con voz temblorosa:

¡Sabina, hija, perdóname... No sabía lo que hacía. No era yo, hija, ni siquiera logro acordarme de nada... no sé qué pasó. Sólo sé lo que me contaron tus tíos, pero ¡todo se ha borrado de mi memoria!

Sabina estaba dividida entre el miedo y la compasión. No sabía si podía creer en las palabras de su abuela. Mientras tanto, doña Elena ya sabía que Rosa había mandado a buscar a sus hijas.

La abuela pidió que Rafael las dejara solas; tenía que revelar un secreto que había guardado durante años. Rafael se alejó, dejando a Sabina y a la abuela en una tensa soledad.

Elena comenzó a hablar, su voz apenas un susurro, mientras relataba una historia que envolvía a Sabina en los antiguos mitos y leyendas de las Montañas del Sorte. Estas tierras, habitadas en tiempos remotos por indígenas, estaban llenas de misterios y secretos ocultos. La espiritualidad y la fuerza de la naturaleza se entrelazaban en un tejido de rituales y creencias que desafiaban la lógica.

Sabina, lo que te voy a contar ha sido un secreto guardado por generaciones. En las Montañas del Sorte, donde los espíritus de nuestros ancestros aún vagan, suceden cosas que no tienen explicación. La noche en que todo ocurrió, sentí una presencia, algo que no era de este mundo.

La abuela hizo una pausa, su mirada perdida en recuerdos oscuros.

Esa noche, fui poseída por un espíritu antiguo, uno que busca redención. No era yo, Sabina. Era algo mucho más antiguo y poderoso. Y ahora, ese espíritu te ha elegido a ti.

Sabina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Las palabras de su abuela resonaban con una verdad inquietante. Las Montañas del Sorte, con sus leyendas y misterios, ahora formaban parte de su destino.

La abuela le comenta que ella, por ser hija de un buen curandero o chamán que trataba enfermedades con el uso de plantas medicinales... El mismo tenía una plena confianza en lo místico y milagroso que podía ser la naturaleza y su gran poder curativo.

Indicándole a Sabina que, a través de su padre, les tomó amor a las creencias espirituales y al escuchar hablar por primera vez sobre las mágicas montañas de Sorte; no dudo en averiguar donde se encuentran para en algún momento llegar a visitarla.

Sabina le pregunta:

—¡Pero, abuela, que son esas montañas y porque te llamó tanto la atención el ir a conocer...!

—Hija... Las Montañas de Sorte o santuario natural es un lugar dedicado a la Deidad, donde, ¡está presente la significación mística por medio de creencias y mitos que forman parte de la cultura venezolana...!

—Abuela y ¿Qué las convierte en un lugar tan especial?

La abuela le contesta:

— ¡Esas montañas son protegidas por una diosa; la diosa de la naturaleza, también llamada diosa de Yare o María Lionza; y pertenece a la práctica del espiritismo!

Sabina: - ¿Una diosa...?

—Sí, hija... Cuentan las leyendas oriundas que Yara era una princesa indígena de ojos verdes grandes y tristes, pero muy hermosa, con una sonrisa dulce y con fragancia a orquídea. Con hermosas caderas, cabello muy largo y liso que llegaba a su cintura. Un día, Yara fue raptada por una enorme serpiente Anaconda, dueña de las lagunas y los ríos, quien se enamoró de su belleza y encanto. Los espíritus de la naturaleza, al enterarse, decidieron castigar a la serpiente e hicieron que se hinchara hasta reventar y morir.

Es así como eligen a Yara como la reina de las lagunas, ríos y cascadas... Vive en la montaña en una hermosa cueva y sale a menudo a vigilar los alrededores montada sobre una Yanta o Jaguar, ¡Su hermosa figura se representa como las grandes madres egipcias o mediterráneas...!

Sabina: — ¡Cuéntame más sobre ella...!

Ella posee poderes mágicos típicos de un chamán, que se comunican con los dioses y seres sobrenaturales e interpretan los mensajes dados por los elementos de la naturaleza. ¡Ella puede cumplir tus deseos sobre curar enfermedades, encontrar el amor y también encontrar riqueza y abundancia económica!

Sabina: —¡Qué historia tan extraña pero interesante, abuela!... ¡Jamás había oído hablar sobre eso! ¡Existe una diosa envuelta en cultos espirituales...!

—¡Si hija...!

Sabina: - ¡Entonces, abuela ¿...prácticas el espiritismo... desde cuándo...?

—¡Si Sabina... Desde muy joven, ¡mucho antes de casarme con tu abuelo...!

Sabina: - ¿Y qué pasó abuela ...?

Nota de autor:

El culto a María Lionza, o diosa de Yare, forma parte de la cultura y religiosidad venezolana; proyecta el amor hacia la naturaleza y su cuidado como madre y como creación divina. Es parte de la conciencia de un pueblo que debe velar por la protección de la naturaleza y sus recursos naturales. Son creencias indígenas que parten del siglo XX, desde tiempos de colonización e independencia. Es mucho lo que se habla sobre está leyenda. Te invito a que te sumerjas en ella y conozcas más a fondo sobre esta leyenda venezolana.

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