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Capítulo 1: Dime que aún eres mi cielo

Libro: Dime que aún eres mi cielo

Autora: ElizabethMartiartu 

Género: Juvenil/Romance

Descripción: Sky es una chica que enfrenta un trauma del pasado, que la hace vulnerable frente al resto de la gente. Alex, su amigo de hace años, trata de ayudarla y, a la vez, de hacerle saber sus sentimientos hacia ella. Ambos deciden iniciar una relación, pero no les será fácil, sobre todo con Vanessa tratando de destruir lo que hay entre los dos.


28 de mayo de 2020.

Hace ya algún tiempo que he querido terminar de leer este libro, pero todos los trabajos que he tenido que hacer de la escuela me lo han impedido. Y si a eso le sumamos que los retos de haberme ido a vivir sola son más de los que pensaban... entenderán por qué he tardado tanto.

Ciertamente la historia de Alex y Sky robó mi corazón desde el inicio, a la vez que la antipática de Vanessa se ha ganado todo el odio que soy capaz de sentir. De hecho, no recuerdo haber odiado jamás a alguien antes de haber leído sobre ella en esta historia.

Busco impaciente la página por donde me quedé... ah, sí. Aquí está. Comienza narrando Sky:

"El temido sábado ha llegado y con él la tan anunciada fiesta de Vanessa. Ayer en el instituto todos estaban conmocionados, porque ella se encargó de invitar a cada alumno de nuestro curso y, además, a unos cuantos de otros años. ¿Simple amabilidad? No lo creo; aún tengo un extraño presentimiento sobre esto, más aún después de lo que dijo Érika. Pero todos nuestros amigos están muy entusiasmados de que estaremos juntos fuera de la escuela por primera vez, y muy emocionados con esta fiesta en particular. No los culpo. Las fiestas de Vanessa son verdaderamente famosas en toda nuestra ciudad, así que supongo que consideran una especie de honor el estar invitados por primera vez.

Alex pasa por mí a las 7 en punto como acordamos y, no, nuestra ropa no está combinada como pareja; ese ya sería el colmo de la cursilería. Sin embargo, debo decir que amo la manera en que su camisa negra se asemeja al tono de mi cabello y le deja todo el protagonismo de color a sus ojos azules que amo tanto, y sonrío al ver que el azul de mi vestido es casi idéntico. ¡Que no! Yo no soy cursi. Ustedes lo son."

No puedo evitar que se me escape una carcajada: estos dos son ciertamente una ternura total. Sigo leyendo:

"Aún es temprano, así que vamos primero por una cena ligera; después de todo no tenemos ninguna prisa. Una vez llegamos a nuestro destino, Falsanessa nos recibe en su casa y nos guía al jardín trasero donde será la fiesta. Allí nos trata como a verdaderos invitados de honor, haciendo un anuncio de nuestra entrada que hace que todos los presentes se giren a mirarnos. ¿Así o más atemorizante? Me siento realmente incómoda ante tal recibimiento y si no fuera porque Alex sujeta mi mano, juro que hubiera salido corriendo.

Miro a mi alrededor buscando a nuestro grupo de amigos y veo que solo Freddy y Érika están aquí; los demás aún no llegan. Hay muchísima gente y más que el jardín de una casa, parece club nocturno, más aún con las luces y la decoración que hay puestas. Debo admitir que el chicle se esforzó bastante. Y en serio invitó a muchos de la escuela; casi todos los presentes son compañeros nuestros del instituto, a excepción de un grupo de chicos que, a juzgar por su apariencia, parecen ser de alguna universidad, lo cual no me asombra en lo absoluto; lo verdaderamente extraño sería una fiesta de Vanessa sin universitarios guapos."

La curiosidad y las ganas por estar allí son más fuertes que yo. Además, ya es sabido que tengo este extraño don de entrar a los libros si lo deseo, así que... aún no he terminado de pensarlo y ya estoy dentro.

Poco a poco van llegando los amigos de Alex y Sky, así que aprovecho para mezclarme con ellos y así mi entrada no sea tan sorprendente. Estoy segura de que me confundirán con alguno de los amigos universitarios de Vanessa o, al menos, creerán que he venido con ellos.

Me hace bien conversar y moverme al ritmo de la música, la cual debo decir que está muy bien elegida. De repente, suena una balada y Alex saca a bailar a Sky. No tengo tiempo de sentirme envidiosa, porque un chico alto y apuesto, de cabello oscuro y ojos verde intenso, se me acerca sonriendo y me pide bailar con él. Es un poco gracioso ver a Freddy y los demás hacerles burla a Alex y Sky. Pero a ellos eso no parece importarles demasiado.

La fiesta va extrañamente bien, aunque siento que eso cambiará de un momento a otro, porque puedo ver las miradas que Vanessa les lanza a los protagonistas; esta diablilla sin dudas está tramando algo.

Es un momento muy romántico, debo decir. Aunque hay algo que me inquieta: cada vez que mi mirada choca con la del chicle mientras estoy bailando con Alex, puedo notar su molestia y enojo y ese brillo malévolo en sus ojos, como si realmente estuviera tramando algo. Ella le sonríe a Sky, supongo que intentando disimular. Pero... no lo sé. Se siente muy mal esto.

Para mi sorpresa, no ocurre nada y la fiesta sigue tranquila. Entonces, uno de los universitarios manda detener la música y pide un micrófono:

—¿Lo están pasando genial, o no? —Lo dicho, esto parece un club nocturno y todos corean un entusiasta "¡Sí!" entre risas y aplausos–. Bueno, pues les traemos un pequeño juego que de seguro les parecerá muy divertido. Se llama: "Adivina quién soy" Es simple: uno de nosotros representará un papel o irá diciendo datos al azar, y ustedes tendrán que adivinar de quién se trata. Puede que sea un personaje de alguna serie, o película. O quién sabe: tal vez alguno de ustedes.

Todos parecen interesados en jugar, y el chico añade:

—Antes de que alguien lo pregunte, no hay premio: solo la diversión. Y, sí, cualquiera puede venir aquí y hacer alguna imitación.

Y es todo. Así empieza un rato entretenido en donde varios se animan a participar y el resto adivinamos entre risas a quién interpretan. Hacen de todo: Shrek, el profe de Geografía, la Bióloga, Michael Jackson... Me siento tan feliz de ver a Sky animarse a tomar el micrófono y hacer una interpretación de Janine, la de Friends. No imaginé nunca que pudiera finalmente superar sus miedos y mezclarse así con gente de su edad. Tras un par de intentos, adivinan su interpretación y ella, riendo divertida, le pasa el micrófono a la siguiente persona: Vanessa.

—Soy una damisela en apuros. —dice y todos piden más datos, así que ella va agregando detalles–. Una damisela de tiempos modernos. Voy a nuestro instituto. No soy muy linda, pero llamo la atención. Pretendo ir de solitaria por la vida para robar la atención de los demás. Incluso, he tenido la osadía de usar la muerte de mis abuelos para causar lástima.

Se apagan todas las risas que hubo hasta hace unos segundos para dar paso a un silencio ensordecedor. Me cuesta trabajo caer en la cuenta de lo que acabo de escuchar. ¡Oh, no! Ella no ha sido capaz. Ella de ninguna manera... y como una respuesta cruel a mis dudas, la oigo proseguir entre risas burlonas:

—Soy tan patética que lo que debí haber superado en un par de semanas, me ha tomado casi un año ya. Pero, ¡hey! No pueden culparme. Así he conseguido tener una tarde libre de clases todas las semanas, que los profes me aprueben el año y causar la lástima de uno de los chicos más guapos, tanto, que ahora es mi novio. Jajaja, cada quien tiene sus propias técnicas de seducción, ¿cierto?

Ella dice estas últimas palabras mirando a Sky directamente a los ojos, gesto que cada integrante de la fiesta imita. ¡Ojalá pudiera hacerla desaparecer en este mismísimo instante!

Miro a Sky y, a pesar de que tiene todas las pintas de querer salir corriendo de aquí, sigue como pegada al suelo, visiblemente incómoda, incapaz de moverse. He leído sobre esto antes en el libro; ella debe estar teniendo uno de esos episodios de desrealización. De solo imaginar lo que debe sentir en este instante, me dan escalofríos. Seguramente, las voces son para ella cada vez más lejanas y debe verse a sí misma, plantada allí como una estaca, faltándole el aire, mirando desde fuera a esa niña tonta que cree que es. Veo con tristeza cómo ella llora sin consuelo.

Alex suelta a Sky de la mano y corre a arrebatarle a Vanessa el micrófono, para que ya sus estupideces no sean tan audibles. Es en ese momento en el que quiero tomar la mano de la chica para que no se sienta tan sola, pero no me da tiempo a nada. Ella se aleja de aquí corriendo. Debí haber ido tras ella, lo sé, pero la voz de Vanessa me detiene: quiero ver si su stock de maldad aún no se ha agotado.

—Alex, cariño. —dice esa voz que cada vez se me hace más vomitiva—. Ya no tienes por qué fingir. La he desenmascarado ante todos. Ya no tienes que tener lástima de ella.

—No tengo lástima de ella, Vanessa. —Le dice Alex con evidente enojo—. Déjame en paz.

Pero ella no está dispuesta a soltar su agarre y trata de aferrarse más al chico mientras dice cosas inútiles como el que ella es mucho más guapa y, por tanto, mejor pareja para él, y que ya no se sienta obligado a ocultar que la quiere a ella. ¿Pero se puede ser más atrevida?

Cuando Alex al fin logra soltarse de ella, la mira y le pregunta:

—¿Sabes por qué no me siento atraído por ti?

—No. Pero puedo hacerme una idea; tal vez no te gusta mi rop...

—No. —La interrumpe bruscamente—. No se trata de tu ropa, sino de lo que hay debajo de ella. No me refiero a tu cuerpo. —aclara al ver que los ojos de la chica delatan su pícaro asombro—. De hecho, podrías quitártela toda ahora mismo y seguirías teniendo el mismo efecto en mí; aunque quizás no. Si hicieras eso llamarías aún menos mi atención. Se trata de lo que hay dentro de ti. Eres superficial y egoísta. Solo piensas en ti misma. Los pocos amigos que tienes... te has acercado a ellos por interés, porque esperas los beneficios, materiales o no, que puedes recibir de ellos. No hay una sola acción tuya que haya sido realizada por altruismo. ¿Físicamente bella? Sí, no lo niego. Pero tan útil como una ostra que al abrirla no tiene nada dentro; será sólo un simple adorno, así como lo eres tú.

Ella se queda viéndolo con rostro inexpresivo, Alex se va, imagino que a tratar de alcanzar a Sky. Mientras, escucho una amenaza que lanza Vanessa:

—Esto no se quedará así, Alex. Ya lo verás.

—Pero, ¿es que no has tenido ya suficiente, ser horrible y desvergonzado? —Le digo en un arranque de ira–. Ya date cuenta: perdiste; Alex no te quiere a ti, sino a Sky. Y la verdad es que como sigas así, dudo mucho que alguien te quiera de veras alguna vez en la vida.

—¿Y tú quién te crees que eres para venir a mi casa, a mi fiesta a darme lecciones de moral? Por cierto, no te conozco y no recuerdo haberte visto jamás. Estoy segura de que yo no te he invitado a venir aquí.

Una vez dicho eso, se acerca hacia mí hecha una furia con toda la intención de sacarme de allí a la fuerza. Pero no le voy a dar ese gusto. Basta con cerrar los ojos para estar nuevamente en la comodidad de mi habitación, con el libro que estoy leyendo entre las manos.


Tú también puedes participar preguntando al dm de waattpaadayuudaa en Instagram.

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