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El Encuentro

1995/ Agosto

Ya todo listo para el viaje. Guadalupe y Sabina prepararon en la noche las maletas. Les toca dormir temprano porque será un largo viaje de 6 a 7 horas.

Se levantan temprano para desayunar antes de salir. Sabina está feliz porque por primera vez salía de su pueblo; Guadalupe igual de emocionada. Rosa las aconseja cada vez que puede de la ciudad que deben tener en la ciudad.

Ya son como las 10 de la mañana y esperan frente a su casa, en la vía principal, el transporte llamado Federación, quien los trasladará hacia Barquisimeto, una ciudad ubicada en el centro norte de Venezuela. De ahí deben tomar otro transporte que los conducirá hasta el estado Carabobo, específicamente en Valencia, ciudad industrial de Venezuela. Es así como, se emprenden en ese largo camino lleno de nuevas experiencias, lugares y un destino lleno de casualidades, por descubrir que las espera con ansias.

Sabina queda admirada al conocer la ciudad de Barquisimeto, hermosa y de diferente construcción, de edificios muy altos. Además de las largas y maravillosas avenidas, todo tan bien organizado. Mucha gente que camina en las avenidas; van y vienen muy apresurados como si alguien los esperara. Nadie se saluda; ni siquiera se miran a la cara; son cientos de desconocidos que se tropiezan entre ellos y siguen como si nada... ¿Qué extraño comportamiento?

¿Cómo podían convivir tantas personas juntas? Se preguntaba Sabina.

El transporte era demasiado... Muchos carros que van hacia un lado mientras otros vienen. Había que tener mucho cuidado al cruzar las calles. Eso ponía nerviosa a Sabina, mientras Guadalupe se gozaba del viaje a casa de los abuelos.

Pasaron las horas y por fin ya están llegando a la ciudad de Valencia; en casa los esperan los abuelos y unos tíos y primas que Sabina no conoce.

Están llegando por fin a casa a eso de las 4 de la tarde; los abuelos están contentos por la visita de las nietas. Llegan a una pequeña casa, muy humilde. La abuela está sentada en el frente esperando y al llegar las nietas las abraza fuerte, está feliz de verlas llegar; igual el abuelo les da su bendición y abraza, y así fueron conociendo a sus tíos, entre ellos Pedro, Jesús y Onofre.

Además de una prima de Sabina, hija de una hermana menor de Rosa, pero fue criada por la abuela doña Elena. Su nombre Nancy; ella era de la edad de Sabina. Pero solo bastó a Sabina conocerla y darse cuenta de que no le caería bien su presencia. Parecía que Nancy no estaba de acuerdo con la visita de Sabina en su casa. Pero igual, ella la ignoró. Proyectaba en Sabina algo de envidia.

Entraron a la pequeña sala y en el medio había colgada una hamaca para dormir... La sala solo tenía unas sillas tejidas con material plastificado y una pequeña mesita donde estaba un televisor pequeño.

De verdad, era una muy humilde casa, que mostraba la escasez y crisis económica dentro de aquel ámbito familiar. Pero eso no importó a Sabina y Guadalupe, el simple y ordinario hecho de estar ahí era un motivo suficiente para estar feliz. Además, ellas ya sabían lo que era vivir en medio de las dificultades y eso no les afectaría para nada.

Sabina, lleva un solo propósito y es comenzar a estudiar, mientras Guadalupe va de vacaciones y quiere divertirse. Desde el primer día de su llegada, Guadalupe le cayó muy bien a Nancy, pero en el caso de Sabina fue lo contrario. Rafael solo las dejará en casa de los abuelos. Debe partir y estar el día siguiente temprano en el cuartel. Ya había sido juramentado para servir a la patria de Venezuela. Además, el hijo de una vecina de doña Elena también estaba en el mismo cuartel con Rafael.

Se despide de Sabina y le dice que en 15 días estará de regreso solo de visita, aclarándoles que deben portarse bien. La abuela les acomodó unas colchonetas para dormir y comenzaron a conocer al resto de la familia, que por cierto era muy numerosa; Primos. Los primeros días ayudaron a la abuela a vender en el puesto de comida. Enseñando a Sabina a preparar la carne mechada para el relleno de las empanadas. Mientras Guadalupe atiende a los clientes con Nancy.

Los tíos Jesús y Pedro fueron muy amables y simpáticos con Sabina y su hermana. Además de ser muy educados. Ellos eran de edades contemporáneas con Rafael y Antonieta. Pero estaban aún solteros y vivían con la abuela.

Pasaron más de 15 días y todo estaba fluyendo o andando de maravilla. ¡Hasta que un viernes por la noche Sabina presencia un evento paranormal en casa de la abuela y ocurre lo inesperado...! Algo que ella jamás imaginó y mucho menos tan lejos de su casa. Tal vez pensaba que estando lejos de su casa, todo lo que presenciaba, invi/ visible, no la molestaría. ¡Pero no fue así!

Debía Sabina enfrentar uno de sus más grandes miedos. Pero ¿estaba preparado para darle la cara a un enemigo oculto en casa de la abuela Elena?

Habíamos acompañado a la abuela a trabajar; ese día nos fue bien, se vendió todo. La abuela llegó a casa con un fuerte dolor de cabeza. Decidió acostarse en una hamaca que tenía colgada en el patio de atrás. Y pide aspirinas a Nancy para tomar y dormir un rato.

Nos bañamos y nos cambiamos de ropa. La abuela nos facilitó dinero para ir a comer hamburguesa; comida que jamás había probado; estaba muy emocionada. Guadalupe ya tenía un admirador, el chico que atendía el puesto de hamburguesas, y ella ya quería salir a verlo. Así aprovechamos para que nos regale ese rico pan relleno.

El tío Pedro había salido con una novia que vivía cerca de la casa y el tío Jesús llegaba del trabajo a eso de las 8 de la noche.

Tocan la reja o puerta del frente de la casa y Nancy me indica que vaya a ver de quién se trata y que quiere. Y voy; al frente está una señora con su cabello recogido y unas gafas o lentes que opacaban sus ojos. Se trataba de la vecina y madre del compañero del cuartel de Rafael; ella dice tener en su casa las fotos de la juramentación de su hijo y además que tiene fotos también de Rafael e invita para que vamos a ver el álbum de fotos...

Ya eran como las 7 de la noche, ya la casa lucía oscura; solo había una bombilla en la cocina y el resto de la casa permanecía con una media claridad pronunciada por la única bombilla de la cocina que iluminaba un poco la pequeña sala.

Salimos, pero antes le pedimos permiso para salir a la abuela. Pero ella estaba profundamente dormida y no escuchó que Nancy la llamara. Decidimos no despertarla; lo más probable es que las 2 pastillas analgésicas que se tomó la relajaron profundamente.

Nos fuimos a casa de la señora; ella ya nos esperaba en el porche o frente de su casa con todas las fotos. Se mostraba feliz de ver a su hijo en esa juramentación y quería compartir su alegría con nosotras.

Ya hacía como 20 minutos de haber llegado a casa de la vecina, cuando Nancy recuerda que dejó las llaves de la reja; Y manifiesta preocupada que si alguien llega y la cierra, nos quedaremos por fuera, ya que, la abuela está dormida.

Nancy decide ir a buscar las llaves de la casa, y nos pide que la esperemos ahí.

Pero le dije que mejor yo iba, porque quería ponerme un suéter y así aprovechaba y buscaba las llaves. Nancy dijo que estaba bien y me indicó que las llaves estaban colgadas en un pequeño clavo en la pared de la sala muy cerca de la puerta principal.

Es así como salgo de que la vecina hacia la casa de la abuela camine de una calle a la otra. Cuando llegó, todo está en silencio. Aún los tíos no han llegado. Entro al porche y trato de no hacer ruido porque no quiero despertar a la abuela.

Pero al llegar a la sala observó el televisor encendido; pero no tiene imagen, solo un montón de rallas blancas y negras y el sonido a medio volumen del chinchineo que produce cuándo no tienen señal.

Pero está oscuro. Es el reflejo del televisor lo que me hace observar que alguien está sentado frente a él. Viendo el montón de fallas fijamente. Me quedo parada por un instante o unos segundos y por la figura creo que es la abuela.

Decido hablarle. - "¡abuela te despertarte... ¿se te paso el malestar en la cabeza...?"

Pero ella no responde. Nuevamente le digo: "¡Abuela, el televisor no tiene señal... Acuéstese a descansar... ¡Ese televisor no se ve, abuela...!

Pero igual ella no responde a ninguna de mis preguntas. La dejo tranquila imaginando que se levantó y se quedó nuevamente dormida en la silla.

Tomé las llaves y voy de salida, pero recuerdo buscar el suéter y me regreso al cuarto hacia el escaparate viejo donde guardaba mi ropa. Era un cuarto sin ventanas; la entrada y salida eran por la puerta. No tenía una ventana por donde salir en una emergencia, además, lo caracterizaba la oscuridad por la falta de bombillas. Mientras busco, tratando de ver un poco con el reflejo de la luz de la cocina. Siento que alguien me observa por detrás.

Pero trato de ignorar... Sé que no hay nadie más en casa, solo la abuela y yo. Sigo buscando entre la ropa y recordando dónde dejé mi único suéter amarillo.

Pero la sensación de que me miran es más fuerte y comienzo por sentir calambres en mis piernas.

Sé que tengo que mirar, sé que no es nada bueno quién me mira. Siento sobre mi cuerpo una mirada pesada que me hace sentir temor.

No quiero ver, estoy sola y seguro que la abuela no se dio cuenta de que alguien entró; pero debo y decido ver quién o de qué se trata. Ya tengo el presentimiento que es algo malo, uno de esos espíritus malos.

Para mi gran impresión era la abuela Elena. Parada en medio de la puerta del cuarto, me mira fijamente a los ojos. Yo sólo le digo: "Abuela, qué susto me has dado"... Creía que era un malandro (delincuente que entra a la casa a robar cualquier cosa), u otra persona que entró. Me asustaste, abuela, ya casi se me sale el corazón por la boca y me sonrió con ella".

Pero ella no se mueve; solo me observa fijamente. Está justo en la puerta; puedo ver parte de su cara porque la bombilla de la cocina refleja una pequeña luz hacia el cuarto.

De repente pronunció unas palabras, pero su voz no era la misma; su voz era como entre la de ella y otra más gruesa que a la vez se interpuso al hablar y me dijo. " - que haces aquí... este es mi lugar y no hay lugar para ti...! - Llamándole con un nombre extraño que aún no recuerdo. Mientras continúa esa voz diciéndome —¡lárgate de mi casa, este no es lugar para ti, no podrás conmigo!... Lárgate de aquí... ¡Tú y yo jamás podemos estar en un mismo lugar! —¡Voy a acabar contigo, porque no te tengo miedo... ¡Ya causaste suficientes problemas con tu presencia...!

Mientras hablaba, todas esas cosas extrañas e incoherentes. Noté que por su boca salía espuma blanca. Trate de calmarla y decirle. —"¡Abuela, soy yo Sabina; soy Sabina...!", pero ella no me escucha. Era como si su cuerpo hubiera sido poseído por alguien. No era ella; de eso estaba segura.

Ella decide tomar una silla de la sala que tenía patas de hierro y se me viene encima para golpearme fuertemente. La lanza una silla, pero logro esquivarlo y grito para ver si alguien me ayuda. Grito y grito mucho, pidiendo ayuda mientras ella toma otra de las sillas y va directo hacia mí. Me tiene atrapada en el cuarto y no hay modo de salir.

Y cuando levanta con fuerza la silla para darme en la cara, llega mi tío Jesús. Él había escuchado los gritos casi llegando a la casa, y salió corriendo para ver qué pasaba.

Entró directamente al cuarto y en cuestión de segundo arrancó la silla de la mano de la abuela. Y me indica que salga del cuarto mientras lucha contra ella. Pero ella es más fuerte y lo derriba fácilmente.

Yo salgo hacia el porche, llorando y gritando para que alguien nos ayude. Salen varios vecinos y van a la casa. Yo no sé qué decirles; aún en medio de todo lo que pasa no entiendo. —¡Qué le pasa a la abuela! Jamás había experimentado algo tan horrible y fuerte.

El tío Jesús no puede con ella, y entre varios vecinos llegan a ayudarlo. Había como 10 o 15 personas que llegaron a la casa. Y todos trataban de tomarla para calmarla, pero lo más increíble de todo es que, ella los derrotas como sí su fuerza fuera sobrenatural. No podían con ella y a todos golpeaba.

Sólo quería llegar hasta el porche donde yo estaba y me gritaba: —¡Vete... vete... vete, este es mi lugar! Mientras la espuma blanca sigue saliendo por su boca. Una vecina del frente pide que busquen agua bendita y alguien sale corriendo a buscar en su casa.

En eso llegan Guadalupe y Nancy, asustadas, preguntando a Sabina qué pasó, pero yo solo quiero llorar; estoy pasando un ataque de pánico muy fuerte. Nancy no hace más que llorar en medio de una crisis nerviosa.

Llegan con el agua bendita y le rodean un poco, y de forma inmediata la abuela cae desmallada al piso. Fue aún más impresionante el poder de aquella agua bendita que logró derrotar lo que la abuela tenía en su cuerpo.

La tomaron entre mi tío y varios vecinos y la acostaron en su cuarto y su cama. Estaba desnatada pero no había perdido el conocimiento. Y me hablaba desde el cuarto. "¡Sé que aún estás ahí, con Muchos insultos como si yo fuera una fuerte enemiga, ella me temía y a la vez mostraba valor, pero en el fondo temía o algo en mí le proyectaba miedo! Veía en mí un poder superior al de ella. Lo que la hacía sentir que estaba en peligro; por ello trataba de sacarme de la casa.

Por otro lado, cantaba canciones extrañas con la voz de una niña pequeña. La mantenían en la cama con el agua bendita. Cantaba cambiando la voz como una forma de intimidarme. Fue la experiencia más tenebrosa y llena de terror que jamás había presenciado, y de paso había testigo. Muchos testigos. Mientras que antes, solo yo podía sentir presencias anormales, pero jamás de esa forma tan brusca.

Pero, no sé de qué se trata, solo imaginaba que me confundía con alguien más. Además, en realidad no era mi abuela.

Esa noche, a eso de las 12 de la noche, llegó mi hermano Rafael. En cuanto lo vi llegar lo abracé fuerte llorando. Él preguntaba qué había pasado mientras mi tío le contaba todo lo que pasó. Él me abrazaba hasta que me quedé tranquila.

Por un momento la abuela se queda dormida. Ya estamos todos tranquilos. ¡Ya paso...! decían entre ellos. ¡¡Vamos a tratar de dormir!

Decidimos todos los tíos, mi hermano Rafael, mi prima, Guadalupe y yo dormir en la sala. Colocando las colchonetas y colchones todos en el piso, acostados rodeándome. De esta forma me protegerán toda la noche.

Pero lo que la abuela tenía, aún no se alejaba. Y de alguna forma, se hizo la dormida cuando todos se estaban quedando dormidos. Yo sabía que ella regresaría, y cuando la observé hacía la puerta de su cuarto...

Ella está parada detrás de una pequeña pared. Está escondida solo esperando que yo me duerma.

Es así como de inmediato llamo a mí hermano Rafael y todos despiertan. Notando que en realidad está escondida. Se levantan todos y como pueden, la llevan a la cama nuevamente, gracias al agua bendita. (agua bendecida en la Iglesia católica por el Padre o Sacerdote en tiempos de Semana Santa).

Es así como deciden mi tío y mi hermano que me vaya a dormir a otra casa, y eso hago Me fui con mi hermana Guadalupe a casa de un familiar que vivía muy cerca y así todo se calmó y llegó nuevamente a la normalidad. Aunque esa noche no dormí nada... Pasé la noche como decimos en este país. "Pase la noche en vela". Hasta que observé llegar el amanecer con mis ojos muy hinchados de tanto llorar y querer saber porque la abuela había actuado de esa forma contra mí.

¡No entendía; solo quería irme a casa con mi madre Rosa...! Sabía que, si mi tío no hubiera llegado en ese momento, ella me hubiera hecho daño...

Este acontecimiento marcará el futuro de Sabina; ya no quiere vivir y mucho menos estar en la casa de la abuela. Le tocará volver a su casa. Su primer paso para estudiar se fue de retroceso de forma inesperada, con lo vivido esa noche en casa de la abuela. Motivo por el que se retrasará el comienzo de sus estudios. Y con ello, descubrimientos de misterios jamás contados a la familia.

Nota de autor:

Cierro este capítulo con las siguientes palabras:

Cuando tú no puedas, Dios puede.

Cuando se vayan tus fuerzas, Dios te llenará de ellas

Cuando te entristezca la vida, Dios te dará motivos para seguir

Cuando sientas rendirte, él seguirá peleando por ti.

DÍOS está contigo, y con EL puedes...!

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