Capítulo 4: Baila baila con el Sol
Baila como nunca morir, mira el sol como nunca vivir.
Los días son nublados, las noches tristes, pero entre todas, eres el faro que ilumina el sendero de mi andar y ojalá no pare estar.
La mañana tocó a mi ventana iluminando mi habitación, la alarma sonó y me tuve que levantar, son las 5:30 AM.
No me gustan los lunes y menos el de hoy, 15 de abril, ojalá nunca hubiera existido este día. Me vesti y tomé ruta a mi trabajo, pasaría a desayunar a una cafetería, 6:27 AM, aún es temprano.
-Buenos dias-, pase saludando a los guardias de la entrada del edificio, me sentía cansado, -Buenos dias, y lo siento mucho-, llegó Shaila y se sentó a mi lado, recosté mi cabeza en su hombro.
-Hey, no estés asi-, decía tratando de animarme, aún no empezabamos a trabajar, su voz sonó suave pero con un poco de tristeza en ella.
-Se que hoy no es tu día favorito pero a ella no le gustaría verte asi-, acaricio mi cabello mientras su voz gentil seguía buscando las palabras.
Durante todo el día un sentimiento me inundó, me sentía pesado, mi corazón dolía, deseaba abrazarla y estrecharla entre mis brazos, pero... ya no podía, ella ya no estaba, mi mamá, mi mami, ella murió, tuve miedo, cuando los médicos me dijeron que podía morir, temble, todo se caía, ¿Que haría?, yo no podía seguir sin ella.
Recuerdo que antes de eso tuvimos una pelea donde me culpo por haberla ofendido, pero agradezco que antes de que cerrara sus ojos pudiera decirle, "Te amo mamá, te amo mami, lo siento", después de eso, solo soltó en medio de un suspiro, "También te a...", y escuché el sonido de la máquina dando a entender que su corazón ya no latía, doctores entraron por todas partes, empeze a llorar, todo se iba a la mierda.
Mi hermano me dió un puñetazo en la cara que me hizo sangrar la nariz.
-¿¡Por qué mierda lo hiciste!?, ¡Por qué carajo la tenías que ver tu y no yo!, ¡Eres la más grande mierda del mundo, pudrete imbécil, ¡Por qué le tuviste que gritar esas cosas!, ¿por qué?, por qué...-, el se dejó caer de rodillas al suelo mientras que con su puño golpeaba el piso y lloraba sin consolación, yo, yo solo me escondia entre mis rodillas mientras sangraba mi cara por el golpe.
Tenía razón. Ni siquiera merecía vivir, nunca pude escuchar su te amo. La última imagen que tengo de ella es donde llora por mi culpa, le grite porquerías llevado por la furia y no me di la consecuencia de mis palabras.
Alze la mirada y la vi mirando hacia abajo mientras lágrimas cruzaban sus mejillas, en ese momento me arrepentí pero el maldito orgullo fue mayor.
Y ahora solo me queda el maldito arrepentimiento. De que sirvieron tantas mierdas que le grite, si solo ahora me siento peor.
La lastime, y ella solo se había preocupado por mi. Cuando quise disculparme fue demasiado tarde, y no pude escuchar su última frase, deseo escucharla y me diga que todo estará bien, como cuando lloraba en mi cama y ella me consolaba, lo siento mucho mami.
Ella solía bailar, bailar con el sol. Cuando era pequeño corríamos por el parque persiguiendo al sol, me solía cargar y correr tratando de alcanzar al sol. Cosa que nunca logro, pero ahora estaba con el.
Me repetía eso con el afán de reducir el sentimiento que me cierra la garganta, la emoción que me marchita los ojos, la razón que borra mi sonrisa. Solo eso me queda, nunca podré revertirlo aunque quisiera.
La vida aveces es cruel, un momento somos felices y al otro le reclamamos el por qué de las causas. Pero olvidamos que somos los mismos causantes de estás aveces.
Cuando sucedió todo aquello fue cuando conocí el puente, varias veces solía subir con intención de saltar pero siempre terminaba dando un paso atrás, creo que solo bastaba con que el miedo que pasaría si en verdad saltará me hiciera darme cuenta que aún no es el momento, me hacía sentirme vivo.
Pero me di cuenta que poner en riesgo mi vida no era la mejor opción. No solo me afectaria a mi, si no a todos y sería peor.
Lo deje de hacer, pero la vida está empeñada en quererme hacer mierda, todo va mal.
Mi hora de trabajo habían culminado, en este momento estaba caminando otra vez por el puente, no subí, solo observé la vista, -Es muy lindo-, suspiré con la intención de irme pero siempre algo me interrumpe.
-Si estás triste deberías ir ahí, no aquí-, me gire para ver la figura femenina apuntando hacia un lugar, su voz sonaba comprensiva.
-¿Y que te hace pensar que estoy triste?-, la ironía me ganó, ella se alzó de hombros.
-Tu cara, tu mirada, tu forma de caminar, y más bien tu vista perdida al parecer divagando el alguna parte de tu mente-, la forma de indiferencia con la que lo decía como si fuera algo de día a día era curioso.
-Entonces vamos-, comencé a caminar a dónde ella apunto. Soy bastante espontáneo.
-Si capitán-, dió saltos para ir a mi mismo paso, sonó gracioso.
Era tranquilo todo, como la brisa acariciando el rostro. El camino pasaba lento y cómodo, se sentía agusto como un campo de rosales brillando por la luz del sol.
-¡Mira un peluche!-, grito como una niña pequeña viendo un puesto.
-Jajaja, me asustaste chica suicida-, sinceramente me tomo por sorpresa pero me causo gracia.
-Pero es un peluchín...-, definitivamente me estaba insinuando que lo quería, dinero tenia pero nunca suelo gastarlo.
-Disculpe, ¿cuánto cuesta el peluche?-, pregunté acercándome al puesto y apuntando el objeto. Adiós a mi dinero, hola a mi felicidad.
El señor me dijo el precio y no me quedo de otra más que comprarlo, regrese a dónde estaba ella mirando fijamente el peluche como niña. En verdad lo admito se veía adorable y graciosa con esa cara.
-I Love You Ethan-, menciono mientras recibía el peluche para dar saltos hacia todos lados riendo. Yo solo me reí ante eso, se veía demasiado graciosa así que no podía evitar reír.
A ella le valía quien la viera saltando felizmente, se veía realmente linda ser feliz sin importar lo que los demás pensaran.
-¿Que no ya estás grande para eso?-, pregunte riendo mientras la seguía la con la mirada.
-Soy una adulta de 25 con la mente de una niña de 8 años, y me vale comino lo que digas. No es mi culpa haber vivido una infancia del asco y ahora querer vivirla-, lo decía de una forma tan segura de si misma y defendiendose sin importar lo que pensaran otros. Es increíble.
-Entonces mocosa, vamos a la montaña rusa-, dije empezando a marchar como soldado camino a la atracción. Ella soltó una carcajada.
-Si bon capitan-, corrió hasta donde yo ya iba y me siguió el juego. Nos miraban raro y eso nos valió madres. ¿Cuando eres feliz por qué importar lo demás?
Hicimos fila y subimos a la atracción.
-¡Vete al carajo Miriam!-, grite cuando el carrito subió a lo más alto para ir de bajada.
-¡Vete tu imbécil-, grito con miedo mezclado, aunque tenía razón el pendejo que quería subirse era yo.
-Pudrete idiota-, dijo ella poniendo su mano en su pecho tratando de tranquilizar su respiración.
-¡¿Cuál fue el mal que yo hice?!-, exclamé ofendido.
-Subirnos a esa cosa del demonio, baboso-, contra atacó ella señalando la montaña rusa.
-Bueno... pero nomás tantito-, dije inocente por qué mentira no era.
Nos la pasamos riendo de pura tontería que se nos ocurrió, la noche caía pero no importaba, después de todo mañana era sábado y descansaria.
-Tengo hambre, ven vamos a cenar, está vez yo pago-, ella comenzó a caminar por el empedrado de la feria, mientras se dirigía a un restaurante. Yo la seguí, sinceramente también tenía hambre.
Entramos al restaurante, había algunas personas. Siendo directos me mandó a sentar a la mesa que se me antojara y que pidiera lo que se me diera la gana mientras ella iba al baño. Quien desperdiciaria tremenda oportunidad.
El mesero llegó y tomo mi orden, fui considerado con lo que pedí, osea me dió su sagrado permiso pero tampoco me iba a pasar cruel. Ella volvió y se sentó, yo me deje caer sobre la silla hacia atras, por su lado se recargo en la mesa.
La orden llegó y ella se me quedó viendo al ver la cantidad, ahí viene el reclamo...
-¿Es enserio?-, me miró con un rostro de que rayos me pasaba.
-Lo siento, pedi mucho-, iba a disculparme cuando me interrumpe de la nada.
-¡¿Mucho?!, que acaso no comes o que-, su cara era de que sinceramente no podía creer lo que veía, yo nomás la miraba como gato siendo regañado, osea sin entender ni madres.
-No te pases Ethan, esto no es nada, cuando te dije que pidieras lo que quisieras en verdad lo decía enserio-, su rostros de decepción era increíble, no me dejó a hablar cuando llamo al mesero y pidio más comida.
-Pense que me ibas a regañar-, dije mirando al piso inocentemente como niño regañado por su madre, su cara seguía juzgandome.
-Haber inteligente, una persona común pediría una hamburguesa sencilla y ya, osea más tu. ¿Que acaso no comes?, si fue por lastima a mi dinero jamás lo vuelvas a hacer por qué para se hizo, para eso trabajo, para gastarlo, no para que me duela usarlo después de tanto esfuerzo-, sin duda alguna me recordó a mi mamá regañandome, aunque tenía bastante razón.
-Mira, vas a comer hasta que te artes, ¿entendido?-, hablo firme, yo asenti de inmediato, como es posible que yo sea 1 año menor que ella y me esté reprendiendo.
-Yo pago señor inteligente-, me miró y vio mi carita de angelito triste, y se quedó viéndome sorprendida. Después me pidió disculpas por eso y sinceramente me puse feliz por qué me compro una cajita feliz y traía un juguete.
Siendo honesto ah sido de las pocas veces que e comido hasta artarme de ello, y sin pagar, si me sentí culpable pero ella dijo y también me regaño por no hacerle caso, así que soy inocente.
-¿A dónde vamos ahora?-, dijo mirando el cielo mientras caminaba de manera tranquila, yo iba detrás pensando, su voz era muy suave y calmada, no se por que lo pensé pero lo pensé.
-¿Y si vamos a la rueda de la fortuna?-, dije espontáneamente, ella detuvo su paso y se giró en mi dirección, -Mala idea no es señor inteligente-, se rió poniendo sus manos hacia atras, ahh se veía tan linda, jajaja, me causa gracia mis mismos pensamientos. Me agrada esta mujer loca.
-Oye-, alze mi vista a dónde ella y me observo, -se que soy linda pero tampoco me veas así que se me sube el ego-, dijo poniendo una de sus manos en la cintura y otra en el pecho. Lo siento pero no pude evitar carcajearme por su comentario. Se ofendio.
-Ah mi no me da gracia-, dijo mirándome feo y criticonamente.
-Ah mi si-, me abrazaba el estómago por el dolor que me causaba reírme tanto, casi no podía hablar, su cara sería no ayudaba, me daba mucha más risa.
-Ya ya, lo siento-, tome aire tratando de relajarme, -si eres linda honestamente, pero tú cara valía oro y así no se puede-, otra vez me empeze a reír como loco. Ella se me quedó viendo para después reírse también, -okey okey, agradezco el cumplido baboso pero ya deja de reírte por qué a este paso nos vamos a morir-, dijo poniendo sus manos en su estómago tranquilazandose.
La noche se volvió fría pero ya estábamos en la rueda de la fortuna.
-Ayyy, son tan lindas-, emocionada exclamó mientras miraba las estrellas, suspire sacando humito de mi boca. No sé cómo pero ambos terminamos jugando a sacar humito de la boca por el frío que hacía, no sé cómo se le llama a eso correctamente pero yo así le digo.
-¿Mañana otra vez?-, pregunté ansioso, ella rió por mis gestos.
-Por supuesto chico loco-, alzó su mano formando un puño el cual no dude en chocar. Ella volvió a reír.
Con que así se siente tener una amiga así.
Alguien con quién decir cualquier babosada y al contrario de ser juzgado te sigue la corriente, adoro a la chica suicida.
-¡Hasta mañana chico loco!-
-¡Hasta mañana mujer suicida!-, grite feliz, después me dispuse a irme jugando con mi carrito de la cajita feliz, cómo esa cosa me hacía feliz no se pero lo hacía.
Adoro este puente.
Adoro este día.
A eso se referío mamá aquel día.
Cómo logro hacer que mi horripilante día sonriera en años, mamá estaría feliz.
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