Capítulo 19 - Si pudiéramos volver atrás
Línea para decir hola ♥
⋅༺༻⋅
19 | Si pudiéramos volver atrás
Daphne Barlow
Mi hermano puede ser muchas cosas, sobre todo alguien a quien apenas soporto cuando me saca a rastras de la cama por las mañanas, o cuando le echa pimienta a mis cereales porque es su forma de impulsarme a desayunar otras cosas. Pero, cuando estoy mal, es el primero en estar ahí.
Al pie del cañón conmigo.
Es él quien ha pasado la noche en vela hablando en mi habitación. Me ha dejado llorar en su hombro mientras le hablaba de James. Me ha escuchado y, cuando pensaba que iba a decirme que he sido una tonta por haber tenido esperanza pese a todo, él simplemente ha pasado un brazo sobre mis hombros y ha besado mi cabeza.
"A veces es difícil ver las cosas cuando estás demasiado cerca, y hay personas que saben cómo manipularte para conseguir lo que quieren. Incluso si no lo hacen de forma intencional. —Es lo que ha dicho—. No es tu culpa, Daph. No has hecho nada malo."
Por la mañana también ha estado ahí para mí. Hemos salido a andar, me ha llevado a desayunar a mi cafetería favorita, me ha invitado a comer esos gofres de chocolate que son más sus favoritos que los míos, y se ha saltado su rutina en el gimnasio para hacerme compañía.
Debería haber ido a clase, pero mi madre se ha compadecido de mí y me ha dejado tomarme un día para recomponerme. Teniendo en cuenta que ayer me vio volver de clase y romper a llorar en sus brazos, tampoco me sorprende. Tampoco cuando lo primero que ha hecho esta mañana ha sido venir a mi habitación solo para encontrarme hablando todavía con mi hermano, con los ojos rojos y sin haber pegado ojo.
A ella apenas le conté que la razón era un chico. "Estaba con alguien y sé que es hora de terminarlo, pero me está destrozando", creo haberle dicho.
No necesitó más.
Me aconsejó hacer una lista con las razones por las que quería terminar junto a las razones para seguir con él. "Sepáralo también en razones importantes y detalles —recomendó—. Con solo ver lo más importante de ambos lados, sé que sabrás bien qué hacer"
Eso fue lo que me encontró haciendo Dereck cuando llegó a casa. Supo que algo iba mal en cuanto abrió la puerta y mi madre nos dejó hablar a solas porque sabía que yo me sentiría más cómoda contándole las cosas a mi hermano que a ella.
Así nos quedamos. Todo el tiempo que hizo falta, como él prometió.
Reviso la lista una vez más con mi espalda apoyada contra el coche de Dereck. Se ha ofrecido a acompañarme al instituto después del horario lectivo y ahora espera cerca, haciendo tiempo dándole patadas a una piedra que ha encontrado. No quiere forzarme a actuar, pero sé que no me dejará irme hasta que no haga lo que he venido a hacer.
—Dereck —llamo en bajo.
Levanta la mirada al instante.
—¿Quieres que vaya contigo? —pregunta.
—No, eso sería peor. No me mires así, te he oído hablar durante todo el viaje de las ganas que tenías de partirle las piernas a ese "pobre desgraciado". No quiero que termines gastando todo el dinero para fianzas que nuestros padres están ahorrando para Charlotte.
Guardo el móvil y la larga lista desaparece en mi bolsillo. Solo quería tener una forma de recordar las razones por las que empecé a borrar las letras de su nombre, por las que empecé a alejarme de él. Supongo que tenía miedo de que, en el último momento, olvidaría tanto que perdería importancia. Esta es mi forma de darme el impulso final hacia lo que estoy a punto de hacer.
—Tendrán tiempo para ahorrar más —dice.
Pero no niega que vaya a ir a por James de tener oportunidad. Por cómo le vi anoche, dudo que le falten incentivos. James ha pasado de ser alguien cuya existencia Dereck no conocía a su enemigo número uno en cosa de veinticuatro horas.
—Char ya está robando perros de vecinos en medio de la calle, no tardarán en necesitar ese dinero por una cosa u otra. —Mi sonrisa falla y mi hermano se acerca más—. ¿Me puedes decir que todo va a ir bien?
—Claro que todo va a ir bien para ti, mocosa que toma decisiones horribles. Aunque no puedo prometer lo mismo sobre el desgraciado que te ha hecho llorar. Creo que una visita sería...
—No.
—Solo hablar.
—Para ti hablar es intimidar.
Apoya las manos sobre mis hombros y, de nuevo, no lo niega. En su lugar me envuelve entre sus brazos. Con fuerza. En parte para demostrar ese apoyo y cariño que guarda para mí y, por otro lado, algo me dice que hace más fuerza de la necesaria solo para molestarme un poco de paso.
—¿Sabes cuánto tiempo llevo retrasando esto? —pregunto—. Siempre piensas que las cosas van a terminar estando bien, ¿sabes? Cada vez que tiene un detalle mejor que el último, siempre pienso que esa es la señal de que las cosas van a mejorar si espero lo suficiente.
—Daph, eso se llama manipulación.
—No, no lo hacía por eso.
Era solo él. Su forma de ser. Tan intensa y tan dañina al mismo tiempo. Tan esperanzador, pero tan ardiente que intentar aferrarte a él solo podía terminar de una manera. Quise tanto que funcionara...
—Todo va a ir bien —dice al fin.
Le devuelvo el gesto con las mismas ganas de llorar que me atacaron ayer. Las mantuve a raya en el instituto porque mi orgullo no me permitía romperme frente a personas que iban a usarlo en mi contra, pero me afectó. Me afectó más de lo que esperaba. El dolor de todos estos meses unido a una relación que termina me superó. El esfuerzo de tanto tiempo convertido en nada y perder a alguien que te ha hecho sentir tanto aunque fuera en cortos periodos de tiempo es...
No quiero pensarlo.
—Venga, ve, yo te espero aquí —añade.
Al apartarse, y aunque probablemente haciendo más mal que bien, trata de arreglarme el pelo. Dice algo por la línea de que no va a dejar que nadie vea a su hermana pequeña hecha un desastre y me vuelve hacia la puerta del instituto.
—Si necesitas algo, mándame un mensaje. Estaré allí en menos de dos minutos y patearé a ese cretino hasta que se arrepienta de haber nacido. —Palmea mis hombros y me echa hacia delante—. Tú solo dame el visto bueno.
—No te voy a dar el visto bueno para eso.
—Siempre arruinando la diversión.
Eso me hace sonreír y, al mirar sobre mi hombro, me doy cuenta de que esa había sido su intención. Con ese último impulso, hago lo que había venido a hacer y cruzo la puerta del instituto para ir hacia la parte de atrás.
Conozco bien el horario de entrenamiento de James pese a que hace mucho que dejé de venir. Apenas aparecí un par de veces antes de darme cuenta de que él no iba a hacer más que mirar una vez en mi dirección antes de desentenderse. Ni siquiera me saludaba en condiciones antes de irse al vestuario y, la última vez que vine, pregunté por él solo para que me dijeran que ya se había ido a casa cuando llegué al pasillo.
Tantas razones.
Tantos errores.
Llego a las gradas esperando que se repita la historia habitual, por eso me sorprende tanto verle aparecer poco después de haber tomado asiento. Le encuentro apresurándose por las gradas con la respiración agitada y pasos rápidos. Tiene el uniforme puesto, sus compañeros están en el campo, y él parece acabar de dar la vuelta corriendo para llegar aquí.
Hay un toque de esperanza en sus ojos claros.
—Has venido —dice.
—Quería hablar contigo, pero puedo esperar a que termines de entrenar.
—Daph. —Da un par de pasos más cerca y descarta la idea sin necesidad de ponerlo en palabras. En lugar de irse, se sienta cerca, su atención tan centrada en mí como cada vez que estamos a solas—. También quería hablar contigo.
—Oh.
—No has venido hoy a clases. Te he enviado un par de mensajes, pero ni siquiera me salía que te hubieran llegado. —Eso es porque le bloqueé ayer. Necesitaba pensar y me preocupaba que él intercediera en eso—. Estaba preocupado por ti. Tus amigas tampoco me decían nada.
James pasa una mano por su pelo antes de dejarla caer sobre su pierna. El brillo de su mirada vuelve, tan conocido, tan suave, y mi propio cuerpo se relaja al verlo. Se siente bien. Ese ha sido siempre el problema con él.
—Ayer no terminamos de hablar las cosas —digo.
—No, no lo hicimos.
Me echo más hacia atrás en la grada y subo los pies para poner más espacio entre nosotros o montar una pequeña barrera física entre ambos. Ni yo misma lo sé. Al igual que tampoco sé cómo empezar esta conversación.
Mi hermano me ha dado alguna idea, pero dudo que decirle: "No me vuelvas a hablar en tu vida, maldito cretino" y darle un rodillazo en la entrepierna antes de irme sea la mejor manera de actuar en todo esto.
—James...
—Lo siento —se adelanta.
—¿Qué?
—Ayer —explica—. Mira, me contaron lo de que vino a buscarte y mi cabeza empezó a darle demasiadas vueltas. Nunca actúo en caliente y creo que no me expliqué bien sobre todo esto. Quería volver a intentarlo, si me dejas. Hablar las cosas. Llevo pensando en cómo hacerlo desde que hablamos ayer.
—Pero es que no se trata de eso. No se trata de Reece ni de quién viene a buscarme. No se trata de si es un beso o si ha sido más. Eso no podría importarme menos ahora mismo. —Pero vacilo—. Bueno, sí se trata de eso, en parte, pero no es por eso, es por...
¿Cómo explicarme cuando ni yo misma entiendo lo que siento la mitad del tiempo? Parecía tan fácil en mi habitación y tan difícil cuando me mira como lo hace: Atento, esperanzado, tan dispuesto a escuchar y actuar en consecuencia.
Cierro los brazos sobre mis rodillas.
—Ayer me dijiste que querías protegerme de los rumores si me veían con otro, pero a ti te han visto mil veces con otras —digo—. Incluso si siempre han sido cosas puntuales y me has cuidado de los rumores después, nunca te paraste a hablar de ello conmigo como hiciste ayer. No parece muy justo, ¿no crees?
—Si no lo hablé antes contigo fue porque era un tema que siempre parecías querer evitar, Daph. Además, nunca estuve cerca de nadie más dentro del instituto para evitar justamente eso. ¿Crees que no he intentado cuidar de ti?
—¿Cómo? —pregunto incapaz de añadir el "¿Rompiendo mi corazón en el proceso?" que quiero—. Porque los dos sabemos que, cada vez que había rumores, era después de que te vieran con otra, pero, de alguna forma, eso nunca te afectaba a ti.
Me doy un segundo antes de seguir.
—Mira, sé que estás en todo tu derecho de hacer lo que quieras con quien quieras. No es tu culpa que... —Paso las manos por mi pelo, dejando que las palabras sean bajas porque me avergüenza pronunciarlas—. No es tu culpa que yo quisiera otra cosa.
Me da miedo enfrentar su mirada, pero solo encuentro sorpresa. Sorpresa que se mezcla con incredulidad y, después, ese toque de esperanza de antes que crece con fuerza hasta hacerle tropezar con sus propias palabras y tener que intentarlo de nuevo.
—Nunca me lo dijiste. ¿Por qué no lo hablaste conmigo?
—¿Y decir qué? ¿Que en pocas semanas perdí el rumbo? ¿Que pensaba que, si pasaba el tiempo suficiente, si me esforzaba lo suficiente, tú también me mirarías como quería que lo hicieras? ¿Que empecé a odiar que me miraran por el pasillo porque sabía que, si había rumores, era porque te habían visto con otra y eso me dolía pero no tenía derecho a decir nada al respecto?
Parece costarle asimilarlo. Pasa la mano por su nuca en un gesto nervioso que reconozco bien antes de frotar las manos sobre el pantalón de su uniforme.
—Me avergonzaba —añado.
Nadie quiere abrir su corazón a alguien que no le da razones para pensar que va a sostenerlo. Te deja en una situación demasiado vulnerable y yo no podía aguantar más golpes.
—¿Te avergonzaba decirme que sentías algo por mí? —pregunta.
—Oh, vamos, no finjas que no lo sabías. ¿Por qué crees que empecé a alejarme?
—Porque mis amigos no te caían bien. Ayer me dijiste que...
—Vamos, James —pido con impotencia—. No puedes estar tan ciego. No es que tus amigos no me cayeran bien, era cómo eras tú cuando estabas con ellos. Venía a tus partidos y no te importaba. Venía a tus entrenamientos y no me dirigías la palabra. Comía contigo y me sentía como si no existiera ahí. Daba igual lo que hiciera porque tú nunca me mirabas a mí cuando importaba.
—No puedes estar hablando en serio. Te invitaba a cada partido, pero tú nunca te acercabas antes o después de ellos. Ni siquiera te presentabas muchas veces y me dejabas con un mensaje corto para desearme ánimo.
—¿Y no te paraste a pensar que, si no me acercaba, era porque siempre que juegas pasas la media hora anterior coqueteando con la chica que más llame tu atención ese día? ¿O que, si no quería ir, era para no sentir que iba a apoyar a alguien que ni siquiera reconocía mi existencia en público? ¿Sabes lo que le hace eso a una persona?
—Siempre he reconocido tu existencia en público, Daphne. ¿Por qué crees que te daba mi sudadera? A ti. A nadie más. No puedo creer que tú no... —Se pone en pie. Mira hacia el campo y luego hacia el final de las gradas—. Quería que fueras tú, Daphne.
—No, lo que tú querías era atención.
—Lo que yo quería era a ti —corrige.
Por una vez, levanta la voz. Por una vez, dice lo que nunca creí que fuera capaz de poner en palabras, y parece ser el primero en frustrarse por ello. En vez de sentarse, se acuclilla a mi lado y apoya las manos sobre mis rodillas. Hay un conflicto de emociones tras sus ojos, uno que se agita como pasó ayer con palabras no pronunciadas.
—Si crees que yo estoy ciego, tú también lo estás, porque no puedo creer que, con todas las veces que te dije que me importabas, todas las veces que te pedí que me acompañaras a las fiestas, partidos, eventos... Todas las veces que te pedí que comieras conmigo, que te escabulleras conmigo entre clases, todas en las que te daba mi sudadera para que todos vieran que era tuya... Con todo eso, ¿no paraste a pensar que sentía algo por ti?
Mi corazón se salta un latido.
—Llevo meses viendo cómo te alejas de mí sin saber qué más hacer para que te quedes —añade—. He intentado todo, pero nunca cambias de idea. Nunca te acercas si no lo hago yo primero. Nunca respondes mis mensajes como hacías antes. No me buscas. No aceptas planes conmigo. No puedes culparme por alejarme también cuando pensaba que no significaba nada para ti.
—No, no des la vuelta a las cosas. —Aparto sus manos de mis piernas como si hubieran empezado a arder. Es mi turno de ponerme en pie aunque solo sea para tomar más distancia de él, de sus palabras—. Si me alejé fue porque me hacías sentir que nada de lo que hiciera podía ser suficiente para que me eligieras a mí. Me di mil veces contra la misma pared, es a mí a quien no puedes culpar por haberse cansado.
Se levanta y mueve las manos para acompañar unas palabras que no salen de sus labios. Nos miramos como si estuviéramos tratando de encajar dos partes de una historia cuyas piezas nunca han sido nuestras.
—Te alejaste —dice en bajo, aferrándose a su mitad de la historia.
—Me alejé porque no puedes puedes querer a alguien de forma indefinida cuando todo lo que hace es hacerte daño. No puedes tener a quien quieres solo cuando te apetece como si no le hubieras destrozado el corazón durante meses.
Le quise, y nunca pensé que esta sería la forma en la que se lo diría.
La mirada de James se pierde. Incluso cuando me mira, no parece verme y termina por sentarse. Le encuentro apoyando la cabeza en sus manos mientras mira hacia el suelo y pierdo la fuerza a su lado.
—Me querías —entiende en bajo.
—Te quería —acepto.
Me enamoré de él, más bien. Por sus gestos, por su forma de ser, por su atención, y creí que había algo cuando todo lo que había era el eco de los deseos que tenía de que lo hubiera.
—Nunca me lo dijiste —dice.
—No te hubiera importado. —No entonces. No cuando él se fue acercando poco a poco. No fuimos tan cercanos como lo somos ahora durante mucho tiempo e, incluso ahora, se siente como nadar en direcciones opuestas—. Además, tenía miedo de que te asustaras y te alejaras si te lo decía.
Se queda en silencio.
Suspira, y sus hombros caen hacia delante.
—¿Cuánto tiempo? —pregunta.
—¿Cuánto tiempo te quise?
—¿Cuánto tardaste en dejar de hacerlo? —corrige.
—¿Eso importa?
—A mí me importa. —Es entonces cuando me mira y me doy cuenta de lo sincero que está siendo porque reconozco esa mirada, sé cómo se siente que te rompan el corazón, pero no esperaba verlo en él—. Por favor, necesito saberlo.
Junto las manos sobre mis piernas.
—No lo sé. Solo sé que un día me di cuenta de que no podía seguir intentándolo todo para que te fijaras en mí. —Busco a sus compañeros en el campo, pero su mirada no deja mi perfil—. Hiciste que sintiera que no era suficiente cada vez que te veía con otra. Me confundías con tu forma de tenerme cerca solo para alejarme después. Nunca sabía qué esperar contigo y sé que eso no era algo que poder soportar de forma indefinida. Me esforcé porque los momentos buenos eran tan buenos que sabía que podíamos tener algo bueno. Pero los malos...
Los malos eran realmente malos.
—Y yo no me esforcé —lee entre líneas—, no cuando importaba.
No negarlo es suficiente respuesta.
—¿Sabes cuándo me di cuenta? —pregunta en bajo—. Me di cuenta de que te quería en mi vida cuando empezó a molestarme no verte en las gradas. No voy a mentir y decirte que lo noté pronto, no lo hice, pero pasaron semanas y, no lo sé, empecé a fijarme, supongo. Empecé a fijarme y tú nunca estabas ahí. Miraba a mi lado en el pasillo para contarte algo, pasaba el almuerzo mirando hacia tu mesa preguntándome cómo conseguir que volvieras a la mía, paraba en tu taquilla solo para poder hablar un par de minutos, pero era como si, cuando más me esforzaba por alcanzarte, más te alejabas de mí. Nunca nada me había frustrado tanto.
—Las cosas no son solo cuando tú quieres.
—Te veía —dice como si fuera suficiente para la chica que le amó más de lo que se amó a sí misma—. Destacabas para mí, por mil razones, pero no, no te quería, no de la forma en la que querías que te quisiera. —Baja de nuevo la cabeza—. No entonces, pero, ahora...
No.
No me hagas esto.
—James...
—Echo de menos escaparme de clases contigo. Echo de menos sentarnos en el armario del conserje sin nada más que hacer que perder el tiempo, que te quedaras medio dormida a mi lado después de almorzar porque te entra sueño después de comer, o esa manía de reírte en los peores momentos que tantas veces me ha hecho tener que buscar excusas para no quedar los dos como un par de descorazonados.
—También yo.
Esos son los buenos momentos, pero he aprendido que no son suficiente. Siento las ganas de llorar crecer. Con pena, con impotencia, y me acomodo a su costado. Porque le aprecio, pese a todo. Porque me duele, con todo. Cierro los ojos al notar el ardor de las lágrimas.
—No quiero perderte, Daphne —su voz se siente estrangulada cuando lo dice, como si estuviera intentando contener todas las emociones dentro—. No quiero eso.
—Lo siento —digo.
—Daph... —Ahí están de nuevo, las emociones mezcladas, y esta vez dice lo que parecía a punto de haber dicho en el armario ayer—. Te quiero. —Como si acabara de asimilarlo, lo repite, con más fuerza esta vez—: Te quiero, Daphne.
Esas palabras, que lo hubieran significado todo meses atrás, quizás incluso semanas, no son suficiente ahora. Abro los ojos y dejo un beso contra su hombro. Le he querido, por mucho tiempo y en muchos sentidos. Pero nada va a cambiar las cosas que me ha hecho vivir.
—Y yo no puedo pasar por todo esto de nuevo ni puedo fingir que el daño no está hecho. No quiero hacerlo.
Pensé que saber que ha llegado a sentir algo por mí me haría feliz, pero la realidad es que no pasó en el momento en el que lo necesité. Corremos en direcciones opuestas y yo ya no es su amor lo que busco.
Siento el golpe al entenderlo.
Nunca tuvimos una oportunidad.
—Daph —llama sin saber cómo expresarse.
Pero yo lo entiendo, lo entiendo porque conozco bien esa impotencia. Me quedo apoyada a su lado, en silencio, con un pequeño apoyo mutuo mientras la situación se asienta entre los dos. Mentiría de decir que una parte de mí no quiere envolverse en sus palabras y quedarse con él. Abrazarle, besarle, y decir que podemos intentarlo, pero sería mentirme a mí misma porque sé que nunca podría volver a sentirme segura con él. ¿Cómo confiar de alguien que te ha hecho tanto daño?
No merezco eso.
Beso su hombro una vez más y me pongo en pie notando el peso emocional caer sobre mi cuerpo. Me cuesta imaginarme los días malos sin él. Oír rumores sabiendo que él no aparecerá en la puerta de mi clase para acompañarme y acallarlos por el camino. Sus sonrisas por el pasillo. La forma en la que aparecía de la nada, con una sonrisa divertida en sus labios, y nos saltábamos clases juntos.
Sus palabras suaves, sus promesas entre besos, la forma en la que me hacía sentir tan segura si estaba a mi lado. Ese calor, ese cariño, todo lo que ha estado sanando un corazón que él mismo hería.
Le miro y me pregunto por qué, si esto es lo que quiero, se siente como si me estuvieran arrancando el corazón.
—Mi hermano está en el aparcamiento, es mejor que me vaya antes de que venga él. No creo que se comportara de forma demasiado amigable con todo esto. —James no responde, ni siquiera asiente. Se queda mirando al suelo—. Cuídate, ¿vale?
He hecho bien.
Sé que he hecho bien.
Aun así, de camino al aparcamiento, noto cómo mi corazón se va haciendo pedazos. No puedo evitar sentir frustración al saber que podría haber funcionado si solo los tiempos no hubieran sido tan diferentes, si yo no hubiera estado tan herida cuando él se dio cuenta de que me quería. Si él no hubiera sido tan distante cuando yo le quise a él. Porque yo podía aceptar lo que fuera, si tan solo él hubiera...
Pero no pasó. No a tiempo y, ¿ahora?
No puedes arreglar algo que ya no existe.
En cuanto veo a mi hermano, voy directa a sus brazos. No le cuento sobre la conversación, no por ahora, pero él no necesita eso para abrazarme con fuerza y decirme, tan bajo que apenas alcanzo a escucharlo, que está orgulloso de lo que acabo de hacer.
⋅༺༻⋅
Nuevo capítulo: El sábado
Narrará REECE ♥
⋅༺༻⋅
Nadie:
Dereck preparándose para ir a conocer a James:
#TodsSomosDereck
Espero que este capítulo haya podido explicar mucho mejor todo entre James/Daphne. Aunque este es un tema donde un personaje al que amamos puede que comente pronto para darnos más contexto - pero no diré quién ✨
También espero que os haya gustado esta pequeña despedida de su relación. Siento que James ha sido muy importante para Daphne y no me parecía justo darles un simple "adiós". Se merecen más y quería dárselo, al fin y al cabo, él ha sido gran parte en la vida de ella y los dos han sido... complicados para el otro ♥
¿Qué me decís? ¿Es un final para ellos o vamos a ver mucho más James de aquí en adelante? Sobre todo después de lo que hemos sabido de James y los suyos por los que ha comentado Reece (nunca nada bueno), ¿qué pensáis?
# James dará problemas
#James es bueno con Daphne, tendrá cuidado
Recordad que el próximo capítulo (20) NARRARÁ REECE. ¿HAY GANAS? ¿DÓNDE ESTÁN LOS GRITOS DE EMOCIÓN? AAAAAAHH
- Sabremos más sobre su familia
- Veremos su dinámica con sus compañeros de equipo
- VUELVE ISAAC (vais a amarle, de verdad, le quiero más que a mi vida JAJAJA)
¿Qué creéis que pensará Reece sobre Daphne? Siento curiosidad
Ahora sí,
Un abrazo MUY FUERTE y nos leemos pronto! ♥
Gracias por el apoyo,
—Lana 🐾
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro