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Capítulo 25 - Aquella noche...

Línea para decir hola ♥

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25 | Aquella noche...

Daphne Barlow

"Solo quería decirte que todo estaba bien, darte las buenas noches, y decirte que tengas cuidado hoy. Sé que hace tiempo que no sales de fiesta y alguien tiene que recordarte que seas responsable", envío.

Abro el último Twinkie y parto un trozo para llevármelo a la boca. Con cuidado de que no caiga nada de comida al suelo porque Gigi ha hecho su mejor esfuerzo en insistir con ese tema, meto la bolsa de plástico en mi bolsillo y llevo lo que queda del dulce a mi boca antes de seguir escribiéndole a mi hermano.

"Sí, mamá", Dereck.

"Hablando de mamá, ¿has hablado con ella hoy?"

"Le he mandado hace unas horas el vídeo que grabamos el otro día. Está bastante contenta de que estemos 'alejados de tanta tecnología y tomándonos un rato para disfrutar de la naturaleza'", Dereck.

"¿Qué vídeo le has mandado?"

"En el que te caes al pisar mal junto a un desnivel", Dereck.

"¿Le has mandado a mamá un vídeo donde me caigo y te quedas riéndote veinte segundos antes de siquiera preguntar si estoy bien? Sabes que va a gritarte en cuanto volvamos a casa por eso, ¿no?"

"¿Por quién me tomas, Daph? Por supuesto que recorté esa parte", Dereck.

"¿La de la caída o donde te ríes de mí?"

—Así que estabas aquí.

Levanto la mirada el móvil al oír a Reece. Él todavía trae esa gruesa bufanda que su hermana le ha obligado a ponerse antes de cenar. Es roja y llamativa hasta el punto de hacerme pensar que, más que para protegerle del frío, es para poder verle más fácil entre los árboles. Al fin y al cabo, Reece ha demostrado tener un don para desaparecer de la vista de todo el mundo en un pestañeo.

Me ofrece una de las tazas que trae al verme sentada en el asiento de atrás del Jeep. Dejo el móvil sobre mis piernas para agarrarla. El dulce olor del chocolate me hace cerrar los ojos por un momento.

—Gigi lleva rato buscándote —añade.

—Estaba hablando con mi hermano.

—¿Ya ha mandado a los SWAT a buscarte?

Lleva la taza verde con la que se ha quedado a sus labios de forma descuidada y mi atención es toda suya. Se queda con la forma en la que se apoya contra el coche y su mirada revisa en la distancia al beber. Me pregunto, sin poder evitarlo, desde cuándo los detalles tan insignificantes pueden volverse tan llamativos en la persona correcta.

—No, en su lugar ha estado mandando vídeos donde todo me sale mal a nuestra madre para aprovechar a reírse un poco de mí. —La pantalla de mi móvil se ilumina con un nuevo mensaje de Dereck diciéndome que, la parte del vídeo que borró antes de mandarlo, fue la parte en la que se reía de mí. Por supuesto que iba a ser esa—. ¿No ibas a irte a dormir?

—Como he dicho, Gigi te estaba buscando.

—Déjame adivinar. Me estaba buscando y te ha hecho levantarte para ayudar.

—Ya la vas conociendo. —Bebe un poco más antes de dejar la taza sobre el coche y devolverme la mirada. El cansancio sigue ahí, tan marcado como en las últimas horas de esta tarde—. Deberías irte ya a dormir. Es tarde y dudo que alguien aquí te deje dormir pasadas las siete.

—Eso suena horrible.

—Intenta hacérselo tú entender al grupo "madrugar es parte de la experiencia".

Mira hacia la caravana al decirlo. Poco después de cenar, Meredith se ha despedido diciendo que no le quedaba batería en el móvil y ha ido directa allí. Jeremiah no ha tardado mucho en meterse en una de las tiendas de campaña para dormir y, en cuanto a Matilda y Gigi, ellas han puesto las sillas plegables cerca de la orilla del agua y se han quedado hablando ahí mientras Reece y yo hacíamos lo mismo cerca del fuego.

La pantalla de mi móvil vuelve a iluminarse y dejo la taza de chocolate entre mis rodillas al ver otro mensaje de mi hermano. Aún tengo que centrar con él cómo nos organizaremos a la vuelta, pero dejo eso para mañana.

"Sé lo que es tener tu edad y veo cómo nuestros padres son contigo, Daph. Te protegen demasiado y lo justo es ayudarte a tener una vida fuera de esas paredes, pero espero que estés siendo responsable. No quiero sustos", Dereck.

—¿Todo bien? —pregunta Reece.

—Sí, solo es Dereck siendo Dereck.

No dignifico su mensaje con una respuesta, sobre todo porque me preocupa pensar demasiado en lo que está insinuando. En lugar de responder, recupero la taza y la acerco a mis labios. Se ha enfriado más de lo que el calor de la taza me hacía sentir y entra bastante bien.

—¿Por qué crees que hay gente a la que le gusta tanto acampar? —pregunto.

—Le preguntas a la persona equivocada.

—Vamos, si a ti te está encantando. Has pasado la mañana montando y desmontando tiendas de campaña como si fuera tu nueva cosa favorita.

La ha pasado discutiendo con Gigi mientras intentaban decidir quién tenía razón con las instrucciones, hacían las cosas de forma descoordinada, y tenían que volver a empezar.

He intentado ayudar, pero no han tardado en dejarme al margen. Gigi, porque estaba demasiado centrada en discutir con su hermano por cada pieza y, Reece, quitándome cualquier cosa que tuviera en la mano antes de seguir la discusión con Gigi. Al final Matilda se ha acercado para echarme a un lado explicándome que los hermanos tienden a tener una "mirada túnel" cuando empiezan así.

"Pierden la noción de lo que pasa a su alrededor y es mejor no meterse hasta que terminan —me ha dicho—. Lo mejor es dejar que se desahoguen o que se cansen, lo que llegue primero."

Ahora, ¿cansarse? Ninguno lo hizo. Lo que les ha dado una mañana realmente ajetreada que los demás hemos terminado viendo como nueva fuente de entretenimiento mientras comíamos algunos de los snacks que traje.

—No me lo recuerdes, voy a tener pesadillas con eso. —Reece apoya ambas manos sobre la parte superior del coche, dejando su peso caer hacia delante por unos segundos antes de apartarse—. ¿No tienes frío solo con eso?

Teniendo en cuenta que la forma en la que estoy frotando las piernas sobre el pantalón no pasa desapercibida por él, no me esfuerzo en negarlo. En su lugar me asomo un poco más. El cielo está tan despejado que no tengo palabras. Sin la contaminación lumínica y con una noche despejada, las estrellas son tantas que no podría ni empezar a contarlas.

—Debería ir a decirle a tu hermana que todo está bien, no quiero que se preocupe.

—Voy a ir yo en unos minutos, no te preocupes, le pasaré el mensaje de que sigues de una pieza y que ningún oso ha salido de su hibernación para comerte. —Hay una pequeña sonrisa ladeada sobre sus labios antes de añadir—: Los dos sabemos que, con tu suerte, podría pasar.

—No me lo recuerdes, mi hermano ya ha estado hablándome de todo eso hace unos minutos. —Aprieto más la taza en mis manos—. ¿Sabes que están intentando volver a introducir a los lobos grises en Colorado? Porque, al parecer, ahora también habrá que preocuparse de eso.

Otro detalle que Dereck ha querido contarme cuando me he defendido de su "¿Ya te has cruzado con algún oso?" con un "Ni lo intentes, están hibernando". No me ha sorprendido viniendo de él, pero ahora no voy a poder quitármelo de la cabeza hasta que nos vayamos de aquí.

—Te juro que, como me vaya de aquí sin ver una sola ardilla, pero termine viendo al único lobo que tiene que haber en todo el estado, voy a llorar. —Reece parece pensativo cuando miro hacia él—. Perdona, te estoy entreteniendo y sé que llevas horas queriendo irte a dormir.

Me pongo el pie al decirlo y busco en el bolsillo la copia de las llaves del coche que Reece me ha dejado hace un rato. Dejo mi taza junto a la suya para cerrar antes de dársela. Sí, es tarde, y, por mucho que quiera alargar esta pequeña escapada, retenerle a él despierto no es la forma.

—No tengo prisa con eso —dice.

—Te creería si no parecieras tan cansado.

—No estoy...

Mi móvil le interrumpe.

—Dame un momento, Dereck tiene que estar aburrido mientras espera a que sus amigos salgan a beber con él y ha decidido llamarme para... —Pero no es su nombre el que hay en mi pantalla cuando saco el móvil del bolsillo—. entretenerse.

Miro la hora, cerca de medianoche.

Luego el nombre, tan corto frente a lo que una vez fue: Jame.

Mi corazón se salta un latido, pero no de la forma en la que solía hacerlo. No siento rabia por verle llamando después de no haber hablado conmigo en tanto tiempo con todo lo que estaba pasando. Tampoco siento el dolor que generalmente acompañaba su nombre porque todo ha sido siempre agridulce con él. Ni siquiera ese toque de emoción del que no podía deshacerme.

Solo siento... cansancio.

Un sentimiento de cansancio al unir el sábado noche con alguna fiesta a la que puede haber ido y el alcohol que puede haber consumido. "Quizás es una de esas llamadas —pienso—, esas que ponen el mundo del revés porque nunca sabes lo que esperar en un momento así."

Una por la que no quiero pasar.

Así que cuelgo sin darle una oportunidad.

—¿Daphne?

Necesito un momento para recomponerme incluso si no quiero. Un momento para encerrar todo en un rincón y dejarlo atrás. Las emociones empiezan a balancearse y el cansancio adopta un nuevo nivel. Pesa. Se hace con un buen fin de semana y lo hace añicos entre sus dedos. Me aseguro de que no llama una segunda vez antes de silenciar el móvil y devolverlo a mi bolsillo.

—Perdona, era solo... —Dejo el aire ir y el peso emocional me sobrepasa con un fuerte cansancio que me tiene apoyándome de vuelta contra el coche—. Era algo que no estaba esperando.

—Supongo que no era tu hermano.

No tengo nada que esconder de Reece, pero siento vergüenza. Vergüenza por saber que mis reacciones son visibles, que existen. Todavía. Aunque ya no sean positivas, aunque ya no sean intensas, siguen ahí. Paso una mano por mi pelo y apoyo el brazo sobre el coche.

—Era James, ¿puedes creerlo? —digo—. Puedo contar con los dedos de una mano todas las veces en las que me llamó mientras teníamos algo y, ahora, ha decidido que, después de haber terminado y no haber hablado en semanas, es el mejor momento para hacerlo.

—Un sábado casi de madrugada —murmura.

—He pensado lo mismo —digo ante su expresión—. No hay peor augurio que ese, ¿no? —Levanto la mirada al cielo y me encuentro confiando en Reece como en un viejo amigo—. No quiero ser de esas personas. No quiero ser de las personas que responden llamadas de madrugada de alguien que les ha hecho daño solo para terminar empeorando las cosas por no poder dejarlo ir.

—¿Eso es lo que sientes? ¿Que no puedes dejarlo ir?

—¿Qué? No.

Miro hacia él, pero su mirada está lejos, en el bosque, y yo me pregunto si, como cuando me habló de sus padres, la mirada esquiva es una señal de una conversación que no quiere tener. Y quizás yo sea del tipo de persona que también tiene mirada esquiva cuando tiene miedo de la reacción de otros, porque me encuentro siguiendo la suya hacia el bosque cuando rozo su brazo.

—Lo he sido, por mucho tiempo. Lo soy muchas veces, en realidad —cuento—. Me cuesta mucho dejar de esforzarme por las personas. Mi hermano dice que es porque tengo la manía de ver lo mejor en todo el mundo. Pero por eso sé que, cuando dejo a alguien ir, ya no hay vuelta atrás.

Hay una conversación que sabía que llegaría, una que era cuestión de tiempo que saliera, y me doy cuenta de que este es ese momento. Deslizo mi mano por su abrigo hasta tocar sus dedos. Es lo justo.

—¿Sabes por qué terminamos las cosas? —pregunto.

—No presté tanta atención cuando Isaac pasó el mensaje.

—Tampoco habría cambiado algo, aún no he oído una sola versión que sea cierta. —Mis dedos tiemblan un poco cuando me animo a estirarlos sobre los suyos. Mi corazón se acelera con miedo de su reacción—. ¿Alguna vez has querido a alguien que sabías que te quería, a su manera, pero esa forma de querer solo te hacía daño porque no era suficiente?

Ahora tiene la oportunidad de elegir: saberlo o que no le interese suficiente y desentenderse. Cuando no responde interpreto la segunda opción. Está bien. Está bien.

Pero, cuando levanto la mano para alejarla de la suya, sus dedos se cierran sobre los míos y su mirada vuelve. No quiere responder, pero lo he interpretado mal al pensar que eso significaba que no quería saber. Bajo la mirada a nuestras manos y la dejo ahí, envuelta en esa pequeña certeza.

—Tuve un flechazo por él a los catorce, creo que la mayoría de chicas de mi instituto lo teníamos. Es una de esas personas que siempre han sabido destacar aunque no lo intentara —empiezo a contar.

Y sigo.

Le cuento la forma en la que, en algún momento de mi vida, esa atención se volvió recíproca. Le cuento cómo eso me hizo sentir tan cautivada que se volvió un mundo para mí. Cómo, durante meses, James lo fue todo, y la forma en la que, después, a esas rosas les salieron espinas y cortaron mi piel cada vez que las sostenía.

Le hablo de lo lento que fue el desamor en comparación y cómo los meses se convirtieron en un constante tira y afloja en el que nunca podía ganar. Ni siquiera contra mí misma. Cómo eso me fue consumiendo emocionalmente. Me hizo ansiar los pequeños momentos con él y odiarlos al mismo tiempo. Me quemó por completo hasta que ya no quedó nada.

Porque así funciona el desamor, no es rápido ni certero, es doloroso y duradero, y yo lo pasé junto a James. Mirando al chico al que una vez llegué a amar y que me hizo sentir que sostenía el sol en sus manos y viéndole perder su puesto ante mis ojos. Menguar hasta desaparecer.

—Un día simplemente fue demasiado —termino—. No porque pasara algo malo, sino porque al final ya no queda nada que salvar y yo estaba demasiado cansada para intentarlo. Era cuestión de tiempo que me desenamorara por completo y pasó. Eran muchas cosas, muchas veces, muchos intentos, así que, cuando vino a hablar conmigo y me dio a elegir algo que no me pareció justo, mi cabeza por fin hizo "clic".

Porque esa es la única forma de explicarlo.

Ese encaje final.

—Al día siguiente lo hablé con él para terminar las cosas por completo si es que podía decir que teníamos algo en primer lugar. Así que no, no siento que no pueda dejarlo ir. No soy de las personas que vuelven cuando han quemado el último puente.

—¿Ni siquiera si las cosas cambian?

—Ya cambiaron el día que hablé con él. —Omito darle los detalles completos porque no me parece justo hablarle del "te quiero" de James. Hay cosas demasiado privadas como para compartirlas cuando no son tuyas—. Me ofreció todo lo que podía haber querido.

—¿Y?

—Y nada. No cambió nada. Te lo he dicho, cuando algo hace "clic" en mi cabeza es definitivo, da igual lo demás. —Estiro los dedos para dejar ir el agarre que tengo en Reece y cierro los brazos a mi alrededor—. ¿Qué hay de ti? ¿Alguna experiencia pasada de la que te avergüences y de la que quieras hablarme para igualar las cosas?

Cierra la mano que he estado sosteniendo a su costado antes de levantarla a su pelo. Lo aparta y, ese gesto, se lleva consigo una tensa conversación y le devuelve su habitual postura relajada.

—No que yo recuerde. Lo que es una suerte, porque tú ya tienes suficiente drama para los dos. No querría eclipsarte.

—Vamos, tiene que haber algo.

—¿Por qué te sorprende tanto que no tenga un pasado vergonzoso?

—Porque te vi el día que nos conocimos. Eres la persona más confusa que me ha interesado y aún recuerdo lo frustrante que fue intentar saber cuáles eran tus intenciones. No puedo creerme que no hayas tenido aunque sea un malentendido vergonzoso después de eso.

—¿Que yo...? —Se aparta del coche y le tengo frente a mí un segundo después. Apoya una mano contra el coche, a un lado de mi cuerpo—. Algo me dice que recordamos ese día de forma diferente. No fui yo el que hacía confusas las cosas.

—Reece, me invitaste a ir y desapareciste toda la noche. Luego apareciste y hablabas... raro.

—Hablaba raro —repite con humor.

—¡Me confundías!

—¿Cómo te confundía, si se puede saber? —Alcanza uno de mis mechones de pelo para apartármelo de la cara de forma distraída—. ¿Te confundía al decirte que quería besarte? Lo sé, ese juego de palabras puede ser complicado algunas veces.

—No te burles.

—Vamos, Daphne, es gracioso.

Su mano deja mi pelo y se deja caer ligeramente hacia delante. Su expresión no delata más que el toque de diversión por la conversación, pero, ¿su mirada? Es una que te roba el aliento, tan tentadora como privada.

—Reece... Deja de mirarme así.

—¿Por qué? ¿También te confunde?

Aparto la mirada con rojez en mis mejillas.

Me ve cruzarme de brazos y rompe a reír. De forma dulce y envolvente. Entonces siento su mano libre en mi mejilla y la forma en la que apaga la carcajada contra mi piel. Una disculpa suave se le une y mi corazón no sabe qué hacer con ello. ¿Cómo puede, en tan poco tiempo, hacerme sentir como lo hace?

—No era mi intención confundirte aquella noche —añade con suavidad—. Eras tú quien me confundía a mí. Un momento estabas lanzando alguna insinuación y al siguiente te veías como si no acabaras de pronunciar esas palabras.

—Tú... —Vuelvo la mirada hacia él solo para dar con sus labios cerca de los míos al volverme. No le da importancia y sus dedos rozan mi pelo esperando una respuesta completa—. Parecías insinuar algo, pero usabas un tono tan seco que era imposible saber si lo estaba imaginando. Además, me invitaste y luego desapareciste toda la noche. Si sumo las dos cosas, era más que confuso saber si tenías interés o no.

—Oh, lo tenía.

Su facilidad para hacer comentarios, para acelerar mi corazón con su suave toque, no tiene precedentes. La forma en la que ese toque de diversión pinta su expresión, es todavía peor para mi capacidad de atención. Sobre todo cuando su atención pasa del mechón de pelo a mis ojos. Ese momento. Ese instante. Y la forma en la que una sonrisa tira de sus labios justo después. Lenta y de las que te roban el corazón.

—Jugar contra los vuestros es agotador —explica—. Después de los partidos les encanta provocar y pueden volverse muy dañinos cuando pierden. No somos como ellos, pero todo el mundo tiene sus límites. Alguien tenía que asegurarse de que nadie prendía la mecha para que la celebración no acabara mal, sobre todo cuando había alcohol de por medio. Lo que veías no era falta de interés, era cansancio.

Porque, ese alguien que iba asegurándose de que todo fuera bien, era él.

Claro que era él.

Su mano roza mi abrigo y oigo la cremallera bajar. La baja lo suficiente como para deslizar la mano dentro de mi abrigo y asegurarla en mi cintura antes de tirar hacia él para acortar la distancia. 

—¿Esta es tu forma de decirme que tienes frío? —pregunto.

—No. Es mi forma de decirte que me gusta tenerte cerca.

Me roba las palabras.

De nuevo.

Y necesito un momento para recomponerme.

—No puedo creer que, todo ese tiempo en el que no conseguíamos entender las intenciones del otro, solo eras tú mezclando las cosas porque estabas demasiado cansado como para pensar con claridad —digo.

—Puedo pensar con claridad cuando estoy cansado.

—No es lo que dice tu hermana.

Poco a poco, hunde los brazos bajo mi jersey, haciéndome plantearme si realmente está usándome porque tiene frío con una excusa detrás. Sea como sea, no es algo de lo que vaya a quejarme, ni algo que me vaya a hacer retroceder. Es más, me encuentro tirando de él más cerca para equilibrarlo.

—Gigi no sabe lo que dice la mitad del tiempo —excusa.

—Ya, yo creo que sí lo hace.

En el momento en el que una de sus manos roza mi piel bajo la camiseta térmica, un toque helado de sus dedos de forma casi accidental, me echo hacia delante por impulso. Hacia él. 

—Te he dicho que podía pensar con claridad estando cansado.

—¿Acabas de...?

Su mano se hunde en mi espalda y me tiene por completo contra él porque es la forma en la que el frío me hace reaccionar: me hace alejarme de ello. Como ha pasado en el lago. Una información de la que ahora Reece disfruta de hacer uso para probar su punto.

Sí, acaba de hacerlo a propósito.

Conforme, no tarda en sacar la mano, pero sigue cerca, sobre mi ropa, marcando una corta distancia de la que ninguno termina de deshacerse cuando me apoyo de vuelta contra el coche. Aunque puede que parte de la razón sea que cierro las manos sobre su abrigo porque a mí también me gusta tenerle cerca a él. Mi mirada cae en la tela, en el grosor del abrigo bajo mis manos.

—¿Sabes? Es raro al pensarlo ahora —me encuentro diciendo—. Lo diferentes que hubieran sido las cosas si una pequeña cosa hubiera cambiado. Si no hubieras desaparecido esa noche, si no hubieras estado tan cansado que me hubieras frustrado, si no hubieras salido a fumar, si no...

Si no hubiera estado tan enfadada con el mundo que necesitaba demostrar que podía hacer lo que quisiera sin consecuencias. Demostrar que no estaba atada a nadie, que no le debía nada a nadie. Porque es la razón por la que quería tanto besarle. Igual que fue ver a la prima de Dalia con James lo que me hizo aceptar ir.

Todo pequeños detalles.

—No hubiera cambiado mucho —dice.

—Lo habría hecho.

Porque incluso salir a fumar porque debió hartarse de ser quien lidiara con todo contribuyó. Esa fue la razón por la que coincidimos en el aparcamiento, luego está la discusión con Johanna, el beso... Como si una cosa hubiera llevado a la siguiente de forma tan detallada que no podía haber encajado de otra manera. Es curioso cómo funcionan las cosas. Casi te hacen sentir que tenían que pasar. Como si las nuestras fueran dos vidas que llevan tiempo esperando a ser unidas.

—Dime una cosa que hubiera sido diferente —dice.

Levanto la mirada hacia él y no sé si es su convicción o la forma de llevar el último rato molestándome, picándome, provocándome y sacando la mano ganadora, lo que me invita a hablar. Así que, cuando encuentro su agarre en mi cintura intensificarse y el cansancio le hace apoyarse sobre mi hombro, decido usar esa carta que nunca creí que pondría sobre la mesa.

—Para empezar que, si no hubieras vuelto o si la conversación que tuvimos hubiera sido diferente. —No miento cuando añado—: Digamos que había un amigo tuyo con el que estuve hablando desde que subí al coche que me llamó bastante la atención.

—Bromeas.

—No. El del pelo rizado. Su nombre empezaba con "C", pero no termino de centrarlo. Conrad o Connan o algo así. Definitivamente estaba entre mis planes preguntarle más sobre su vida personal cuando volvía hacia el grupo. —En lugar de responder, siento el roce de sus labios en mi cuello. Con fuerza—. ¿Qué haces?

—No lo sé, alguien me ha dicho que no pienso con claridad cuando estoy cansado.

—No uses eso como excusa para...

Me mantiene contra él, apoya una mano en mi nuca, y siento la presión en mi cuello crecer. Sé perfectamente lo que está haciendo porque es lo mismo que ha hecho en el lago, pero, ya que hay uno que esconder, ¿qué más da otro más? Porque definitivamente no le voy a poner pegas a la forma en la que eso me hace sentir.

—No creo que hayas entendido cómo fueron las cosas —le oigo decir contra mi piel. Su mano acaricia mi nuca cuando aparta sus labios de mi cuello, un suave roce que la intensidad de su mirada rompe—. Porque, si crees que no habría ido detrás incluso si esa conversación hubiera terminado en desastre, estás muy equivocada. Quería besarte desde que te vi en las gradas antes del partido.

—¿Qué?

—¿Creías que era la única que guardaba secretos de esa noche? —Eso, no me lo esperaba—. Estabas en un mar de gente de rojo y eras de las pocas que no llevaban esos colores, cualquiera que diera la mínima mirada en esa dirección podría encontrarte fácilmente. Simplemente fui el que se fijó.

Recuerdo verle, en el campo.

Recuerdo que llamó mi atención.

No esperaba haber llamado la suya.

—Imagínate mi sorpresa cuando, justamente tú, chocaste conmigo en el campo —añade—. ¿Por qué crees que te invité?

—Porque querías molestar a nuestro equipo invitando a gente de nuestro instituto. Había más personas allí, pensé que solo queríais que pasáramos el mensaje después para molestarles con lo que pasó.

—Eran amigos de amigos, no desconocidos. No somos tan enrevesados para esos planes malignos de los que nos crees capaces. —Sus dedos rozan mi mejilla cuando se deshace del único mechón rozando mi rostro y yo aún no puedo esconder la sorpresa—. No tan descoordinado para alguien que estaba cansado, ¿no crees?

—Deja de burlarte con eso.

Echo la cabeza hacia atrás, hacia el cielo, preguntándome cómo no me di cuenta aunque, ¿cómo hacerlo? Todo lo que sé es que hay algo en ese detalle que me hace sentir... No sabría describirlo. Reece roza mi barbilla y le devuelvo la atención.

—Así que no, Daphne, no creo que hubiera cambiado nada, porque, a no ser que me hubieras puesto un cartel delante que dijera "no estoy interesada", solo había una forma en la que iba a terminar. —Aprieta mi cintura, sellando el espacio junto a sus palabras—: Te lo he dicho esta mañana; me considero alguien bastante perseverante a la hora de conseguir lo que quiero.

Y, si había un marcador, dejo de contar.

Porque entonces dice:

—Y, lo que quería conseguir esa noche, eras tú.

Traza mis labios con su pulgar.

—Desde el momento en el que pisé el campo.

Y se lleva todo por delante con eso.

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Nuevo capítulo: El miércoles

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*Pausa para respirar*

#Línea para los gritos por el final.

#MÁS GRITOS QUE NO OS OIGO

*pequeña nota para decir que reece lo está diciendo en la forma buena y no en modo "quería eso y luego desaparecer"* POR SI ACASO ACLARO. Ahora sí:

Voy a ser sincera, este no iba a ser el capítulo que tenía en la cabeza, había una fogata, unas risas con Gigi, una llamada con Dereck y TODO ESTABA TRANQUILO PERO QUERÍA METER LA CONVERSACIÓN SOBRE JAMES Y... NO LO SÉ VALE? NO ESPERABA LLEGAR A ESA CONFESIÓN DE REECE

NO HABÍA PLANEADO ESA CONFESIÓN DE REECE

Así que espero que os haya gustado porque a mí me ha dejado gritando. Hace tiempo alguien comentó "Siento que estaban hechos para conocerse" y no he podido quitármelo de la cabeza en semanas, así que creo que esta es mi forma de decir: Sí. Lo estaban 🩷


Ahora, sobre lo demás:

#La conversación con James

#línea para decir que ya era hora de que la tuvieran

#línea para hipótesis sobre por qué ha llamado ☕

#Línea para carita triste porque Reece pensaba que ella volvería con él... : (


#línea para hablar de que al fin sabemos por qué iban tan descoordinados cuando se conocieron (culpa de REECE por estar cansado lol)

#línea para 🩷 para Gigi porque sí

#línea para hablar de que, ¿habéis notado eso? ¿eran celos eso que hemos visto? Porque Reece se ha marcado un fuerte: "No me molestes, SOMOS TIMELESS 🌹 así que déjate de tonterías."


Amo aquí.

Ahora sí, buenas noches y nos leemos el miércoles con un nuevo capítulo (donde descubriremos de qué iba la llamada de James, se viene drama me dicen ¡preparad las palomitas 🍿!)

Un abrazo,

—Lana 🐾

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